Mar 10, 2014 Jan 24, 2013 Mar 06, 2010 Feb 14, 2010 Feb 04, 2010 Jan 31, 2010 Jan 23, 2010 |
Se negaba a sentir algo, no porque lo debilitara, sino porque era un ser egoísta, que no quería compartir nada de su ser con alguien más. Además de ser contemplativo con su propio rostro, se fundía en pensamientos de escape a la realidad, no le gustaba nada que fuera pastel o dulce, su color favorito era el gris, y no por neutro si no porque sentía que le nublaba la visión del mundo que tienen los optimistas, los crédulos, los que se persignan y luego mienten, deseando que se les caiga la lengua los aborrecía, pero no les deseaba ningún otro mal, porque su egoísmo era de otro tipo, era visceral, desde lo más profundo de su ser. Cierto día cometió el error de sonreír, era una mueca desconocida para a él y la aborrecía, sentía que desfiguraba su rostro de marfil y no entendía a los que preferían una sonrisa a una mirada esquiva. Ese día, era el último de la semana, se vistió de gala y hastiado de sus cuatro paredes, huyó al mundo de colores del que tanto se escondía, porque lo ensordecía, lo aniquilaba y lo dejaba vulnerable al tener que fingir y darse poco a poco cuenta que era como ellos, su forma de persignarse era dirigiéndole la palabra a los que le daban tanto asco… Ese día, caminaba, desviando la mirada, pretendiendo ser persona, pero sus pasos lo traicionaban, iban al compás del ruido de los carros, los edificios le parecían enormes aunque no superaran los ocho pisos. ¿Por qué se afanan? Se preguntaba el con desdén. Le llamó la atención una esquina , donde vendían frituras y otras comidas basura, del carrito provenía un olor muy particular, como dulce sin ser dulce, agrio sin serlo, se acercó, casi lo arrolla un auto al cruzar la calle de lo distraído que iba, intento no hacer contacto con las personas alrededor del carrito, no abrió la boca, quería preguntar pero no abrió la boca, solo vio lo que sería coco frito con limón y un poco de piña para completar un plato que no se atrevía a probar porque de cerca el olor se percibía dulce y ya había aclarado que eso a él no le gustaba. Se alejó del carrito, sintió una mirada encima de él, no le gustaba sentirse observado y empezó a caminar de prisa, ¡me persiguen! Sonaba en su cabeza como un clamor, el hedor del coco seguía con el, lo sofocaba, se sintió mareado y con el corazón en su garganta regresó a su casa y cerró la puerta con un estruendo. No me gusta el exterior, no me gusta, no me gustan estas lágrimas…LÁGRIMAS, sorprendido sintió su rostro húmedo, y al soltar un sollozo cayó en el espanto. No puedo regresar allí, no me gusta la estatura de las cosas, ni el olor que tienen, no me gustan esos colores, ni esos sonidos, no le encuentro sentido, caprichoso entre murmullos, orgulloso de su soledad se acurrucó en una esquina de su habitación, ocupada con una cama de colchón duro, un escritorio y una lámpara con un bombillo azul, se hacía de pie a escribir porque no soportaba el ruido que hacía la silla cuando se sentaba, razón por la cual, también estaba a punto de botar la aparatosa cama. Su paranoia lo había convertido en un ser solitario, y él estaba bien así. No quería tan siquiera una mascota, aunque el juraba que tenía una, su esquizofrenia lo hacía pensar que una bola de papel que jamás recogió del suelo era su eterna amiga. Permanecía en la oscuridad, solo comía manzanas y agua, desayuno, almuerzo y cena, siempre manzanas. Su aspecto no era saludable y su salario provenía de sus padres, quienes le tenían lástima, pero no la suficiente como para olvidarlo y dejarlo morir en su desazón por la vida. Él no tenía miedo de la muerte, pero sentía que el universo lo aplastaba y no lo dejaba respirar y eso si le daba miedo y se ponía a gritar. Un día, dejaron de llegar las manzanas a su puerta, se sentía ahogado, le pegaba a las puertas, se dio cuenta que eso le hacía daño, por dos días dio vueltas en su habitación, prendió la lámpara por tres horas consecutivas, hasta que decidió hacer algo al respecto, vacío de corazón y de estómago, salió de nuevo al mundo de colores, inmediatamente que abrió la puerta con timidez, sintió el viento, era una ciudad limpia a pesar de las personas que la habitaban, puso un pie afuera, luego el otro, vio una luz blanca y luego no recordó nada… Se había desvanecido, no más días sin manzanas… He leído y he gritado mientras lo hago, he llorado y he reído, he sufrido mas de lo que he sufrido en la vida real, te haría una carta con las primeras letras de cada libro que he leído, pero sé que no la leerías, no valdría la pena porque solo sería un experimento y no te gustaría que te llamara así.Escribo esto porque luego me olvido de lo que tenía para decir, creo que ya lo he hecho ¿En serio tenia algo para decir? o ¿solo estaba aburrida? El clima se me hace ridiculo, quisiera que obedeciera mis mandatos y se pusiera a llover, porque no me gusta este sofoco, escucho a mi mamá quejándose de algo que en realidad no me importa pero tengo que fingir que sí, porque es mi madre, y tal vez tome algo de interés después de entender su enojo.Si, estaba aburrida, tenía algo para decir, pero ya se me olvidó, recuerdo el tic tac del reloj, pero no recuerdo que desayuné, recuerdo la ironía de la vida, pero no recuerdo si me cepillé. Lily Capitulo IEl primer viaje Tengo 22 años, mi nombre es Jana, mis apellidos: poco “trascendentales”, siempre los he querido negar, supongo que lo único que me ha pertenecido siempre realmente es mi nombre, no me importa que me pongan los apellidos que quieran… Donde vivo, pues hasta hace un tiempo en cualquier hotel que estuviera a mi alcance, pero cuando era pequeña vivía en una casa semiurbana, cerca de la capital de algún país europeo (ustedes escojan el que mas les guste, es irrelevante, tal vez un poco pero no tanto), acerca de cómo me ven las otras personas físicamente, pues para que se hagan una idea, no puedo participar en miss universo, tan solo mido poco mas de metro sesenta, y mis medidas no son tan especificas como las de las reinas de belleza pero aun así poseo un cuerpo decente o a opinión de un sujeto que desearía nunca me hubiera dirigido la palabra, bastante apetecible. Mi cabello es de un color marrón rojizo extraño, a pesar de que nunca lo he tratado con químicos ni nada por el estilo; mi piel es blanca como la nieve y con la misma textura de una porcelana -descripción de mi madre, no mía-, mis ojos son del mismo color que el chocolate, eso decía mi padre, que creo que veía todo distorsionado con la bebida, para mi son como los de mi madre, un color castaño claro que se vuelve profundo a medida que pasan los años.En este momento no estudio, tan solo terminé el bachillerato y con eso solo me alcanzó para trabajar de secretaria en una venta de carros usados, en un supermercado como etiquetadora, al menos creo que ese era mi puesto, la verdad le puse cualquier nombre al dichoso cargo. Mesera en un café de carretera, que quedaba cerca de un pueblo de Francia, ¡sinceramente creo que era la única edificación a cinco millones de kilómetros a la redonda! Por ahora, creo que hice bien en asentarme con mi hermana, Christina, una persona centrada y correcta, la mayor de los tres, y ella a mi opinión si podría participar en un reinado, puedo resumir como luce en dos palabras: “blanca-nieves”. Ella si se dedicó a una buena carrera como abogada…vive con mi hermano Damian quien es tan solo un vago en busca de su sexualidad, -Dios lo bendiga y lo ayude-, un muchacho de corta estatura para su edad, apenas cumplió los diecinueve años; compartimos el mismo cabello marrón rojizo y posee un espléndido físico que sacó de la nada considerando que era un flacucho desgarbado cuando tenia apenas unos doce años, ahora en cambio era esbelto y con algo de porte; por supuesto, que algo tiene que hacer, porque mi hermana no se da el lujo de sostenerlo a él y a su perro, un golden retriever llamado jeremías, un nombre cómico para un perro, aunque la verdad para mi cualquier nombre para un animal me parece bastante gracioso, no le veo la necesidad, yo solo lo llamo, perro.Pasando a otros datos, pues la verdad quisiera empezar desde el momento en que todo cambió para mí, cuando mi familia dejó de ser mi familia y mi desinterés por lo que la vida es o puede llegar a ser se convirtió en algo muy fuerte y que me consumía poco a poco…ahora describiré el primer instante en que sentí que me partía en mil pedazos irreparables…Dispuesta a sacrificar una posibilidad de vida conyugal y familiar medianamente estable, nos dio la espalda, se alejó con la misma rapidez con la que sus ojos recorrieron los rostros inconsolables de cada uno de nosotros. De pie junto a la puerta maldita que la dejo pasar, fuera del hogar que tanto nos habíamos esmerado en construir; de pie, esperando una palabra que nunca quise oír de nadie que realmente me importara, de nadie que quisiera que siempre estuviera a mi lado. Nunca me han gustado las despedidas, y mucho menos cuando un adiós pareciera que fuera a durar por siempre, cuando pareciera definitivo. Me da la impresión que las personas se desvanecen al decir adiós. Ahora veía frente a mí a alguien irreconocible, una mera mancha y a pesar de que yo no decía una sola palabra, ni tampoco pensaba reaccionar de alguna manera, era yo quien me sentía desvanecer… Aun así fue ella quien reaccionó primero, desapareció de repente, dejando un rastro de infinitas interrogantes.-¿Ahora que va a ser de mí?- Dos hermanos, un padre, y ninguno significa para mi lo que significaba quien me ayudó a construir mis sueños mas poderosos, quien me enseñó a ponerme la mano en la boca en caso de que pensamientos poco decentes quisieran escapar del rincón de mi mente, quien me enseñó que un trueno es solo un estruendo y no un monstruo gigante necesitando un poco de mi felicidad…La lluvia empieza a caer y a pesar de que es poco más de mediodía el día se ve tan oscuro como si fuera entrada la noche. ¿Qué haré ahora? En realidad si vino un monstruo a arrebatarme mi felicidad, se va poco a poco, llevada por un monstruo diferente, de color amarillo con ojos de fuego, boca metálica y con una voz áspera y gruesa que en ese mismo instante fue lo único que me hizo regresar a la realidad.¿Jana? ¿te vas a quedar ahí parada o qué?Ya voy, Christina eres una cascarrabias…No quiero que te enfermes con la lluvia.No me enfermaré, yo soy muy fuerte…Si lo sé. Entra de una vez.En ese instante reaccioné, corrí detrás de mi padre y jale su chaqueta lo más fuerte que pude para que se detuviera.¡¡ ¿Por qué se va mamá?!! ¿Acaso hice algo malo?Creo que fue la primera vez en mi vida que contuve mis lágrimas para tratar de verme más fuerte; apenas tenia nueve años, mi hermano lloraba inconsoladamente aferrado a la mano derecha de mi hermana Christina que miraba hacia el piso sin mucho interés…¡¡ ¿por qué se fué??!! Te lo exijo papá, ¡dímelo, dímelo!-el estómago se me encogió de repente-No me respondió, ni siquiera se volteó para mirar a su confundida y desesperada hija, solo puso su mano sobre mi mano, la que estaba adherida a su chaqueta de oficina, y la retiró sin hacer mucha fuerza, luego se paso las manos por la cara y las dejo caer a los lados como si sus brazos no le pertenecieran o como si fuera un extraño símbolo de derrota. Ese no era mi padre, mi padre era fuerte y no se dejaba vencer, a pesar de que su mayor apoyo se había ido, tampoco era su costumbre no contestar mis preguntas, pero creo que por mi edad no me tomaba en serio…Vayan a jugar o a hacer algo…Christina, has que tu hermano deje de llorar, por favor.Sus palabras estaban hechas de hielo; ese no era mi padre, la vida hizo trampa con sus sentimientos y ahora juega con los nuestros. Christina reaccionó, levantó la vista del suelo, tomó aun mas fuerte de la mano a mi pequeño hermano y se lo llevó casi a rastras hacia la cocina, yo me quedé ahí parada aun con la pregunta en mi cabeza ¿Por qué, por qué se fué?* * * * *Primera estación. El tren se detiene con gran fuerza, regresé al presente. Ahora estaba mas cerca de París, de reunirme de nuevo con mi hermana después de siete largos años, pero aun me quedaba camino por recorrer, después de todo he estado vagando por un largo tiempo, lo que me hace recordar lo que hice después de que mi madre se fuera de mi lado y de el de mis hermanos, obviamente las cosas en mi hogar cambiaron drásticamente, todo lo que era mi padre se desvaneció, mi hermana lo acompañó en casi todos sus cambios de ánimo; yo por mi parte me entretenía con la televisión y soñaba con que todos los héroes que aparecían en la pantalla cobraran vida y aparecieran a mi lado tan solo para decirme que todo iba a estar bien. Los últimos años de mi niñez se me fueron fantaseando… El problema de la bebida de mi padre había dejado de ser solo mi imaginación para convertirse en algo casi palpable, casi no lo veía y cuando lo hacia lucía mas como un cadáver que el alegre y dulce caballero que me cargaba en su espalda y me decía que era junto con mis hermanos y mi mamá lo que mas le importaba en la vida y que casi todas sus sonrisas se las debía en parte a que yo era de alguna forma una pequeña parte de el, pero ya no, ya no era así, se la pasaba tirado en la cama y su chaqueta de oficina no tenia el mismo calido olor que poseía antes, ahora olía como si hubiera caído entre un montón de basura, las ojeras que le marcaban desagradablemente los ojos inyectados, le daban el aspecto de que estuviera agonizando, su mirada estaba totalmente perdida y los párpados le caían como si no tuviera la voluntad de volver a moverlos de lugar. Era una visión bastante triste, además de que prácticamente toda la responsabilidad de mi hermano y yo recaía en Christina quien era una completa inexperta a la edad de doce años, pero a veces daba la impresión de que había sido entrenada para situaciones como esta, lo que quedaba comprobado cuando pasaba por la habitación de mi padre y veía este cuerpo tirado en la cama, tan solo cerraba la puerta con gran indiferencia y se iba a prepararnos algo de comer o hacer lo que pudiera para que la casa luciera medianamente decente ante las personas que ignoraban que no éramos la feliz familia que alguna vez llegamos a ser, jamás entendí porque me sentía tan escrutada en la calle, la criticas y los chismes no eran algo común para mí, aunque mi padre había decaído tanto, aún nos recordaba que decir las cosas de frente y sin rodeos era la mejor manera de mostrar que tanto valor y coraje poseíamos como seres humanos, lo mas probable es que esas fueran las ultimas palabras que dijo que valían la pena antes de que el también se alejara de nosotros. Caminando en la calle empapándome por la lluvia que cae, pensando en un dios aparente y solitario, que me mira con desconsuelo por ser una triste hija perdida, al menos así yo lo siento...Miro hacia el cielo, gris como de costumbre en esta ciudad... Me siento caer, siento frío y ansías de recordar... Esta noche es igual a todas, con la diferencia que es otra noche de mi vida...No hay como describir el dejar esta vida y regresar sano y salvo sin saber como te salvaste, solo sé que no tengo idea de nada de lo que sucede a mi alrededor y creo que jamás la tendré...Soy otra minúscula partícula del universo, esta gran masa hecha de nada...Que inhóspita tierra, que desalojadas esperanzas, y sin embargo entre cantos santos se levanta la fe eterna de lo sagrado que nos da mas fuerza que el fuego en nuestras manos...Aunque seamos lo suficientemente buenos para controlar la fuerza que hay en nosotros, la derrota es un privilegio de los orgullosos que intentan ser dioses mortales hasta su último aliento... Una sombra persigue el cuerpo de un hombre que, sin escrúpulos mata la esperanza de lo inevitable y la agonía de lo que no puede verse; camina feliz por las calles de lo absurdo y corre en algarabía por las vías de lo sin sentido, cree huir de lo que no quiere y cree creer que lo está logrando...Una voz suave susurra en su oído, es un sonido mudo que no alcanza a distinguir, pero entre sollozos de cansancio, cree que esa voz le dice que está ciego y que nunca ha visto la realidad de la alegría, que solo es un sentimiento que creyó tener cuando una leve sonrisa iluminaba su pálido rostro, pero solo había sido una extraña mueca de perplejidad ante lo desconocido, de su mente confundida, en ese cuerpo que vagaba en los campos de primavera, sientiéndose libre entre cadenas, sintiéndose vivo estando muerto... Estaba ahí tirado en el piso, inundado de sangre con un agujero en toda la frente y casi partido a la mitad, todos los dedos doblados hacia fuera y los ojos encharcados de rojas lágrimas; al frente, mirándolo desde arriba, una niña pequeña, rubia y con cara de pánico, estaba perpleja por no saber lo que había sucedido. -corre Nat, corre- le gritó una menuda vocecita que venía del otro lado de la habitación. A lo que la niña echó a correr tan rápido como le permitían sus pies. -Creo que esto es lo que usa mamá para dormir, vamos a ver… Mientras ella se metía varias perlas rojas a la boca, desesperadamente, como si tuviera miedo que alguien la viera. Salió después de eso, como lo hacía todos los fines de semana, y a medida que caminaba, todo era mas oscuro, parecía como si no hubiera gravedad alguna, porque sus pies daban la impresión de flotar, le subía la sangre rápidamente a la sien y no tardó en salir cosquilleante por la nariz. Creía que alguien le había dicho algo, pero lo único que veía era una mancha que producía una serie de golpes secos en el fondo; siguió caminando. Sus manos estaban heladas, al igual que la punta de las orejas; y un torbellino de burbujas, se iba generando en su estómago, produciendo unos ruidos muy graciosos; náuseas, se estaba mareando, lo que hizo brotar una cascada multicolor de su boca. En que lamentable estado estaba, caminaba por las calles como ánima en pena mientras su cuerpo iba desvaneciendo en el pavimento, como una hoja seca caída del mas alto de los árboles. Estaba corriendo de alegría, hace dos días que no veía a su pequeña hermanita e iba corriendo a la habitación de atrás, donde le enseñaría a escondidas la nueva escopeta de papá. -Será genial- susurró Pero al llegar a la puerta una imagen bloqueó su mente mientras su sonrisa se tornaba en algo que jamás se había manifestado. Un hombre, alto y moreno, tenía a su Nat acorralada, mientras introducía una mano entre sus pequeñas piernitas al tiempo que ella producía desesperados gritos mudos. Levantó la escopeta, la cargó como su papá le había mostrado una vez, apuntó a la cabeza del hombre y disparó. Un chorro de líquido rojo brotaba del agujero que hizo la bala, mientras casi endemoniada, la niña agarró un serrucho y comenzó a golpear al hombre en el estómago con el, generándole heridas severas que casi lo partían en dos. Levantó la cabeza como sintiéndose satisfecha y vio la cara de su hermana, perpleja, asustada, ausente. Oyó pasos apresurados que se dirigían al lugar a medio construir donde ellas estaban y solo pudo gritar: -corre Nat, corre- a lo que la niña echó a correr tan rápido como le permitían sus pies. -beep, beep, beeeep- - - que ruido tan raro es ese- se preguntó y mientras recuperaba su vista sintió un desagradable olor a formol que congelaba más el lugar. - despertaste- dijo una voz como aliviada- temía que no lo hicieras. - ¿Nat? ¿Donde estoy? - en el hospital… no te muevas- interrumpió- no estás muy bien hermana -¿Fueron 26 pastillas de somnífero?- se oyó preocupadamente; un personaje había recién entrado en la habitación abriendo la puerta de un golpe. -papá- dijo Nat- creo que ya está reaccionando. Y ella volvía a cerrar los ojos, pero esta vez queriendo descansar para poderse ir en paz a su casa.
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leticia salazar alba