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A veces puedo ver mi ventana. Se sitúa a mi costado y se llena luz, se tapiza de hierbas y se ven florecer los capullos. Las siluetas se disuelven en los edificios de la ciudad. El horizonte se acerca en una suerte de vaivén, a veces está lejos y a veces cerca, pero siempre parece inalcanzable. Los vidrios descomponen los ojos del vidriero, hombre de pupilas tornasol que la construyó. Mi ventana parece un espejismo. Una metáfora, por eso jamás se concreta. Un discurso vano e inconsecuente, que se alimenta de la teoría y olvida la práctica. Un silencio provocado. Una sentencia inútil. es irregular, tiene altos y bajos. Risas, llantos, cantos al aire. La rapsodia eterna de la vida.Mi ventana es de pronto un escape, que usa como mecanismo la idealización. La evasión a la realidad y su espectro agobiante. Por eso en aquél momento en que el vislumbro su imagen, tomo impulso y salto. Reconozco el territorio, me hago consciente del todo y sus partes. Así emprendo mi último año escolar. Con una que otra lágrima de emoción, con un mar entero de incertidumbre y una enorme cuota de amor. No pretendo hacer un balance de los años anteriores, sólo quiero que este sea el mejor y ya. El último. El más decisivo. Ese en que no me puedo arrepentir de hacer lo que no hice porque ya no habrá segundas oportunidades. No volveré a vivir nuevos días en aquellas aulas con esa gente que tanto quiero, esa misma con la que he pasado una vida entera. Quiero crear nuevos momentos inolvidables. No sé como llegaré al momento en el que deba despedirme de una etapa. Una etapa que, sin embargo, compromete casi todos los años de mi vida. (Es imposible no caer en el sentimentalismo en ocasiones como esta). Esta noche miré hacia arriba y vi las estrellas girar en mi techo. Por un momento más sentí bailar el sol antes del otoño. ¿Será que me quitas el sueño hasta la madrugada? Me creas historias, cuentos y enigmas, pero sé que pronto de las manos se escapará el tiempo. ¿Por qué estás con ella, acaso buscas un consuelo? Te extralimitaste a inventar tus sentimientos, a crear fantasías donde no habita el corazón. Siento a flor de piel esta soledad que día a día ahoga preguntas en mi boca, y no tengo el coraje de preguntar. Ventanas y cortinas que se abren y se cierran con un frenesí poco habitual. Así pasan los días de verano en los que pienso en un sinfín de cosas pero siempre estás rondando tú, haciéndome falta. Y hay personas felices a mi alrededor cantándole al verano, a los atardeceres, y presumiendo de su suerte. Y yo me prefilo allí, un poco más al costado del árbol, ahí donde nadie mira..- deseando en secreto que estuvieras ahí, en cada momento en que las hojas y el viento hacen una canción. Escribo por escribir, una carta en el aire para tí. Es un día triste en que aullan los perrosLas palomas beben agua de las calles mojadasY los ángeles tocan una sinfonía en do menor Es un día triste en que las pupilas se pegan a la ventanaEn que el aliento se condensa en los vidriosY los zapatos estilan en el patio. Es un día triste en que canta un poetaCanta el verso fúnebre de una melodía desarmadaQue ahoga el llanto de una muchacha desolada. Es un día triste porque lo dijo un viejo sabio;Lo dijo un ermitaño y un trovadorUn hombre mundano y una mujer calvaUn vendedor y un paranóicoUn bipolar y una aristócrata. Lo dijiste túLo dije yoLo dijo él Porque hoy es un día triste. Érase una vez un hombre con un sombrero tan grande,Que en cada lluvia lo buscaban los pordioserosPara dormir junto a sus cabellos. Luz. Sombras. Contrastes. Altibajos. Pies descalzos que corren por el pasto y una muchacha sin juicio, que añora encontrar los días perfectos en su existencia errante y su naturaleza adolescente. Camino tramposo. Un joven con espíritu aventurero. Una flor y una mirada coqueta. Una charla graciosa y una que otra risa. Una guitarra con un par de canciones que le dedicó. Tiempo efímero y pasión de juventud. Se acercaron. Se miraron. El insinuó algo con sus labios que ella no entendió. Se besaron y vieron el atardecer juntos a pesar de odiar los clichés. Llegó la noche. Una botella de ron y se emborracharon en un parque. Ella le contó sin pudor sus secretos e historias, a la vez que reían embriagados por la pasión, el júbilo y el alcohol. Luego hablaron de amor, de libertad y cuántos otros. Y sin trabas, se sintieron el uno al otro por el resto de la noche.El amanecer rompió el sueño. Antes de despertar, cada uno deseo en secreto, que no hubiese sido un sueño. Idas y vueltas A la esquina y más allá A tu casa y a tu puerta A la plaza y a comprar pan. En este pueblo de paredes transparentesLa nostalgia es pan de cada día. Me dormí.Me dormí como me he dormido largos años en mi vida. Es difícil despertar y mirar como ha pasado el tiempo,como algunos ya se encuentran tan lejos. Y al mirar hacia atrásla impotencia infinita de no haber podido amanecer antes de la noche. Nuestrar risas, mil fotografías un cielo medio tardío alumbra las cabezas el sol que nos deja se lleva la esencia del día. Y cuando la noche arriba nuestro paisaje cae como una cortina de sueños, de silencios acallados. Tú sanas los vacíos los tajos abiertos las heridas sombreadas. ¿Cómo imagino un mundo? Si de pronto veo por mi ventana como mi mano intenta alcanzar la tuya revolviendo las estrellas.Y en un ademán de silenciocon los ojos entreabiertosuna vez más estás túantes de entregarme al sueño. El olor a fritura y parafina con el frío me entran a la nariz. Más allá en algún local hay música que acecha a cada transeúnte que probablemente ande de compras, a algún escolar que regrese del colegio, o quizás a un vendedor que haya salido a fumarse el último cigarro de la tarde. Esa danza habitual de pueblo, se presenta una vez más ante mí esta tarde de otoño. Nostálgica e instrospectiva.Me pregunto qué pasa en otros submundos más crudos y reales mientras yo estoy aquí, vacía y encerrada. Continúo mi camino por las calles alternas. Un niño se asoma a la calle tocando flauta y yo pienso que será de él cuando sea grande, que algún día todos fuimos así, fuimos puros y de pronto llegó el día que nos obligó a crecer. Aquél día nos convirtió, quizás no en lo que esperábamos.Y luego llego, como he llegado los dieciséis años de mi vida a la casa de mis abuelos. Pero ya no es como antes, como aquellas tardes de verano en que el sol iluminaba las parras y se oía el mismo canto de pájaro, y yo andaba descalza y no me importaba quemarme los pies. O en invierno, en que la chimenea sobrecalentaba el interior de la casa, incluse aunque los inviernos hayan sido menos crudos que los de ahora. Tantos recuerdos tengo de aquél hogar que ahora es frío, carece de la luz que antes tenía, mi abuelo está cansado y mi abuela enferma.Hoy contemplo la belleza melancólica de las tardes otoñales. Nada es como antes. Tal vez es más difícil. Tal vez antes no comprendía. Tal vez, es que antes era una niña. Estoy cansada de lo mismo. Ya no quiero más.. Hay pocas razones que me ligan a la vida, el aprecio que le tengo es ínfimo y cada día flaquea más. Siento que a nadie le importa realmente que esté mal, y que sólo muriéndome van a reaccionar. No quiero vivir la vacía y similar a la muerte. Mientras más te permites vegetar, menos ganas tienes de vivir, y es que es difícil darse ánimos a veces. Muchas veces. Casi siempre. También debo decir que extraño a alguna gente, o más bien a una persona en especial. Creí que estaría ahí para siempre, y segun me ha dicho, sigue siendo así, pero ya no es lo mismo. Quisiera decirte muchas veces que te quiero, que te necesito conmigo, para mí. Últimamente no puedo. Extraño hablar contigo libremente, poder llamarte, mandarte un mensajito loco, sin ninguna importancia aparente, pero en la verdad es que muchas veces me hacía ( y me hace ahora, con mayor latencia) mucha falta comunicarme contigo. Añoro estar un tiempito juntos algunos días, en algún tiempo, ojalá breve. Este texto es muy cotidiano y poco estético, porque no tiene otro objetivo que un desahogo necesario. Es la primavera la que nos hace más vulnerables. La melancolía se abre en flor mientras mis dedos palpan en la humedad el sol taciturno. Cuentan que por ahí se esconden los cimientos de un sueño, de la semilla que florece por fin luego de su germinación. Te vi crecer durante muchas primaveras, como una semilla de rasgos interminables. Quien te vio reir detrás del último rosal, quien te vio con los ojos rebozantes de niñez, ve hoy tu misma sonrisa con un poco de nostalgia. Este usuario no tiene textos favoritos por el momento
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