La encrucijada del hombre “No podemos hablar del hombre como si fuera un ángel, y no debemos hacerlo. Pero tampoco como si fuera una bestia, porque el hombre es capaz de las peores atrocidades, pero también capaz de los más grandes y puros heroísmos” Sábato, 2003 El hombre es un ser dual por naturaleza y de ningún modo se debe pretender dicotomizarlo ya que de su interior emerge tanto el bien como el mal; a su vez, dos nociones subjetivas u objetivas dependiendo del contexto, pero las personas en general han adquirido una postura ecuánime frente a estos antónimos. El individuo es capaz de los más sublimes gestos de amor, pero también es capaz de convertirse en un misántropo Hyde de “El extraño caso de Jekyll y Míster Hyde.” (Stevenson, 2005). Esto se ha evidenciado a lo largo de la existencia humana con los actos que han nacido en su ser y que han afectado o beneficiado a la sociedad misma. En este sentido, la condición humana siempre ha pendulado entre estos dos caminos. Hace el bien o el mal; pero a su vez, estas dos concepciones dependen del contexto en el que se encuentre, porque lo que es bueno para unos para otros no lo es; es decir, dependen del punto de vista del que juzga. Pero en general, casi todos los individuos coinciden en qué cosas son malas o qué cosas son buenas como por ejemplo el caso del holocausto nazi encabezado por el ” Führer” que dejó millones de muertos, y la tenacidad de Nelson Mandela para luchar por un mundo más humano y sin discriminación, casos totalmente contrarios y que siendo objetivos mayor parte de personas coinciden en que los actos de Hitler son un ejemplo de malevolencia en todos los sentidos y que por el contrario, Mandela fue un héroe que luchó por una causa justa. Históricamente se puede evidenciar que el ser humano se ha inclinado por el mal, pero a su vez, ha sido capaz de amar. Un ejemplo fehaciente de ello es “Calígula el monstruo del imperio Romano” (asesinos en serie, 2013) que fue un sádico asesino capaz de las más aberrantes fechorías, pero aun así de su ser nació el más sublime de los gestos: amar a Drusula, su hermana. Es allí donde queda el sin sabor de las preguntas ¿Es bueno o malo el hombre? o ¿depende desde qué ángulo se le mire? En este orden de ideas, no cabe duda alguna que el hombre es bueno y malo a la vez, que no se puede dividir porque de su interior emerge el odio y el amor. La condición humana está destinada a vivir entre el bien y el mal. Depende de los objetivos de cada individuo y el rumbo que quiera darle a su existencia, de él y solo de él dependerá en qué medida hace lo correcto o lo incorrecto. Luz María Valeta Altamar