Te presiento... frente al espejo te veo. Tus cuadernos regados como pétalos yacidos dormidos sobre el blanco lecho. Eterno lecho sobre el que lloran tus versos. Te presiento... nuevamente te veo frente al espejo que como riachuelo triste te duerme, te sueña; sin mas glorias truncas que eternizarte sin duelos. ¡Ay, cómo gime la aurora cuando ya no escucha tu verso! Te fuiste tan callada; sigilosa como el viento que se vuelve sereno para no despertar recelos. ¡Ay, como gime la noche cuando no mira tus ojos negros encendido de luces que son firmamentos llenos de luceros...llenos de ensueño! Te presiento... Sé que serás libre cuando como pétalos desparramados tus cuadernos se cierren y ya nadie jamás pueda leerlos...