MI CARIO...
Publicado en Aug 27, 2009
Sostiene la fotografía, acaricia su rostro y abandona un poco el mundo mientras mira sus ojos. Y siente la tristeza que hay en ellos. La misma tristeza que la invade día a día. Comienza a escribir una más de las cartas que nunca termina. Quiere hablarle. Preguntarle. Saber. Saber cual es su pena. Qué le aqueja a mi cariño? Se pregunta mientras se le aprieta la garganta en un gemido inexistente. El no saber, la llena de angustia. El no saber, la mantiene a su lado. Ella lo entenderá, lo aceptará. Pero… cuánto tiempo tardará en comprender? Lo dejará emprender el vuelo a la distancia y enjugará las eternas lágrimas que derrama mientras lo piensa y añora. Mira la pluma y se detiene un segundo. Debe encontrar la frase primera… la frase perfecta. No escribe. Millones de palabras la adormecen.
Amanece. Y al sentir los primeros rayos de este otro amanecer penetrando sus cansadas pupilas, recuerda. Recoge la pluma y comienza una carta más que no terminará. Comienza siempre igual, y lo llama “mi cariño”… le habla de su eterno amor, de su eterna soledad. De cómo le dedicará sus caricias, y éstas lo colmarán por las noches mientras lo arrulla. De cómo entibiará su frío cuerpo cada invierno. De lo dulce que verterá en sus labios al amarlo. De la ternura que lo envolverá durante el sueño. “Mi cariño”, lo llama mientras la saliva se le cuela entre los labios. Recorre su mejilla haciendo un río mezclado entre lágrimas. Moja las sábanas. Y siente que un suspiro se le escapa. Y se le escapa un segundo de lamento. Suspira y piensa… un segundo menos de esperarlo, un segundo menos de de llorarlo, un segundo menos de extrañarlo… Se arrulla entre camisas y pañuelos. Y se cuelan los aromas de su piel y su cabello, paseando libre y tristemente por sus más de cinco sentidos. Vista, tacto, olfato, oído, gusto, sexo, dolor, recuerdo, soledad, tristeza, agonía… Entrelaza sus dedos y recuerda sus caricias. Y la saliva se le cuela nuevamente entre los labios. Los muerde hasta sangrar. Los muerde para que ahora duela la carne y no el alma. La sangre cubrirá la llaga. La cicatriz será eterna… Ya no más… pide, ruega, implora. No soporta ya los párpados destruidos por el llanto que no acaba. El latir de esta agonía no deja de doler aprisionándole el pecho. Busca a tientas la esquiva pluma. Comenzará nuevamente. Se le derrama entre los dedos y se entrega al letargo, luego al sueño. Quiere verlo otra vez. Amarlo otra vez. Para no sentir más la agonía que la invade, para liberarse del dolor, el sufrimiento, la angustia que le arrebata ya el aliento, bebe ahora ese tibio, dulce y a la vez amargo brebaje. Y lo sigue. Lo sigue por el mismo camino que él tomó hace tantas noches. Y ya no espera, ya no llora, ya no extraña. Ahora la tibieza de su encuentro es inmensa. No hay placer más eterno que el que ahora los rodea. Están juntos. Por ahora… por siempre. Mi cariño, la llama él ahora, con esa tibia y cálida voz. Y acaricia sus párpados que ya no duelen. Y la arrulla en este eterno y maravilloso paraíso que los anidará por siempre…
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gustavo baracaldo
Claudia Riquelme
Muchísimas gracias,
LaNegra
MIguel Jonathan Aquije Saavedra
Claudia Riquelme
Gracias por millones y besos también,
LaNegra
Arturo Palavicini
Adoro tus letras; en este cuento lograste reunir muchas cualidades; atmósfera, sensaciones, descripciones precisas y un final de antología. "Del otro lado" siempre nos reunimos con los seres amados. Es un maravilloso final de cuento e inicio de amor eterno.
Felicidades mi Negra.
Arturo Palavicini
Claudia Riquelme
Mis cariños de siempre,
LaNegra
Claudia Riquelme
Gracias y mis cariños,
LaNegra
JUAN CARLOS
Besos cariños, y abrazosss..
Tu amigo que te quiere muchoo..
Juan Carlos...
miguel cabeza
Agáchate que van estrellas.