JUEGOS Y JUGUETES INFANTILESComo persona jugué mientras crecía, soñando con autos de estruendosos sonidos y diseños futuristas, adquirí triciclos para calcular velocidades en largas distancias, sin importarme las raspaduras, consumí excesos de golosinas para provocarme hiperactividad, creí que esa era la felicidad, pues mis muñecos existían solo cuando mi imaginación explotaba, pero cuando me encontraba en sí mismo, un amigo imaginario acentuaba mi soledad. Pasó el tiempo y las muñecas de trapo seguían distrayéndome la realidad, actuando casi como ellas, estáticas, repitiendo lo mismo y solo luciendo ropa. Los medios que vivían, me llevaban a un impulso de compra y venta de peluches, que lucía como trofeos, para adornar el sueño en cualquier cama.Ahora, muñecas con esplendorosos cuerpos de hule se convierten en mi visión, pero un juego eterno de mi infancia está acentuándome la realidad, con golpes y necesidades del producto de mi mediocridad. Pero el cansancio de jugar al papa y la mama me llevan a la extralimitación del trabajo, producto de la lucha con mi entorno, pero en mis momentos de tranquilidad, durante todo el tiempo que viva, la televisión me sirve solo para comprar imágenes, dadas por el impulso de la necesidad de tener una propia, desahogándome como salida de emergencia. Me encuentro sin jugar, con el metro que deseaba manejar, cuando lo veía como unas de mis fantasías, ahora atrapado, mientras que cumplo un horario. Veo como otras personas no piensan en su existencia y veo poco a poco como son consumidos por la subsistencia.
Oscar Franco