Todo inicio es el susurro épico mismo de las resonancias cálidas y ávidas a fuego húmedo y mojada ropa, balas ingrávidas son sus miradas que dilatan el empaño de los vitrales a quemarropa en el asiento trasero de los autos que se rentan como hoteles a trasnochados espectros, hambrientos o ebrios, disfrazados de resplandores etéreos de cabellos rojizos y de bardos goliardos enfermos y reptilicos, con el pretexto de falsos poetizos románticos de embeleso bien medido, bien aventajado, bien instituido, bien aventurado, bien lo que sea. Y le pregunto si le gusta la poesía y me responde; con la garganta invadida de lava saliva, labio centella, suspiro marea, y carne de arena... ¿movediza? movediza la entrepierna a espaldas del conductor que cataliza el movimiento enérgico sin pena, como solo un bache más en su camino de carretera recta, y erecta la pluma por el tintero que lagrimea ante el verso tieso, rima abierta, punto y coma, lengua y dedo, mayúscula urgencia y minúsculo espacio en el auto, con el voyerista taxista ignorando los laberintos neutros del rasurado motor de la fiera que ruge y descuelga sus caireles rojos entre relámpagos de puentes erguidos al cielo, que nos cubren el pecado y nos alcahuetean el infierno. Ella pregunta antes de la llegada al sitio, morada donde imperan anuncios vitalicios señalándome como el otro, el prohibido, el renegado, la bestia desterrada por miles de pergaminos que lo alejan de su destino, soy el exilio hecho carne des-apellidado del compromiso, aquel que se esconde tras la cama, el que siempre deja un zapato y medio corazón en la alfombra, el alma en el baño, el poema en la sábana ajena, y la burla en la almohada del marido amado. Empero, yo estoy más que harto de no poder cruzar la frontera de la avenida para llegar a su domicilio, estoy asqueado de tener qué buscar amparo para rodar sin problemas por algunas calles sin que se me vea como un forajido que ha cruzado la línea, como si me burlara de las razas, costumbres o capitales, siendo un indocumentado señalado por el vaticano que auspicia mi condena, y apuñalado por las que he amado que dan fe, de mi tristeza, pero ahora, es de noche, muy noche, y cualquier quejido es desplante de una somnífera calma, nadie verá el crimen entre estas bardas que pinta la neblina de la avenida haciéndonos prófugos de la luz. Cuando ella pregunta yo, y sin ninguna falsa faena de prudencia y mesura, le respondo que ¡sí!, sí quiero a escondidas meterme a su alcoba, e inhalarle el espacio, confabularle la trusa en pragmáticos clamores mudos, como arrullos lascivos para que no se dé cuenta su madre y piense que es la estufa que humeante resuella en el tímpano virtuoso de la pelirroja hilarante que será témpano tumba ante el sonido de las envestidas y alarde, de esta pluma mía que le ansia, le desea, y no le cansa el ladrarle que es ella, la que necesita, la que desorbita y resurge como mares de entre todo recuerdo y memorioso anhelo. Es hielo perpetuo a la hora de abrir la puerta, con sus silencios lapidados en movimientos presurosos y limpios de errores, yo pienso sigilosamente; si no es posible que me ahogue el luto de dormir últimamente entre calles cenizas, sin sabores de esas soledades que me incitaron a llorarle la compañía a alguien a cualquiera, entre los eternos eslabones que me encadenaron a la perdición misma de hace tanto, o en realidad será que estoy dispuesto a jugarme el todo por el todo, en esta noche, por la anti-musa, sin importarme los años que llevo sin regocijar en un colchón tranquilo, con una manta que me calme las cicatrices, y que me recuerdan a las cicutas que bebía con falsas institutrices a las que se les paga por ser amables y amorosas, lo pienso, porque no deseo que sea solo un rato, una noche, una locura, sé que no es el amor de mi vida, pero solo quiero que sea mi vida, este no amor que dormita desde hace tanto, desde su cruel e indefinida partida y que despierta ahora que la vuelvo a ver. ¿Es esto lo que me desinhibe o en verdad es que estoy vuelto adicto por el veneno que ella en mí concibe? Entro en tambaleos arcaicos, paso tras paso ella me duele por todos estos años en los que no estuvo, y en los que siempre le pensé. Son catorce escalones y das la vuelta a la derecha, abres la puerta y te escabulles no hay pierde, esa es la meta, me dice. Catorce peldaños que le quedan cortos a mis días sin su estela, a mis tardes de buscar el suicidio sin la cautela y telón de sentirme útil y deseable, quedan cortos a mis años y a mis meses de salir y buscar la muerte afuera, ¡buscando la muerte y el olvido!, ignorando que ella tejía calles al azar, para jugar a encontrarse conmigo. Terrible descuido de esa remembranza, y más terrible el descuido, que mis pies ansiosos chocan con la madera a la entrada del cuarto haciendo eco por toda la casa, y yo con mi torpe alma, y yo con mi torpe ser, abro la puerta y conozco el edén sumergido en paredes retocadas con yeso y yacientes en unicel en un área de cuatro por cuatro, y es que es en cuatro mi dulce flor, en cuatro te quiero ver, en cuatro, en cuatro estaciones floreces y en veinte uñas enraízas, dulce mujer carmín de herbales ojos, en cuatro féretro bucólico de pieles luminosas y liquidas y devastadoras de sed para esquizofrénicas imágenes y entes de procedencia híbrida. Insensiblemente se entre teje a lo alto y frente a la cama, una ventana maldita con sus metros separados de la tierra que impiden a mi alma tener oportunidad de correr si se dan cuenta, pero a ella le alegra, a ella no le impide tomarme con una sola mano y fundirme, y fundirnos, como una sola alma, o con un solo salmo, o como miles de escenas donde nosotros fuimos extirpados vilmente del poemario trazado de entre mis garras sobre sus piernas. La vestimenta no impide la seguridad del cauce y caen por su propia cuenta, sabiendo desencarnarse de lo que no es su patria, de lo que no es imperado músculo fuera de órbita, y yo que no soporto el vaivén, y yo que no controlo tanta descarga y me entrego al castigo, y me doy a la muerte, para revivir sobre el sacio del placer de su vientre ultramarino que socaba mis fauces, mis cuencas se llenan de su nombre y es la primera vez que lo hago sin necesidad egocéntrica de conseguir mis propósitos, como parasito en el tácito de un cielo que se disgrega segregando amargura, aguanto la aguda sónica ventisca y trato de controlar la cascada cósmica para que llegue a la cumbre de los astros. Mis manos están en el pentagrama y tienen de batuta la voz que se ahoga en mis poros, los oculares enfoques son unísonos timbales de la carne que se aprieta y se tensa la una con la otra, como queriéndose volver una sola palabra, soy un arco iris en la oscuridad que contiene el tesoro al final de su tormenta. Los labios manchados de silabas etílicas, se contemplan como galaxias minúsculas que gotean en el firmamento de la sábana sabana salvaje. Somos dos animales nocturnos, dos ocultos tras las malvas y los ecos de la luna embriagada de complicidad, y sus piernas que se abren, y sus piernas que se rompen, son actos complementarios para el pecho vacio que se me ahoga con el vapor acribillando mis polos, y mi sexo resurge con dos bolsas, tumores malignos que se sanan con el bautizo del suyo, que funge como un oasis de aguas benditas y calientes. Mis imposibilitados alter-egos callan ante la fuerza de la danza, ella sucumbe, lame, muerde, suelta palabras fugaces con lumbre que no escucho... pero que se quedan tatuadas a profundidades bastas de próximo analizar en la mañana en que me pregunte qué he hecho. Indago en ese lecho rosado para clamarle una frase que se hunda, pero mis cabellos son cadenas crepusculares que ella toma sin piedad llevándome a su rostro y perezco en un solo rose de pupilas endemoniadas que claman más. Su rostro se deforma en múltiples gemidos, y mi deformidad se amolda con sus iniciales, y nadie escucha, y nadie está presente para decirme que no fue una pesadilla, una que cierne contextos inacabados de vaivenes mal hechos, cobijados por su ternura y su hermosísima torpeza al posar en otra pose. Escucho un cometa a lo lejos que vocifera su entrada por la ventana y no me importa, la sensibilidad del paisaje, solo me remonta a permanecer unido a su planetas de pezones claros que me enlucielabisman y me desentrateluran del preclaro, de los montes, de las lluvias, y de los arroyos, y rayos que armonizan el cabalgue y la justa de embriagues de dos cuerpos, que una vez muertos por la lejanía reviven en caliente madrigal de carnes chasqueantes, con sus épicas y eróticas letanías, soy solo una bestia que comprueba esta noche que sus manos navegan sin permiso de mil soles, porque ella sabe mi verdadero nombre, ella sabe de dónde vengo, y ella sabe a dónde quiero ir. Me conmueve el chirrido de la cama que mañana nos acusará, me importan sus muslos que mañana se sonrojarán, ignoro las bóvedas estelares que mañana resurgirán bellas y no haré por mirarles pensando en este día, en esta noche, donde no fui un camino inconcluso, siempre fui una línea trazada en las arenas sin terminar, siempre supe no tener un cursor ni direccional que lustra mis pasos y mi vida pero hoy, en este día, esta noche, descubrí en mi vagancia con la ignorancia de que me convertí en el centro de su línea vertical de rasurado percance y en presencia y testigo de su ombligo ahora mío que se me entrega a oscuras huyendo de los ojos que murmuran, de los monstruos que destilan y juzgan. Hoy después de la batalla y de permanecer escondido entre las cobijas esperando el descuido de su familia y salir con el crimen entre mis ropas y venas, reconozco la redondez del planeta pero me enfoco más en que no importó cuantas vueltas dé, no ha pasado ni un día, ni una hora, ni un olvido, para mí en tanto a su rotación, pues seguí caminando por los mismos senderos para encontrarla otra vez, y esto no es una coincidencia, esto se trata de ese maldito latir en mi corazón... que por ella nunca cambió. El mundo suele dar muchas vueltas, y siempre es algo nuevo, y nunca vuelve a ser el mismo pero el volvernos a ver no es coincidencia, lo que pasa es que el recuerdo yace dormido, porque los que escupen a los destinos andan por los mismos senderos otra vez, buscando aquello que se tatúa como un memorable suspiro.
Hoz Leudnadez
reporte laboral del esquema tésico del autismo este domingo 14-ago
a las 10:40 hrs en el centro expositor, a nombre de Audrey Gálvez
y la asociación Ojos de Pájaro, espero su apoyo de todos depende esto
la doc corazón necesita algo de apoyo
no es una labor altruista es un labrar humanista
corte de belez y teorema Kant a cualquier tiempo y quien le entienda
bienvenido y quien no... estudien más
habrá tesicos de valores psicosomaticos y traumatologicos
asi que se necesita de la aceptacion total del teorema sino no harba debate
el artículo 60 y los edictos del seguro nacional
los espero amigos.
Fiore Montefuoire
Hoz Leudnadez
acabo de ganar el intervalo de poesía, yo representaré a QueretaRock
así que junten firmas, que nos vamos de vacaciones
ey si gano, Fioré y Sahaúl... espero y poder hablar con ustedes, he conocido a un pintor interesante
algo que querian para su puesta... hablenme que perdí mi telefono
enuna apuesta de cantina
-es enserio hablenme-
Hoz Leudnadez
ay! de seguro quien escriió esto fue la anciana Fio...
yo también te quiero Fio-baba!!!
Los Tijyus de Hoz
NO VOLVEREMOS A PREOCUPARNOS POR TI...!!!!
deberías ahora sí... estar más en el corazon que en tu cabeza.
Hoz Leudnadez