Un hilo que se encierra entre otros, invisible, recorre la madeja hasta ceñirla, sin notarse. Un hilo que suplica no ser visto. Que deja un camino para que no se vea. Por donde es inevitable transitar así sea sin señales. Solo por la sensación de que se debe. Que ha buscado entre los otros la menor resistencia y se entierra. Se desvanece en la mirada, confundido contra los colores vivos del total. El resplandor lo oculta. Y sin él, al despojarlo, se derrumba en un hatajo inútil la madeja. ------------------------------ Mozart, Sinfonía nº 41, 2do. movimiento, Andante cantabile