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Pasaron varios años hasta que volví a ver a Arturo Belano. Estaba más jodido que cuando lo perdoné aquel día. De por sí era un hombre triste, de semblante rígido y un aura de soledad que lo caracterizaba. La guerra había pasado por su pequeño pueblo y él, junto con otros hombres, se fueron a refugiar de la bola y la leva a las montañas. Ahí lo conocí. Intentando morder un mango podrido que a duras penas hubiera podido medio silenciar el hambre que se cargaba desde hacía casi tres días. Su alma fatigada se movía de un lado a otro. Nerviosa. Impaciente. —Hora de irnos— le susurré. Se negaba. Se negaba a dejar atrás el jodido pueblo. Quería esperar a la parada de cruz. Quería esa prorroga. “No”, le respondí, pero él insistía, me rogaba, me pedía de rodillas por favor y al final acepté. Dejé su alma penante durante toda aquella semana. El domingo, domingo de ramos, volví por él a la media noche. En el pequeño cuarto, donde una mesita en una esquina con un cirio prendido y una foto de un Arturo Belano de tiempos mejores, dormitaba una anciana bastante carcomida por el tiempo. Junto a ella, el alma de Arturo Belano la consolaba en silencio, susurrándole mensajes de amor al oído sordo por la edad. —Hora de irnos— le dije. Besó la mejilla cuarteada de su anciana madre y me siguió hacia la puerta. Antes de salir del lugar, volví la mirada rápidamente para volver a ver el lugar del velorio. Tal como lo vi cuando llegué, salvo la anciana y solitaria madre, no encontré nadie ahí. Y es que nos parecemos tanto tú yo.De nuestro dolor y sufriemiento,nos parecemos tanto tú y yo.Como mi espejo doloroso.Como mi alma siempre en pena.Y es que nos parecemos tanto tú y yo,que ni Dios ni los ángelespueden distiguir tu llanto de mi llanto. Si me suicidara, ¿quién me extrañaría? ¿Quién sería la primera persona que lloraría por mí? Sin contar a mis padres, porque para mí ellos no cuentan en este aspecto, ¿quién de mis amigos y amigas lloraría mi muerte? ¿alguien lo haría?Me pregunto qué sentiría ella. Quién me gusta, con quién he pasado muchas cosas juntos y que ha confabulado con mi triste destino para dejarme en el estado en el que me encuentro. ¿Ella lloraría? O sólo diría "ya lo veía venir". Se le haría tan normal y diría que era de esperarse de una persona como yo. Le he preguntado y me ha dicho que lloraría, pero, por una muerte de alguien cercano, todas las mujeres lloran. Yo quiero saber qué tanto sentiría mi muerte. En mi desgracia quiero conocer su amor hacia mí. ¿Y mis amigos? Cuántos de ellos soltarían lágrimas y no sólo dirían "hay pinche Fernando Marco, la cagaste, cabrón". ¿Uno? ¿Dos?¿En verdad soy tan amado para valer el dolor de alguien? Se acercaban a nosotros con paso firme. Paso redoblado. Golpeaban sus escudos con sus macanas. Nos querían intimidar. Las botas hacían temblar al suelo y sólo alcanzábamos a ver cascos negros detrás de más cascos negros detrás de grandes escudos. Nos miramos unos a otros, cada quién buscó la presencia de quién tenía a su derecha e izquierda. Encontramos confianza, seguridad, compañía... Encontramos el sentir de la gente, la inconformidad, el malestar. Encontramos aquello que despertó en nosotros de a poco. Aquellos que nos hizo decir un día "alto". Los granaderos seguían avanzando y sus botas retumbaban cada vez más fuerte en nuestros oídos. Sentí como mis compañeros de cada lado apretaban más la cadena que habíamos formado con los brazos. Miré furtivamente a mi izquierda y vi a una chica, no más de 19 años, tenía la nariz un poco roja, respiraba muy fuerte y tenía los ojos un poco rojos, pero estaba decidida. Su decisión se notaba en su mirada, y a pesar del miedo (todos teníamos miedo) nunca soltó sus brazos. Dió también un vistazo a mi lado y nuestras miradas se cruzaron. Fue como un abrazo reconfortante en medio de la tragedia. "No estas sola". Voltee a mi derecha y vi a un hombre, de unos 35 años, serio y erguido, con la mirada fija al frente. No parecía mirar a nadie, sino a un punto lejano, más allá de nosotros o de los granaderos. Más allá del lugar en dónde estábamos y más allá de todo. También sintió mi mirada, volteó la cabeza en dirección a mi, me miró a los ojos, apretó sus brazos con los míos y sonrió. Acto seguido, volvió hacía el frente. No nos dejaremos vencer, porque somos seres únicos, con mente y espíritu propio. No nos doblegaremos ante 5 o 6 que nos quieran controlar. Somos más. Somos más. Los granaderos están frente a nosotros. Nos intimidan, nos gritan, nos insultan y amenazan. No respondemos y no los miramos. Por un momento el miedo me invade y siento temblar mis piernas. Los temores de todos los días salen a flote y siento un vacío terrible en el pecho, como si una fuerza me apretara el corazón hasta aplastarlo. Los granaderos gritan algo y un coro de cientos de voces a mis espaldas y a mis lados gritan un tremendo "¡No!". La esperanza volvía en mí y por primera vez en varias horas me hacía consciente de cuántos estábamos ahí parados. Se nos volvió a gritar y respondimos con todas nuestras fuerzas "¡No!". No nos dejaremos intimidar. No nos dejaremos derrotar. No nos dejaremos doblegar y no nos dejaremos controlar, porque somos más que ellos. Es como un leve suspiro que recuerdo tu rostro: Leve, sensible. Tan tierno, tan sincero. Es en silencio que escucho el reloj avanzar. Escucho al tiempo avanzar. Sus pasos, pequeños, ni tan rápidos ni tan lentos. Acompasados.Y en el silencio de la noche me vuelvo a acordar de tu rostro-suspiro, que me recorre por dentro y se deshace en un último aliento, perdido en el espacio-tiempo, que de a pocos camina, avanza, se mueve.Siento la soledad y al silencio, avanzar por la casa, correr, gritar, reír. Y yo, sentado, en silencio envuelto en más silencio, lo veo en su silencioso juego moverse por la casa, siempre en silencio.Escucho a lo lejos el grito o llanto de un perro. No ladra, llora. No ladra, grita, porque por alguna razón debe estar ladrando a estas horas.Y el tiempo sigue su marcha, a pesar de sus cortos pasos. A pesar de mi soledad. A pesar de la tristeza o el pesimismo que envuelven el ambiente. A pesar de que mañana todo será diferente. El tiempo, sigue su marcha, sigue, triste vidente. No puedo. No es justo. No es justo. No es justo. No es justo. No es justo. No es justo. No es justo. No es justo. No es justo. No es justo. No es justo. NO ES JUSTO. Y lo escribo. Lo escribo mil veces si es necesario, porque es lo que siento hasta el fondo del alma. Sin comandos ni atajos de teclados. Sin clicks derechos y copiar y pegar y listo. No. No es justo, porque así lo siento, porque así me siento. No es justo. No existe el justo, sino el pobre diablo que quiere pensar que es justo, pero que el mundo se ríe de él y de su ingeniuidad. Porque el justo piensa que sus acciones no deben celebrarse, pero de justicias silenciosas no vive el hombre y a veces es necesario pedir algo para nosotros, porque sino nos morimos de hambre, y es entonces que el mundo, tiempo, karma, dios o destino nos mira, posa su mirada en nostros, ríe, alto, fuerte, estruendoso, se ríe de nosotros y nos señala. Tu has deseado seguir el camino imaginario de la justicia, y en tu afán de ser como los libros que leíste te has perdido en la demencia. Justo ahora, en tu momento de lucidez pides justicia, esa pobre mujer, pero mirate. Estas jodido, pobre, loco y hasta el fondo del hoyo, por tu necio afán de ayudar a los que en verdad se preocupan por sus vidas, por los que ven por ellos y su futuro. Y ahora, en tu momento breve de lucidez pides justicia. ¿Para qué si en dos minutos volveras a ser el loco justicieron que verá por los demás, pensando que algún día alguien verá por ellos? Los locos con los locos. Los locos con los locos.Los locos con los locos.Los locos con los locos. Dime por qué lloras, amorque entre almohadas viertes tus lágrimas,que entre sollozos yaces y no mirasque por el suelo vas dejando, gotas de dolor. Que las gotas de dolor, negrasse funden en el suelo, se asientan, negras piedras.Que a lo largo de esta noche escucharé tu llantoen mi mente, amargo llanto. Dime por qué lloras, amor¿qué te ha hecho el mundo en realidad?todo depende, de cuánto hayas dejado pasar de su maldad. No llores, nena, porque nadie vale tus lágrimas,porque el llanto dejará tus mejillas de seda áridas,porque tu tristeza me lastima. Dime por qué lloras, amorsi por capricho o por un romance dividido. Ya no llores, nena, porque yo te lo pido,con el alma en la gargantay el sentir que me mata,yo te lo pido,ya no llores, nena,¡que este terrible sentir me mata! Te espero a ti. A ti, que te escondes, pero sé que existes. Si esta soledad que me embarga tiene tintes divinos, que por decreto o maldad me ha sentenciado a vivir sin conocerte, yo desconozco entonces a todo ser divino (si es que existe). Si dios, en toda su omnipotencia (si así fuere y existiere) ha decido alejarme de ti, entonces yo decido alejarme de él y de todo lo que su nombre significa y refleja. Nunca más se volverá a aparecer su imagen en mi memoria, nunca más volveré a invocar su nombre. Si a por él tengo que vivir sólo, entonces me alejo de él, (¡me alejo de ti!) y me aferro a lo oscuro. Si es decreto de dios el que yo viva sin ti, entonces acudo al señor oscuro, amo del inframundo. Pido un milagro, para conocerte, para quererte, para cuidarte, para amarte, y para transgredir el orden divino. Si es por ti, entonces desafiaré al mismo dios, para poder estar a tu lado. Para poder conocerte, a ti, mi amor malvado, mi amor demoníaco, a ti, mi enviada de Satanás. y no sé por qué, sigo triste. triste por las mañanas y triste por las tardes triste triste triste Cualquiera pensaría que me alegrarías el día (tú, la más hermosa de todas) y lo haces. pero momentáneamente. me llenas (tú, la más hermosa de todas) y aún así, triste eres un placebo de 10 minutos. (tú, la más hermosa de todas) me sedas, me haces sonreír pero la tristeza ahí sigue escondida hoy desperté y te vi en mis sueños. me sentí feliz y lleno pero aún así, triste. te vi a los ojos. Sonreías y te sonreí y aún así, triste. -fatal tristeza que arrastro lenta no me deja no me suelta. fatal tristeza que acecha. fatal tristeza que me llena.- Poco a pocomi alma va cayendomi vida va cayendomi respirar se va silenciandoEn medio de la caída un respiro de muertey una última probada de vidaLos ojos se cierranel tacto se agudiza y por un momento, soy uno con el universo mi sangre se aceleramis ojos se cierranoigo todo y no oigo nadasoy y no soyy al final, ya no soy nada. ”En silencio, Muerte anda por la vida, terminando con ella. ”Es Muerte aquella mujer que nos lleva a dormir. La que termina con nosotros y con quien lentamente terminamos nosotros. ”La Muerte se muere y no habrá quién llore por ella, porque después de ella, no hay nadie. Ni la Muerte misma. Su lento, pero nómada paso por el universo será sólo recordado por ella, quien al momento de la Última Muerte, verá correr su vida frente a sus ojos, como una película. Desde el primer protozoario, o tal vez desde la primera estrella hasta lo último que deje de tener funcionamiento biológico independiente. Será entonces cuando Muerte se una a nosotros, los muertos, y vivirá entre nosotros, como uno más. ”¿Tienes miedo, Muerte, de ti misma? ¿De morirte algún día? Es tu vida muy breve en verdad. ¿Tomas nuestras vidas por despecho? ¿Por odio? ¿Por curiosidad? ¿O cómo un inocente intento de no perder la tuya? ¿Tienes miedo de morirte? ”La Muerte es mortal. La Muerte es mortal… Ella es mortal. Ella es mortal… Muerte es mortal. Muerte es mortal… Se puede morir. Se puede morir… Se va a morir. Se va a morir… Eres mortal. Eres mortal… Te vas a morir. Te vas a morir… “Lentamente vamos cayendo… cayendo… Y nada podemos hacer. Solo podemos vernos… caer… caer… caer… Sólo podemos caer.” Y Muerte viene cayendo con nosotros. ”En la lúgubre noche del viaje sin retorno, la vida va cayendo, en silencio. La Muerte. Neutral. Silente. Moribunda… Toma nuestras almas y se las lleva. Lejos. Muy lejos. ”Podemos sufrir, podemos gozar, podemos llorar. ”Podemos llorar. “Muerte sigue su obligado destino. Su obligada tarea. Su sentencia firmada. No le pertenece a nadie, tal como nosotros. No es mediador natural entre algo divino y algo terrenal; no es el equilibrio; no es la armonía. Muerte existe por acción natural, de un error o tal vez de una necesidad. Muerte, mientras tanto, continua callada su labor, tomando nuestras vidas, y con cada una de ellas, un poco más de su triste y sentenciada existencia. Fondo negro.Dime qué sucede, que me siento tan sólo que me siento tan sólo, que no puedo vivir felizque no puedo vivir feliz, porque me falta algoporque me falta algo, que aún no puedo encontrar o definirque aún no puedo encontrar o definir, pero que sé que existeque sé que existe, porque lo he soñado. Porque lo he soñado. Porque ha de ser que antes ya te había soñado.Eso ha de ser... Y aún así,Dime qué sucede, que me siento tan sólo. Fondo blanco. ¿Y si nada de esto fuera real? ¿Y qué si esto es un sueño? ¿a quién le importa? ¿Vale la pena seguir aquí? Da igual. Es un sueño. ¿Y si no fuera un sueño? ¿vale la pena seguir en la realidad? Da igual. Al fin y al cabo tu muerte no vale nada. A largo plazo serás como un soplo en el oído de alguien. Sabrán de ti, pero no podrán darte la mayor importancia. Muérete o vívete. Es exactamente lo mismo. ¿Y si todo esto fuera un sueño? ¿Una pesadilla? -Mira, hazle... hazle... mue-muevete a la der... ¡a la derecha pendejo!-¡Ps para alla voy!-No mames, si esto se esta llendo bien pinche chueco-Ps porque tú eres el que se esta llendo chueco-Ya... ya... ahí va... ahí va... andale, andale. Ahora jalale para... ¡No mames!-!Puta maaaadreee!-¡Agarralo wey, agarralo!- (suspiro)-Serás pendejo, por poco se te cae-No mames wey si al que se le fue de lado fue a ti, pendejo-¡A la verga cabrón! No se puede trabajar contigo.-Ps vas y chingas a tu madre entonces wey. Y el aludido gritó más groserías. Tiró el lado que cargaba rompiendolo todo y se fue mentando madres hasta que salió bodega. Hoy vi una ironía.Vi pasar a un ciego. Pasó cerca de mi. Solo atiné a hacerme a un lado. Pasó entre más gente y la demás gente hizo lo mismo que yo. Vi a un anciano andar por ahí. Pude haberle ofrecido ayuda para cruzar la calle o algo así, pero no lo hice. La demás gente tampoco lo hizo.Vi al anciano acercarse al ciego. Lo vi ofrecerle su brazo y su ayuda. El anciano encaminó al ciego por la acera hasta la siguiente esquina donde lo dejó mientras le daba unas palmaditas en la espalda. Y así, con toda la inmensidad del espacio frente a él, sólo ante las estrellas y la nada, el astronauta dejó su nave y comenzó su odisea solitaria hacia el infinito. Presenciando el suceso, el hombre miraba fríamente a la mujer. “No más” dijo él y arrancó su mano del brazo de ella, sin poder evitar nadie nada. De en medio de una vorágine de color y dolor surge de entre las cenizas el espíritu de mi ser, que sin razón alguna huye aterrado de cualquier tipo de sensación que pueda perturbar su mente. ¡Muerte a la vida! ¡Muerte a la muerte! Sin figuras y sin líneas. Solo el color, la triste idea se pasea por el laberinto que el artista tiene por mente y se aventura a encontrar a su igual. Un beso es lo que él esperaba de ella, sin embargo los labios solo le antojan y le hacen sufrir. Lo acercan al paraíso para luego alejarlo súbitamente y atraparlo en el nudo de colores que es el infierno eterno de su corazón. Corazón negro y sin dolor. Sin dolor y sin amor, porque su único amor era ella. Un blanco ojo mira la escena. Imperturbable. Solemne como el silencio y llamativo como el seno descubierto de una mujer. Aprecia como el dolor, se apodera de él mientras ella guarda un silencio digno de un sepulcro doloroso, donde solo la Muerte tiene el derecho para reír o llorar mientras los feligreses solo son parte de un triste y gris entorno sin vida. En medio de la muchedumbre me cubría la cabeza, oía gente llorar y corría buscando refugio. Escuchaba las ráfagas de disparos que resonaban con su endemoniado eco hasta perderse en el cielo y escuchaba también gritos de dolor y desesperación.Un golpe muy fuerte en la cabeza y luego todo oscuro.Ardor en las piernas. Un calor terrible que quemaba toda mi piel y músculos. Sentí la primera punzada de calor en una pierna. Luego en la otra. Escuché más disparos lejanos y luego una lluvia de punzadas que quemaban me llenaron todo el torso. Con un hilo de vida en la boca pude abrir un ojo solo para ver el suelo rojo de la plaza. Y luego, todo oscuro. Hoy, sin nada más en las manos, que un manojo de triste recuerdos,me sentí con sueño.Y dormí.Hoy, sin nada más en las manos, que un manojo de triste sueños,me sentí cansado.Y dormí.Hoy, sin nada más en las manos, que un manojo de tristes imagenes,me sentí abatido.Y dormí.Hoy, sin nada más en las manos, que un manojo de tristes bostezos,me sentí sin energías.Y dormí.Hoy, sin nada más en las manos, que un manojo de tristes pesares,me sentí solo.Y dormí. Altivamente contemplaba el reflejomarcado alrededor de un cuadro bello,sin alma y sin vida, espíritu negro,sin labios ni ojos, solo el vacio espejo.Palomas blancas, fascistas de corazón,no tengo duda que puedan saberlo...Pero esque es tan bello su vueloque el velo negro... ¡Espíritu negro!Vida temporal... Hay que amarse de forma oral.Oye mis gritos amarrados con hilos,finos filos, formados con picos. Me duele pensar que el pueblo de este país esta tan doblegado que solo se dedica a ver lo que hacen los dizque gobernantes que estan sentados en aquellas sillas y curules. Me duele pensar que nadie es capaz de gritar un "hasta aquí". Y lo peor,es que sé la razón. La razón por la que nadie hace nada es la misma razón por la que nadie ayudó a aquel señor en el metro Balderas. Porque "nadie quiere pedos", como todos. Pero es que hay veces en las que es imposible evitarlos y aunque hacernos de la vista gorda puede resultar lo más sencillo, a la larga pasa la factura. Tal vez no a tí, pero tal vez sí a tus hijos, o tus nietos, primos, sobrinos, amigos, lo que gustes. Pero alguien siempre paga los platos rotos. Discutiendo una vez con un amigo acerca de un tema parecido, le decía yo que así como vamos como pueblo, nos estamos yendo al hoyo (vease, a la chingada, a la mierda, que nos esta cargando la verga, pues), a lo que él me respondía que no, porque "al hoyo se va solo el que quiere (supongo que se refería al 'que se deja')", y sí, tal vez tiene razón en eso. El que no quiere avanzar, pues no avanza y ya. El empleado que no se actualiza, no se prepara continuamente y no es constante en su trabajo, nunca va a avanzar de ahí. Todos entendemos eso, pero lamentablemente hay que ser realistas. ese "todos" que acabo de mencionar se limita solo a quienes tenemos un poco de llamenlo-como-quieran. Conciencia, ganas de avanzar, ser emprendedor, que ve las noticias, los periódicos y es crítico con la informaición, no solo dejandose llevar por los encabezados... Lo que sea, el caso es que somos relativamente pocos sacando un porcentaje con respecto a la población total mexicana. La frase "al hoyo se va solo el que quiere" aca no aplica. Porque somos muchos, muchísimos, y ese alguien que no quiere irse al hoy es alguien nadando en un río agitado y contracorriente. Podrá haber mil formas de manifestar nuestro inconformismo. No votar, anular el voto, no ir al grito de independencia... todo lo que gusten ustedes, pero aún así, no hay efecto inmediato y a largo plazo es dudoso. Como decía al principio de esto que escribo, el pueblo de este país esta tan doblegado ante el gobierno que se olvida de quejarse y de hacer valer sus quejas. Porque el pueblo mexicano ES EL QUE PAGA los salarios estratosféricos de los políticos, de los ministros, de los magistrados, del presidente, de los diputados, de los senadores y demás representantes populares (sindicatos incluidos). PORQUE ELLOS SON NUESTROS EMPLEADOS. Porque sin nosotros, ellos no serían nada. Es bizarro y por demás estúpido el pensar que ellos son superiores a nosotros. Es ilógico hablarle con respeto y de usted a un servidor público (no digo que seas grosero), como si se tratara de toda una eminencia caída del cielo. Nosotros somos el pueblo y nosotros tenemos más poder aún que la burocracia y los trámites administrativos en los que se han encerrado las cabecillas de cada organismo gubernamental. Que lo han hecho para mantenernos a raya. Entorpeciendo a sabiendas los trámites para desmotivarnos y hacernos perder la fe (en el IMSS, en el ISSSTE, en el SNTE, en la CFE, en el gobierno). Porque ya desmotivados, pocas ganas de luchar quedan y ellos salen triunfantes. Nos han tomado la medida y saben cómo hacernos reaccionar a su favor. Hemos olvidado que como pueblo tenemos más fuerza que todo el Congreso junto. Tanto simbólico como físico. Somos más. Ningún diputado en sus cabales (porque por más que digan que los diputados son unos pendejos que no saben gobernar, en realidad sí saben lo que hacen, ya que tuvieron la suficiente astucia para haber logrado llegar a ese puesto sin que otro político lo haya sacado de la jugada en el camino) va a enfrentarse a miles de gentes, firmes, serias y con solo un objetivo en la mente: Hacer cumplir su voluntad, la voluntad del pueblo (dije pueblo, no lo que un cabecilla de un grupo -grande o pequeño- de gentes diga, porque entonces sería caer en lo mismo que hemos caído desde que hubo independencia del gobierno español en este país). El fuero es un absurdo que no merece respeto, que debe ser ignorado, enterrado y olvidado, porque ningún diputado o senador, presidetente, regidor o gobernador hizo algo que le valiera ese "regalo". Y aunque lo hubieran hecho... porque el responder por este país (y más que nada, por su pueblo -el país ya queda en segundo plano-) debe ser algo que todos deberían hacer. Defender a su gente, a su raza, a su pueblo, a los que lo rodean y como él o ella hace, el resto de la gente debe hacer lo mismo. Cuidarse unos a otros. No necesitamos otro movimiento armado para el 2010 como andan diciendo por ahí, porque todas las revoluciones solo sirven para cambiarnos de dueños (sí. Dueños, porque tal parece que el presidente es eso de nosotros, nuestro dueño que hace lo que quiere con su mascota). Las revoluciones nunca han ayudado al pueblo. Las revoluciones armadas solo cambian de apellidos a las clases pudientes y si hoy Slim es el apellido a escupir, si hay una revolución, tal vez el apellido a escupir mañana sea el de tu vecino o de tu compañero de trabajo... del que se ponga más listo y les gane el tiro a los demás. No grito a favor del socialismo porque no es justo que una persona que mueve a 20 gentes y las tiene bajo su supervisión (y que si sucede algun accidente, él es el que responde) reciba de pago lo mismo que un obrero, porque obviamente las actividades desempeñadas no son las mismas (tomese en cuenta que para que un supervisor, gerente, jefe, dueño, sea en verdad eficiente, debe conocer el trabajo de todos sus subordinados, porque qué tonto sería tener de gerente de planta de una fetilizadora a un diseñador gráfico que no sabe ni jota de química, o de lider sindical (supongan quién) -o secretario de educación- a una persona que en su vida se ha parado frente a un grupo a dar clases). Tampoco grito a favor del capitalismo, donde solo el que nació con la dicha de estar en una familia con oportunidades sea quién tenga la oportunidad de crear fortuna, a costa de gente que no corrió con tal suerte y hace su lucha como puede. Donde si hay una "historia milagrosa" de alguien que de la pobreza saltó a la riqueza, esa historia tan inspiradora solo es un reflejo de todo a lo que gran parte de la población esta expuesta y sufre (desde los que no hacen nada y se van al hoyo hasta los que sí hacen lucha por salir adelante). Este país no necesita ser socialista, ni capitalista, ni comunista ni tener un modelo económico neo-liberalista. Necesita que el pueblo se una, que el pueblo vea por el pueblo, porque si el pueblo se muere, se muere uno con él. Necesitamos educación que es la base de todo (y tal vez así, se entienda que manifestación pública no requiere forzosamente ser un agente de destrucción en las calles o un generador de inconformismo entre los demás habitantes. Que manifestación en realidad es unir la voz del pueblo en una sola para hacer valer nuestra palabra y que la justicia se haga cumplir. Hacer valer lo que ya dije antes, que como pueblo tenemos más poder que un político con una "agenda ocupada" y que te programa para tener una cita contigo de 4 y cuarto a 4 y media, para atenderte y que al final no pudo asistir, porque tenía otro compromiso más importante. Un compromiso, según él, más importante que lo que el pueblo le pide tratar. Entender que para que una manifestación sea 100% efectiva necesita el apoyo de toda la gente. No digo que si hay una manifestación de traileros exigiendo a sus patrones mejor paga o condiciones de trabajo, todos vayamos a manifestarnos físicamente por sus intereses, pero si una solidaridad. Que sepan los manifestantes que estan respaldados por el resto del pueblo en caso de que no se les oiga y que sepan los patrones que no se estan solo manifestando unos trabajadores que pueden despedir en cualquier momento). Necesitamos educación (constante y como primer prioridad para salir adelante). Necesitamos otra cultura (entiendase cultura como forma de ser y reaccionar de un pueblo, como tal). Y necesitamos darnos cuenta que no debemos dejarnos solos unos a otros. A Sofía no le gusta mirarse en el espejo. Cierras los ojos por última vez y jalas del gatillo. Una sensación de calor muy fuerte invade tu nuca y la sientes por menos de un segundo. El impacto de la bala revienta tu cráneo y oyes como truena cuando se rompe al salir la bala. Arde mucho. En ese segundo solo sientes el calor de la herida y el gatillo que tu dedo índice sigue presionando. Adiós mundo, adiós vida, y sobre todo, adiós vejez innecesaria. Te dejo a los 55 años de edad. Me alejo de ti y no vuelvo a saber de ti nunca más. Me voy justo al tiempo exacto. Terminando la llamada Flor de vida. 5 años antes de llegar a la edad avanzada. El suicidio fue la mejor elección tomada y el balazo en la cabeza la mejor forma de hacerlo. Rápido, directo, y doloroso por menos de 2 segundos. Solo se necesita de convicción para jalar ese gatillo frío. Nada de depresiones y tristezas en la vida. Solo convicción en la idea de que tu tiempo útil en este mundo terminó. Y nada más. Porque no estoy solo, pero tampoco acompañado. Desde hacía tiempo, tomé la decisión de matarme para salir de aquí y abrirle paso a las generaciones que vienen a poblar o destruir este planeta. Mi tiempo aquí ha terminado. Mientras la sangre fluye dentro de mi destrozada boca y un zumbido taladra mis oídos siento la gravedad de la tierra, atrayéndome a su centro y poco a poco cierro los ojos. Por fin he muerto. Y luego, nada. “Qué triste es la vida de un hombre que conoce su destino… Ahí tienes al padre de Edipo, que supo que moriría a manos de su hijo y lo mandó a matar ¿y en qué acabo todo? En que de todas formas murió a sus manos. No sirve de nada luchar. Yo digo que lo mejor que se puede hacer es solo sentarse y esperar. Si vivimos en una tragedia, ¿para qué hacer lucha? ¿para que alimentar el morbo de quién nos lee y darle con que entretenerse, a costas de nuestro sufrimiento? No… Yo por eso prefiero venir a sentarme aquí y conversar contigo. Es más tranquilizante oler el café que bebo y mirar como se desvanece el humo del cigarrillo que fumas, mientras espero paciente que culmine todo. Que poco a poco todo se vaya oscureciendo. El silencio reinó por varios minutos y el hombre reanudó su plática. “Sabes, anoche soñé que se me caían los dientes. Que iba en un carro (creo que iba con mi padre) y sentía flojo un diente, succionaba el poco aire que había en mi boca, haciendo presión ahí dentro y sentía como el diente se despegaba de a poco de mi encía. Todavía tengo la sensación del agujero, que tocaba con la punta de mi lengua. Por un momento recordaba cuando hacía eso de niño, que me gustaba esa sensación, porque, era chistoso, al caerse diente, sentir mi encía con la lengua. Pero casi al instante volvía al mundo, en apariencia real, en el que no era un niño que mudaba de dientes. Era ya un adulto y me daba cuenta que no estaba bien que eso pasara. Pensé en todas las posibilidades que pudieron haber causado eso, pero no pude dar con ninguna y encima, no sentía dolor. Ya tenía el diente a medias de desprenderse y no sentía nada. Era como si en verdad fuera a volver a mudar de dientes, solo que esta vez no estaba seguro de eso. En un arranque de no sé qué, tal vez impulsado por el recuerdo de que eso lo hice en mi infancia, succioné el aire en mi boca otra vez, haciendo que el diente se desprendiera de mi encía hasta donde pudiera y forzándolo otro poco más y ya que estaba seguro que estaba fuera de su lugar, cerraba la boca con fuerza, para sentir como el diente se movía y apretaba entre los dientes de abajo y como sus raíces se desprendían por completo. Aflojé la mordida y sentí como colgaba ya solo de una patita. Succioné una vez más y lo sentí sobre mi lengua. El mismo orgullo que de niño me inundaba, hasta que lo escupía en mi mano y notaba como otro diente se aflojaba mucho. Esta vez me daba algo de miedo, pero aún así, hice lo que ya había planeado y sonreí. No sé cómo ni con qué, pero al momento de sonreír, me veía a mi mismo sonriendo, pero no tenía ningún espejo frente a mi. Era como si cambiara el modo de vista de un videojuego de carreras. Veía mi cara y veía como el diente que acababa de perder era de los que saltan a la vista cuando uno sonríe. Me sentí terrible. Nunca me ha gustado como se ve eso, a menos que seas un niño entres los 6 y 11 años. Me sentía fatal y me llenaba de desesperación. No quería tener un agujero entre mis dientes. Y sin embargo, volvía a succionar el aire en mi boca y esta vez con eso bastó para que se cayera, no uno, si nos dos o tres dientes más. Los escupí en mi boca y esta vez venían con un poco de sangre, pero seguía sin llegar el dolor. Volvía a sonreír y veía como a mi sonrisa le quedaban solo tres o cuatro dientes y al hacerlo sentía como una pequeña brisa de aire se metía entre mis dientes y llenaba mi boca, pero no solo me faltaban los dientes del frente, sino también algunos de los lados, tal vez dos muelas… Estaba horrorizado. Empezaba a llorar. Nunca me ha gustado la idea de quedarme sin dientes, o tal vez no a una edad intermedia, o antes de llegar a los a los 50. Lo que sí sé es que mientras me veía a mi mismo con esa asquerosa sonrisa sin dientes no paraba de repetirme ‘lo estoy soñando, lo estoy soñando, es un sueño, es un sueño…’ Al despertarme lo primero que hice fue sentir mis dientes y dar una mordida al aire, firme y fuerte, para ver si algún diente se aflojaba o algo así… “¿te estoy aburriendo con mi monologo, verdad?” sorbió un poco de café, miró con una leve sonrisa seca a su oyente y agregó: “Dime, ¿qué hay de ti?” Aquel sujeto sin apariencia llamativa llevó su cigarro a la boca, aspiró fuerte una gran bocanada y sacó el humo por su nariz y boca. Aquel humo blanco se desvaneció a unos centímetros de haber salido y lo que quedaba del humo salieron de la boca del hombre mientras empezaba a hablar. “No hay mucho de que hablar. Solo me dedico a trabajar para comer y comer para vivir, no más. No necesito más.” Calló e intermitentemente soltaba fumarolas de humo por la nariz mientras el otro sujeto lo miraba profundamente. “¿Y nada más?” “Sí. Y nada más.” Esa mañana despertó con una enorme sonrisa pintada en su cara. Después de años de mentiras, meses de falsas creencias, semanas de engaños y días vividos en la falsedad, esa mañana, por primera vez en muchísimo tiempo, él se sentía vivo. Existente. Y era verdad. Rómulo aquel día se había dado cuenta que existía, lo cual le posicionaba muy por encima de sus cerrados compañeros de vida. En más de una ocasión había intentado revivir todas las premisas mentales por las que pasó Descartes en su momento para llegara a la conclusión que ahora era su oración diaria matutina: “Cogito Ergo Zum” Era su grito de guerra. Su Padre Nuestro. Era lo que le hacía seguir su vida ahora que ya sabía que realmente existía. En el mundo estaba en auge el Superfluísmo, una corriente filosófica recientemente propuesta que decía “nada es; nadie es”, y, que con la ayuda de la globalización, hasta el menos letrado de los analfabetas sabía qué era y vivía según lo que dictaba. Sin embargo, Rómulo ya era otro. “Cogito Ergo Zum” Podía decirse a sí mismo su frase dorada cien veces y cien veces la comprendía al cien por ciento. Cientos de veces intentó compartir su descubrimiento con los demás, pero el Superfluísmo había enterrado sus garras muy profundo y nadie le tomaba en serio. Lo tachaban de loco. “¿Nosotros existir?”, “¿Qué existimos?”. Eran las respuestas que recibía en tono de burla cuando le decía a alguien que nosotros en realidad sí existimos. Los más amigos le intentaban corregir y regresar al camino del Superfluísmo. “No amigo, no”, le decían paternalmente, “abre los ojos. No estamos aquí. Solo somos la ilusión de la existencia, acuñada por un Ser Superior. Somos menos que nada, el sueño del sueño”. Parecía esfuerzo perdido. Era él contra un mundo entero que creía no existir; perdido en un falso juicio creado por alguien que, si bien en un principio tal vez en verdad creyó que tampoco existía, ahora con todas las regalías a perpetuidad por los DVD’s, libros y audio libros que se venden en el mundo, seguro ya se había olvidado de ello, agradeciendo cada día que exista gente tan incauta en este mundo. Rómulo, como todos los hombres en este mundo, trabajaba, y era ahí donde más se empeñaba en popularizar su “neo-racionalismo”. “Cogito Ergo Zum” Era la frase de cajón con la que empezaba cada plática, ahí, en la oficina, mientras todos platicaban cerca de los garrafones de agua, en el pasillo alfombrado de paredes blancas, adornadas por tres cuadros de cada lado que ponían muy en alto la misión, la visión y el objetivo de la empresa. Ya todos lo conocían. Desde el personal de intendencia, pasando por contaduría, marketing, recursos humanos, hasta los ejecutivos. Los altos mandos. Los jefes. Cada que le veían acercarse se alejaban de él, como cucarachas huyendo cuando se prende la luz del baño. Era el hombre loco, el que decía que somos existentes, tangibles y no solo una escena imaginada por alguien. — Dime entonces, Lorenzo—Preguntó en una ocasión Rómulo a su mejor amigo y compañero de oficina—, si no existimos ¿Cómo puedo estar aquí, justo ahora, charlando contigo? — Lo imaginas—Le contestó—, esto no es más que un sueño. Una ilusión. — Y si así lo es, ¿Dónde estoy en realidad? — No estas — ¿Perdona? — Sí. No estás. Eres… ¡Somos!... Somos el sueño de un sueño. — ¿El sueño de un sueño? — Así es. Eres el resultado del sueño, la divagación de la imaginación de alguien que sí existe. — O sea que… — Nada. Después de esto no hay nada, todo ya tiene un final predefinido. — ¿No hay destino? — No. — ¿Azar? — No. — ¿Democracia? — No. — ¿Comunismo? — Nones. — ¿Dios? Lorenzo titubeó un poco. — Depende como lo veas. — ¿Y si no lo veo? — Entonces no lo hay. Dios a estas alturas es menos que nosotros. Es el sueño del sueño del sueño. — Bien, entonces si no somos nada, no existimos, entonces ¿Por qué habría de existir los buenos modales, el trabajo, la moral? — Porque todo es imaginado, igual que nosotros, por alguien. Ya todo está escrito. — Como el destino. — No. El destino no existe, nada aquí existe. Esa era la plática de todos los días. Rómulo intentaba todos los días hacer que Lorenzo abriera los ojos, mientras que este, lo intentaba a la inversa. Cada lunes, cada martes y hasta los sábados, reunidos por la noche en el bar de costumbre, Lorenzo y Rómulo discutían sus posturas existencialistas. Lorenzo tenía de su lado todo el peso de la moda, la globalización y la ahora histórica y famosa frase “nada es; nadie es”; Rómulo, en cambio, solo tenía como aliados a Descartes, su propio pensamiento y un capítulo del libro “Historia de las Doctrinas Filosóficas. Edición corregida y revisada” (libro impreso en 1990, antes de la aparición del Superfluísmo), el cuál le dedicaba un capítulo entero al estudio del Racionalismo, la vida de Descartes y su método de conocimiento. Pero por más historia, datos verídicos y documentos históricos que Rómulo mostrara a quien tuviera enfrente, con la postura “no existente” que humanidad y media tenía como segunda religión, todo aquello a lo que Rómulo le apostaba para su juego, quedaba reducido a poco menos que el hombre (tomando en cuenta que para el hombre actual, el hombre actual mismo al no existir, es menos que nada). Con el paso de algunos meses, tanto Lorenzo como Rómulo empezaron a flaquear en sus objetivos. Lorenzo dio por caso perdido a Rómulo, y Rómulo se dio a sí mismo como un caso perdido. ¿Qué fin tenía seguir siendo el único ser existente? Al carajo Descartes. “Cogito Ergo Zum” Al carajo. Rómulo se rindió, cedió ante una sociedad consumista y absorta en la falacia más grande que pudiera haber habido. Se entregó al Superfluismo. Aquel día, 24 de abril, Rómulo se dio por no existente. A partir de ese día, “Cogito Ergo Zum” Dejo de tener sentido para él y la vida le volvió a sonreír. Epílogo: A partir del día en que Rómulo dejo de existir, como todo ser que habita en este Universo, su vida se volvió feliz y normal. Volvió a tener esa entrañable amistad con Lorenzo. En sus reuniones en el bar, los temas de las pláticas volvieron a ser sobre futbol y los programas de acción que pasan en televisión. Poco después de aceptar el Superfluismo, obtuvo un ascenso bastante importante en la empresa donde trabajaba, donde ganaba, por quincena, más de lo que pudo haber ganado toda su vida en su anterior puesto. Algunos meses después conoció a una tal Delia, se casó con ella y tuvieron tres hijos. Los dos mayores cursan el tercer y primer grado de secundaria, mientras que el más pequeño va en sexto de primaria. Todos son una lindura, idénticos a la mamá, excepto el más pequeño, que es toda la cara su padre. Rómulo ahora tiene dos autos último modelo y una casa bastante grande como para poder criar a siete hijos y todavía poder jugar futbol con ellos en la sala. Mantiene un físico bastante conservado para los cincuenta y piquito años que se carga y su mujer no se queda atrás. La relación que tiene con Delia es como de novios de preparatoria. Él es muy atento y tierno con ella y ella sigue igual de coqueta con él, como cuando se conocieron. Sus discusiones son entre risas y por cuestiones tan simples como alimentar al perro o apagar la luz de la habitación cuando los dos ya están acostados. En más de una ocasión, algún compañero de trabajo le decía a Rómulo: “¡Caray!... Qué vida llevas: Aún joven de cuerpo, con una hermosa esposa, tres hijos que van muy bien en la escuela, que se desempeñan bien en el deporte, una casa grande, dos autos… ¿Cómo le haces?”, y Rómulo solo contestaba (y siempre contestó hasta el fin de sus días): “¡Qué importa! Al fin y al cabo, ni existimos!”, con una enorme sonrisa en la cara. Quiero un beso tuyo. Un beso tuyo, y nada más. Quiero sentir tus labios en los míos, cerrar los ojos y dejarme llevar. Quiero un beso tuyo, como si fuera el último de mi vida. Quiero que al cerrar los ojos, tu vida se funda con la mía. Quiero perderme en el mar. Quiero morirme en la noche. Quiero morirme solo. Con tus besos nada más. Quiero verte en silencio, con la Luna de testigo. Quiero un beso tuyo, Un beso tuyo, y nada más. Quiero desearle muerte al tiempo y verlo quemarse en las garras de su hijo el olvido. Quiero mirar al cielo y darme cuenta de que somos nada y de que en nada nos volveremos. Que en el umbral eterno de la noche esta nuestro fin y destino. Este usuario no tiene textos favoritos por el momento
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