Mis Memorias.- En medio de la nada.
Publicado en May 04, 2013
En medio de la nada.
Allí estaba con mí pensar, pero tranquilo, mis manos temblorosas por fin escribían un inicio, un final; el corazón me palpitaba a millones de kilómetros por hora, casi a punto de infartarme, ni los analgésicos, ni las tomadas de tensión podrían detener tan grandes y temblorosas palpitaciones, que querían reventar de tanta prueba a la que se le había sometido. No miraba hacia los cantos de las cabuyas, ni le ponía el brazo a las inyecciones letales, y los navajazos por las venas no eran una opción, pero era innegable la necesidad de un alma por abandonar su cuerpo, no arrastrarlo ante tantas magulladuras por las que caminaban, y de las cuales no veía ni una cicatrización, pronta una respuesta sería decisiva para un gran viaje deseoso por realizar. -No olvidar pero si escapar-. Las yagas me devoraban y no poseía alcohol para curarlas, solo un veneno acabaría con tanta ilusión, con tanto sin sabor. Días que pasaban como otros, pero sin igual, eran de diferentes tonalidades, grises, y con el transcurrir se matizaban y su colorido resplandecía como ese sol de medio día, como ese piso que se alzaba al levantar su cruz. “En este mundo el negro y el blanco solo son dos colores más de una amplia gama”. Al fin ya nada importaba, no me limpiaba para los demás, me quedaba sucio y mal oliente para mí, me ahogaba en el agua curtida que me trapeaba en ese momento. Cada dentro es un orbe, y ese era definitivamente algo incompartido, el tiempo había sido egoísta, ahora debía serlo yo. La vida cambiaba en un segundo, padecía de los nervios al pensar que algo no tan agradable podría pasar, mis dotes de profeta, volvían a relucir como aquella musa que cambiaba su careta como esa memoria de contrastes escritos. No debía despreciar, la vida nunca había dicho que fuese tan fácil, y acompañaba su respuesta con otro duro y profundo impacto. Sabría el celeste sin los tendones, de este, se iban a recuperar, pero el nylon que los soportaba en cualquier momento podría reventar. La ira y el celo no se hacían esperar, se reía a carcajadas, no lo tomaba en serio, y caía como un niño ingenuo que aprendía a caminar; fueron amaneceres de constante muerte, y el apetito de un hambriento de nuevo nada quería. Por primera vez escribía dos memorias con titulaciones diferentes en menos de nada, eran dos historias que ocurrían simultáneamente, compartían protagonista, la única salida era vivirlas. El llanto se mezclaba entre el hambre y la fatiga, un vomito inesperado que se debía tragar, no había ninguna buena sensación bajar por mi garganta, y a eso se le sumaba el flujo de un vaso de agua salada, allí me encontraba en la habitación, muerto en vida y con mucha vela por quemar, me caían escombros y las cenizas escondían el color de mi piel, me perdía en la nada, me encontraba con todo, las palabras brotaban y debía aprovecharlas, aunque estas con el tiempo se silenciarían, el sonido de las manecillas del reloj arremetía en mi espalda, y de cara me desequilibraba. Me bañaba en el vapor propio, era cosido, nunca antes algo tenía tanto condimento, los ingredientes reventaban como cargada olla a presión. Allí me hallaba, en el todo, en lanada, ciego con vista, vivo pero sin vida. D’.’S. 19/04/2013
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