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Vi tus ojos y callé, callé por el sentimiento que me embargó de momento, me quedé sin habla y sólo un nudo creció en mi garganta aguando mis ojos, me llené de un gozo inexplicable y de una ternura que jamás en mi vida, o al menos no que tenga presente, había sentido, sentí la necesidad de protegerte, de abrazarte y decirte con amor que todo estaría bien. Vi tus ojos y no eras tú quién yo imaginaba, no era la misma persona que toda mi vida contemplé, no eras tú quien miraba perdido en el infinito, quien sometía su pensamiento a recuerdos, a temores previos al hecho, era otra persona, la que siempre fuiste pero jamás me tomé un segundo para mirar, porque no lo mostrabas. Vi tus ojos y tu mirada me envolvió, me sumí en esa brillosidad cristalina que inundaba tus ojos, en la humedad que nacía y amenazaba con volverse llanto; me perdí, y de pronto me vi sumergida en un mar de confusiones, cuestiones, sentimientos y miedos, mismos que sé compartimos tú y yo. Lo sé, suena descabellado y tonto, no preguntes cómo lo sé, pero así fue o es; descubrí una conexión extraña contigo, un no sé qué que ahora sale a relucir justo en el momento preciso. Lo sé, tanto tiempo contigo y apenas descubro esto, no me preguntes por qué, apenas trato de entender para qué. Pero ¡Dios!, tu mirada impactó mi alma, eras un niño asustado y perdido, sólo un niño tumbado en la cama de un hospital, un niño solamente queriéndose refugiar, gritando, suplicando auxilio, suplicando seguridad, cariño, suplicando que tomaran tu mano y te dijeran que todo está bien ya, que no hay más de que preocuparse. Y así lo hice, tomé tu mano sin mucha fuerza y el contraste fue más extraño aún, tu llanto infantil, tus ojos ahogados en lágrimas que, con fuerza, con ímpetu, intentaste reprimir, se encaró con tu piel arrugada, tu frágil piel senil, y volvió de pronto a mí tu imagen moderna, tu cabeza escasa de cabello y cubierta de canas, tu piel arrugada, tu cuerpo cansado, arrollado por el paso de los años, tu terrible audición, tu mirada cansada y dulce, y tu sonrisa, apenas mueca que se dibuja con pena, apareció. Ese eras tú, mi viejo, mi pequeño viejo de más de ocho décadas acumuladas, mi abuelo, ese hombre maravilloso que admiro, que imagino fuerte, que imagino alegre siempre, que aquí o allá mira la vida pasar con un mundo en su cabeza, que piensa y analiza con la sabiduría aquella que los jóvenes envidian, que se llena el corazón de orgullo, que tiene una palabra precisa en el momento adecuado, que no habla mucho, quizá porque no quiere, quizá porque no puede, quizá porque no halla el para qué. Eras tú, mi abuelo, tumbado en la cama, vulnerable, frágil, con las ganas enormes de mejorar, con las ganas enormes de seguir adelante porque así lo deseas, el que no se deja vencer pese a que otros ya no tengan fe, el que lucha hasta el final y no teme mostrar su miedo, su impotencia, porque sabe que aunque de pronto llore, que aunque de pronto los momentos le derroten, jamás dejará de creer, de intentar, de soñar. Porque eres un niño con cuerpo de adulto, que no quiere parar hasta que de veras no se pueda más. Y hasta en ese entonces, dichoso sonreirás. Mis miedos constantes, infantilesme hacen pensar que desaparecerás,cual fantasma,que te iras cual sueño que se anhela eterno.Amor, no te sorprenda si retengo la respiracióny me aferro a tu cuerpo,es mi modo ingenuo de creerque el tiempo se paralizay te mantendrás.Si me besas, hazlo despacioque dure el tiempo necesarioque tarden tus besos en tatuarse en mis labiosy tu amor, en pausa, arda en mi corazón.Si me tocas, que sea suave,mi cuerpo fue mancillado gravemente por la traicióny las heridas aun no sanan completamente,se dulce con las manos y con tus dedoshasta que mi piel se acostumbre a ti. No te sorprenda amor si de pronto lloro,es el dolor que está por salir completamente de míno te asustes, ni dejes que la duda emerja en ti, no lloro de amor a otro, sino por amor a tiese amor nuevo que nace y me recuerda lo que es vivir,ese amor que dice adiós al dolor guardadoy que da paso a la nueva ilusión.No te asustes amor, si de pronto tiemblo y me voy al rincón,no es por alejarme de tus besos,al contrario es por asimilarlos mejor,no por ello quiero me dejes solasino más bien a gritos pido sean tus brazos mi refugio,y tu cuerpo recipiente de mi amor.Son mis miedos corazón,los infantiles temores que emergen del dolor,más mi sangre dejo en garantía,de que mi amor será tuyo,aun después de que digas adiós. Yacen, perdidas en la memoria del pasado, las palabras dulces y fieles que prometían dichas infinitas. Perdidas y vagabundas sin rumbo alguno, promesas dispuestas a someterme a una revolución sangrienta y sádica en cualquier momento; pero claro, yo como fiel masoquista acostumbrada al dolor, me dejaré acariciar por los azotes de la misma, y tal vez disfrute. Es cierto, quizás no soy más que como un niño asustado y perdido, perturbado por un caos repentino que generó un conflicto y destrozó todo a su camino. Quizás no soy más que un infante confundido buscando refugio en cualquiera que me insinué un abrazo, o me de una mueca que me figure sonrisa y me de la dicha que en su momento pedí. Quizás sólo soy la presencia del miedo, de ese miedo intenso a que duela otra vez. Quizás soy yo misma, una niña perdida en la redes dolosas, del bendito amor; ese amor tan divino que se cruzó en mi camino y me hizo soñar. Quizás soy esa niña anticuada, que aun sueña con hadas y la sorpresa le embarga ante todo y nada, de lo que pueda pasar. Quizás, sólo soy yo misma, buscando la salida para no quedar presa de mi fuerte dolor.Pero qué más da, si aun busco el amor, ese amor que se quede, sin miedo a perderse, como me pierdo yo, ese amor anhelado que se quede a mi lado y me deje adorarlo, sin que tema a mi amor. Qué más da, si cuando siento que llega, cuando su roce me quema, asustada me inclino y cierro los ojos para ocultarme de él, como niña perdida, confundida y herida, que no quiere ser vista porque asusta el dolor. Qué más queda, si las lágrimas llegan, a cada letra que mis dedos expresan, sin autorización. Y no entiendo aún por qué lloro, si no es el final de este cuento que yo misma empecé. Busco el amor, busco debajo de las piedras, por encima de estrellas y en el fuego del Sol. Busco el amor, ese que duela, pero que permanezca, con el mismo valor que me quedo yo. Y sí, estoy asustada, muy asustada, me da miedo el amor. Pero soy masoquista, busco el amor, y si lloro ahora, no es de dolor, sino desesperación, por dejarme asustar, por la bendición del amor Deja en un beso la vida, alma mía,y en mi piel deposita la añoranza de volver a amar,toma de mis labios lo que necesitas, para sonreír,para ser feliz, contigo, conmigo, con los dos. Sé que tal vez pienses que no es muy cierto,tranquilo, yo a veces lo pienso,pues son tantas las heridas que llenan nuestro cuerpos,que resulta complejo pensar que existe un remedio,pero lo hay, lo hay corazón, se llama amor. Dime qué vez en mis ojos abiertos,dime si dudas de esto que siento,toma mis manos, ángel mío y deja que te lleve de nuevo al cielo. Dime si piensas que esto es mentira,si crees que finjo mi simple sonrisa,toma mi cuerpo entre tus brazos,y siente mi amor como me elevas en sueños. Yo sé que mucho te han lastimado,que en pedazos tu corazón han dejado,mírame amor y toca mi alma,lo ves, es sensible, pues también fue mancillada. Sólo deja que mi amor te cobije,que mis labios a los tuyos le griten pasión,no prometo ninguna lagrima de tus ojos,pero si que velaré tu corazón. Mírame, piensas aún que no soy lo que buscas,mírame bien, fijamente, que profundicen tus ojos en mi ser,no desvíes la mirada, aguanta, no te doblegues ante mi ímpetu feroz, Mírame, ve lo que soy, mira mi alma, mi ser, mi yo,memoriza mi interior, y quédate luego en mis ojos,lo ves, soy yo, un ser humano como todos,mal herido, con sueños rotos, con esperanzas necias Ahora tócame despacio, que tus dedos rocen suave mi piel,que tu tacto me enloquezca hasta perderel miedo que me da amar otra vez. Y luego bésame, con el roce de tus labios, bésame,que sienta yo que estás tratando de saberlo que en mi guardé, para amar otra vez. Tómame, de una vez, sin reparos, tómame,que dulcemente sean tus manos las que a mi cuerpo hagan como nunca fue. Ámame, te suplico, por piedad, ámame,que sin amor mi alma perdida esta,que sin tus besos, sin tu cuerpo, ya no siento yoque viviendo, esta vida, estoy. Maldito vampiro. Lo digo no por coraje hacia ti, sino coraje más bien hacia mí, hacia todo aquello que deje me produjeras con tus besos. ¿Cuán rápido paso que termine en tus brazos sin darme cuenta? Fue veloz, tan de pronto que no sentí como ofensa el ser presa de tu instinto animal, ser victima de tus afilados colmillos y entregarme completa a los caprichos de tu seductora inmortalidad. Caí vencida, rendida por voluntad ante tu encanto. Dichosa tu boca, bendita sea por cada palabra emitida que funge como hechizo, que cautiva el oído y sutilmente enamora el corazón. Bendito seas tú, nato inmortal, sublime criatura, dichosos los ojos que te han visto y el cuerpo que se entregó a ti a placer. No sé si es justo devorarme la vida amándote, no sé si sea justo llorar por la estupidez de mi amor, dosifico el dolor de tu ausencia, dosifico la tortura y el llanto. Claro, ya no sonrío como antes, ya no soy la misma, es verdad, no finjo alegría, no finjo un bienestar, ¿para qué ocultar un dolor si para mí es evidente? Tal vez deba preferir morir, pero no soy tonta, tanto por lo que he luchado no puedo reducirlo a la muerte sólo porque ya no estás; sin embargo, anímicamente si estoy muerta, ya no siento, me rehúso a sentir, a decir. Dices tú que no haga eso, que te sientes mal por verme así, que quieres verme feliz, reír de nuevo, ser quién fui, la mujer que tú conociste, no mientas más, no te creo. Si te hablo es por masoquismo, porque no logro desprenderme de ti, porque tengo miedo al dolor, porque no quiere arrancarme de ti de un solo golpe, no quiero, no podría resistir, soy masoquista. Maldito vampiro, maldito inmortal. ¿Eres tú capaz de amar? Y si amas ¿por qué te fuiste?, demonios. Soy culpable por dejarme llevar por tus acciones, dejarme envolver por los planes que ambos hacíamos, me deje arrastrar por la magia que surgió cuando me pediste matrimonio, cuando dije sí, por todo aquello, por nuestra hija planeada, ¿qué demonios paso? ¿Cómo fue que acabo? No entiendo. No me toques, pues tu sola cercanía me quema, me lastima, duele, no me demuestres compasión o arrepentimiento, cuando fuiste tú quien cometió el fallo mayor, no me finjas lealtad, cuando ni siquiera comprender la fidelidad, no quiero nada de ti, sólo la noción de saberte con vida, y eso únicamente porque aún no consigo hallar la manera de alejarme completamente de ti, sólo por ello sigue vivo, porque no te odio, porque no siento coraje hacia ti, aunque debería, odiarte me haría más fácil el proceso y menos doloroso, pero cómo odiar lo que ame, no se odia lo amado, sólo se odia aquello por lo que se sintió pasión, ese momento en que amas y odias, aquella frase que jura que del odio al amor sólo hay un paso, eso es absurdo, no puedes amar lo odiado, ni viceversa, eso es pasión, cuando realmente amas, no odias, más bien oras por la felicidad del otro, así funciona. No me pidas que sonría si no estarás para ver mi sonrisa, no me pidas que deje de llorar cuando sé que no estarás para enjugar mi llanto, no me pidas sea feliz cuando te llevaste todo, no me pidas nada, cuando sabes que lo nuestro ya está en el fin. El agua hirviendo acariciaba mi piel lentamente. Seducía, pacientemente, con el calor extremo que producía. Sin embargo, al contacto con mi piel parecía tremendamente fría. Qué se puede esperar del cuerpo de una inmortal. Froté suavemente mi cuerpo, quitando asperezas ajenas a él. Mi mente divagaba en pensamientos, pensaba en él, en el lobo, en las guerras futuras entre ambas razas, pensé en los mortales, en mis dulces y vulnerables mortales. A veces suspiraba, a veces sonreía, o cantaba. Quien me viera o escuchará seguramente me tacharían de loca y ridícula, y pues no estarían tan errados, jamás, en mis más de dos siglos me había comportado así. Salí de la ducha desnuda, dejando que el aire concentrado en la habitación me recibiera, el cabello mojado caía en mis hombros, y mis labios eran mojados por la saliva de mi lengua. Canturreaba, seguramente un tema de años pasados, no recuerdo cuál. Me detuve frente al espejo, me miré de pies a cabeza y viceversa. Sonreí. Concentré la mirada en mi vientre, lo acaricié de forma mecánica, incluso me puse de perfil y observaba su tamaño. Reí como loca, sin parar, reí por las locuras que hacía, no tenía ni un día y ya me miraba diferente. Me sentía como una mujer con un embarazo avanzado, qué estúpido, pero así fue. •- ¿Dónde estuviste anoche? - Me sobresalté al escuchar la voz varonil. Salté de inmediato y cogí una toalla para cubrir mi frente. - No quise asustarte - dijo Lorenzo y sonrió -. ¿Por qué te cubres de mí? Tu cuerpo me lo conozco de memoria.•- Lo conoces sobre mi voluntad - dije con pausa -. Espiar a la gente es tu especialidad - lo miré -. ¿Qué haces aquí? ¿No sabes que debes tocar? - me detuve - Cierto, tú no conoces de modales.•- Victoria, tu padre estaba preocupado por ti - ignoró mi pregunta -. ¿Dónde demonios estabas? - se aproximó demasiado a mí y me sujetó fuertemente del brazo - Espero no hayas estado con esos...animales. •- Y si así fue, ¿qué? - dije zafándome de él. Rió.•- ¡Victoria, Victoria! - dijo paseándose por doquier - Eres tan ingenua. No tienes idea de a quién te refieres.•- ¿Y tú si? Se aproximó hábilmente a mí, arrojándome al espejo. Éste se rompió, hiriéndome la espalda. Hice una mueca de dolor. •- ¡Esas cosas, son bestias! - gruñó - ¡Bestias sin razón, animales! ¡No juegues conmigo Victoria! - enterró sus dedos en la carne de mis brazos y me besó. Lo mordí fuertemente y él bramó - ¡Eres una estúpida, Victoria! - arrojó la toalla al piso y frotó mi piel. Le escupí la cara y se rió a carcajadas - No creas que no sé dónde estuviste. Aún hueles a él. Su saliva sigue en ti. Tu vulva aún sigue mojada - puso su mano sobre mi sexo y metió sus dedos -. Sí que lo está. Me moví fuertemente y me zafé de él, aventándolo, cogí la toalla nuevamente y me tapé. •- ¡Lárgate de aquí! - grité señalando la puerta - ¡Lárgate y no vuelvas por aquí jamás!•- Bien, lo haré - dijo, se limpió la boca y olfateó de su mano mi aroma -. Aunque tu padre sabrá que estuviste con él, y sabrá también que te entregaste a él, constantemente - sonrío, ampliamente -. Al igual que sabrá del lobo - me lanzó un beso -. Chao, querida - guiñó un ojo y salió sin más.•- ¡Arggg! - gruñí. Tiré la toalla y me dediqué a vestirme - No es posible esto. No, no dejaré que me arruine mi día. ¡Grrr! Terminé de vestirme y pensé en ir con mi padre a saludarlo, pero no quería escuchar reclamaciones y discusiones por lo que hice ayer. Seguramente Lorenzo ya le había informado de todo. No, no tenía ganas de tolerar eso. Suspiraba constantemente aun con los ojos cerrados, puedo apostar que soñaba, su semblante proyectaba paz, satisfacción. Dormía. La cama que antes ignoramos fue usada una o dos, quizá tres, veces como testigo del amor antes de abrazarnos para dormir. El manto rojo que rodeaba la cama, suave, se contoneaba con la brisa. Las sábanas blancas y la cobija sangre, cubrían celosamente nuestros cuerpos. El fuego en la chimenea se ahogó y sólo un ligero humo burbujeaba, todo era paz. El sonido de su respiración enamoraba mi oído. Me enderecé, con mis pechos en plena libertad, el cabello suspendido sobre mis hombros, la boca y los labios secos, un tanto mareada por un tremendo desborde de lujuria pasada, mi piel se sentía extraña por los restos de humedad, mis piernas aún temblaban, y qué decir de mi sexo, bañado en flujo mío y de él, satisfecho, palpitando aún al recordar las embestidas de aquel hombre que descansaba a mi lado. Lo miré en silencio, sonriendo a ratos, suspirando, ¿qué hacía yo con aquél?, me pregunté, y sólo lograba sonreír. Acaricié su pecho, desnudo, con cautela, sin despertarlo y pronuncié algo, inaudible, in entendible aún para mí, pues no lo recuerdo. Busqué con la mirada mis ropas, o lo que quedaba de ellas, mejor dicho. Resoplé al darme cuenta de que sería imposible salir con aquella ropa rasgada, no había más, sus ropas, ni pensarlo, me vería ridícula en ropas masculinas. ¿Qué hace una mujer cuando su ropa ha sido destruida en manos de la pasión? Cogí una sábana y la enrollé en mi cuerpo, no pregunten por qué, suena estúpido cubrir mi cuerpo cuando ha sido visto, besado, lamido, mordido, por aquél que me acompañaba en la habitación, pero así lo hice, más por maña que por gusto. Me levanté y anduve en busca de algo que pudiera usar, aunque a decir verdad, me sentía más cómoda como estaba, sin nada, sólo mi piel cubriendo mis huesos, sólo la humedad rezagada haciéndome fiesta, nada más. La habitación contigua, era similar en color y textura, pero más pequeña, sin camas, ni chimenea, sólo un par de sillones, color negro, que posaban frente a la enorme ventada abierta, una mesa de centro, con un florero sobre él un tanto, deprimente, dos cuadros colgaban de la pared, un enorme espejo al interior, a lado un armario de caoba se erguía imponente, su aroma a madera incitaba mis pensamientos. Me paré frente al espejo, me miré, no parecía yo, no era yo, era alguien más. Sí, las historias que involucran Vampiros y espejos, no son real. Mi reflejo se ve nítido, tal cual es, el cabello oscuro, ondulado, los enormes ojos negros, la tez morena, aunque más bien ya se notaba pálida, toda una silueta cubierta por una sábana de seda blanca. Después de varios o muchos minutos frente al espejo, contemplándome y riendo tontamente, volví la mirada al armario, lo toqué con cuidado extremo, me dejé deleitar por su suavidad, por su aroma, las formas de su cuerpo eran alucinantes. En su interior un bello vestido colgaba, sus colores azules llevaban al delirio, azul profundo, fuerte, metálico, acabados en negro, precioso, diría, aunque no era de mi preferencia, no había más. Sin pensar me lo calcé, quedó a la perfección, delineando mis formas, como si hubiese sido comprado para mí, no me preocupó no llevar nada abajo, no me era necesario, sólo quería partir de ahí, recogí mi cabello y de nuevo me contemplé al espejo. Ahora que lo pienso la vanidad es mi característica principal, y una de mis favoritas. Me complació lo que ví y regresé a donde aquel hombre, dejé una nota en la almohada, suspiré y salí por la ventana. La fuga perfecta. ¿Se considera fuga al acto donde uno no quiere escapar? Me reí, el viento golpeaba dulcemente mi rostro iluminado, acariciaba mi piel, me llenaba de euforia, a dónde iré ahora, es demasiado tarde para ir a casa y demasiado temprano para vagar en la ciudad. Me sentía loca, motivada, alucinada, quería gritar y así lo hice, pero no fue suficiente, necesitaba más, emociones fuertes, intensas, algo que me hiciera descargar tanto que guardaba en mí. Me detuve sobre una pequeña casa gris, su techo estaba limpio, me detuve por el pensamiento que me golpeó, "Uriel", pensé. Qué mejor que tus amigos en estos momentos, que mejor que ellos para desahogar tu locura. Así lo hice, corrí con cautela y velocidad hasta donde él se hallaba. Ese lugar donde íbamos, solos o acompañados a pensar, a cuestionar, a liberar un poco la tensión que nuestra raza, de manera independiente, nos causaba. El hombre lobo observaba, sentado sobre rocas, el firmamento, las estrellas aún decoraban un cielo negro que amenazaba con irse pronto, dando paso al insistente Sol. Su mirada estaba fija en una estrella, parecía concentrado, afligido, resignado, cual mortal, diría quien no lo conociese, pero yo lo conocía, desde hace mucho, sabía de él. Su tez morena chocolate, brillaba aun en la oscuridad, su pelo negro lacio sujetado en una cola, caía en su espalda, era fornido, sus ojos profundos como el mar, negros, intensos y sus labios gruesos que dejaban ver unos blancos dientes cuando sonreían. Era un hombre lobo singular, no como los demás de su manada. •- Tardaste mucho, vampirita - dijo sin voltear-. Comenzaba a enloquecer sin tu presencia.•- ¿Por qué a todos les gusta hacerme responsable de su locura?- dije sentándome a su lado. Él soltó tremenda carcajada que callo el viento.•- Será que eres antojable para molestar. - Dijo divertido y le golpeé el hombro izquierdo. - En serio, no sabía que todos hacían eso. •- Pues lo hacen. - Dije y de pronto un suspiro se escapó de mí, profundo y largo. Sonreí.•- ¡Wooow! ¿Eso qué fue? - dijo mirándome•- Eso, se llama suspiro - dije y arrojé una pequeña piedra lejos. Él me miró haciendo un gesto burlón. - ¿Qué? Así se llama...•- Ya sé que así se llama - me interrumpió -, pero a qué se debe, te noto rara, no sé. ¿Algo paso? - Reí. - Dime - insistió. •- ¿Por qué crees que traigo algo?•- Porque de no ser así no estarías aquí, a estas horas. Andarías parloteando por ahí, en la ciudad. Y lo sabes - dijo. Sonreí más.•- En eso tienes razón - dije sonriendo. •- Entonces dime, ¿qué paso? - suplicó. •- Pues...- aventuré.•- ¿Sí?•- Eres un curioso - solté una carcajada.•- Sí, lo soy y mueres por decirme - hizo una pausa -. Ese vestido no es tuyo, ¿dónde lo conseguiste?•- Lo robé - bromeé. Él se rió•- Sí claro, no lo dudaría, pero sé que no es así. ¿De quién es?•- De alguien. - Me miraba atento. - De un chico. - Se sorprendió. - ¡Nooo! No lo usa, lo compró para mí - corregí. •- Y como ¿por qué? - quiso saber. •- ¡Ufaa! - resoplé - ¿Recuerdas a Franco?•- No•- Franco. Un vampiro, presuntuoso...•- No - me interrumpió, de nuevo -, digo si sé quién es, me refiero a que, ¡¿estuviste con él?! Sus ojos se abrieron aún más, curiosos, sorprendidos. Se volvió hacia mí, mirándome de frente. Yo agaché la mirada sonriendo. •- ¿Cuándo? ¿A qué hora? ¿Estás bien? Espero no te haya lastimado ese chupasangre. De ser así... - comenzó a decir.•- ¡Para! - lo detuve. - No te alteres. Estoy bien, muy bien, para ser exacta. Y no es un chupasangre. - Me miró atónito, confundido. - ¡No me mires así! - Abrió la boca. - ¡Ash! Fue...bello...loco...excitante.•- ¡Espera! Alto. Alto - se puso en pie, agitaba las manos con entusiasmo y se tomaba el rostro. - ¡¡Estás enamorada!! - gritó eufórico. - ¡Eso es increíble! Es... ¡Bárbaro! •- Lo sé, ni yo misma lo creo - pausé mi voz. - Le amo.•- Me mataste. Vico, eso es... ¡ufff...! - Me eché a reír estruendosamente. - Lo digo en serio, Vic. Digo, no me agrada mucho él, pero verte así es fascinante.•- Yo sé. ¿Sabes?, estoy embarazada. - Se calló de golpe y se quedó congelado.•- ¿Qué? - dijo y se acercó a mí. Me levantó y me tomó por los brazos - ¿Es en serio? - Asentí con la cabeza y mordí mi labio. - ¡Woooooooow! - gritó levantándome en sus brazos y giró, giró y giró, eufórico.•- ¡Bájame, loco! Vomitaré.•- Lo siento, lo siento... - me abrazó - Eso es magnifico Vic.•- Pero... - dudé.•- ¿Pero? - dijo mirándome de nuevo -. ¿Qué pasa?•- Tengo miedo - resoplé.•- ¿Miedo? ¿A qué?•- A que no sea verdad, no sé...me pidió que me casará con él. - Su quijada cayó. •- ¿En serio? - inquirió y yo asentí. - ¿Qué dijiste?•- Que sí - sentí como si me ruborizara, aunque no sé si eso es posible.•- Él es un Vampiro - dijo con seriedad.•- Lo sé.•- Eso significa que ya no odias tu raza.•- A él no.•- ¿Dejarías todo por él?•- Hasta mi inmortalidad.•- Entonces no temas y ámalo - dijo animándome. Me frotó el cabello y lo miré sorprendida. - ¡Cállate! Ni yo mismo me reconozco defendiéndolo a él. - Su expresión me hizo reír. - Pero si te hace feliz, no me importa lo que sea.•- Te quiero - dije •- Lo sé.•- Debo irme.•- También lo sé - presumió. •- ¿Hay algo que no sepas? •- ¡Hummm! - pensó. •- Presumido - dije golpeando su brazo. •- Ya vete - dijo y me sonrió. Caminé por las calles de la ciudad. La claridad comenzaba a hacerse presente. Los mortales iniciaban sus rituales diarios en el mercado estatal. Se escuchaban susurros en el interior de las casas, susurros que para mí eran palabras claras. Caminé varios minutos y me detuve en el centro de la ciudad, cerca de la enorme fuente que, sin espera alguna, dejaba el agua brotar en bellas formas que me fascinaban. Suspiré. Sin pensarlo, posé una mano en mi vientre y lo froté, con dulzura, con amor. •- Mi amor - comencé en voz alta -, dime qué he de hacer. Tu padre es parte de una raza que no me tiene tan contenta. Yo lo soy también. Y tú, tú, mi nena hermosa, también lo serás. Una historia llena de muertes, dolor y martirio nos precede. Seres, criaturas inmortales que han sido crueles con quien sea, que han destruido familias, matado niños, abuelos, de todo, comparten nuestra raza. Mi niña - abracé mi vientre -, ¿quién es más bestia que aquellos que matan a placer? ¿Quién es más salvaje, más cruel? Sólo aquellos que se sienten invencibles, y aunque lo sean, no tienen derecho de decidir sobre los demás. Son mortales, dicen, simples mortales, comida, así es su naturaleza. No es así, mi amor, aún no te miro frente a mí, y ya te amo, y tengo miedo a que vivas en un mundo así. Si bien es cierto que yo te protegeré y te enseñaré lo poco que sé, también sé que él, tu padre te cuidará como a nadie, más no sé si él te enseñe lo que yo anhelo, él tiene más metido en la sangre el instinto asesino, que yo. Pero le amo, mi vida. Le amo tanto, que quiero, anhelo, deseo estar por siempre con él. Dime, mi niña, hija mía, qué debo hacer. Me tumbé en el filo de la fuente y cerré los ojos en busca de esa respuesta, me sumergí en mí. •- ¿Siempre huyes así? - Su voz me estremeció e hizo mi corazón latir de alegría. No abrí los ojos, no me moví. - Sabía, cuando lo ví, que ese vestido te quedaría perfecto - se aproximó y se sentó junto a mis pies - "La noche es loca por naturaleza. La noche contigo, lo es más, tanto que quedarme hará que me sumerja en un mar de confusiones. Sin embargo no huyo, si quieres me hallarás, porque no me ocultaré de ti, si quieres me verás, pues seré visible para ti, pero por ahora no. Saldré a tomar aire, a centrarme en la realidad de afuera. Victoria". Eso, mi amada, más que una nota es una carta. - Sonreí. - Eres tan hermosa, siempre, radiante ante todo.•- Gracias por el vestido - dije al fin -. Aunque aún me debes un juego de ropa interior - sonreí. Me miró en silencio.•- Entonces... - dijo mientras su mano comenzaba a subir por debajo de mi falda, acariciando mis piernas - Estás...deliciosa. - Retuve el aliento y mordí mi labio. Su mano subió más - ¡Oh Victoria!•- ¿Sabes? - dije levantándome -, me casaré contigo.•- Eso ya lo sabía, mi amor.•- Pero yo no totalmente. •- ¿Ah no? - inquirió.•- No, pero ya lo sé... - dije y lo besé apasionadamente. - Me casaré contigo.•- ¡Hey! ¿Qué es ese olor? - dijo arrugando la nariz. Yo abrí los ojos sorprendida confundida. - Huele a...perro.•- ¿Qué?•- Debe haber un lobito cerca. ¡Mal paridos! - dijo y mordí mis labios. - ¡Pulgosos, peludos, hocicones!•- Hablas terrible de ellos y supongo que ni siquiera los conoces - dije y me puse seria.•- Ni quiero conocerlos, no hay necesidad de conocerlos para saber lo que son.•- Eres prejuicioso.•- No, sólo digo la verdad, mi amor. •- Eres soberbio, Franco.•- Puede ser. Pero eso no quita lo que ellos son - dijo mirándome.•- Y lo que somos nosotros, ¿qué? - me sentí indignada. •- Somos la mejor raza en este mundo, somos invencibles.•- ¡Arggg! - gruñí.•- ¿Qué pasa, amor?•- Nada. No pasa nada.•- Dime, anda - insistió. •- Debo irme, tengo reunión con el clan en un rato. •- Vic - me tomo en sus brazos -. ¿Todo está bien?•- Sí. Tranquilo. Debe ser el embarazo que me pone, como loca. - Él rió. - En serio.•- ¿Culpas a mi bebé por eso? - dijo sonriendo. •- Te amo.•- Y yo a ti mi amor - dijo abrazándome y me besó.•- Te amo tanto.•- Lo sé. Él tomo su camino rumbo a las montañas, su lugar preferido después de cualquiera donde estuviese yo. Y yo rumbo a mi hogar, si así se puede llamar, sumergida en cientos de pensamientos que englobaban a los vampiros y a los hombres lobo, mostrándome imágenes de una lucha interminable donde yo, como siempre, estaba en medio de ambos, sin saber qué hacer, sin saber qué pensar, sólo cerrando los ojos para no ver la sangre derramada por ellos. Dejen comentarios por fa....Gracias por leer Hacía un calor más que infernal y, sin embargo, mi cuerpo temblaba de frío, sudaba, pero no dejaba de temblar, jadeaba como si el aire no llegara a mis pulmones, un mechón negro se pegaba a mi rostro y mis ojos, sumamente abiertos, miraban a todos lados. Parecía caminar en círculos, no veía llegar a ningún lado, todo era igual: paredes rojas, cuadros, pilares inmensos que sostenían el techo rojizo, nada parecía cambiar, ni de forma ni de lugar. Me sentía con nauseas y mareos como si me fuese a desmayar, pero luché, jalé aire apresuradamente y no me detuve. Una habitación tras otra, y así sucesivamente, seis para ser exactos, y todas igual. Una melodía sonaba, en algún lugar un piano se dejaba escuchar, esa música perturbaba, parecía no callar, no tener fin, sonaba, sonaba y sonaba, aunque me alejara del lugar. Era como si la música viniera de las paredes, de los cuadros, de aquel siniestro color rojizo que entorpecía los sentidos de cualquier mortal. Pero no soy mortal, y eso me enfadó más. Al fin el panorama cambio, el mismo color brillaba, más cuadros, flores que adornaban altivas los rincones de la habitación, hermosas cortinas de seda roja enmarcaban dos enormes ventanas que dejaban el aire pasar, un par de mesitas caoba cubrían el centro, sobre una de ellas dos copas, aún vacías, yacían firmes, escoltando una botella de vino. El fuego ardía en la chimenea, incesantemente. Pero lo más fascinante era la cama, tan cómoda a la vista, sus almohadones perfectamente acomodados, sus sábanas, tan blancas que lastimaban la vista, eran cubiertas dulcemente por una hermosa cobija roja. Me mordí los labios para reprimir mi deseo de tocarlas. Del dosel de madera, exquisitamente tallado, colgaban suaves mantos traslucidos, color sangre, estos danzaban motivados por el viento y la música que aún sonaba por doquier. Un escalofrío recorrió mi espalda al mirar la silueta a través de los mantos, la silueta, cuyos ojos miraban fijamente mi cuerpo paralizado. Reaccioné tarde y eché a correr, pero aquel ser fue más rápido y bloqueó mi paso. Sonrió. Movió despacio la cabeza en negación y suspiró. Sus ojos se sumieron en mí, me bloqueé, no dejé de mirar sus ojos, me aturdían, sus labios, sutilmente delineados y morados, se abrieron. •- ¿No pensabas marcharte sin decir adiós, oh sí? - Su voz melodiosa llenó el ambiente, no dije nada. - Me sentiría muy triste si así fuera.•- Yo...- las palabras se cortaban en mis labios, no lograban salir.•- ¿Sí? - dijo. Se aproximó a mí, inclinándose para igualar su rostro con el mío. Era tan perfecto, sus ojos oscuros como la obsidiana, con un brillo intenso que me hacían suspirar, sus facciones duras y cuadradas, lo hacían parecer un sueño, y su cabello, más negro que la noche, ligeramente ondulado, se retorcía en parte tras sus orejas y uno que otro mechón, rebelde, caía sobre su frente. •- Yo...- respiré al fin y agité la cabeza para volver a la realidad - Yo no tengo por qué darte explicaciones - dije al fin, apartando la mirada. Él soltó una carcajada, mofándose de mí. •- Victoria, Victoria, Victoria - repitió mi nombre canturreando y haciendo ademanes con la mano derecha -. Mi dulce Victoria. Siempre he amado esa rebeldía tuya. Me vuelve...- se estremeció - ¡Argg! Loco.•- Espero que tu locura termine por aniquilar tu vanidad y tu ego - alcé la mirada rumbo a sus ojos y apreté el puño. •- Me excita verte así. Eres tan ardiente cuando te enojas Se dirigió a la mesita que soportaba el vino y las copas, tomó la botella y hábilmente la destapó, vertió líquido en una copa. Seductoramente llevó la misma hasta su rostro y olfateó el aroma del vino. •- ¡Uf! Vega Sicilia, cosecha de 1865, de lo mejor que hay, un buen vino español. Aunque he probado otros muy buenos, éste es mi preferido - presumió. Velozmente sirvió la otra copa y la colocó en mis manos. Su aliento frío inundaba mi rostro. •- Brindemos, princesa mía. Brindemos por la gloria de la inmortalidad. - Lo miré sin parpadear, mi respiración se aceleraba. - Por tu belleza, por tus hermosos ojos negros, que tengo la dicha de mirar. Por tu sangre pura, por tu cuerpo, por tus hermosos senos. - Contuve el aliento cuando su mano se posó en mi pecho izquierdo. - Por todo tu ser. - Su mano siguió la silueta de mi cuerpo hasta mis caderas, no me moví. - Por ti. Sonrió y bebió completamente el contenido de su copa. •- ¡Esto es más vida que lo que los mortales llaman vida! - Dijo y arrojó su copa al fuego. Me arrebató la copa, aun llena, y me tomó en sus brazos, inclinándome sobre mi espalda. •- Bebe, hermosa mía. Bebe y moja tus dulces labios con alcohol - dijo divertido. Yo estaba helada, aturdida. Sellé mis labios y al ver eso rió, sacó su lengua humedecida por el vino y su saliva y los lamió, suavemente, al mismo tiempo que dejó caer el líquido sobre mi pecho para saborearlo con su boca. Me estremecí. •- Eres tan dulce, Victoria, tan dulce que haces que mi cuerpo arda - dijo con suave voz. Me agité en sus brazos y me aparté de él rápidamente. •- Eres un demente - dije agitada y enfurecida -. Te crees amo y señor de todo, pues te equivocas. No eres más que un simple inmortal, como cualquiera. Ni más ni menos. - Mordió sus labios y puso sus manos sobre su pecho, llevándose contra la pared, lejos de mí. •- Hieres mis sentimientos, querida. Me destrozas el alma con tus palabras - dijo sollozando.•- ¡Di lo que quieras! ¡Ríete si te hace sentir mejor! Me da igual. Para mí eres igual que todos y peor aún. Pues los demás conocen su lugar, pero tú osas en sobrepasar el tuyo - mis ojos brillaban de la ira y mi respiración era tan fuerte que se escuchaba en toda la habitación.•- ¿Y es por eso que huye de mí, princesita? - dijo mientras se acercaba a mí.•- ¡No te acerques más! - ordené y él rió - ¡No te acerques o te arrepentirás! •- A ver si entendí. No sólo pretendes ordenarme sino que también me amenazas - se mofó y siguió avanzando - . Me sorprende, princesa. Sabe que soy inmune a sus caprichos.•- Haces muy mal en subestimarme, Franco, no deberías arriesgarte de ese modo. •- ¿Y qué harás? - se arrojó a mí, elevándome del piso contra la pared y sujetando mis muñecas con sus manos - ¿Arrojarme al Sol quizás? ¿Agua Bendita? ¿Crucifijos? ¿Ajos? - su cuerpo presionaba fuertemente el mío - Sabes que eso es basura. No funciona conmigo, con ninguno de nuestra raza. Lo sabes - lamió mi garganta -. Dime qué harás para detenerme. Para evitar que mis manos estrujan tu cuerpo y se sacien con la suavidad de tu piel. - su mano se filtró por debajo del vestido y acariciaba mi muslo derecho con fervor - ¡¡Dímelo!! - gritó.•- ¡Suéltame! - dije con dificultad, agitándome.•- No lo haré. No sin antes hacerte mía - amenazó. •- ¡Qué me sueltes te digo! - grité y golpeé con mi rodilla su entrepierna. Caímos al suelo. Me levante y corrí con velocidad. Me alcanzó, sujetó mi pierna y caí de nuevo. Se postró sobre mí. •- ¡Déjame tranquila! - dije y rasguñé su mejilla izquierda, la sangre que rápido broto, rápido desapareció. •- Eres ruda, pequeña. Eso me gusta de ti.•- Eres un idiota - dije mientras me movía para zafarme -. Y no me llames pequeña. - Maldito vestido, me volvía torpe. - ¡Arrggg! - chillé - ¡Déjame ya! Sus manos parloteaban por mis caderas, él sonreía divertido. •- Pequeña Victoria. Te recomiendo que te calmes y te limites a disfrutar de esto como yo lo hago. - Enrolló la falda hasta mi cintura, y me sujeto fuertemente los muslos. - Vamos, amor. Abre tus piernas para mí. - Me agité con fuerza y me zafé de nuevo. - ¿A dónde vas? Me tomó de espaldas y me llevó contra la pared, desgarrando con furia mi falda para dejar mis piernas en libertad. •- Te conviene que no te resistas. Serás mía, te guste o no. Por las buenas o por las malas. - Su mano frotó mi piel, la cara externa de mis muslos, lentamente. Ladeó mi cabeza y besó mi cuello apasionadamente. - Tú decides, Victoria. •- No hay decisión en ello, Franco. •- Tienes la opción de disfrutar esto pacíficamente o disfrutar esto de la manera bestial y salvaje - dijo mientras metía su mano en mi entrepierna. - ¿Qué tan dispuesta estás, Victoria? - Mordí mi labio inferior y contuve la respiración al sentir el roce de sus dedos sobre mi sexo. - ¡Oh, Victoria! Eres una hembra lista para mí - presumió. •- ¡Ya basta! - mi voz sonó inaudible - ¡Detente!•- ¿Qué dices mi amor? - dijo Llevó una mano a mi seno derecho y comenzó a sobarlo con suavidad y lujuria, mientras su otra mano pasaba la barrera de la fina prenda para adentrarse en las humedades de mi sexo. •- ¡Victoria, Victoria! Me fascinas, eres una diosa, divinamente creada. Sus dedos se sumieron más en mí, llegando al mástil de mis deseos, al pequeño soldado firme de mi clítoris, que ardiente respondía las caricias sutiles de sus dedos. De mis labios un gemido se escapó. •- ¡No sigas, Franco! - Me retorcí fuertemente, pero fue inútil, me sujetaba bien, pese a que cerraba los ojos extasiado, me tenía firme. - ¡Eres un bárbaro! Bajó la prenda para descubrir mi sexo, ésta cayó hasta la mitad mis muslos. Ya no sólo estaba húmeda, el flujo corría por mis piernas, ardiente, desnudando mi deseo por él. •- ¡Suéltame! - chillé, pero fui ignorada. Ya no sabía si quería ser escuchada, presa de mis deseos carnales, presa de los estímulos de aquél, ya no sabía nada, pero aún gritaba y amenazaba como podía. •- ¡Aahh! - gemí sin más. Franco limpió con su lengua el flujo de mis piernas, subiendo con besos y lamidas hasta el pubis inflamado y que ardía en calor. Comenzó a lamer entre mis labios, abriéndose paso, con su mano separó más mis piernas y logró llegar hasta donde quería, rodeó con sus labios mi pequeño soldado y lo apretó. Yo aullé al sentirlo, no se inmuto, siguió motivado, chupando con pasión mi clítoris, lamiendo las mieles que fluían de mí, en movimientos circulares, verticales, horizontales, en toda dirección, se saciaba de mí, de mí ser, de mi sexo embrutecido por el deseo. Contuve la respiración y mordí mis labios fuertemente, me estremecí, mis uñas se clavaron en la pared, me sentía arder, consumida por un fuego ajeno, por la pasión, por la lujuria, me desconocí totalmente. •- ¡Yaaaaaa! - grité, sin saber por qué gritaba, sin saber si era para que se detuviera o era porque el clímax llegaba. Mi cuerpo se retorció, los espasmos llegaban uno tras otro. Franco motivado, lo hacía más rápido. Pegué el rostro a la pared y rasgué la pintura con las uñas. No soportaba más, estaba a punto de estallar y empapar su rostro. Él encajó sus uñas en mi vientre y se impulsó para chupar con fuerza. •- ¡Aaaaaaaaaahhhhhhhhh! - grité eufórica echando el cuerpo hacía atrás, convulsionando. Mis fluidos chorrearon sobre su rostro, y él bebía cada gota de mí, saboreando, sin dejar de mover la lengua y los labios. Sentí morir. Mi cuerpo agonizaba deliciosamente, extasiado. Mi grito llenó la habitación, el vampiro se alocó tremendamente, me giró ágilmente y destruyó el resto de mi ropa, dejando a su merced unos senos endurecidos, y brillantes por el sudor de mi pasión. •- ¡Para yaaa! - supliqué. Su boca devoraba mis senos, alternadamente, chupaba y mordía mis pezones, mientras sus dedos me masturbaban aun. Parecía fuera de sí, presa de su excitación, de su lujuria, casi animal. Se despojó de sus ropas de inmediato. Y al besarme con tanta pasión sentí su virilidad endurecida posada en mi vientre. Palpitaba, ardía. Su sexo imponente, me excitaba más, lo quería para mí, en mí, en mis adentros. Mis labios sangraban por mis mordidas anteriores, él saboreo mi sangre tibia. Mordí los suyos, jalé su lengua, la chupé, no sabía de mí, no era yo quien se entregaba a ese ser, era alguien que no conocía. Entonces me miró, con el fuego en sus ojos, su respiración agitada y su tez morena, bañada en sudor. •- Mírame y... dime si quieres... que te deje...Te juro que lo haré. - dijo con voz entre cortada. Su rostro suplicaba mi comprensión. No dije nada, aún sus palabras me quemaban y aferré sus labios con mis dientes, clavé las uñas en su espalda y lo atraje a mí. Sujetó mis piernas y las separó sin resistencia. •- ¡Ahh! - solté un gemido corto al sentir su miembro firme entrar en mi vagina. Mordió mis hombros y yo solté un gritó. Aprovechó eso y dejo entrar profundamente su sexo. Yo grité más y desgarré su espalda. Él aulló del dolor y aferrándome por las nalgas comenzó a moverse, sus embestidas me hacían gemir de placer, aullar, gritar, mordí su cuello, sus hombros, sus labios, elevé las piernas hasta su cintura y comencé a mover las caderas a su ritmo. Sus penetraciones profundas me hacían enloquecer, mi sexo chorreaba de placer, y él se movía con euforia, una y otra y otra vez. La pared era nuestra cama, nuestro nido de pasión. •- ¡Victoriaaaaaaa!- gritó estremeciéndose. Era un dios haciendo el amor de esa manera. Lo empujé suavemente y comprendió, se dejó caer en el suelo, teniéndome sobre él, a mi antojo, al servicio de mis caprichos, para mí. Cerró los ojos cuando sintió mi boca sobre su sexo, mi lengua embrutecida por el calor, cubría de saliva su cuerpo, mis labios besaban todo de él, y comencé a chupar con frenesí su mazo adorado, jalé fuerte y él vibró, chupé, jalé, mordí suavemente, mi boca se saciaba con el sabor de su pene endurecido para mí y por mí •- ¡Aahhhh! ¡Eres divina, amor! - dijo excitado. No pude esperar más, quería tenerlo dentro nuevamente. Sin más espera me monté en él, y cabalgué rápidamente sobre su sexo. Mis caderas alocadas se movían, cada vez más y más duro. Gemí con él, grité, aullé, clavé mis uñas en su pecho para impulsarme. Comenzó a convulsionar y yo con él. •- ¡Victoria, Victoriaaaa! - grito mientras se agitaba. Su pene palpitaba dentro de mí, me retorcí igual, ya no podía más, ni él tampoco. Ambos comenzamos a temblar terriblemente, pero no paré, no paré hasta que mi sexo se corría de nuevo y hasta que él dejo salir su elixir bendito dentro de mí al mismo tiempo que se agitaba y gritaba un sonoro "Te amo". Tumbada a su lado, con sus brazos rodeándome, vi como el cielo se iluminaba por el sol. Aun jadeaba, y él resoplaba fuertemente, completamente extasiado. Acariciaba mi piel. Yo dibujaba con mis dedos sobre su pecho. Lo sentí sonreír y lo escuché suspirar. No parecía el mismo de hace unas horas. No parecía aquél que intimidaba y me hacía perder los estribos y amenazarle. Parecía otro, alguien dulce, enamorado, entregado a mí, sereno. Y sin duda yo no era la misma, aquella fierecilla rebelde que le insultaba, que se sentía sometida por él, ultrajada por sus manos y sus besos. Ahora era su esclava, su dueña, su hembra, un ser hechizado por sus ojos, por sus labios, por su forma de amar. Éramos dos desconocidos que justo ahora comenzaban a presentarse con el otro, dos, que después de hacer el amor, desnudaban su alma, o lo que fuera que tuviéramos, para que el otro la contemplase a su placer. Éramos uno, enlazados por un deseo pasional y salvaje y un amor sutil, inigualable, que fortalecían nuestro lazo. •- No te vayas de mí, jamás - su boca habló.•- Jamás parece poco tiempo para el que tengo pensado quedarme contigo - dije.•- Te amo, Victoria - susurro -. Te amo desde el día que te conocí.•- Te amo igual, Franco - confesé -.Desde mucho antes que yo lo descubriera.•- Eso, ¿qué significa? - sonrió•- Significa que te amo de toda la vida.•- Cásate conmigo.•- ¿Los inmortales pueden casarse? - bromeé •- Para nuestra raza nada es imposible - vaciló. Suspiró y se levantó para mirarme a los ojos. - En serio. Cásate conmigo, y démosle a ese bebé que esperas una familia. - Abrí los ojos sorprendida, él adivino mi pensamiento. - Tú lo sabes también, Victoria, sabes que un ser crecerá dentro de ti, después de hoy. •- Pero... ¿cómo? - dije. Él levantó la mirada e hizo un además con las manos.•- Veras, está una flor y una abeja... - comenzó. Me eche a reír estruendosamente.•- Te amo - le dije•- También te amo, mi vida. Me besó dulcemente por unos segundos y se detuvo para mirarme de nuevo. •- Entonces... - dijo esperando mi respuesta•- ¿Una familia? - enfaticé - No suena nada mal, amor. Uní mis labios a los suyos y con el sol como testigo, me entregué nuevamente a los deseos de su amor. Esperen las partes que siguen...espero sus comentarios Pensé escribir sobre las personas que dan por hecho que amo el rosa por ser mujer, que amo hablar de maquillaje y de ropa a la moda, sobre aquellos que por ser mujer creen que me volveré delicadísima y súper fresa. Obvio soy fresa, pero no tan fresa como se espera que sea una mujer. Justo ahora pienso en escribir mi lista de "Las 10 cosas que odio sobre todo", pero igual uso mal el termino odiar, pues no me gusta odiar, creo que ni sé qué es el odio. Aunque claro, seguramente no faltará quién salte y me diga que estoy equivocada, "Todo mundo ha odiado, no hay nadie en el mundo que no lo haya hecho", dirán y yo sólo diré, cansada de dar y defender mi punto de vista, "Okey". He dicho tantos "Okeys" que a veces me harto y en lugar de ello digo "¡Hummm!, lo pensaré" o "¡Hummm...!, quizás tienes razón", sólo por decir algo y hacerle creer que me está convenciendo y lograr que se calle. No siempre funciona, lamentablemente. Hay gente que puede hablar y hablar, expresando sus juicios, que más bien pintan a prejuicios, expresando su pensar, su modo tan perfecto de vivir, empapándote, según ellos, de la verdad absoluta, porque "Así es el mundo y punto", y porque yo, estoy equivocada. Quiero y Debo declararme incompetente en el juego de la vida, ignorante ante sus verdades, que yo hacía ocultos, más que manifiestas, ante sus misterios, que ya no son misterios, evidentes, ante su simplicidad, que me parece absurdamente planteada, que yo complico. Sí, soy Jessica y me declaro incompetente. Deberían encarcelarme por vivir 22 años bajo el influjo irreal de lo que es vivir. O mejor aún, encerrarme en un Psiquiátrico por mi incoherencia mental, por la irracionalidad de mis pensamientos y lo absurdo de mis planteamientos futuros. Estoy decidida a llevar a cabo cualquier condena que se me imponga, porque soy culpable. No, en lo absoluto deseo que me tengan lastima, no la merezco y ni la quiero. Es probable que digan que estoy chiflada, tal vez, con tanto que me dicen, y desconozco, no sé si dudar que tengan razón. Por ello repito mi disposición a ser internada en un "manicomio". Prometo no poner resistencia. Aunque no puedo prometer no decir oraciones ilógicas e incoherentes. No prometo privarme de gritar lo que pienso mientras me ponen la camisa de fuerza. Ignórenme. Todo lo que digo va más allá de toda realidad cuerda. Lo admito. Y autorizo, plenamente y bajo mis facultades mentales, pocas pero que aún sirven para autorizar esto, que hagan uso de todo lo que digo en mi contra, y a favor del juicio al que seré sometida para declarar el tiempo de mi sentencia. Que puedo asegurar, no porque lo sepa, yo nada sé, que será eterna. Antes de hoy me cuestionada sobre la verdad, sobre lo real, sobre aquello implícito por naturaleza y lo implementado por el ser humano. Me pasaba largos ratos analizando las diferencias, buscando los límites entre uno y otro, escribiendo sobre lo que pensaba de ambos y lo que me hacían sentir. Colocándome de vez en cuando en un punto neutro o específico que me ayudará a descubrir dónde debo estar y dónde quiero estar. El mundo se me antojaba versátil, manejable, cual masa aforme que debía tomar la forma que mis manos le dieran. Se me antoja así, neutro totalmente, manipulable por el antojo del ser, por el capricho del alma. No estático. Viví engañada, eso me dicen. El mundo no es así, no es versátil, no es masa, no es así. El mundo es estático, determinante. El mundo es así. Siempre así. Y te aguantas. El mundo es cuadrado, como decían los antiguos seres, ¿o estoy equivocada?, seguramente lo estoy, pero seguiré. El mundo es cuadrado y no redondo, ¿quién dijo tal mentira?, el mundo es tan cuadrado como no se imaginan. Tiene limites, y muchos, tiene cientos de reglas y leyes y normas y un montón de cosas que regulan otro montón de cosas. Hay reglas para comportarte, para pensar, para decir, para sentir, para vestir, para vivir, para todo. No me asombraría que censurarán esté escrito por faltar a la regla de la cordura y por ser, en la mayoría de su contenido, una sarta de tonterías, que más que humanas, parecen bestiales. Condénenme, ya lo dije, tienen mi autorización. Pero déjenme continuar, tómenlo como mi última voluntad, antes de encerrarme en los caprichos de ustedes los humanos. Desconozco cuál vaya a ser mi destino, quizá me partan por la mitad y me examinen en algún laboratorio. Tal vez mi destino sea el área 51, o qué sé yo. Aunque dudo que encuentren algo de provecho en mí. Todo está podrido e inservible, demasiado fantasioso, torpe, absurdo. Pero en fin, igual hagan lo que sea necesario para asegurarse de que lo mío no es contagioso. No queremos otra alarma por epidemia, suficiente tenemos con la porcina esta. Aunque considero que mi mal es peor que todos los males. Pero no sé cuál es mi mal. Claro, no puedo saberlo, no cuento con la capacidad de saberlo. Apenas entendí que las pasiones no sirven, que son basura, tonteras de la mente y el espíritu. No se vive por pasión, sino por necesidad. Amar algo y hacerlo por amor es cosa de cuento de hadas, de fantasía. No es, hasta que uno vive en la realidad cuando te cae el veinte de que lo que dices y piensas son tonteras. Ideaciones infantiles. Utopías. Necedades estupidas. Lo que sea, menos sensatez. Entendí que el mundo es frío. El sol no sirve para nada, no calienta. Todo es tan frío, tan calculado, tan material que es estúpido pensar que de ser de otra manera se puede sobrevivir. De amor no vives. No puedes regalar. No puedes dar. No puedes. No puedes. No puedes. Nada puedes, porque si puedes mueres, mueres sin nada. ¿Amor? ¿Qué es eso?, no hay amor, sólo ideaciones del amor, sólo tonteras. No hay tiempo para el amor, de amor no vives. El amor mata. No puedes morir. No puedes y por lo mismo no debes permitir que ese mal, llamado amor, te contagie. No puedes morir. Te hace débil. No puedes soñar. Te hace débil. Lo sé, es absurdo lo que escribo, sin sentido, sin razón. Júzguenme por eso. Anótenlo en la lista de delitos que me adjudicarán. ¿Puedo decidir cómo será mi final? No, me lo suponía, no cuento con la capacidad para opinar en algo tan serio. Bien, confío en su capacidad y aunque no confíe, no puedo opinar. Qué más da. Ya mucho lo he dicho. Todo es un final. Fantasía pura. Irrealidad. No hay pasión por la vida. No hay amor. No hay entrega. No hay más que un mundo cuadrado y frío. No hay más que mi locura declarada, mi culpabilidad. Sólo me queda firmar mi autorización. Declarándome hoy, 20 de Junio del 2009, totalmente fuera de mis facultades mentales, de mi racionalidad, que nunca tuve, y quedando en manos de todos aquellos, mujeres y hombres, quién sea, que sean poseedores de la verdad y razón absoluta, de la perfección y cordura, que jamás alcance y alcanzaré. P.D. Bienvenido sea, lo que su palabra sentencie. Atentamente. Jessica Escamilla Ibarra. Dulces copas de cristal, empañadas por el calor que se desprende del fuego que arde en la chimenea de esta habitación, reposan altaneras en la mesita de centro, custodiando altivas a la botella de vino terminada. Benditas notas que componen un vals, pues tan sutiles son, que conducen nuestros cuerpos en este baile. Eres tan bello bajo la tenue luz, incluso con ese ligero aliento alcohólico, en especial cuando sé que mi aliento es igual. Tus hermosos ojos negros que me miran fijamente recorriendo cada rasgo de mi rostro cubierto por la sombra producida por el ambiente, me intimida, tus labios entre abiertos me invitan a sumergirlos en un largo beso en mi boca. Tu cuerpo junto al mío es más que calido, ese fuego confundido que quiere nacer, se esconde entre la jaula de mis piernas y bajo ese pantalón color negro que portas. Te deseo, no lo oculto pues tú lo sabes, y sé, querido amigo, que me deseas igual; es tu carne la que grita ansiosa respondiendo a los ruegos de mi entrepierna alocada. Mi diente superior ahora tortura a mi labio inferior con una mordida al sentir tu húmeda lengua en mi cuello. Un suspiro, y exhalo fuerte al sentir mis pechos acorralados por el tórax de tu cuerpo, te estremeces al sentir mis senos excitados, explotando su deseo con mis pezones erectos. Qué locura, que magnifica sensación se desprende de mi cuerpo mientras me besas, y nuestras lenguas se cruzan. Sin demora mis ropas abandonan mi cuerpo impulsadas por los caprichos de tus manos y dedos. Eres hermoso cuando besas mis senos, apretando con fuerza las líneas de mi cintura, y aferrando los bultos de mis nalgas. El néctar de tus labios envenenan mi boca de nuevo y mis manos inquietas ordenan a tu ropa marcharse, para que mis ojos perversos vean tu cuerpo desnudo.¡Oh! El sabor de tu piel es delirante ante la humedad de mi lengua y tu sexo, no se diga de tu sexo, que convence a mi boca cada vez que lo aprieto, mis labios lo acorralan y tú te estremeces y gimes por el calor interno de mi boca, tiemblas, amor, y suspiras con tal fuerza que mi excitación me provoca ansiedad. Veloz y delicado me tumbas en el sofá, ese bendito sofá rojo, cómplice de nuestras locuras y pasiones. Tu cabeza sumergida entre mis piernas pidiendo más, saciando tu sed entre mi cuerpo. Eres divino al besar. Me dejas sentir tu virilidad de un golpe en mis entrañas, obligando a mis piernas envolverte y aferrarse a ti. ¡Oh amor!, eres un dulce cuando haces el amor de esa manera, bebiendo de mi y saciando mi sed, entrando como ladronzuelo en mis adentros, explotando el calor, hurtando mis deseos, haciéndome gemir, gozar. Amor brindo por ti mientras mueves tus caderas, brindo por nosotros mientras mis senos al compás se tambalean, brindo por esto y por lo que sigue, no importa que no haya vino, pues tú tienes el licor de mis delirios. - ¡¡¡Aaaaaaaaahhhhhhh!!!Gritó la chica al sentirse encerrada, prisionera de un qué sé yo, que la aterraba, que la hacía sentirse asfixiada, desgastada.Al instante se tumbó en el filo de su cama, con medio cuerpo al aire, con el alma destrozada. Cerró los ojos y apretó los labios para no gritar más. Sin saber cuándo comenzó a llorar, inconsolable.Todo terminaba pero nadie anunciaba el final, ella desistía pero él la atraía más. Cómo dejarlo si él por si sólo la atrapaba, la tiene en sus manos y ella se canso de luchar.Lloró, lloró con el corazón hecho pedazos, con el dolor en sus labios, con los gritos ahogados, lloró con fuerza, sujetó la almohada y su rostro cubrió, entre llantos y asfixias, el nombre de él pronunció.El llanto cesó, el silencio se detuvo y el tiempo lloró, nada pasó, nada pasaba, y el frío anunciaba que el final por fin apareció. Si pudiera explicarte lo que hoy siento. Si tuviera el valor de decirte lo que hoy muero. Seguramente no estaría enfadada conmigo misma, y es muy probable que ya no pasaría las noches añorando por ti. Aún contando las lágrimas derramadas desde que todo termino, aún haciendo cuenta clara de los sollozos, de los suspiros perdidos, de las veces en que la vida parecía escaparse de mí, de los momento en que me sentí absurda abrazada a mi pecho gritando tu nombre, ni aún así lograría borrarte completamente de mí. ¿Qué tan dañino fue amarte? Ya no sé si es lo que pregunto constante, ya no sé si quiero saber la respuesta o quedarme con la duda. Ojala supieras lo que vivo, cuántas veces me he limitado a decir "no", a rechazar invitaciones, a negarme a las simples llamadas de amigos que me alentar a salir, a dormir sin llorar. Ojala supiera y pudieras ver cuánto me afecta que no estés. Sé que fue mi decisión terminar todo, pero sabes bien que tu bendita y alocada personalidad seductora, coquetería descarada, tu poca capacidad de aguantar la lejanía, me llevaron a ello. Tu tonta indiferencia. ¿Por qué dijiste que me amabas? Tonta yo que te creí, pero demonios, sentía que me amabas. Tantos sueños, tantos planes, tantas fantasías construidas entre los dos, ¿las has olvidado?Bien, Te amo, es la verdad. Te amo y duele amarte, mucho. Te amo y esa palabra, ese bendito sentimiento me quema, calcina mi ser, arde en mi alma, suplica a mis labios por salir, hierve en mi corazón; el mismo corazón que tocaste con tus manos, que juraste proteger y cuidar. Te amo y Dios sabe que bendigo el día en que te cruzaste en mi camino, bendigo los momentos que todo comenzó, los que vivimos juntos. Te juro amor, que no te odio, aunque sería más fácil odiarte, más sencillo, menos dolor, pero no puedo, no quiero, no te odio. Te juro, también, que si eres feliz, que si la vida te sonríe ahora sin mí, me doy por bien servida, porque rezo por tu felicidad, rezo por ti. Lo juro por el amor que aún te profeso. Mi lengua, valiente caballero,airoso, aventurero,dibujando las líneas de tu cuerpo,trazando caminos, mojando los surcos de tu piel,va devorando, probando las mieles de tu ser,anhelando tu boca,tu lengua infiel.Va trazando, andariega, senderos en tus caderas,percibiendo el calor,excitante calor, que genera tu sexo,imaginando, salivando, por otorgarte placer.Mi lengua, traicionera, puta a conveniencia, se ha obsesionado en tu ser,en tus senos endurecidos,en tu vientre seductor,en tu sexo suplicante,que palpita, que yergue,que domina. Traicionera, puta embrutecida,que te quiere poseer,saciarse de ti, de tu cuerpo,de tus fluidos internos,confundiéndote, haciéndote vibrar,lamiendo, lamiendo y chupándote si le place,llevarte a la locura,seduciéndote, impulsándote,más allá de tu existir,para que te puedas venir. Esperé ansiosa tu llegada y no viniste,pasaron las horas y llego la noche y de ti no supe más,esperé paciente, pero defraudada,por el sueño me deje vencer. No sé de ti, ni lo que pasa,no sé por qué, ni entiendo nada,me dejo guiar por mi sentir,aunque en el tu ya no estabas. Es más cruel la ausencia de ti, mi amor,cuando ésta se acompaña de tu presencia,es más cruel cuando estás y no a la vez,que cuando te has ido para nunca volver,maldita ausencia que se acompaña de intriga,de la sensación absurda de no saber,maldito eco que en mi pecho anuncia,el temible final de lo que antes fue. De verdad que esperé a que llegaras,paciente rogué que me hablaras,sólo quise conversar,aclarar lo que pasa y no más,pero no llegaste,me quede quieta, absorbida por los pensamientos,interrogue a mi amor, a ese que por ti siento, y no dijo nada, ni siquiera me dio esperanza,porque lo sabe aun mejor que yo,sabe que todo se congelo, y no hay más,mi alma se agota de luchar,mi corazón acepta ya la derrota de tu adiós,pero no mi pensamiento. Maldición sólo háblame y di lo que pasa,sólo házmelo saber por favor,no pido más, sólo palabras,para poder determinar entonces,si decido continuar esperando,o de una vez me tiro, con el alma confundida,y sentimientos defraudados,a la necesidad de volver a caminar,a seguir por la vida, sin ti,buscando nuevos aprendizajes,hallando derrotas y alegrías,pero ya no me atormentes con tu silencio,no temas decirme "se acabo", sólo hazlote aseguro que no moriré y que en cambiopor lo vivido te agradeceré. Discúlpame por favor, si hice mal en quererte,no sabía, te lo juro, que mi amor te afectara tanto,pensé que no causaba ningún mal, adorar así,disculpa mi ignorancia,el no saber que en ocasiones el amor entorpece,y hace mal,disculpa entonces, porque tuve la errónea ideade que "amor" es lo que pedías, y amor es lo que te di,quizá fue falta de comunicación,debí preguntar antes qué necesitabas,quizá lo que tú requerías era indiferencia,o no lo sé,debí preguntar, sin duda, debí hacerlo,desconocía que amar fuera algo estúpido,y que la gente pedía otra cosa. No, no pienses que hablo en sarcasmo,¿cómo podría, si el error fue mío?Discúlpame por favor cariño,te prometo que por más que se me haga ilógico, y hasta demasiado tonto,ya no amaré,ya sé que lo que la gente quiere es indiferencia,¡ja! No sabía que eso movía el mundo,siempre juré que era el amor. Hice mal en quererte,seguramente me volveré a equivocar,porque te juró que no sé de otra cosa,que no sea el amar,sí, ya lo sé, volveré a lastimar con mi amor,y seguramente como tú lo has hecho,volverán a renunciar y me dirán sin palabras,"Cariño, tu amor me hace mal, me has dañado",y yo volveré a disculparme y se volverá a repetir,porque no dejaré de amar, aunque eso te haga morir. Al final de la Utopía errante de una vida de sombras y fantasmas,hallé a ese ápice de luz que de la cima descendía,la cima quizá de tu propia tormenta enaltecida,furiosa y enojada contigo. Pues aun después de la catástrofe de una historia continua,de derrotas y desamor, de dolor, y de falta de esperanza,me di cuenta que aun existe la posibilidad de un vivir mejor,comprobé que, así como las cosas no buenas pasan en un abrir y cerrar de ojos,las cosas mejores igual, sin el previo aviso, sin anunciar,sólo pasan y sorprenden, pasan y atemorizan después. No es porque me de temor las cosas buenas en la vida,en lo absoluto, lo que me atemoriza, es perderte de la misma manera en que te encontré,así, sorpresivamente, me da terror despertar un día y saberte un sueño, fantasía,me asusta pensar que tanta dicha se me escape de las manos y tú ya no estés. Al final, cuando apago la luna para conciliar el sueño,y logro neutralizar esos pensamientos y temores,tu imagen aparece y siento ese placer delirante que generan tus besos,siento el tibio rose de tu piel, y la energía cautivante de tu mirada,admiro tu presencia tendida, como humo transparente, sobre mi cama,como huella necia, que pese a los pasos del tiempo, se aferra aun borrosa. Pienso en ti con mayor frecuencia, y cada pensamiento es como una pulsación en mi pecho,como una exhalación, como ese suspiro profundo y placentero,cada que pienso en ti, el mundo se detiene y no hay más,abarcas mis ideas, mis palabras, mi mirar,mi presente y mi ahora, protagonizas sin querernovelas escritas con la ternura de mi pensamientoy la lujuria de mi alma,con la perversidad del deseoy el amor de mi boca,protagonizas mi pasión. Puedo hablar de lo dulce y de lo sublime de tu estancia en mi vida,podría incluso comentar las frases más cursis que se me inspiran,inclusive podría construir una historieta al estilo Shakespeare,con sus amoríos pasionales y frenéticos,o podría concebir un amor al estilo Sor Juana,llena de dolor por un hombre y a la vez necesidad por él,en fin, puedo optar por cualquier postura y ninguna manifestarían lo que realmente siento,no es que alardee o piense que lo mío es mejor o peor, o quizá diferente,ya que seguramente hay más casos de "enfermedad por amor",no lo niego, pero para mí, cada momento es diferente y éste lo es, no sólo diferente es especial, me lleno de vida,me lleno de luz, me devolvió la alegría,me genera calor, un calor vacilanteque sobrepasa lo corporaly se lleva a lo irreala lo intangiblea lo espiritual. Si pudiera en frases expresar lo que por ti siento,sería un conjunto de frases sin sentido,pues ninguno alcanzaría a describir lo dichosa que soy,quizá entonces baste con una sola frase decir,para que al menos la idea en tu ser se dibuje,y por ratos te des la idea de lo importante que eres para mí:"Gracias amor, por tu presencia y gracias por otorgarme parte de tu vida y regalarme parte de tu tiempo y de tu corazón". En un gracias encierro mi sentir, ahora apago la lunay sin sombras de pensamientos o fantasmas, espero tenerte de nuevo,aquí sobre mi cama, con los brazos extendidosy la sonrisa dibujada,sintiendo tu calor y tus besos, de vez en vez,sobre mi boca. Este usuario no tiene textos favoritos por el momento
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