Siempre tuve deseos de correr hacia el horizonte y descubrir el final de la tierra, el inmenso agujero donde el sol se escondía, pero me sentía a gusto sobre mi columpio de llanta y me quedaba a observar como se perdía lentamente mientras pintaba el cielo cada vez mas rojo, hasta dejarme en total oscuridad.Pero antes del inevitable ocaso, los últimos veinte segundos, podía observar la mas maravillosa escena de luz que se dibujaba sobre el cielo y la tierra.Solo yo y mi girasol éramos testigos de la caída del sol.Suena muy cursi, Pero de que otra forma piensa un niño? Sobre el símbolo del ritocarga su manto doradobaña de luz el pobladoy pronto se ira a otro lado Tal vez le toque descansoTal vez al verlo lo espantoTal vez debo oraro hacerle un canto,o no regresará mañanay el campo se hundirá en llanto! A veces pienso que no debiese irse, pero hasta yo, debo cerrar mi ciclocomo el gran ojo de dios, el Sol deja de ser testigo.De mis corridas diarias, de mis juegos divertidos,de mis llantos bajo el roble, de mi pasión por la tierra,de mi girasol tan noble, que agacha su cara y despide a su diosque mañana lo esperará salir, sobre el nuevo horizonte.Y yo, desde mi columpio impaciente. ®Jorge L. Sánchez