guilas Negras -63- (Novela y Guin para Cine)
Publicado en May 06, 2013
- Bebe usted demasiado, señor padre Próculo José García y Cía. ¿Está intentando olvidar algo?
- Bueno... no... lo que sucede... - Espere, espere un momento, padre parroquial, lo que sucede es que a veces encontramos a alguien mucho más joven que puede hacernos pensar... - En eso mismo estaba pensando yo. ¿Cómo puedes haber descubierto todo? - Descubrir no es difícil. Lo difícil es saber para qué descubrimos. - ¿Y tú sabes para qué lo has descubierto? - Ya se lo dije antes. Tengo tres motivos; pero, al parecer, a los que son demsiado viejos hay que repetirles las cosas más de una vez para que no olviden lo que se les cuenta. Intento saber por qué ha mentido tanto hasta ahora. - ¿En qué he mentido yo? - Todavía no lo sé con total seguridad. Aún no he conseguido ajustar ciertos detalles de mi investigación pero, como busco la Matrícula de Honor en esta materia de Periodismo, lo lograré. Sucede que lo mío es más difícil que lo de otros estudiantes porque ellos tienen el Carnet del Movimiento, son del SEU, el único y vertical Sindicato de Estudiantes Universitarios dirigido por José Solís, y les apoyan los del Opus Dei, por lo que no necesitan utilizar ni un solo gramo de su raquítico cerebro para obtener no sólo los títulos de licenciados con las notas más altas y sin hacer, desde luego, ningún trabajo práctico que sea mínimamente brillante sino tener ya trabajo fijo en los medios de comunicación estando todavía estudiando. A otros, sin embargo, nos obligan a tener que utilizar todo lo que tenemos dentro de nuestros lúcidos y lucidos cerebros para conseguir tan sólo un simple aprobado o quizás algun notable que otro. Por cierto... ¿cree usted en la Justicia equitativa? - Visto desde ese punto de vista... - Espere. Ya sé que la vida tiene muchos puntos de vista para poder entenderla. ¿Usted cree que si yo fuese un Águila Negra sería ya, a pesar de mi juventud, hasta quizás Director de Programacion de algún Canal de televisión, por ejemplo? - Por supuesto que sí. - Por supuesto que, en ese caso, no sería el mejor de los mejores sino uno más del montón e incluso de los peores. No merece la pena ni estudiar Periodismo en esas condiciones ni aún siquiera llamarse un verdadero hombre al ser un Águila Negra. - Te has merecido la Matrícula de Honor positiva... pero para ser el mejor es necesario esperar... - No me hable usted más de lo que es esperar. Sé de sobra lo que es esperar en todos los sentidos humanos que usted se imagine. Desde que tengo uso de razón, o sea desde lo 7 años de edad, he tenido que aprender a esperar demasiado tiempo para hallar Justicia. ¿Cree que es justo tener que esperar demasiado y en contra de nuestra propia voluntad? - No entiendo. ¿Qué quieres explicarme ahora? - Sólo quiero hacerle una pregunta. ¿Qué es antes, la voluntad propia o el capricho de los demás? - Por supuesto que la voluntad propia. - ¿Y qué sucede cuando hay que aprender a esperar demasiado por culpa del capricho de los demás? - Que se comete una total injusticia. - Vaya. Empezamos a entendernos ya. Empezamos ya a ver la vida desde el mismo punto de vista, señor padre parroquial. ¿Conoce usted la historia de "El Conde de Montecristo"? - Sí. Esa sí la he leído. - ¿Puede usted hacerme ahora a mí el favor de resumirme su argumento? - Encantado. - No. Encantado no lo deseo. Lo deseo al natural, porque quizás el encantado sea mi gran amigo el Jefe Don Diego pero yo no. - ¿Es que no ha terminado aquí toda esta historia del loco asesino en serie? - ¿Puede hacerse usted el favor a sí mismo de seguir callado en cuanto a ese tema y responderme a lo que le he pedido? La historia se sabe cuándo comienza pero no cuándo termina hasta que no se acaba; porque a algunos les encantan ocultar cosas innecesarias, pero terminan al final desencantados. A algunos les da tiempo de arrepentirse pero a otros no. - ¿Qué quiere decir eso? - Que algunos se desencantan con tiempo suficiente para seguir viviendo pero otros se desencantan muy poco antes de morir y no les da tiempo de confesarse. Así que ahora concéntrese sólo en el argumento de "El Conde de Montecristo" y déjese de encantar tanto a Don Diego. En ese mismo instante entra el Jefe Superior de la Policía de Madrid. - Ya que está aquí mi gran amigo Diego... ¡háganos una buena sinopsis al encantado Jefe y a mí, padre Próculo José... porque, como está viendo, viene totalmente encantado. - ¿La sinopsis? - Bueno, como lo de sinopsis me parece que usted no sabe lo que es, haga un amplio resumen para que lo aprenda bien mi encantado gran amigo Diego. - Antes tengo que decir que es una novela clásica de Alexander Dumas, padre. - ¿De qué está hablando ahora, Juan? - Calla y escucha, Diego. Señor párroco, no nos interesa eso. No interesa saber si fue escrita por Alexander Dumas padre o por Alexander Dumas hijo... así que abrevie que ya nos estamos pasando de tiempo y el tiempo cuenta mucho en esta historia. ¡Abrevie, por favor, y entre en materia! - Edmund Dantés vuelve a Marsella donde se encuentra su familia y donde se encuentran su amigos. Ahí el lector se entera de que es el primer oficial del barco y está a punto de recibir una promoción a capitán y también que está a punto de casarse con una bella catalana llamada Mercedes. Se revela que el anterior capitán, Leclère, que era un acérrimo defensor del ahora exiliado Napoléon Bonaparte, el emperador, encomendó a Dantés, en su lecho de muerte, que entregara un paquete al gran mariscal Marechal Bertrand, que se encontraba exiliado en la isla de Elba. Durante su visita, habló con el propio Napoleón, que le pidió que le entregara una carta confidencial a su hombre de París. - Deje tanto preámbulo, señor párroco, y pase a la acción. - El inocente Dantés no se da cuenta de cómo afecta su fortuna a la envidia de los que considera sus mejores amigos. - Siga, padre párroco, que lo está narrando muy bien. - Danglers, el jefe del grupo de los que envidian a Edmond, y Fernand, que ama a Mercedes... - Esto se está poniendo ya mejor y menos aburrido, padre párroco. Continúe, por favor, si es que su moral se lo permite. - Los dos planean acusar a Edmond de agente bonapartista, enviando la acusación al procurador y magistrado Villefort. - Ya estamos con los principales protagonistas. No se me eche ahora para atrás, padre párroco. - Aunque Villefort se convence enseguida de la inocencia de Edmond, está a punto de dejarle en libertad cuando descubre que el destinatario no es otro que su propio padre, Noitier, un importante bonapartista. - Está bien, padre párroco. Comenta usted demasiado bien. Siga. - Sin embargo, el hijo ha denunciado a su padre para mejorar sus relaciones con el actual régimen realista y ese resurgimiento de las especulaciones sobre la verdadera lealtad podría dañar irrevocablemente su carrera. - Buena carrera llevan todos sin parar, aunque hay quien dice que carrera de caballos termina siempre en parada de burros. Pero continúe, por favor, hasta donde pueda llegar... - Para evitar su inminente boda con una conocida de una familia aristócrata, y para enterrar este secreto, Villefort envía a Edmond a pudrirse definitivamente en el infame Castillo de If. - Tómese un descanso, padre párroco, y dese otro buen trago de vino. ¿O desea que siga llamándole Don Próculo José para estar más como en familia? - Prefiero lo de padre párroco... porque es más ingenioso... - Está bien, padre párroco. Empine usted un poco más el codo y siga bebiendo vino. No consteste si no lo considera oportuno. Pero beba porque creo que lo está necesitando para poder seguir. El padre Próculo José García y Cía bebe antes de seguir comentando... - Durante el encarcelamiento, Dantés comienza a perder el juicio lentamente. Reza a Dios pidiendo su liberación, pero sigue sufriendo año tras año, e intenta suicidarse por inanición. - ¿Y qué ocurre después, padre párroco? Cuenta usted la historia como un verdadero señor. - Sin embargo, cuando le ronda la muerte, recupera la voluntad por vivir al escuchar el sonido de otro prisionero encerrado. Poco después se encuentra con el otro prisionero, el abate Feria. - ¡Que gran historia! ¡Hasta aparece la feria y todo! - Si fuese graciosa así sería, amigo Diego, hasta podríamos imaginar que es La Feria de Los Caballitos... pero no tiene nada de gracia... ¿no es así, padre párroco?. Siga. Siga. No se corte ni tan siquiera un pelo... porque pocos tiene ya. - Por su conversacion con Feria, Dantés empieza a juntar las piezas de la trama que le condenó a la situación en que se encuentra. - Ya vamos encontrando algo... ¿no es cierto, padre párroco?... ¡siga usted, señor García y Cía! ¿O prefiere que en lugar de señor le llame caballero? No se detenga en contestarme no vaya a caerse del caballo, caballero. - Sabiéndose moribundo, Feria le confía a Dantés el escondite de un gran tesoro en el islote de Montecristo. - Buen punto. Anota, Diego, anota lo que dice el padre párroco. - A continuación Dantés se escapa mediante el sencillo recurso de ocupar el lugar del cuerpo de Feria, aunque está a punto de morir cuando los carceleros, en lugar de enterrar el cuerpo como él suponía, lo atan con pesadas cadenas y lo arrojan al mar desde un barranco cercano. - ¿Qué te parece lo de estar al borde de la muerte, amigo Diego? ¿Es milagroso o no es milagroso salvarse de la muerte, padre párroco? ¿Murió o no murió Dantés? - Tras su escapada, Dantés, después de pasar tres meses entre contrabandistas, recupera el gran tesoro y se reinventa como el enigmático Conde de Montecristo. - ¿Y cómo es esa transformación, padre párroco? ¿Cree usted en las transformaciones cristianas o no cree usted en las transformaciones cristianas? No conteste ahora. Sigamos con la historia del Conde de Montecristo. Empieza a ser ya muy emocionante. - Su larga estancia en prisión le ha cambiado físicamente, tanto que sus antiguos socios no le reconocen. - Vaya. Parece que sí es cierto lo de las transformaciones cristianas como he pensado yo desde hace ya mucho tiempo. - Mentalmente adquiere un conocimiento mucho más profundo y amplio y, socialmente, asciende a lo más alto gracias a su gran riqueza. - Olvida usted a Dios, padre párroco. Yo diría que gracias a su gran riqueza pero bendecido por Dios. - Sin embargo, el mayor y mejor cambio es el psicológico, porque de un joven idealista se ha convertido en un hombre sombrío e intenso, casi obsesivo en sus planes de hacer pagar tanto a los que le han hecho bien como a los que le han hecho mal. - Pues yo lo veo justo, padre párroco, yo lo veo justo. Nada de cambio sino de evolución hacia la Justicia. Ese es mi punto de vista, padre párroco. ¿Y el suyo? - Yo... esto... creo que también... - ¿También justo o también injusto? - Justo. Desde luego que justo. - ¿Está de acuerdo que eso no es venganza sino Justicia de Dios? - Creo que sí. - Lo cree o lo afirma. - Afirmo que sí. - Tome entonces otro trago de vino, padre párroco, y continúe si es que puede con su conciencia... El padre Próculo José García y Cía vuelve a hacer lo que le aconseja Juan Bautiusta para poder continuar sin nervios; aunque está más nervioso que nunca en su vida. - Dantés regresa a Marsella para retomar contacto con sus seres queridos, pero sólo halla desesperación. Tomando distintas personalidades, desde un abate italiano hasta un banquero inglés... - ¿Qué pasa ahora, padre párroco? ¿Por qué hace esa pausa cuando se está poniendo la historia más emocionante que nunca? ¿Necesita refrescar su memoria para poder seguir contándonos qué pasa después? Tras una prolongada pausa en la que el padre Próculo José Garcia y Cía ya suda copiosamente por los nervios y el alcohol, éste puede continuar comentando... - Edmond Dantés puede confirmar sus sospechas a través de Caderousse, al que visita disfrazado, fingiendo cumplir el último deseo de Edmond. De su antiguo vecino descubre que todos los que le traicionaron han triunfado en la vida; Fernand se ha convertido en un conde y par de Francia, Danglers es un barón y es el burgués más rico de París, y Villefort es la personificación de la justicia parisiense como Procurador del Rey. Es más, Fernand se ha casado con Mercedes y tiene un hijo, Albert. - Buenos trepas, sí señor, buenos trepadores a costa de los demás. Siga, por favor. - Mientras tanto, los verdaderos amigos de Edmond han sufrido en manos del destino. Al principio de la novela, Morrel es el rico y amigable propietario de un negocio naval en alza. Pero durante el encarcelamiento de Edmond, Morrel sufrió una trágica serie de desventuras, y en el momento en que Edmond regresa a Marsella no tiene nada más que a sus dos hijos, Julie y Maximilian, y unos cuantos criados leales. La compañía está al borde de la bancarrota y Morrel piensa en suicidarse. - ¿Se suicidó Morrel o hubo alguien que le ayudara a recobrar su alegría por vivir, padre párroco? - Al descubrir esto, Dantés restituye anónimamente la fortuna de Morrel justo a tiempo, bajo el seudónimo de "Sinbad el marino". - Tome otro descanso, por favor, señor padre párroco y a ver si logra beber otro trago de vino. Esto ya no es una sinopsis, de la cual usted no tiene ni idea de cómo se hace, sino todo un buen argumento... pero hay argumentos en la vida que merecen ser escuchados. ¿O no crees eso, amigo Diego? ¿Hay o no hay argumentos que deben ser escuchados antes de elaborar un juicio definitivo? - Me estoy dando cuenta de que sí. - Está bien, Diego. Entonces, como ya se va desencantado el Jefe, siga por favor, Gran Anciano eclesiástico de las iglesias del verbo de la florida oratoria... Vuelve el padre Próculo José García y Cía a hacer caso al mandado de Juan Bautista... - Diez años después de su viaje a Marsella, Dantés empieza su búsqueda de venganza, habiendo dedicado la década anterior a prepararse física y mentalmente para las tareas que tiene planeadas. Resurge en Roma, donde se da a conocer brevemente como Fran d'Epinay y Albert de Morceuf. - Interesante esto de disfrazarse, padre párroco, interesante esto de disfrazarse... algo que sucede muchas veces, por cierto, a lo largo de toda la historia de los seres humanos... - A continuación se traslada a París y se presenta en sociedad, convirtiéndose en la sensación de todo París. - Y yo que creo que esto de la sensación es algo así como de risa... - ¿Qué quieres decir, Juan? - Que la risa va por barrios, Diego. Así que vamos a ver quién ríe ahora en las historias de los seres humanos. A mí me parece muy interesante saber que no ríe mejor el que ríe el último sino que ríe mejor el que más tiempo ríe. ¿Qué te parece a ti, gran amigo Diego? - Bastante interesante... bueno... muy interesante... y un gran pensamiento... - Bueno... No me halagues demasiado porque, en realidad, yo soy muy modesto... pero vamos a ver cómo continúa... - El conde atrae la amistad y confianza de sus enemigos y maquina la destrucción de cada uno de ellos. Manipula a Danglers para que le dé un crédito ilimitado de seis millones de francos, y manipula la Bolsa para destruir la fortuna de Danglers, cobrando los seis millones sólo cuando Danglers está al borde de la bancarrota, forzándole a huir a Italia. - Como estás escuchando, gran amigo Diego, los cobardes siempre terminan por huir... a no ser que policías tan inteligentes como tú lo eviten. Pero de eso ya tendremos tiempo para hablar después. Ahora sigamos escuchando con gran atención. - Montecristo tiene una esclava griega, Haydée, cuya familia y hogar en Yanina fueron destruidos por Fernand durante una guerra. - Guerra o paz, gran amigo Diego. Son las únicas posibilidades que nos quedan para solucionar el problema. Pero resulta que para encontrarse con la paz entre tanta gente cruel no nos queda más remedio que guerrear. Al final de esta perfecta argumentación que está haciendo el Gran Anciano y padre párroco te lo podré explicar mejor... - Manipula a Danglers para que se investigue el suceso, que es publicado en un periódico. - Para que luego digan que los periodistas no sabemos lo que escribimos... - El artículo es retirado, pero luego se republica con mayores detalles. Fernand es llevado a juicio para afrontar los cargos en su contra y Haydée testifica contra él. Fernand queda deshonrado. Es más, Mercedes, que parece conocer la verdadera identidad de Montecristo, confirma la historia completa de su juventud a su hijo Albert, que casi se bate en duelo con Montecristo a quien cree culpabe de la deshonra de su padre, mientras Mercedes se divorcia. - Valiente muchacho, si señor... - ¿De verdad crees que es un valiente muchacho, Diego? - Esto... veo que no... que lo que en realidad es es un verdadero necio del todo... la verdad sea dicha... - Yo diría que más que un completo y verdadero necio es alguien que quiere defender un pasado pero completamente a destiempo y como un ignorante. - Entonces... ¿además de necio es ignorante ese tal Albert? - Comer y callar. ¿Sabes lo que significa eso, gran amigo Diego? - Supongo que no meterse a defender causas desconocidas y, por lo tanto, injustas. - Pues es verdad, Diego, es verdad. Algunos hasta mueren por meterse a defender causas que desconocen. ¿Te lo crees o no te lo crees? - ¿La historia? - No contestes ahora, pro favor, y pon mucha atención con tus oídos mientras abres bien y del todo los ojos. Siga usted, padre párroco, con su arugmento que, aunque extenso, no deja de ser intenso. ¡Qué necio, Dios mío! - Valentine, la hija que tuvo Fernand con su primera esposa, Renée... - ¡¡Vaya sinvergüenza el Fernando de los huevos!! ¡¡Estaba casado y engañó a Mercedes!! - Silencio, Diego, por favor... - Va a heredar la fortuna de la familia, pero su segunda esposa, Heloise, pretende reclamar la fortuna para su hijo Edouard. - Pero... ¡¡a cuántas mujeres engañó ese Fernando de los cojones!! ¡¡Vaya follón, Juan!! ¡¡Ya empiezo a perderme con tantas esposas como aparecen en su vida!! - Perderse y perder la cabeza es muy habitual en ciertas clases sociales de pequeño burgueses que aspiran a seguir siempre siendo unos trepas, Diego... pero vamos a seguir escuchando a ver si se aclara este follón. - Mntecristo conoce los intereses de Heloise y, de forma aparentemente inocente, la proporciona una toxina capaz de curar a una persona con una gota y de matarla con una sobredosis. - Ya vemos que esto de las sobredosis es ya muy histórico. ¿No es cierto, Diego? - ¿Desde cuándo? - Digamos que desde los tiempos de Cleopatra o, quizás, desde la época de los múltiples hijos de Adán y Eva. Pero dejemos de suponer para asegurar que desde los años 60 de este siglo XX las sobredosis se han convertido en realidades. ¿Me vas entendiendo, Diego? - Ya voy cogiendo la onda. - ¿Has dicho cogiendo la honda con hache o la onda sin hache? - He dicho la onda sin hache, porque la moto ya es sólo un mal recuerdo para mí. - Lo mejor, Diego, dejando el trauma de tus tiempos de policía sin graduación alguna, es que esperemos hasta el final. Prosiga, padre párroco. - Heloise asesina sin querer a un sirviente de la casa, Barrois, y asesina queriendo a los Saint-Mérans, suegros de Villefort, e intenta asesinar a Valentine. - Muchos asesinatos, Juan, tantos como los que hemos tenido que soportar al loco. - Pues debes saber, Diego, que a veces ocurren en cadena ininterumpida. Pero sigamos escuchando. - Mientras tanto, Montecristo atormenta a Villefort dando a conocer la aventura amorosa entre éste y la mujer de Danglers y el hijo que tuvieron de dichas aventuras. - ¿Pero esto qué es? - ¡Un verdadero follón, Diego! - Villefort pensaba que había nacido muerto, y lo enterró detrás de una casa de Arteuil que Montecristo compra posteriormente. El hijo es rescatado de su tumba y criado por el sirviente de Montecristo, Bertuccio. - Esto ya es un verdadero circo de desquiciados, Juan. - Más que un circo es un cisco y todo cisco debe ser descubierto para que podamos enterarnos bien de nuestros asuntos. ¿Sabes lo que es un "gancho" en el mundo de los hampones? - ¿Algún enlace tal vez? - Eso es. Bien contestado, Diego. - Está bien. Algo me quieres decir pero no acierto lo que es. Esperaré a que termine el padre párroco. - En su edad adulta, este hijo entra en París disfrazado como Andrea Cavalcanti, tan sólo revelándose ante Villefort cuano es arrestado por el asesinato de Caderousse. - ¿Y todo esto lo escribió Dumas el padre? - Sí, Diego. Al parecer fue el padre y no el hijo porque Dumas el hijo estaba ocupado con la dama de las camelias. Otro lío de faldas a la francesa, amigo. Jejeje. Un poco de humor no viene nada mal en cuestiones de cuernos y fanfarrias. - ¡¡Jajajajaja!! Lo de los cuernos lo entiendo pero... ¿lo de las fanfarrias qué quiere decir? - Quiere decir que los franceses se lo pasan de fiesta cuando se trata de ponerse los cuernos y por eso en sus saraos siempre se oyen músicas de fanfarrias mientras crujen los muelles de los colchones de las camas. - ¡¡Jajajajaja!! A mí plin porque yo duermo en Pikolín. Esperemo a ver cómo sigue el padre párroco. - Montecristo salva a Valentine y mediante Noirtor, Villefor se entera de que Heloise es la asesina, se enfrenta a ella y ella entra en pánico y se mata junto con su hijo Edouard. Durante estos terribles sucesos y, al mismo tiempo, Montecristo revela su identidad a Villefort, lo cual hace perder el juicio a este último. - Donde las dan las toman es un dicho muy español, Diego. Algunos terminan totalmente locos por querer hacer pensar que otros eran los locos. Al final siempre los verdaderos locos son los que aparentan ser cuerdos... pero los relojes de cuerdas siempre llega un momento en que se detienen y, en ese momento de las historias humanas, se descubre que no son locos los que se dice que son locos sino los que no se saben que están locos de verdad. Los que son verdaderamente locos, tan estimados en la sociedad, siempre terminan por hacer locuras. ¡La envidia y la ambición, Diego, la envidia y la ambición son las verdaderas locuras en nuestra sociedad que se llama tan desarrollada! ¿Desarrollo de la locura tal vez, Diego? Sólo observa la vida de muchos millones de humanos y te darás cuenta de quiénes son los verdaderos locos. Él era uno de tus hombres más destacados, incluso el mejor según mi manera de entender, pero... ¿quién era en realidad?... Un loco asesino en serie, Diego. Y sólo por la envidia de desear a la mujer del prójimo y la ambición de querer despojar al prójimo de lo que le pertenece al prójimo. - Ya lo veo, ya lo veo... - Pues vas a ver cosas todavía más increíbles. Continúe usted, padre parroquial. Tome un último traguito de vino antes de terminar de una sola tirada. ¿A qué te suena eso de una tirada, Diego? - ¡¡Jajajajaja!! Sé a lo que te refieres. - Y si lo cambiamos de género... ¿cómo se dice? - ¡¡Jajajajaja!! ¡Un tirado! - Claro que hay algunas tiradas y algunos tirados... ¡jejeje!... pero pronto nos enteraremos de algo realmente interesante. Detallar minuciosamente las historias de las furcias y de los homosexuales no me interesan para nada a la hora de investigar. Ahora guardemos silencio, Diego. El padre Próculo José García Cía, que ya está casi beodo del todo, bebe otro pequeño trago mientras el sudor ya le recorre todo el rostro... - Sin embargo, las cosas son más complicadas de lo que Dantés estimó. Sus esfuerzos para destruir a sus enemigos y proteger a los pocos que le defendieron se entremezclan horriblemente. Maximilian Morrell se enamora de Valentine de Villefort, y el niño Edouard de Villefort es reconocido por su madre, haciendo que Dantés se cuestione su papel como agente de la venganza de Dios. Viendo que su ira se iba extendiendo más allá de lo que él pretendía, Dantés cancela el resto del plan y toma medidas para equilibrar las cosas. - ¿Ves, Diego, lo que es estar en su sano juicio y no lo que dicen, interesadamente por supuesto e intentando ocultar sus intenciones, los que tienen mucho que tapar, mucho que callar y mucho que confesar? - Ya lo veo... ya lo veo... - Pues todavía no lo has visto todo. Escucha atentamente mientras esperamos a que termine su argumentación el padre párroco... - Aunque la venganza sobre sus enemigos no está completa del todo, deja en libertad a su enemigo final, indemnizando a los que quedaron envueltos en el caos pero que eran inocentes y aplicando así también su propio criterio de Justicia. En el proceso, se conforma con su propia humanidad y es capaz de otorgar cierto perdón para sus enemigos y para sí mismo porque, al casarse con la mujer que ama desde siempre, deja el resto para que Dios aplique su Justicia porque existen inocentes que han pagado por culpa de los culpables. - Fin, señor padre párroco. ¿Qué opina usted de todo ello? ¿Es Justicia lo que hizo El Conde de Montecristo o no es Justicia lo que hizo El Conde de Montecristo? - ¿Es que tú eres como él? - Se equivoca conmigo por completo. Yo no soy El Conde de Montecristo ni he sido nunca como El Conde de Montecristo, pues a mi no me ha traicionado jamás mi chavalilla. Ni yo a ella por supuesto. Yo sólo pregunto si es justo o no es justo hacer cargar con las culpas a algunos que son inocentes como lo eran El Conde de Montecristo y sus verdaderos amigos. Lo demás lo dejo en manos de Dios porque es justo cumplir con los preceptos de la Ley de Dios y los preceptos de la Ley de los Derechos Humanos. Y, en este sentido, ni los borrachos ni los locos dicen la verdad como muchos creen mintiendo a conciencia; pero los niños y los que somos como niños sí decimos la verdad. En esos momentos interviene Diego Castillejo Ríos. - ¡Vámonos ya, capitán! ¡Misión cumplida! ¡Te mereces otro buen cheque por la manera tan inteligente en que has llevado la investigación! ¡¡Están ya todo detenidos!! Una sonrisa de satisfacción surge en el pálido rostro de Próculo José García y Cía. - ¿Y nos vamos a ir ahora que estamos comenzando a ser íntimos amigos el señor padre párroco y yo, Jefe? Te agradezco el nuevo cheque y lo recibo con gusto, pero tengo que continuar... quizás porque para ganarme otro nuevo cheque debo trabajar más fuerte. - Yo, la verdad, es que estoy muy cansado, tengo ya bastantes años encima y, además, necesito dormir porque el vino se me ha subido a la cabeza. - Sí... pero nos queda todavía tiempo para brindar... - ¡Vámonos ya, capitán! ¡Todo ha terminado! - No, Don Diego, Juan lleva toda la razón. Está bien que brindemos si es para bien y festejar que todo ha terminado. - No es para bien, padre párroco. Es para mejor. Es para mejorar esta podrida sociedad. No me gusta, para nada, hacerlo... pero alguien debe hacerlo por el bien de todos y de todas los que sufren y no por el bien de los privilegiados y las privilegiadas. El caso todavía no se ha cerrado; al menos en lo que a mí me corresponde hacer. Por ejemplo... ya sabemos dónde tenían su oficina, en la calle Narváez de Madrid, los Águilas Rojas... pero ¿en qué lugar atrapaban a los más inocentes? - Espera... espera a que el vino me aclare las ideas y pueda recordar bien y sin equivocación alguna... - Eso. Descanse un poco y memorice sin equivocación, padre párroco. - ¿Es que todavía hay más, Juan? - ¡Sigue aprendiendo, Diego, cosas tan básicas y fundamentales como que para hacer una verdadera y gran investigación, que te sirva para sacar Matrícula de Honor, no se puede cerrar hasta que no hay ninguna duda de que se ha terminado. - ¿Y de qué nos sirve saber eso ahora? - Dígamos que es como un enlace. ¿Sabes lo que es un enlace en el mundo de los hampones donde se forman los locos asesinos en serie? - Supongo que alguien que sirve de puente entre el asesino y sus propios intereses. - Más o menos es eso, Diego. Todos sabemos que la delincuencia ha crecido en un porcentaje elevadísimo desde los años 60 de este siglo XX y, una gran parte de la culpabilidad de todo ello, se debe la existencia de enlaces del mal que se introducen en los organismos del bien. Son como gérmenes malignos que destruyen cosas tan benignas como las unidades familiares, las escuelas, los colegios, las universidades y, aunque no te lo creas, hasta pueden estar dentro de tu mismo cuerpo de Policías elegidos como los más importantes. - ¿Algo así como espías? - Mucho más peligrosos que los simples espías, porque estos actúan escondidos y muchas veces se equivocan debido al temor a ser descubiertos; pero los enlaces del mal actúan libremente, sin ninguna clase de ocultación ni máscara, porque parecen ser buenísimas personas y buenísimos profesionales. - ¿Quiénes son, Juan? - Es mejor que esperes un poco, Diego... para tener plena conciencia de lo que estamos escuchando, viendo y haciendo. - Pero... ¿es posible que tenga al enemigo dentro de mi propia casa? - Ahora calla y apunta, Jefe. Repito que no me gusta hacer esta labor pero alguien tiene que hacerla porque son muchos los inocentes y las inocentes que están sufriendo y alguien tiene que darles la oportunidad de que la Justicia se ponga, al fin, de parte de los necesitados de ella. ¿Dónde fichaban a los más inocentes para formar parte de sus filas sin poderse echar ya para atrás, después de haberles engañado con regalos y falsas promesas, tras hacerles ver "Bienvenido, Míster Marshall" y llevarlos de excursión por la Casa de Campo de Madrid? - Ahora lo recuerdo con total claridad mental. En un local de la calle madrileña de Bravo Murillo, en la Asociación Juvenil denominada Amanecer y dirigida personalmente por Miño. Era propiedad del fallecido Emilio Rodríguez Tarduchy, el fundador de la Falange Española Auténtica que no es, precisamente, profranquista sino filo nazi. - Emilio... lío... Diego, anota eso de Emilio lío. - ¿Eso quiere decir neonazis seguidores de Blas Piñar el de Fuerza Nueva? - Exacto. Eso quiere decir, señor padre. - Lo sabía. - ¿Sabías el domicilio de Amanecer, joven? - No. El domicilio no me lo sabía pero sabía cual era el método que utilizaban. Gracias por declarar, padre párroco. - ¿No será una imaginación tuya, Juan? - Nada de imaginaciones, Diego. Cuando imagino es cuando estoy en mis ratos de ocio pero nunca cuando estoy trabajando o estudiando un tema... ¿de acuerdo, Jefe? - De acuerdo. - No es una imaginación mía subjetiva sino una realidad ajena totalmente objetiva. Y hablando de realidades volvamos al principio. - ¿Otra vez al principio, capitán? - Es necesario que sigas aprendiendo, gran amigo Diego. Y no dejes de apuntar todos los datos en tu block de notas. Las notas son siempre muy importantes para quien quiere llegar a ser un buen investigador. Yo, por ejemplo, tomo notas de todo lo que dicen los profesores y las profesoras de la Facultad donde estoy estudiando Periodismo y de todo lo que escucho, veo y hacen ciertos personajes en el Banco donde trabajo. Porque no hago caso, jamás, de todos esos políticos y sindicalistas que engañan a quienes creen en ellos, Yo, desde luego, sólo creo en mi capacidad de estudio y en mi capacidad de trabajo y doy Gracias a Dios por ello. Por eso tomo notas de todo. Quizás por no tomar notas ya han tumbado a más del ochenta por ciento de mis verdaderos amigos y mis verdaderas amigas. Pero yo no voy a caer. Es mi responsabilidad y no voy a permitir que nadie me la aborte. Porque los abortistas de toda clase de abortos me repelen. ¿Estás entendiendo ahora? - Está bien. Si tú lo dices... - ¡Vamos a ver, Don Próculo José García y Cía! Al principio de nuestra entrevista, que ya está comprobando que es muy interesante como yo le anuncié, usted dijo que daba catequesis en la Parroquia del Barrio del Niño Jesús de Madrid. Vamos a llevar a cabo un test de personalidad que sea sencillo y valga para algo y no esos estúpidos test que realizan los psiquiatras para luego no saber qué decir sobre sus pacientes. ¿Verdadero o Falso? Diga sólo Verdadero si es verdad que usted daba catequesis allí o diga sólo Falso si es mentira. Es el mejor método para conocernos todos. - Verdadero. - Dicen que los borrachos sólo hablan verdades y eso es totalmente falso, pero sucede que, de vez en cuando, a los borrachos, como tienen ya perdida la consciencia, se les escapan algunas verdades que no quieren contar cuando están serenos. ¿Verdadero o Falso que el alcohol no sirve para olvidar pero sí que sirve para memorizar que hubo algún tiempo en que usted obligaba el aprendizaje memorístico del Catecismo de Ripalda? - Verdadero. - Entonces, ya que todo hasta ahora va siendo verdadero, conteste si es Verdadero o Falso que en dicho Catecismo de Ripalda se habla de que es verdadera la existencia de Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo. - Verdadero. - Dicen que los locos hablan verdades y, por supuesto, eso es también falso; pero resulta que los locos también tienen momentos de lucidez en los que dicen verdades como templos. ¿Verdadero o Falso? - Verdadero. - ¿Estoy loco yo? - Falso. - Bueno. Pues ya que estoy totalmente cuerdo, lúcido y lucido desde que nací, ahora salgamos de las preguntas generales y vayamos a los asuntos personales. - Pero... ¿se puede saber para qué nos sirve todo esto para nuestra investigación si ya tenemos a todos atrapados? - ¿Se puede saber, gran amigo Diego, cuándo vas a terminar por creer totalmente en mí? Si tú quieres dar por terminada la investigación es tu problema pero mi problema es continuar hasta el final porque para eso voy a recibir otro cheque todavía más importante que el primero. Es mi responsabilidad y para eso me has contratado. - ¡Déjalo ya, Juan! Te prometo que te voy a pagar otro cheque todavía mejor que el que te pagué pero yo creo que esto se ha terminado. - Gracias por el nuevo cheque que lo recibiré con mucho gusto... pero esto no ha acabado... - Yo necesito ya retirarme a descansar. Tengo que realizar unos ejercicios de meditación religiosa de carácter espiritual antes de dormir y estoy cansado. Además el vino no me hace controlar lo que digo. - Pero bien que controla usted lo que piensa, así que no diga lo que quiera decir sino lo que de verdad está pensando. Ahora la cuestión es demasiado seria como para perder el tiempo en meditaciones religiosas aunque sean espirituales. Ahora la cuestión primordial es tratar de saber en que consistía, verdaderamente, aquella catequesis. - Eso es muy fácil de responder. Catequesis proviene del latín tardío "catechesis" y del griego "katekhesis" y se trata de una instrucción a la doctrina religiosa cristiana. - ¿Ha dicho usted religiosa? - Si. He dicho doctrina religiosa cristiana. - Ya. Eso está muy bien definido teóricamente y me lo aprendí de memoria aunque lo olvidé muy pronto porque estaba demasiado cargada de religiosidad. Ahora lo que quiero es saber algo de alguna cuestión práctica de todo aquello. - ¿Es que estabas allí? - ¿Recuerda usted a un niño llamado Atilano Eros Amazote? - ¡Cómo olvidarle! ¡Era el niño más guapo que he conocido en mi vida! ¡Te pareces mucho a él! ¿Eres tú? ¡Alabado sea el Santisimo si en realidad eres tú! - No. No se equivoque conmigo, Don Próculo. Yo no soy Atilano Eros Amazote si es que se lo está creyendo. Yo me llamo Juan Bautista. - ¡Claro! ¡Ahora te recuerdo con total claridad! ¡Tú eres el atractivo y guapo hermano de Atilano Eros Amazote! - No. Sigue usted equivocándose conmigo, Don Próculo. Él se llamaba Atilano Eros Amazote y yo me llamo Juan Bautista Orús de Giuliani. - Pero... ¡no puede ser!... ¡me informaron que érais hermanos! - ¿Quién o quiénes le informaron eso? - El Arzobispo Morcillo. - No siga usted mintiendo, Don Próculo. No pudo ser el Arzobispo Morcillo. ¿No sería el padre Sisebuto Mínguez Mena y Rabadán, más conocido como "Perra Gorda", de la Iglesia de los Sacramentinos de la calle Alcalde Sáinz de Baranda de Madrid, y a través de alguna carta epistolaria? - Si. Es Verdadero. ¡Me ha tracionado la memoria! ¡Él mismo fue! No sé cómo me he equivocado tanto. - Pues se equivocaba usted tal como se equivocaba Sisebuto. Atilano Eros Amazote no era mi hermano. - ¿Por qué hablas usando un tiempo verbal en pasado? ¿Es que aquel niño tan guapo ha muerto? - Pues sí. Verdadero. Exacto. Atilano Eros Amazote ya ha muerto; pero, como está usted viendo con sus propios ojos, yo estoy completamente vivo. - No puede ser... yo nunca olvidaré a aquel niño que era el más guapo que he conocido en mi larga vida de padre parroquial. - Ya. Él siempre fue el número 1 para usted. ¿Se acuerda de lo del número 1? ¿Se acuerda de cuando le halagó diciendo que era el número 1? - ¿Cómo sabes eso? - Cuando suted empezó a halagarle, ante los demás, diciendo que él era el número 1 y que acababa de vencer en la carrera de motos del Parque del Retiro de Madrid, yo estaba presente. - ¿Estabas presente en aquella conversación? - Sí. Y vi cómo, después, sin que nadie lo viera, le abrazó estrechándolo contra su pecho como si fueran íntimos amigos o dos enamorados a pesar de la gran diferencia de edad. Yo lo observaba en silencio y escuchaba lo que le decía creyendo que nadie lo estaba viendo. - Entonces... ¿tú eres aquel niño tan atractivo y guapo que estaba sentado en las escaleras de ladrillos mientra yo le decía a Atilano todo aquello? - Buena memoria, señor padre párroco, buena memoria. - No puede ser que recuerdes aquello... - Pues da la casualidad, que no es casualidad por cierto, de que también me acuerdo de los partidos de fútbol que realizábamos en el patio de suelo de piedra que hay en la entrada a la parroquia. - ¿También eras uno de aquellos futbolistas? - Sí. También era yo de los que jugaban al fútbol en el patio de piedra de la parroquia. Y recuerdo muy bien cómo nos observaba usted a todos no porque le gustase el fútbol, del cual no tiene usted ni idea, sino porque le gustaban los niños. Yo recuerdo que a usted le encantaba mirar a los que más le gustaban, sobre todo a aquel Atilano número 1, pero yo jugaba siempre de 8. Nunca quise ser un número 1 como Atilano, para ser algo así como Kenny Rogers cantando "Lucille" que está arrasando en todas las listas, ni tampoco quise ser nunca un número 10, como tanto le gusta a mi gran amigo Diego, el Jefe, para ser un figurón y sentirse demasiado estrella como para ser suficientemente observado. Yo siempre he sido, soy y seré, un futbolista número 8. Y de esta manera, siendo solamente un 8, podía observar el juego de mis compañeros de equipo, el juego de los rivales y hasta el jueguecito que se traía usted entre manos mientras veía las piernas a los chavales. ¡Le encantaban los que tenían piernas de chicas! ¿Verdadero o Falso? - Verdadero. Pero me dejas de piedra... - Ya. Ya sé que usted debe ser de piedra; pero yo, como está usted viendo, soy de carne humana... y siento... y tengo sensibilidad... o sea, diferente al encantador Atilano. ¿Se fijaba usted en él o no se fijaba usted en él? - ¡Lo hacía por admiración! - Pero si jugaba fatal al fútbol... - ¡Lo hacía por admiración! - Cambie usted de frase porque parece un disco rayado. Usted lo hacía por gusto. - De acuerdo. Verdadero. Lo hacía por gusto. ¿Qué diferencia hay entre hacerlo por admiración o hacerlo por gusto? - Hay una enorme diferencia y le voy a poner un ejemplo muy sencillo para que, de paso, se entere ya del todo, el Jefe. Yo puedo admirar a un gran futbolista pero solo me gusta mi chavalilla. ¿He aclarado ya el asunto? - ¡Dios mío, todavía no me creo que tú eras aquel niño que jugaba al fútbol como los ángeles! - ¡Ahí ha dado usted en el clavo! ¡Mi chavalilla se llama Ángeles y por eso me gusta solamente ella! Pero no es eso lo que tiene improtancia alguna en este momento, por lo menos no le debe importar a usted ni a nadie como usted, así que mi gran amigo Diego está aprendiendo algo más que ser la estrella con el número 10 en la espalda. Hay que tener muy bien cuidada la espalda porque nos pueden atacar por detrás. ¿Sigues comprendiendo, Diego, por qué no he terminado todavía mi labor investigativa? - Ya. Ya estoy entendiendo algo más sobre la diferencia entre el número 8 y el número 10. - Por ejemplo entre Del Sol y Maradona... ¿quién juega más al fútbol? - Hasta ahí no llego... - Pues entonces vas a tener que seguir aprendiendo un poco más, porque juega más Del Sol. No olvides nunca que un 8 que es un "siete pulmones" es mucho más efectivo para el Real Madrid que un 10 haciendo "cascaritas"... y ahora... ¿ya sabes por qué he realizado esta larga entrevista? - Perdona, capitán... - No. No me llames más veces capitán, Diego. No lo necesito tanto como tú. ¿Comprendes por qué no necesito ser un capitán para ser un líder? Cuando quieras contar otra vez conmigo para alguna investigación no me nombres más veces el mejor de tus capitanes porque se va a enojar mucho Mariano... y no quiero que ni Mariano ni otro que desee ardientemente ser un capitán vuelvan a tener celos por culpa mía. - No sé quién es ese tal Mariano. - Lo entiendo. Sólo es un sargento de los de la Oficina... - ¿El sargento Mariano Gargallo el hijo? - Exacto. Me refiero al sargento de la Oficina Mariano Gargallo el hijo de Mariano Gargallo el padre. Dile de mi parte que estoy deseando dejar de ser capitán para seguir siendo solamente un investigador liberado de estos casos tan complicados de resolver y que no se preocupe tanto por mí. - Es la primera vez que me entero. Es la primera noticia que tengo de que el sargento Gargallo hijo, de la Oficina Central, esté celoso porque te nombré capitán. - Pues ya lo ves Diego. Algunos son tan guaperas como Omar Shariff pero a lo latino y, claro está, son de los que más le gustan a todo tipo de chavalas. Yo, sin embargo, sólo me conformo con que le guste a alguna que otra que sea de mi gusto; o sea, que en mucha menor cantidad pero en mucha mayor calidad. Aquella discusión entre el gran capitán y su jefe es la ocasión que desea aprovechar el padre Próculo José... - ¿Me puedo retirar ya a mi aposento? - Señor padre parroquial, nos vamos a retirar todos juntos pero no revueltos. Sólo sáqueme de una duda. ¿Usted de verdad tenía una amistad íntima con aquel niño tan guapo llamado Atilano Eros Amazote o es sólo una calumnia mía? - Sí. Tenía una amistad muy íntima. - Diego... ¡¡Detén inmediatamente a este socerdote... quiero decir sacerdote... porque yo le acuso de ser culpable de violencia, violación y asesinato de siete niñas adolescentes y de seis viejos verdes!! - ¡¡¡Tú estás loco, Juan Bautista!!! ¡¡El asesino en serie fue el loco de Atilano Eros Amazote y no yo!! - ¿Cómo sabe usted eso si nadie de nosotros dos se lo habíamos dicho todavía? - Esto... yo... supuse que como está muerto... debía ser por algo... - Si. Es cierto, padre Próculo José, Atilano Eros Amazote fue quien torturó, violó y asesinó a sus 13 víctimas; pero él sólo fue el fósforo que produjo el incendio... mas usted fue el que encendió el fósforo... porque usted fue el que convirtió a aquel niño que llevaba el Mal dentro de sí, en un loco asesino en serie. Luego usted es más culpable que él mismo. Usted abusó y violó a Atilano Eros Amazote y, por culpa de eso, él se convirtió en loco asesino en serie de los dos grupos de personas que más odiaba: las jovencitas casi adolescentes que se dejan conquistar fácilmente por tipos guaperas donjuanescos como era él y sus más directos rivales, los viejos verdes que las conquistan solamente por sus dineros. - ¿Cómo puede tú saber eso? ¿No puedes acusarme sólo por lo que parece? - Resulta que el mismo Atilano Eros Amazote me lo dijo antes de expirar. - ¡No tienes testigos para confirmar tal cosa! - Se equivoca usted, señor padre, porque Juan Bautista siempre trabaja con un minúsculo micrófono escondido y lo hemos escuchado cientos de policías. Nadie se lo podía creer. Todos pensábamos que era una acusación falsa de Atilano Eros Amazote para que atrapáramos a un inocente y lo guzgáramos por los crímenes llevados a cabo por él. Pensábamos que sólo era una venganza infundada de Atilano pero a lo largo de toda esta entrevista Juan Bautista ha conseguido descubrirle a usted y ahora todos sabemos que lo que confesó Atilano era cierto. - ¿Estaba enterado el Papa de todo este montaje? - Sí, Juan Baustista. Paulo VI está enterado de todo. - ¿Y sabe también de las torturas, las violaciones y los asesinatos de chiquillas casi adolescentes y de viejos verdes? - De acuerdo. No lo sabía con total certeza pero se lo suponía que era cierto. - ¡Padre Próculo José García y Cia... en nombre de la Ley queda usted detenido! - ¡¡Eso es imposible!! ¡A mí sólo me puede enjuiciar la Ley Eclesiástica dictada por Paulo VI y me acojo a ese privilegio como canónigo que soy, Don Diego! -¡Olvida usted algo esencial, señor eclesiástico! ¡Olvida usted que las 13 víctimas eran ciudadanos y ciudadanas de Madrid capital y no fueron asesinadas dentro de ninguna iglesia sino en las calles que pertenecen a Madrid capital! - ¡Pero usted sólo es Jefe Superior de la Policía de Madrid y esto es Segovia! - ¡Se quivoca otra vez, señor eclesiástico, porque resulta que Madrid es, todavía, la capital de Castilla la Nueva y Segovia forma parte, todavía, de Castilla la Nueva. Yo soy el Jefe Superior de la Policia de Madrid y, por extensión, de toda Castilla la Nueva; así que deje de decir tonterías propias de ignorantes. Territorialmente, todavía sigue existiendo Castilla la Nueva así que levántese de su mullido butacón, aunque quizás tenga yo que ayudarle a hacerlo por la cogorza que ha cogido por culpa de beber tanto vino sin comer nada. - Diego... ¡Detén también al monje Don Miguel Monge Monjas, que era un gancho perfecto, y a todos los demás déjales libres porque no tienen la culpa de las fechorías cometidas por estos dos sujetos con faldas que parecen dos personajes principales de "Con faldas y a lo loco" sobre todo en sus escenas finales! - ¡¡Jajajajaja!! ¿Te refieres a la escena en que se besan en la boca Jack Lemmon y Joe Brown? - Sí. La que termina con la frase de "nadie es perfecto" que resulta muy guay ya que estamos en un año donde tan de moda es decir lo de "¿qué importa el sexo si el amor es puro?" - ¡¡Jajajajaja!! ¡Eres gracioso hasta para atrapar a peligrosos mariposones como estos dos! - Pues yo no he inventado esa frase sino que la dicen los del "amor libre"... - Entonces... ¿los demás frailes no tienen la culpa? - No, Diego. Los demás son tan "santitos" que ni se enteran de los "ratones" que se les cuelan en los conventos de clausura aunque, claro está, eso de "santitos" mejor sería investigarlo bien... pero yo ya doy por finalizada mi labor en este convento... y que se encargue de ello otro que sea más inteligente que yo... por ejemplo el teniente Nazario que nunca llora por nada y que no tiene ni la más remota idea de por qué lloramos los hombres verdaderos creyendo que nos asustan los muertos por asesinato. Dile de mi parte que se despierte a ver si se entera de una puñetera vez de qué es lo que nos hace llorar a los hombres verdaderos y que no hace llorar a los cromañones tan primitivos como él. A lo mejor se da cuenta de que es mucho más primavera de lo que se está creyendo y el caso es que todavía estamos en febrero. Pero me parece que no tiene ni idea de las estaciones... sobre todo cuando tienes que estar en ellas completamente a solas y con la oscura luz de los del Metro de Madrid, rodeado de guiris y guripas por todas partes y no en un cómodo automóvil con aire acondicionado y una sirena puesta a todo volumen para dar miedo a los ciudadanos y a las ciudadanas. Díselo de mi parte y que no tenga tanta envidia de mi oratoria porque resulta que no la copio de él ni de nadie como él... por la sencilla razón que es un don que Dios me regaló. El Jefe Superior de la Policía de Madrid metió su mano derecha dentro del bolsillo interior izquierdo de su chaqueta de uniforme, el que está sobre el corazón de los seres humanos, y sacó un cheque con un importe total de seis cifras. - ¡Gracias por tu trabajo, Juan Bautista! ¡Lo has terminado de manera sensacional! ¡Cógelo! ¡Te lo has merecido! - Perdone, Jefe... pero no es que lo rechace por mal educado sino que no lo puedo aceptar todavía... - Pero... ¡si ya se ha acabado toda la investigación! - De momento le digo que se lo guarde usted, Jefe, hasta que me lo merezca de verdad. Si llevo ese cheque a casa y se entera mi chavalilla de cómo he dado por terminada esta investigación no sólo no me lo acepta sino que me presenta el divorcio exprés que tanto se usa en Hollywood. - ¡¡Jajajajaja!! Eso será una de tus bromas... ¿no es cierto, Juan? - No es ninguna broma. Escucha, Diego. No sé para qué servirán... pero yo, personalmente, creo que eso de dedicarse toda su vida a encerrarse en una clausura, sea un monje o sea una monja, en realidad no sirve para nada como bien lo demostró Jesucristo, que siempre estaba caminando entre las personas y siempre estaba dentro de la sociedad haciendo labor cristiana. Para mí que es demasiado cómodo estar toda tu vida viviendo a costa de los demás pero aislado o aislada para hacer lo que les viene en gana en sus tiempos de ocio y sin que nadie se entere de lo que hacen. Jesucristo no es así. A Jesucristo se le ve lo que hace porque está dentro del mundo aunque no es de este mundo. - ¿Cómo puedes saber que hacemos lo que nos da la real gana en los conventos de clausura? - Porque se lo pasan pipa cultivando huertas si les gusta ser cultivadores, fabricando panes, chocolates y hasta licores con alcohol si les gusta ser fabricantes, etcétera, etcétera y etcétera con tal de no mezclarse con los "contaminados" de la sociedad. ¿Ha hecho alguna vez eso Jesucristo? - ¡¡Ten compasión de mí, Juan Bautista!! - ¿Cuáles son las Tres Virtudes Teologales del Catecismo de Ripalda, padre Próculo José García y Cía? - Fe, Esperanza y Caridad. - Dejando la Fe y la Esperanza en la duda de si usted las tiene o no las tiene... ¿tuvo usted alguna clase de Caridad con Atilano Eros Amazote? El cura pedófilo guardó silencio. - Quien calla otorga. Yo, como Jefe Superior de la Policía de Madrid, le aconsejo que no diga nada más, don Próculo, hata que no esté su abogado defensor delante, porque puede perjudicarse todavía más de lo que está. Que sea el pueblo de Madrid capital, esas familias y amistades verdaderas que están sufriendo por culpa de todos esos asesinatos en serie y cuyo dolor ya nadie de esta Tierra lo puede calmar, quienes le juzguen a todos ustedes, a todos los Águilas Negras y sus compinches. ¡Vámonos ya de aqui todos juntos pero no revueltos como bien ha dicho Juan! - Solo una cosa final, don Próculo José, sólo una cosa final de mi parte. Usted debe saber mejor que yo lo que escribió Juan el Evangelista en Apocalipsis 17-14. - ¿Qué fue eso? - ¿Y usted no lo sabe mejor que yo que sólo soy un joven nada más que no se aprende ningún pasaje de la Biblia de memoria pero que sabe bien cómo se debe de vivir verdaderamente como un cristiano? - Pues no lo recuerdo. - Anote en su memoria para cuando tenga tantísimos años para meditar como va a tener: "Pelearán contra el Cordero, y el Cordero les vencerá, porque Él es Señor de señores y Rey de reyes, y los que están con Él serán llamados elegidos y fieles". Y no dijo feligreses sino fieles. Así que quizás ya haya aprendido cuál es la diferencia.
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