• Gustavo
gamon
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  • País: Argentina
 
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Para escribir un poema
Autor: Gustavo  615 Lecturas
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   Te escribo desde la pasión que arde. Desde el recuerdo desnudo, desde la tentación de tus curvas, transpirando mi delirio. Escucho tus susurrros, se inflaman mis sentidos y se revuelve mi razón.   Y es tu cuerpo  y sos toda vos. Tu pelo desparramado que me hace cosquillas. Tu frente tibia, tus ojos que parecen extenderse sobre tu cara, tus labios que me mojan, tus dientes entre tus labios que muerden el placer, tu lengua y la mía asaltando nuestras bocas escandalizándolas,haciéndolas su esclavo.   Tus ojos que  me acechan y tus pechos tranquilos y erectos son una dulce sensación que me invita a saborearlos. Y es tu cuello,  es tu espalda lisa que llama a la caricia. Y son tus brazos que tiemblan alrededor de mi cuerpo. Y son tus piernas, juntas, atemorizadas.      Y es nuestra pasión insaciable. El roce de nuestros cuerpo que nos hacen sentir lo más parecido a descargas electricas entre ambos. Y es la fusión de nuestros sexos, la plenitud del gozo.
Pasión Insaciable
Autor: Gustavo  546 Lecturas
Te quiero, salvaje, inconquistable.Te quiero, estás plantada en mi cabeza como una señal, un pensamiento, un ideal, un asombro. Te quiero, sos el nombre del deseo que encuentro en cada locura que provoco, porque te quiero.Te quiero en el mutismo de las madrugadas eternas.   Te quiero en la aventura de redescubrirte en todas las maneras de quererte.   Te quiero, con la apacible locura de un loco,  con mis convicciones desobedeciendo tus sentimientos.   Te quiero con la voz en un teléfono, con mi piel y su deseo, con mi vida y sus intrigas, con lo que soy y lo que tengo . Te quiero que  puedo prometerte y no engañarme que te quiero.   Te quiero en las horas que pasan lentas, impacientes.   Te quiero a mi manera, en la nececidad del beso, de la caricia, del roce pasional.   Te quiero asi,  nombrándote esta noche como tantas otras, retomando vuelo ya que sabiendo que existes, es imposible temerle a los abismos.   Te quiero y mas aún te quiero, con todos mis silencios de poder gritarlo.  
Te Quiero
Autor: Gustavo  517 Lecturas
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Sin Palabras
Autor: Gustavo  509 Lecturas
Un enorme sillón en la penumbra, cientos de linternitas del diablo volando en el jardín y un triciclo postrado a la manera de una mosca bajo el poderoso influjo de la luna. Nunca pude olvidarlo. .................................................................... A razón de dos páginas por día leí las Memorias de una princesa rusa durante doscientos cincuenta recreos consecutivos en el baño de la Escuela Superior de Comercio Manuel Belgrano. Mis manos brillaban, húmedas, mientras su enagua se inflaba como un plato volador. Que la fuerza te acompañe, princesa. Nunca, nunca, nunca he podido olvidarte. .................................................................... ¿Sigue existiendo el tiempo de las mariposas? Una mañana, repentinamente, aparecían volando por la calle Jerónimo Luis de Cabrera ( una calle importante de un barrio no menos importante de mi docta querida )y en su atolondramiento se estampaban contra el parabrisas de los coches. El tiempo de las mariposas duraba 24 horas. Lo que tardaban en nacer y morir. Era extraordinario permanecer en medio de la calle y dejar que cientos de besos te llevaran por delante. Nunca he podido olvidarlo. .................................................................... Nunca supe a qué se refería mi mamá cuando decía que yo era un chico malo pero un niño bueno. Nunca pude olvidarlo. .................................................................... La primera vez que me escapé del colegio Santiago de las Carreras tenía 10 años. El colegio estaba a cinco cuadras de la heladería Venecia . Me saqué el guardapolvo y me instalé en una mesa junto a la ventana. No se me ocurría qué otra cosa podía hacer en esas circunstancias. Vino un policía y me preguntó que cómo me llamaba. Yo le dije que me llamaba Lucas Bols, como el hombre que había inventado la ginebra. El policía me llevó a la escuela de una oreja. Tal vez si le hubiera dicho que me llamaba Pepe Gancia las cosas hubieran sido de otra manera. Nunca etcétera, etcétera. .................................................................... A veces, en ayunas, me tumbaba sobre una camilla del Hospital Clínicas para que, a cambio de 250 centímetros cúbicos de sangre, me dieran 100 pesos, un café con leche y dos chipacas. Lo hice tantas veces que me volví transparente. En serio. Me paraba delante del espejo y lograba verme el corazón. ¿Por qué lo cuento ? Porque nunca pude olvidarlo. .................................................................... Hubo un tiempo en la vida de la que ahora es mi ex... todavía no era mi mujer sino la mejor alumna del colegio de Nuestra Señora del Huerto . Tenía pechos suaves, llevaba un pañuelo azul anudado al cuello y fumaba con la mano izquierda. Quiero decir que la veía y me dolían las entrañas. O me ponía a buscar una canción de amor entre las musiquitas de la radio. De noche dejaba encendida la luz del velador para no tropezar con nada y de todos modos tropezaba. Hasta que un día alquilé un caballo y lo hice caracolear en la vereda de su casa. Los trozos de baldosas salían despedidos como aerolitos, las herraduras arrancaban chispas al chocar contra el cordón de la vereda y las ramas de los árboles caían desgajadas. Pero ella no se asomó. Después dijo que si, pero yo sé muy bien que no. ¿Cómo hubiera podido olvidarlo yo, a mí que nada se me olvida? .................................................................... A los chicos que durante un febrero excesivamente caluroso fuimos a pedir que nos mojaran los bomberos, tampoco he podido olvidarlos. La madre de todas las mangueras arrojaba agua en dirección al sol y nosotros corríamos descalzos y saltábamos chapaleando en el patio del cuartel mientras inventábamos un idioma de gritos felices que nunca, nunca, nunca he vuelto a pronunciar. .................................................................... Creo que quiero más a los trenes que a los caballos. Los quiero porque siguen siendo lo que fueron. Los mismos sentimientos. El mismo asombro. Si tuviera plata me compraría uno para vivir adentro. Y para ir a visitar a los abuelos. Solamente en trenes que no existen se puede visitar a gente que no vive. No lo olviden. ....................................................................  Mi primer examen en la facu. Rendí Introducción al Derecho. Tenía miedo, mucho miedo. tanto que casi me rajo antes del examen y eso que me había aprendido el apunte de punta a punta. Lo sabía de memoria. Al profe, de cuerpo diminuto pero con pinta de hombre malo, solo le oía la voz  porque su cara  se dejaba ver de a ratos cuando  el humo de su enorme pipa lo permitía. Me hacía preguntas y no me dejaba terminar. Estuve quince minutos que para mi fueron horas. Me puso un 9 , el amarrete. Nunca podré olvidarlo. .........................................................................Hoy ya no leo a la princesa rusa. Ya no hay recreos, ni necesito baños. Son mis ojos los que ahora brillan cuando disfruto de sus escritos plasmados en la pantalla de la compu. Son los sueños que revolotean mis pensamientos. Confieso ser un amante de su belleza que no conozco , pero imagino. Confieso deleitarme con el esplendor de sus ojos que nunca pude mirar. Confieso que moriría por estar al lado de su carisma que envuelve su constelación de dones y estrellas. Si tan solo viajara a la inmensidad de la pampa, sin tan solo me dejara llevar por ese verde y llanura, perfume que huele a jazmin, sería como un niño dentro de su ser, sumergido y atado a esa región transparente. Mientras un beso cautive y encienda el silencio de la caricia.Mientras que a través del lenguaje del amor pueda hablarle al corazón, abrigaré el sueño de tenerla a mi lado PRINCESA. Obvio, menos que menos, a esto nunca podré olvidarlo....
Me encuentro en el mismo bar de hace tantos años, aunque ahora luce totalmente renovado. El cielo está teñido de celeste bien a tono con la primavera. Las palomas se posan en las mesas buscando las miguitas, su banquete más preciado. Un amigo pasa cerca mío y me saluda, chau Nacho (sobrenombre por el que todos me conocen) aunque mi nombre verdadero es Ignacio.Mientras bebo el segundo café me pregunto ¿Qué edad tendría yo? ¿Catorce o quince? Más bien serían dieciséis, porque antes es demasiado temprano para enamorarse ; pero no me atrevo a asegurar nada, considerando que tratándose del amor el corazón madruga muy temprano, Si no recuerdo bien el «cuándo», por lo menos puedo decir con completa exactitud el «cómo» empezó mi sentimiento a manifestarse. Y mis pensamientos vuelan, miran los cientos de rostros de los transeúntes que caminan por la peatonal o recuerdan que a cinco cuadras y exactamente a esta hora, la una de la tarde, caminaba con paso decidido a esperar que sonara el timbre de la escuela y apareciera entre cientos de colegialas. No me era difícil ubicarla, aunque todas vistieran el mismo uniforme; pollera escocesa, suéter azul y medias del mismo color hasta debajo de las rodillas. Para mí era toda una mujer pese a sus 13 años. La primera vez que la vi quedé como embelesado al mirarla. Un rayo de sol se filtraba y hería la seductora imagen que parecía querer desprenderse y venir hacia mí. Se llamaba Ana. Era bella, muy bella, sola imaginada en mis sueños de adolescente cuando los primeros estremecimientos de la pubertad me causaban, al caer la tarde, vagas tristezas y anhelos indefinibles.
Historias del Corazón
Autor: Gustavo  464 Lecturas
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SUTIL
Autor: Gustavo  432 Lecturas
Con lentitud consciente, cruel casi,escribo este epitafio, en los relojessonó la última hora y ella no está conmigo.Ella ya no vendrá, todo está quieto.Ni un sonido perturba las estanciassalvo el piar melancólicodel pájaro parado en mi ventanaentonando un caótico presagio.Es todo calma el viento en las persianas,todo ausencia de risas, todo olvido.Quien sabe si serán las rataslas que acaben comiéndose la caja de bomboneso será pasto de los años en lo alto del estante.Ella ya no vendrá, para otros labiosel champagne que se enfría en el refrigerador(Acaso los vecinos me denunciena causa de esa música tristísimaque se expande incesantea altas horas de la nochepor todos los rincones de mi cuarto en penumbra)Contemplo los cristales que se llenan de lluviaUn coro de cortinas, un teléfono muerto,unos guantes callados sin dedos que ceñir,unas bolsas de plástico colgadas en silencio,una silla esbozando contornos sin respuesta.Está muda la radio, apagadas las luces y fumo un cigarrillo,y ese humo que asciende hasta ensuciar los techosvuelve a formar, infame, el rostro de la ausencia.Los pájaros lo saben, ya no cantan;ella ya no vendrá y la puerta entreabiertaquedará sin que nadie trasponga sus umbrales.No seguiré escribiendo, sólo quedan recuerdosde primaveras incendiadas,sólo quedan imágenes perversasque me llevan a otras tardes y a tus brazos,sólo un sueño lejano que perfilaesos días veloces que se acercan,esos días vacíos e incolorosque desgrana como un ritualel calendario.
Ella ya no vendrá
Autor: Gustavo  428 Lecturas
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Dos segundos
Autor: Gustavo  417 Lecturas
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Espalda
Autor: Gustavo  400 Lecturas

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