Erase una vez y siempre termina con un: “y vivieron felices para siempre”, nada cambia, no muestran como se termina todo, no muestran nada de eso. Wow!! En mi vida ya nada puede ser de princesita de cuentos de hadas, aunque mi corazón se abrasa pensando en mis idilios secretos cuando vivía en mi utopía actual. ¿Pero que puedo hacer? Aunque es ridículo este libro es lo único que me queda de mi antigua vida. Sé que no es solo mejor, pero ahora solo quiero dormir, siento el frio del pavimento y recuerdo lo caliente y sobrecogedor de mi cama, mamá dándome un beso de buenas noches y mi papá tapándome con mi manta… pero después, recuerdo todo lo que trato de olvidar…mi papá en el hospital, la desesperación de mi casa, la muerte de mi papá, la locura de mi vida, yo queriendo ser la persona fuerte que no soy, una aparente calma y luego él… él la persona que mas detesto en el mundo, la que entro a mi vida como el novio de mi mamá y se convirtió en el que se roba mis ilusiones, quitándome el aire, quitándome el alma. ¡¡¡NO!!! Ahora solo quiero dormir, pero sé que no podré. Cuando me despierto y soy consciente de que aun vivo, percibo una sensación de hambre y asco, el hambre desaparece, pero el asco se intensifica con cada segundo que respiro. ¡¡Se fuerte!! Solo un último recuerdo para llenarme de valor:
La maleza cubría todo. Desde cuando los Ramírez abandonaron la casa, la madreselva y las pajaritas, se apoderaron de lo que en un principio había sido una mansión. Está siempre despertó la envidia de los Gutiérrez quienes no soportaban que en el pueblo siempre se hablara bien de “la casona”, ponderando su arquitectura y su hermosa vista al mar. Por eso, no vacilaron primero en querer comprarla al precio que fuera, pero ante la negativa de sus dueños, optaron entonces por la brujería. Un viernes santo a eso de las 8 am, uno de los Ramírez encontró a la entrada de la hacienda una calavera con unos clavos en la frente, los cuales la traspasaban de lado a lado. Otro dia la menor de las Ramírez (Susana), salió de su habitación a las 3 de la mañana por un poco de agua; mientras caminaba por aquella casa no dejaba de sentir pasos que la perseguían; por eso, se apuró un poco. Al regresar a su habitación se encontró con que todo estaba desordenado y tirado, y en medio de la habitación había 7 velas negras que formaban una cruz al revés. Gritó tanto que despertó a todos en aquel lugar; sin embargo, muchos las regañaron porque pensaron que sólo quería llamar la atención. Durante una semana todo estuvo tranquilo; lo que ellos no sabían era que los Gutiérrez seguían en su plan de quererlos sacar del pueblo… …Mientras el matrimonio Ramírez (Jack y Kate) caminaban por la plaza comenzó a llover terriblemente y tuvieron que refugiarse en la iglesia; la cual, con un aire de misterio, se encontraba vacía. - Que raro- dijo Kate a Jack- no te parece que todo es más silencioso ahora y que ni la lluvia hace ruido al caer. - Tonterías- le respondió Jack- roguemos porque esto se acabe pronto. Ambos se persignaron y empezaron a rezar. A Kate levantó la vista y le pareció ver al raro: una imagen de un santo con la cara desfigurada y los ojos negros y viscosos. Cerró sus ojos y pidió a Dios sólo por la seguridad de sus hijos; pero su curiosidad fue más grande… al abrir los ojos un grito ensordecedor salió de lo más profundo de su garganta, de las paredes de las iglesia salía sangre, sangre de verdad, a montones… Jack se quedó helado y Kate sintió que esa la sangre de sus hijos, los cuales, estaban solos en casa; por eso, cogió a Jack y corrió como nunca esquivando a manadas de personas que se colocaban en su camino. Al llegar a la casa la puerta estaba abierta y todo estaba oscuro… en la mitad de la sala había una caja con fotos de sus 3 hijos, de su esposo y de ella cortadas por la mitad; no obstante, al tratar de cogerlas se les prendió fuego y puedo ver algo… …algo por lo cual se razón y la de su esposo quedó en el olvido y sólo la muerte la encontrara… Sus tres hijos ahorcados y girando en el abanico del techo. Un mes después de haberse llevado a los Ramírez a un manicomio, los Gutiérrez cogieron “su premio”, como ellos lo llamaban, tratando de sepultar su conciencia; pero el precio de sus pecados los persiguió hasta sacarlos a ellos también de la casa. Desde entonces esta casa abandonada nunca ha vuelto a albergar a ninguna familia viva por más de un mes; por eso, es llamada la casa embrujada de Albernato. Un pueblo donde un viernes santo una familia hizo un trato con el diablo… y pensar que sólo fue por una casa y la envidia de los que la querían.
El gran jefe me había dado su aval… podía salir del bosque sin sufrir una basca producto del susto que las arpías que cuidaban ese lugar, causaban en mí. Si solo nunca hubiese visto ese aval, bello fruto, con una savia enceguedora que haría vacilar hasta el más moral, por el pecado que encierra. Mientras caminaba, la mala hierba me impidió muchas veces el paso y me dejo cavilando entre lo que tuve y lo que tengo. Siendo el valido número uno del barón del Diandia, mi orgullo me llevo hasta un lugar que nunca imagine, rebelarme (ante lo que muchos decían) de su injusto trato para conmigo… eso, fue lo que causo mi exilio de allí. ¡¡¡YA BASTA!!! Piensa en tu camino, vasto y estrecho, enigma que solo los mejores vates hallan con sus dulzones pensamientos. ¿Que veo? ¿Es acaso un árbol gigantesco?... vacilo ante la posibilidad de seguir, pero ¿que mas puedo perder? No dejo de pensar que cavé mi propia tumba con mi iracunda aptitud. El bosque vacio no me daba una buena sensación, me regresaba a un recuerdo muy lejano con la muerte, y con ella el silencio y la oscuridad. En la densa oscuridad y con el frio que me apresaba, solo podía pensar en rendirme y cavilar en como ninguno de mis pecados serian absueltos por el ángel blanco. A la lejanía vi un destello, algo plateado brillaba a la pálida luz de la luna que se perdía en los misterios del alba… era un brillo bello y misterioso que me erizaba los vellos de la piel con solo pensar en lo que podía ser; al correr hacia su dirección vi que no solo era ni uno, ni dos, ni tres… eran varios, muchísimos, pero todos destruidos por alguna razón. El alba también dejaba pasar los primeros rayos del débil sol naciente y permitían ver el deplorable estado del lugar, acabado por el tiempo y quien sabe que ataque de bovinos se dio allí. Al acercarme más, me di cuenta que esos objetos destruidos que reflejaban luz eran tumbas. ¡Tumbas! ¿Será algún cementerio? ¿Pero a la salida de un bosque? ¿A quién le falto el acervo para colocarlo aquí? ¿Habría sido esto un campo de batalla alguna vez? Es una explicación… En fin estoy muy cansado, me recostare en una tumba, aquella se me hace raramente conocida, pero esta sucia, mejor la limpio un poco “pobre alma del que algún dia fue mortal, descansando aquí como un vulgar mas, rogare por su descanso eterno. ¡¿Será alguien de Diandia?! No debe estar muy lejos de aquí… rogare por: ALFONSO MARQUEZ (1830-1860). LORD QUE SE DESCARRIO AL FINAL DE SU CAMINO… ROGAMOS POR SU LIBERTAD” Un nudo me ato la garganta y ya no pude seguir leyendo, el acerbo sabor de ver la tumba de uno mismo vacía el pensamiento de cualquiera.
La tarde caía a solas en el rancho, contempla la belleza de la puesta del sol. Acaso no era eso un regalo de dios, pensó, si no, estuviera el cielo cubierto como siempre en esta última semana. Entró y se sentó en su mecedor de siempre, un poco raidos y obsoleto por todo el peso del tiempo y culpas que había soportado. Sumido en su soledad, en el calor de una buena taza de chocolate y el frio de la noche, se dejo caer en un profundo sueño. Sabía que no debía; pero el manto del sueño lo tapó por completo. Oscuridad… soledad… silencio… un grito… un brillo… un espejo. Se despertó… otra vez no, el mismo sueño, pensó que con un buen tiempo sin dormir se iría, lo dejaría solo, lo apartaría de sus recuerdos. Encerrado en una pequeña habitación brillante y empañada, parecería que su vida sería mejor en el arrullo de los cansados; pero eso solo lo empeoraba todo. Pensó... quizás, había alguna solución, al atravesarlo… quizás; al romperlo… lo encerraría aun más. ¡Sí! Otra vez los parpados le pesaban, esta vez no iba a luchar contra el sueño. Oscuridad… soledad… silencio… un grito… un brillo… un espejo… esta vez no se asusto, camino atreves del corredor hacia el espejo, con cada paso más frio, con cada paso más calor… era algo indescriptible. Lo tocó y como cualquier otro reflejo su mano; lo agarró, lo contrajo hacia sí mismo, trato de meter su cabeza, sus pies, sus codos, NADA… al colocarlo en sus lugar, algo inesperado pasó… se cayó al suelo y se…PARTIÓ... Lo miró con amarga demencia. Ahora entendía a Belcebú el dia que lo invoco y lo atrapo en ese mundo: “NADIE ESCAPA A SU PODER, Y EL QUE LO INTENTA, SE TERMINA SEPULTANDO A SI MISMO”