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Me estoy mirandolas uñasde los pies,largas,sucias,las tetas me cuelganhasta el vientreencogido,no sé por qué me afeitoel coñosi me gustamucho máspeludo.Entra mi amigay pregunta:¿Te estás mirandolas uñasde los pies?Yo le respondo:Me estoy mirando las uñasde los pies.Ella me dice:Están sucias.Yo asiento:Están sucias, si,muy sucias.Y largas, apostilla ella. A veces su andar es arrastrado por la calley por la casa.Patea a los gatos que le hacen compañíaporque no quiere ir a ver a Diosy ya se acerca la hora.Cansado, fatigado por la vidaque lo derrotó multitud de veces,se sienta en una silla tan vieja como ély encorvado, guarda silencio ante mí.Y yo no sé que decirle.Me gustaría saber si tiene miedo a morir,pero eso tampoco es verdad: ya sé que si.De improviso alza la vista y me miracon sus ojos tan azules, que fueron muy hermosos en su juventud, a buen seguro."Nena, ¿todo bien?" Le digo que si y él me pide que conecte el televisor."Si quieres quedarte a verlo a mi lado,no me importa que lo hagas".Y empiezan a pasar las horas, las nubestransitan por encima de nuestro tejado.Es casi su fin. He visto por primera vezviejotu viejo rostroy tus manos sobre el volantetrémulas y enfadadas,te he querido más que nunca.La lluvia cayendo sobre la carreterame ha recordadouna de esas músicasde negrosque suele escuchar papápara ponerse un poco más triste.Y tu camisa de cuadroses vieja,y tus zapatos negros,con remaches,son muy viejos,tus pantalones de lana,tan grises!también son muy viejos.Sentada a tu lado,todo el interior de tu cocheme ha parecidoun tiempo pasado,un épocaque no es para mí.Y sin embargo,yo la quiero,la deseo,como a ti te amo,hombre viejo.Porque soy la niñarubiacon acnépor todo el rostroque parece más bonitacuando caeesa lluvia vieja.Por eso has dejadoqque te besara en la mejillay has abierto un pocotus labios. Dos habitaciones rojasapresadaspor dos casas blancascuatro corazonesenfermosy cuatro sexosanhelantesademásunas cuantas callesuna ciudad muy lustrosael cielo tapizadode tristezauna lluvia malignacomo el ácido. Yo veo el tren de la brujay me asustotú sueñas nuestra tíaengañadate envicíasme acobardo. Me acariciaspara que me pase el miedo.Te acariciopara darte consuelo,las manos se cruzan por los caminos. Major, con gafas oscuras,tus ojos se dañan,el sol,la verdad,,la piel negra,Major,eso te hace mal,Major, teniente,capitán,sheriff de condado,vigilante de banco,patizanco tú andas,marcando paquete,tu mano revoloteajunto a tu pistolacomo una mariposa,sin el disparono sabes soñar,sólo puedes dormircon el fondo en rojo. Soy la chicaacuchilladaen 70 tomaspor un gordo pervertido,la que mezcló su sangrecon el agua,fue borraday sus pies desnudosmurieron besandoel plato de una duchade motel. Un mala castigadapor una viejadescendidapor las escalerasde la casa de Dios:la locura. Es una luz que semuereporque a si misma seniega,es una luz que no quiereserlo,algo muy pequeño, sutil,tan fino como una media,ha entradoa la fuerzaen un cuarto con siete rinconesoscuros,se ha posado como una butterflysobre un orinalblancode latón y mal pintado.A contraluzel tragaluzte da su luzy tú,cuarto que moribundose siente,cierras los ojos,no quieres ver. Hacerte una mamadano es la mejor manerade terminar el día.Pero siempre abro la bocay paseo mi lengua por toda tu pollaroja.Cuando van cayendolas últimas gotasme acaricias la cabezay luego te vas a dormircon mamá.Sola en el pasadizo,arrodilladacomo en una iglesia,siempre me pregunto por qué no me siento culpable.Mientras esto sucedaseguirá en casatu pequeña tragona. Andan mis zapatos, ahí, tirados. Fuera de su caja. Son negros. Sin lustre. Tengo unos viejos zapatos. Me da igual. Siempre he tenido unos viejos zapatos. Uno está de pie y el otro tumbado. Sobre la alfombra. Junto al orinal. Mis zapatos huelen mal. Son de chica sucia. Van bien esos zapatos para mí, son de chica sucia. Sentada en la cama los miro como si fueran dos chicos universitarios. Solos no van a ningún lado. Son mis esclavos. Tengo pocos esclavos. Sé que ellos aman mis medias. Pero mis medias odian a mis zapatos. Así es el amor. Mis medias tienen la piel demasiado suave y tierna para mis viejos zapatos. No querrían que ellos las tocaran. No todas las medias son Lolitas viciosas de instituto. Pero mis zapatos son mis esclavos y yo dejo que disfruten. Mis zapatos siempre están fuera de su caja. Y sé que me lo agradecen. Son negros. Ya hay demasiados negros encerrados. La chica hermosadel pueblomás pequeñocercanoa Little Rockquería ser modelomodelo bonitapara las revistaslas pasarelasy prestar su cuerpoa los modistosque tienen su nombrecolgadocon luces de neón. Allí, sentada en la única callepara ver pasarlos Lands Roversque al campo vansus faldasbailanal compásdel vientoque impidebuenas tierrasde labranza. Ya tiene 28 añosy aún sigueesperandoen ser famosaancladasin embargoen un lugar del mapapor donde nadiepasachica dulcey tristeno serás nada de lo quedeseaspero en Internetconstruyes tu cabañay dentro de ellahabitantodos tus sueñosde milesde coloresrancios. Tildes blancas sobre un manto azul de muchos azules, anclas de agua descendidas en el silencio de los vientres, anclas que hurgan en el forjarse de la vida, en los grandes calderos, en el fuego y en la seda suave con que se construyen las alas de los ángeles. Línea de horizonte a los pies de Dios, barcas con fuertes remeros buscando la distancia, comérsela, llegar a dónde no es posible. Suicidio en una tarde de verano en mitad del sueño. Alguien me grita que apague las luces largas... pero entonces todo será oscuridad. Sé que siento a los penes empinadosque se quieren meter en mí como espadasy garfios de pirata al abordaje, sé que sientoque cualquier falo que me busca es para hacerme dañoy yo deseo que sea así... me gusta que sea así.Confundo a los tíos desnudos que me tumbancon soldados, a mis muslos con murallas de castillo,puertas de siete llaves... que siempre se abren. Siempredeseo al enemigo, al que me invade con una pólvora calientey amarilla, al que me vence, y toma cual botín a mi camaque es mi casa y evita que me esconda entre las sábanas,que son mis sombras, para ser yo mi fantasma, mis ojosmi vista atrás, mis gritos de placer mi llamada a mamá,sé que hubo algo con un tío que torció mi voluntad,me llenó de licor envenenado, y mis piernas tiemblancuando uno me pretende, busca con sus manos bajo mi falday se hace con mis bragas, cuando empieza el tiempode los susurros que yo no quiero que se escuchen.Sé que hubo una polla que se metió cuando no debía,que rompió mi oscuridad como se rompen los cristalesde un casa que se ataca, sé que no dije no,que me abrí de piernas, la besé y le saqué lo que ella quería.Sé que nunca he olvidado los tiempos dulces de recreoque corridas de leche ardiente me mancharon... ¿para siempre?Que me señalaron con el dedo para gritarme hasta yo llorar:Tú eres tan culpable como yo, si no más.Y sé también que esto ha pasado a otras muñecasque se rompieron como yo: sin echar sangre.Sin echar sangre y mudas hasta que la muertepor fin las lleve a dónde no hay iglesiasdonde sufrir. Más, espero cada noche amanecer en una mañanasin dolor, autista sin recuerdos que mascar,sin rostros a los que disparar. Cada noche piensoque se borra una vida como del teclado desapareceun texto con tan solo pulsar un botón amado.Nunca es así, siempre vuelvo a ser igual: el no perdonar,el miedo a volver atrás, el odio que no puedo comulgar,se concentran en mi raja que todo lo tragóy es como si mi vagina fuera una bomba presta a explotar.Mientras mi pasado no se resuelve, me acuesto contigomujer amada, tomando toda tu porción de piel,estampando besos, mamadas, saliva y jugospor doquier. Te apreso con mis abrazos entregadosa tu cintura desarmada... ¿cómo un soldado? Aguardo el tren que pasa cada madrugada por mi sueño, que espanta mi pesadilla, que se mete dentro... aguardo un tren, un no sé qué, un sonido que rompe en mil pedazos el silencio sudoroso. Aguardo una voz que me devuelva al tiempo de las luces y la alegría, cuando tu risa dominaba todos los espacios, cuando me dibujabas hermosas estrellas en los pezones con las yemas de tus dedos... que huyeron.Aguardo un tren, aguardo una madrugada más, aguardo un grito salvaje de Dios. O a un ángel que Él me envíe para decirme que viene la tormenta y este tiempo de gran hastío se va a borrar, va a caer vencido como una cometa bajo las nubes repletas de agua, de rayos y de furia concentrada.Aguardo un tren, aguardo un dios, aguardo tu voz... y las pesadillas rompen todos mis lugares, los sitios donde esconderme. Estoy desnudo ante mi mismo, hay un espejo. No hay nada más. No puedes ser más frío, más lejano,el sol tiene miedo de venir a posar sus rayosen tu piel, piel de tundra, corazón nevado.Marfil de hermosa senda,la que marca el diablo de los bosques,ni acercarse a ti se atreveel lobo más osadode toda la manada... eres un agujero,un cuerpo requisado por aquéllos que al amormataron y al senso mantienen encerrado. Absórbeme en tu locura,sálvame de tu lucidez,libérame de tu fuerza.Sálvame....Pronuncia mi nombre. El color del día se pierde como la ternura en las manos de una chica al hacerse mayor, el color del día moribundo camina cerca de la playa: se refleja en el agua y la tristeza cae como una lluvia enferma encima de la arena blanca, la tristeza del día no sabe a dónde ir... porque se acaba, porque los días pierden luz y la soledad avanza como un desierto implacable.Los colores del día dejan de ser una esperanza para quién, al levantarse, busca la fuga de la madrugada que en el horizonte se dibuja como una gran herida. Siempre te cuidaré...cuando vuelvas de la guerra,sin ternura ni amores,amputada tu querencia,con el cariño perdidocomo aceite por la carretera,cuando me digas: No sé quien soy!!Siempre te cuidaré.
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