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-Esos días de vaporosa melancolía, de augusta angustia agazapada en las entrañas. Esos días que cada día son más frecuentes e insondables; esos días que mutilan la esperanza y la desazón me corrompe con su autárquico mandato: Esos días de mierda… esa mierda insana y endémica que esparce su virulencia en mí. -Siempre me ví como un idiota, un locuaz idiota; un idiota de esos, de los comúnes, de los que están esparcidos por la ciudad y que disimulan su idiotez entre mundanos chistes y vanas ocurrencias. Sí, de esos idiotas, esos típicos idiotas que se empecinan en “vivir su vida”; esos idiotas reales a los que cada día uno le estrecha la mano con el convencimiento y con la total hipocresía con que un idiota saluda a otro idiota. De todas maneras, a veces veo un componente más atípico, a mi juicio, de lo que implica y complica a la idiotez: a veces me veo como un idiota no ya tan común. Un idiota que tiene la conciencia exacta de su idiotez y que no por ello pervive para ocultarla con convencionalismos sociales ni burdas representaciones. Entonces termino por describirme a mi mismo como una extraña suerte de idiota común y a la vez “atípificado”, que se desentraña en una compleja telaraña social reconociendo su idiotez y vomitándola en cada ocasión en la que se me hace imperioso establecer públicamente mi idiotez. -Indiferente a realidades que avisoro ajenas. Indiferente en esa diáfana y gélida mañana de otoño, esa mañana de tristezas y lejanía de respuestas. Empecinado en insustanciales caprichos ya todo me resulta irrisorio y enojoso: Siento que todo me sale mal. -Una enajenada sonrisa se asomaba en esa mascarada de emociones. Solo atinaba a sonreír hipócrita, falaz y dolorosamente mientras añoranzas y palpitaciones se desmoronaban en mi fuero interno. Dolor infecto de irreconciliaciones y necesades. Dolor que pretendo vedar bajo una ingenua mueca. Falsedad de no llorar… -Cantarán las impalas sus ninfómanas saetasY entre reyertas de ocre y cieno me desangraré en frenéticas pulsiones…Volarán silfídes impúdicas tras libar del profano sangrealY en sus recónditos supiros se sentirá a un letárgico eros.Onanismo sanguinolento que te eriges en mis sueños... -Siempre me pensé feo, horroroso, una mierda…y para colmo de feo siempre terminé por sentirme un vulgar pelotudo. A razón de mi incipiente fealdad nunca pude vincularme con otra persona del sexo opuesto dado que el grado de asco que debo representar solo debe ser superado por el propio asco que me tengo. Y es que imagino que desde mi concepción fui un garrafal error de la naturaleza (o de la carroña que me gestó en su vientre e hizo las veces de mi madre) …ciertamente si vine al mundo fue por un apático intercambio sexual del cuál soy su materializada y hórrida consecuencia; me imagino retorciéndome en ululares espasmódicos y continuos ayes, pugnando por salir del infecto útero: yo, esa concepción amorfa, esa babosa informe que emana en su vaho reptiliano, en su calamidad de azufre y llanto a la irrealidad de las irrealidades: el mundo de los otros… -Desganando ganas…Desgarrando el tiempo en ayeres y oprobios,Odiando todo lo presente, temiendo lo perecedero;Desgrano ánimos y no tengo ganas de nada. -Ganas de nada:Tosiga apatía que me condena al deambular de la conciencia;Ignota pesadumbre esta la del continuo lamentarse.Tormento que implora el nombre de ella:Afán de tenerla, desazón de no verla.Aburrimiento lacerante que convida a la desazón.Contritos pensamientos que pugnan por salir, por gritar su ira…Pateo las razones y la lógica y me aferro a la melancolía del ensueño… - Soy la propia contradicción, soy el espíritu de lo que nunca llega a ser, la constante vacilación; siempre reñido conmigo mismo. -Quisiera ser la nada, ser nada por nada y para la nada…despojarme de esta arbitraria identidad; ¡No ser!, No ser Matías…No ser Nadie… -Este ente micro cósmico que es Matías apaleado y enterrado por sí mismo: desvelos, gratuidad de sofistería, perorata de nunca acabar, celo de dolor y soledad…-Soledad y frustración, mis implacables amantes; rehúyo de ellas, ya no quiero su lujuriosa ponzoña, no quiero la hiel amarga de sus labios de tristeza. -Tristeza que te haces carne de mi carne, Dolor nauseabundo y atolondrado que mora en mí:Miedo de ser, de existir; angustia de emociones acalladas y lastimadas…¡Todo resulta malevamente gris! Solo cenizas de una humanidad que siento ajena… Aquél lugar de la conciencia donde la esperanza a perdido su sentido denostada por los cierzos de la incomprensión.Aquél lugar al que enajenado fui arrastrado por apáticas pesadumbres y mitologías de Ser…Esa morada de lágrimas y continuos AYes,Allí donde me oculto y salvaguardo de la mortandad exterior, De los “otros”, los “ellos”;Ay, que inaudito dolor el descubrir que el propio temor es a uno mismo. -Si pudiera escribirte una canción,Si pudiera entregarme a vos sin ningún reparo,Si pudiera protegerte, amarte y adorarte...Si pudiera desnudar mi alma y obsequiártela, así sin mas;Pero lastimosamente quizás, solo puedo ser YO...no puedo regalarme, ni entregarme, ni siquiera puedo prometerte que no puedo llegar a lastimarte. Solo puedo compartir ese YO con VOS y quererte a mi manera. -Esa noche te vi, te vislumbre...Percibo tu ardoroso aliento susurrándome al oído, acaricio tu lozana piel tan tersa, tan meliflua y algodonada. Nuestras manos se toman, cariñosamente nuestros dedos se entrelazan. Te siento tan cerca, piel contra piel ;y nos movemos danzantes a un tempo que es el nuestro, nuestro ritmo. Nuestra canción tejida con suspiros, carcajadas y miradas. Hecha de nosotros, de algo de nosotros... Eso somos nosotros: Vos y Yo! -Quise ser todo para vos. Creí que tenia que ser mejor para corresponderte, falacia!.Te llore en mis silencios...Pervivís constantemente en mis pensamientos y sé que somos distintos, sé que quizás no soy lo que necesitas o buscas y también sé que quizás nunca nuestros corazones se entrelazaran...pero sobre todo sé que me conmoviste y que te quiero como a nadie mas: Sé que estoy enamorado!... -En mi soledad te lo confío todo; todo mi ser lo desnudo y te lo entrego. Te cuento lo que siento: mis aflicciones, mis dudas, mis errores...todo, en suma, lo sabes vos. No ahí ningún secreto mío que te este vedado. También mis aciertos, mis ilusiones, mis alegrías te las obsequio y las comparto con vos. Extraña melancolía esta, la de recordarte. Recordarte en una ciénaga de licores, Mientras reñían los ebrios de la madrugada Y los sones de la muchedumbre insomne... (Y yo callaba...) Recordarte ahí, tierna y placidamente arrullada En ese paraíso de locas pasiones, En esa caterva de pretensiones Que se gritan y se esgrimen. Recordarte así de sencilla como sos En ese griterío infecto De crueldades y maldiciones... (Mientras callaba...) Y entonces, una pregunta asomo de tus labios: "¿Tenés algo para decirme?"... Y me acalle... Y te dije "No"... Un "No" austero, falaz y doloroso; Una engañifa de la negación En un mar de ululares y contradicciones. ¡No y mil veces No, resonando en mi cabeza!...(Y seguí callando...) ¡Te vi, yo te vi!; me viste, sentí que casi me desvestiste...Te vi, me desviví y esa noche por ti viví.Tu me viste y nos miramos y nos vimos y nos contemplamos. Aun te sigo viendo, en mi imaginación te veo, en mis recuerdos de revés nos vemos y seguimos viendo.Me viste, me miraste, me encandilaste y me maniataste. ¿Te veré pronto?,¿ me seguirás viendo?, ¿¿¿nos volveremos a ver y me veras y te veré como esa vez???...Si, me viste aquella vez, aun recuerdo como me ves de vez en vez: Veo y reveo aquello que veo y pervive ese “ver” en ser y siempre ver. -“Te VI!, tu me viste, yo te vi!”: - “¿Cómo es eso...de que me viste?”, atiné.Te vi vida, viéndote y reviéndote y hasta me imagine desvistiéndote...Desvistiéndonos ambos de miradas, de ensueños y de visiones que me pienso ambos vimos y vivimos.Te vi, te veo, ¿te seguiré viendo?...Veo que te veo y en cada instante te revelo, me rebelo y todo lo que veo me causa tal revuelo que desatina un vuelo de “veos” y de “creos”.Te vi, no olvidare que te vi,¿nos entendimos cuando nos vimos?; O simplemente vimos lo que quisimos ver. Y si toda esta perorata de “ver” y “a ver” no consiente ni siente en su haber ver mas halla que este capcioso verbo que se vierte en verborrea de versos...Vivo viendo y veo viviendo que te veo. Y quizás algún día alguno de esos “veos” se trasvean y vean como cálidos besos....Ved, ved! y ve todo lo que puedas ver que yo apacible veré que algún día me dirás: -“ven, ven y veamos lo que queremos ver”...¡Nada, nada, nada!...solo se que te vi, me viste, nos vimos y espero volver a verte!. -Cándida y altanera, la muerte disfrazada de ensueño visito tu lecho.El adiós de adioses:el inadmisible adiós...retruécanos de gemidos, sofisterías lacrimosas; los arcanos de la muerte adustos e impertérritos nos sacudieron... -Y tu sonrisa lunada traslumbraría mi senda de noches y sombras...Y menguo tu existencia candida y cansinamente, pero al fin dejaste de ser...nos dejaste en nuestros vituperios, sollozamos, te extrañamos e implacablemente te perdimos...te perdimos en ese remanso portentoso e indescifrable: la inmortalidad. -Subitamente se conjuro el silencio y ahora tu vida se vio empañada de un mutismo perenne e insondable: no volverias a murmurar mas...Convergieron los hados en su funesto designio, y las horridas parcas cortaron el hilo del cual pendias... -Se ofusco el aliento de tu palpitante llama y solo quedo el adiós dibujado en nuestras lagrimas. El adiós, esa palabra que nunca pudiste aprender pero que sin duda comprenderías, Querubín. -Déjalo que se vaya...A jugar en tardes de caramelos, a cobijarse en nubes serenas; déjalo que se vaya, tiernamente, de la mano de un serafín.Déjalo sobrio yacer entre juguetes y sueños... Párpados henchidos de tanto llorar, mi piel tiembla al recordarla; se hiende, flaquea y se deshace en espasmos de frenético ulular. El desanimo es una cadencia parca y adusta que gesticula hórridas proezas en mi alma mientras malsanos fantasmas rasgan el velo flácido de mis oraciones. Contrito en esta hecatombe lacrimosa, penando ayeres y angustiado del presente, sacrifico lagrimas y pesares a la estéril tierra: Espárcelas OH venturoso Eolo, OH flagelante Céfiro... Murmurare un adiós, un lánguido adiós y acribillaré mis blandas ilusiones en algún tósigo licor... Desaparecer...deshacer la existencia...sacarme este dolor enfermo que anida en mi pecho...prefiero callar, sazonar con el amargo sabor del silencio los rastrojos insípidos de mi vida...soledad y silencio...lento crepitar de imágenes pasadas. Ay, y siempre ella...siempre vuelvo a ella...y yo quiero olvidarla empecinadamente, no quiero volver a verla, no quiero estar cerca de ella...no quiero este dolor, no lo quiero mas...¿Por qué tuviste que aparecer?... Desliza gracilmente el lapiz sobre la hoja virgen, traza con la punta de carbon un esbozo de tus soliloquios; esparce ideas, dibuja temores, retrata ilusiones...divaga, sueña y huye. El portentoso lapiz es tu sable, la tersa hoja tu espejo, tu confidente. Busque sosegarme en calidas notas musicales, intente encerrarlos entre párrafos e ideas, quise dispersarme escapando a mundos de inaudita ficción; los oculte en la sonrisa de ella...rece, escape, soñe, divague y añore; empero no logre perderlos...mis pensamientos nunca me abandonaran! No consigo conciliar el sueño...pensamientos, pensamientos, pensamientos...ora me invaden, ora me atosigan; me los figuro cual sempiternos dragones danzantes revoloteando aca y aculla en un caos cosmogonico. Disertaciones del espiritu que me someten con sus crueles designios. Resquemor de ansiedades, barahunda de sofismas; toda una marejada de silentes perogrulladores; silenciosos alaridos que me desgarran y me azuzan de frenesi y de desconcierto. Y mi alma yace bajo tamaña cofradía de pensamientos, pensamientos y solo pensamientos... n torbellino de cosas no dichas, anhelos, recuerdos, ansiedades y nostalgias. Todo en su caótico frenesi se abomba, retrotrae y cobra inusitadas formas maquiavélicas. No ahí sosiego en derredor...Quisiera abigarrar, aprehender celosamente mis pensamientos y encerrarlos en el papel. Oprimirlos, injuriarlos...Quisiera escapar de mis pensamientos!... En enredones de funestas realidades; en el trapiche ausente de un categorico microcosmos; en desavenidas y ajadas majaderias puristas y mundanas; en lienzos y estigmas; en vanidades y huracanes; en melodiosos tientos y arcaicos canones; entre trenes y misterios...me hallo yo, solamente yo. Una sempiterna anima que pugna por desarsirse de la perecedera carne, del moribundo espiritu... Palidece el mortecino dia en su discurrir monotono y austero; palidece entre los estentores de la magra lluvia. Con desgano, pero indefectiblemente traza su senda la macilenta tarde... y heme aqui, entre oprobios y cavilaciones, entre letargicos pensamientos y fatales elucubraciones; surcando pensamientos y palpitando anhelos. Encerrado en mi mismo. Heme aqui taciturno y acongojado, subyugado bajo el estigma de un pensamiento: me siento vacio... En la caterva de mis pensamientos, plagados de silogismos, vituperio, raciocinio, elucubraciones y mordaz denuedo... En ese cúmulo ingente de ayeres, de sueños y de epopeyas erijo en este instante, enfundado en la soledad mortecina de la noche, un grato pensamiento a aquella que difuminó mi parco entendimiento y provocó en mi ser el decantamiento abstruso de contemplar la elegía que me musitaron sus ojos... sus pupilas: dos perlas saturninas engarzadas en el lienzo de sus ojos. Su rectilinea nariz constituye un pilar envidiado por afamados arquitectos. Su cabellera entre pardo y zaino constituye el eter de mis fantasias, pero sus labios escarlata sobre el fondo enjuto y marmoreo de su rostro se me figura como el elixir de la vida que mis osados labios quisieran probar....Quien es ella?...que es ella?...Diosa, hechicera, princesa, poesia, pasion, vida, muerte?...solo puedo contemplarla como la obra de arte que es ella y no dejo de pensar en el rubi inefable de sus labios sobre su rostro de luna; sempiternos y apasionados labios que me enamoran. La noche se cierne cruenta e indefectible. El cielo se reviste de su manto parco y austero; ese negro infinito, impertérrito, severo y absoluto. Solo las engarzadas gemas que son las estrellas proponen un brillo a tan opaco y decadente atuendo...La noche, mi noche; mi eterna noche...La contemplo, la anhelo; mi soledad me trae irremisiblemente la esencia de la noche...este donde este; vaya donde vaya: mi alma es una con la noche... Duerme, OH Bella Durmiente, tu placido sueño de luna. Duerme, descansa, del vituperio del mundo exterior. Escápale a la desazón del espíritu en tu sueño eterno. Duerme, cara de luna, labios de fulgor, cabellos de noche... Duerme encerrada en tu cristal onírico, en tu cosmos desolado. ¿Acaso a sido un venturoso hechizo de alguna envidiosa de tus encantos lo que te sumió en ese inabarcable sueño? ;¿quizás, simplemente fue tu nobilísima voluntad la que Eligio esta situación?...¿quizás un poco de todo esto y más aun? ¿Dónde quedaron los instantes en los que esparcías tu belleza a toda la creación?¿Dónde quedaron tus risueños encantos que conmovían hasta los más tumultuosos elementos?¿Dónde quedara la felicidad de los niños que se deleitaban con tu sonrisa?¿Dónde reposaran los mansos pájaros sino es al abrigo de tus manos?¿Quién cuidara de las ninfas, cuando inocentes, jueguen en el río?¿Quién revivirá las marchitas flores?....Nadie ahí quien sea capaz de reemplazarte mi bella princesa... Desde que estas inmersa en ese sueño, el sol ya no sale con la misma presteza, las plantas han perdido su verdor y su frescura, los niños olvidaron lo que es la alegría y no ríen mas, los pájaros perdieron sus variados colores y ahora dominan los malevos cuervos; las ninfas ya no se muestran a los seres humanos y la noche se a cernido implacable en nuestros corazones... Desde que no esta tu alma con nosotros, OH Bella Durmiente, he perdido la razón de mi existencia. He perdido la fe en todo lo que me rodea, he perdido los sentimientos: el enojo, el enfado, como así la dicha y el sosiego... solo existo por mera inercia, estoy muerto en vida, mi existencia se ha apagado... Paso mis días contemplándote y solo contemplándote; recordando el ayer, nuestro ayer... anhelo, deseo, espero y ansio el momento en que tus ojos parpadeen vacilando a la irrealidad de tu sueño ¿Cómo seria ese momento? Ni yo puedo imaginármelo... Ya se me han ido los años observándote, las lagrimas se me secaron para siempre, el vigor de la juventud me ha abandonado. Y heme aquí tan impasible como el primer día, observando hasta el más mínimo detalle que me de un consuelo de que pronto, muy pronto despertaras... La espera me mantenía atenazado y expectante a cada hecho, que en otras circunstancias, consideraría nimios o superfluos. Sentía que mis sentidos se aguzaban. Entonces el lento crepitar del movimiento del reloj, los ostentosos rayos de sol que inmisericordes reptaban por las rendijas de mi persiana; en tales cosas reparaba tratando de hallarles un significado. Todo me parecía una concatenación de hechos ex profesos que se me presentaban como arcanos de algún indicio; como si en la trivialidad de su monotonía hallara un mensaje que me hablara de mi naturaleza intrínseca. Sin embargo; estaba calmo. Entiéndaseme bien; hago referencia a que si bien mi estado interno no se hallaba ecuánime y la perspectiva de mi objetivo potenciaba mis sensaciones, al punto de que me mi corazón galopaba eufórico, mi sudoración se hacia mas copiosa (amen de lo caluroso del día) y la frecuencia de mi respiración era mas irregularmente atropellada que de costumbre; la serenidad que sentía se debía a que tenia la certeza de estar haciendo lo correcto, tenia la certeza de que no incurría en ninguna falta, tenia la certeza de que ella era lo que le necesitaba para mi vida. El tiempo seguía en su discurrir austero, mas yo no podía establecer una idea objetiva de lo transcurrido desde que me había propuesto esperar. Solo el apolíneo disco que parecía aminorar en su altivo despotismo, y el trémulo y rugoso sonido del reloj eran los únicos elementos que me devolvían a esa irrealidad que era para mí el tiempo. Aun no se me presentaban señales de que apareciese aquella que cual relámpago fortuito anonadó todo mi ser. Pero no quería cejar en mi empeño, en mi espera; por lo menos no hasta tanto hubiese contemplado nuevamente esa prodigiosa figura que por ventura hoy conocí. “¿¡Y como no pensar ella!?”, me dije a mí mismo... Hoy cuando la vi, supe que mi vida no seria la misma. Ella es un antes y un después; un instante onírico, una imagen fugaz que pervivía en mi mente como un axioma: como un todo y una nada perfectos. La situación ocurrió así: Me hallaba mirando por mi ventana como acostumbro hacer cuando no puedo establecer un orden en mis pensamientos. El sentimiento de soledad que me invadía era agobiante y desangelante. Anhelaba un instante de paz en mi corazón, mas aun lo reclamaba con una furia contenida que me quemaba las entrañas. Le exigí a Dios que me diera paz y amenace con quitarme la vida. Entonces en ese preciso instante, observe una mujer que caminaba en dirección a la casa que se hallaba frente a la mía. No tuve ninguna dilación en reconocer que tenia la tristeza en el cuerpo; la tristeza era un aura que la envolvía y la engalanaba potenciando sus atributos físicos. Una mujer ataviada de una tristeza de tul refinada .se me hizo exquisito de contemplar!. Momentos antes de que entrara a su casa, levantó la vista en dirección a la que yo me encontraba... ¿Cómo describir el éxtasis palpitante que sentí en mi piel? ; sus ojos gélidos e inertes me miraron sin expresión, sin embargo pude distinguir que también ellos estaban emperifollados con el tafetán de la tristeza. Instantes después ella entraba en su casa y yo me “auto-decretaba” a la idea de observarla, de aprisionarla con mi mirada, de entender el por que creía que su tristeza era la respuesta a la mía. Para ello, como he dicho, entorne mis persianas y me puse en vilo a esperarla. Ella pasó rápidamente y abrió la ventana que estaba enfrentada con la mía y luego la vi entrar en una habitación contigua. Por fortuna nuestro pueblo es terriblemente apacible, y en un caluroso domingo como este las personas se parecen mas a una idea de fantasmagoría que a una realidad apreciable. Mi calle cuando menos era un pasaje bastante desolado, y solo de cuando en cuando esa petulante soledad era enturbiada por algún molesto y ensordecedor ruido de automóvil que transitaba esta calle de soledad. ¿En summa, que sabia yo de ella? Maldecía mi recurrente apatía, por no haber prestado atención con anterioridad a esta persona. Sabia que había llegado junto con su pareja a este pueblo hacia casi un mes; además se decía que no llevaban mucho tiempo conviviendo juntos. El resto de mi conocimiento solo me había llegado de comentarios de algunos vecinos que con sus vulgares maneras me referían los pormenores y toda una sarta de inferencias, improperios y elucubraciones que sostenían acerca de la pareja. Según decían se habían mudado recientemente a nuestro humilde y sobrio lugar por algunas desavenencias económicas y otros factores de tintes mas oscuros. Pero sobre estos respectos los maliciosos comentarios de los ignorantes vecinos no establecían hipótesis contundentes ni mucho menos concretas. Así algunos hablaban de conflictos y endeudamientos con personajes inciertos y dudosos, otros menos pletóricos en sus majaderías asumían que buscaban rehuirle a la ajetreada vida que llevaban y para ello habían elegido nuestro mas humilde, pero también apacible pueblo; incluso se llego a especular que habían perdido un hijo y que por las noches su espíritu se le presentaba en sueños. En definitiva, la gente se estructuraba y se aferraba a una amplia gama de mitologías acerca de la joven pareja que llegaban a rozar lo burdo e irrisorio y no estaban sostenidas bajo ninguna evidencia sólida. Yo no podía dejar invadir la imparcialidad de mi juicio con la ingente retahíla de invenciones de mis vulgares vecinos. Pero sí admito que el personaje que hacia el papel de su marido nunca me agradó. Hoy era la primera vez que pude verla a ella en su totalidad, ya que parecía nunca salir de su casa y mostrarse muy poco; mas él, me parecía la contradicción en sí misma y así como asumí que ella se hallaba enfundada en su galante tristeza, él me pareció arropado en los jirones de la bellaquería. Volviendo a mi accionar presente, mientras seguía en mi actitud “voyeurista” yo me preguntaba; ¿Qué era lo que estaba haciendo ella en esa otra habitación?, en esa otra parte de la casa en la cual no podía reparar. Esforzaba mis sentidos lo máximo que podía para intentar socavar algún pequeño retazo de información mas lo único que conseguía era percibir sonidos confusos: una maza atenuada de palabras, seguramente ella hablaba en voz alta consigo misma ya que no distinguía otro timbre y no había visto entrar a nadie mas en el lapso comprendido desde mi espera; solo que a la distancia a la que me hallaba podía percibir sus palabras como un ininteligible murmullo. También, siempre patente, se sucedían sonidos de movimientos; como si fuera por dicha estancia acomodando cosas acá y acullá, de manera algo acelerada y ansiosa. Por lo menos esas eran las imprecisas impresiones que lograba figurarme. Tiempo después se sucedió un periodo de “silencio absoluto”. Es decir, excúseme el oxímoron, ya que el silencio no existe para los seres humanos, pero en este caso ya no podía percibir ningún sonido o indicio que me demostraran que la susodicha se encontraba todavía en aquella habitación: ya no escuchaba el jaleo de muebles y de constantes pasos que antes se venían sucediendo de tanto en tanto; sino que parecía haber detenido su actividad. Ya no podía percibir esos sonidos que me alentaban a continuar la espera, entonces el silencio absoluto al que refería lo sentí en mi ser. Volvía a instigarme el fantasma de la soledad... Soy una persona calma y prudente, considero tener un juicio justo y para nada arrebatado pero en este caso no pude evitar imbuirme de una inagotable serie de irracionales y perniciosos pensamientos, y lo que un instante atrás categorizaba como un silencio impoluto ahora se convirtió casi desesperadamente en una caótica aglomeración de sofismas e hipótesis; en una ansiedad manifiesta por saber que ella aun continuaba allí. ¿Podía haberse dado cuenta de alguna manera que la estaba espiando?, ¿Podría escapar por algún lado de la casa que no había considerado?, o peor aun; ¿Podría ella haberse dado muerte?... Esta serie de pensamientos correspondía con mi impulsiva necesidad de poder verla, y solo fue un arrebato. Razone que mis falaces suposiciones no me llevarían a nada e intente seguir observando mas sosegadamente, como venia haciendo desde hace horas. Al tiempo que yo me debatía internamente en estos diálogos, voló en la habitación de ella un objeto contundente que no pude reconocer con exactitud. Primero considere que se trataba de un libro, mas tarde me pareció una caja o algo pequeño pero duro. El hecho fue que este objeto impacto fuertemente contra una de las paredes que alcanzaba a ver desde mi perspectiva, causando un sonoro exabrupto que rompía radicalmente con la monotonía que se venia manteniendo en aquella casa a la vez que lo hizo en parte con dicha pared. ¿Qué sucedió en ese instante de silencio absoluto?...quizás nunca lo sabría. Mas aun mi sorpresa fue “in crescendo” cuando pude percibir sollozos que provenían de la habitación en la que ella se encontraba. Ahora no tenia lugar a dudas: ella no era feliz. Yo que era un tipo razonable y excesivamente juicioso me deje invadir por esta certeza. No podía probar la veracidad de esta aseveración, solo puedo alegar que lo sentí. Lo sentí como nunca había sentido algo con tanta seguridad; sentí que estaba en mi naturaleza, que entre nosotros existía una comunión, una empatía que el destino nos había trazado; sentí que yo podría llenar ese vacío que, sin lugar a dudas, ella sentía. Me la figuraba como una exquisita ninfa derramando sus pueriles lagrimas. Entonces me di cuenta cabal de que había oscurecido, quizás lo hubiese percibido como un rutinario suceso mas al que no le daba importancia, pero tan caviloso e imponderable como me sentía supe sin dudarlo que la noche nos envolvía en un fatal misterio, un causal designio que las mortecinas sombras me habrían encomendado a mi, “el benefactor de ella”. La idea fue tomando forma en mi cabeza, al principio incierta e infantilmente pero luego la entendí como una obligación quasi divina: yo debería asesinar al sujeto que se hacia pasar por su marido, pero que era el origen de la infelicidad de ella, yo debería borrar todo despojo sardónico de aquel canalla desconsiderado, ese Leviatán transmutado en un hombre común y corriente. Solo la altiva y omnipresente luna, esa metamorfoseada Artemisa, esa siempre vigilante luna sería el único testigo de mi digno juramento: Dar muerte al mal nacido ese... Me desperté... No recuerdo bien el momento en que el sueño me venció. Estaba tendido en el suelo, aún confuso divagando entre los colgajos de mis sueños y los siempre burlones rayos de sol que parsimoniosa pero indefectiblemente se hacían presentes. Lo que me trajo a la realidad casi golpeándome fue el hecho de ver la ventana de ella completamente cerrada, con sus postigos y persianas colocadas. Sabía que el telón de esta representación había caído; la escena había concluido. En ese momento reconocí que se acercaba el automóvil del sujeto que era su marido, el único hipócrita que parecía no querer dar por terminada la actuación. Recordé mis juramentos, y con una tranquilidad, quizás impropia en tal circunstancia, salí a comenzar la siguiente escena, la siguiente representación: La escena de la liberación... Matías Gómez, 17/08/09 Las palabras parecen carecer de sentido, o por lo menos no puedo hallar aquellas que me provean de equidad, sosiego y serenidad…mis pensamientos bullen, rimbombantes, caóticos; una maraña ingente e informe que intenta resarcirse a si misma, mas solo consigue emponzoñarse aun mas entre la dicotomía de mi espíritu. -------------------------------------------------------------------------------- Solo simples y fútiles palabras que desgrano escribiendo...es verdad, solo eso soy.....esa marejada de pensamientos que afluyen solo cuando puedo escribir....no soy mas que un frágil espíritu...insignificante ante tu mirada ------------------------------------------------------------------------------------------- Pensando en ella…pensando en ella se me escapa el tiempo, fulgurante y austero; se me escapan los pensamientos, mórbidos reflejos austeros de mí ser interno; se me escapan las esperanzas, las ilusiones que pueda albergar…todo parece ser un discurrir y huir constante, toda mi ufana realidad se resume en un solo hecho: el no tenerte. -------------------------------------------------------------------------------------------- Que bellos ojos entreveo al contemplar tu rostro. Ojos de un negror pulido, abstemio, silente; fraguados por un par de pupilas azabache sobre un benigno lienzo.¿Cuantas veces me he perdido observando aquellos ojos ? ¿Cuántas veces tu fémina mirada, esquiva y vergonzosa, dilapido a la mía, profanadora y errática?...tus ojos se me escapan agazapados en la neblina del recuerdo…¿Qué podría decir, sin embargo, de tu sonrisa? ------------------------------------------------------------------------------------------ Tu sonrisa es la delicia que extasía mi alma, es el frenesí de tu esencia de mujer, es la burlona confidente de tus travesuras, es una alquimia vedada a seres reprensibles… Tu sonrisa, oh bella niña, es todo cuanto necesito, añoro y anhelo. Es poesía, alegría y ufania. Es el mágico secreto de Dios, su inaudita voluntad esgrimida en tus labios. Tu sonrisa es el amor, es la vida. ¿Cuántas veces, según recuerdo, tu vivificante sonrisa le infundió un nuevo cariz de algarabía a mis macilentos días? -------------------------------------------------------------------------------------------- Ella es la noche y el día, oximoron incomprensible; la sueño, la pienso, la imagino y la anhelo ¿serás verdad Patricia?... -------------------------------------------------------------------------------------------- Pienso en Pato…murmurar en soledad su nombre me trae cierto regocijo; pronunciar su nombre cadencioso es la armonía que añoro… Beethoven, Piazolla, Gershwin y tantos otros no pudieron encontrar tal armonía: Patricia… Unas caderas a compás, un vientre que engatusa con su hipnótico ritmo, pechos de tafetán; mirada felina cual Gorgona mitológica; ninfa, náyade, sibila…la shiva hindú, una altiva gitana. Para mi sos todas y no sos ninguna; sos nadie y sos la única; antitesis y paradoja; realidad y ensueño…¿Quién sos?¿Que sos Patricia?... Contéstame gimnosofista, brahmán, obi: ¿Cómo me libero de la esclavitud de tu hechizo? ------------------------------------------------------------------------------------------- No puedo dejar de pensar en ella. Indubitablemente cada cosa, cada pulsión, cada canción que me llego, cada hecho que me emociono, cada persona que atesore, cada instante que me hizo lo que soy me retrotrae a ella… La siento como un todo…me es imposible desasirme de su influencia… En mi caótica soledad te recelo, te rememoro; cada fortuito instante que pase a tu lado cobra una inusitada magnificencia y vanagloria…Todas las palabras que intento regalarte se me antojan caprichosas e insustanciales…solo se murmurar su nombre en la soledad de mi habitación…Toda mi vida es un hecho causal: Encontrarte. ------------------------------------------------------------------------------------------ Que triste se me figura desandar caminos lejos de vos; que desangelante es hallarme lejos del abrigo de tu candido pecho…Que abstrusos son los designios que nos separan… ------------------------------------------------------------------------------------------- Llueve…gris, pluvioso, taciturno… Llueve y me siento triste, la lluevia me remite a una honda tristeza. El cielo parece arrancar las lágrimas que no me atrevo a llorar. Todo es monotonía. Austeros sinsabores. Un lápiz que traza palabras, un gorrión que gorjea su trino, un rumor de soledad que me acaricia la osamenta. Tengo el gris en el cuerpo. Todo es gris… ¿Dónde estarán los colores de ella? ----------------------------------------------------------------------------------------- Sus ojos: retruécanos insondables. Su mirada: apócrifo designio. Su cabellera: una sinfonía de azabache. Su cuerpo: una epopeya que estoy dispuesto a afrontar. Su sonrisa: la delicia que extasía mi alma. Sus labios: el candor, el frenesí, el pecado… ¿Un beso?...ya no se que es un beso… -------------------------------------------------------------------------------------------- Cachetes rojos cual jugosa manzana; cachetes de algodón, cachetes de mansedumbre; Bucólicos y bonachones; socarrones y jocosos…la perfecta transmutación, la inusitada alquimia que es tus cachetes y tu sonrisa, Patricia. ------------------------------------------------------------------------------------------ La tacita tristeza me acompaña en esta tarde de desesperanza. La amarga soledad también es mi compañera, oh venturoso designio, oh incomprensible antitesis! En la maraña de tus cabellos quiero recelar mi existencia, bajo el arrullo de tus caricias quiero ser manso y débil; tuyo y solo tuyo… ------------------------------------------------------------------------------------------ La tarde declina y yo sigo pensando en ella. El crepúsculo es el único confidente de mis desvaríos. La lozana tarde aminora en su altivez y es la noche la que me somete a su imperioso dominio. La augusta noche. Pero, ay de mi, si en todo momento sigo pensando en ella. ------------------------------------------------------------------------------------------- Miríadas de sonrisas, perfume de almizcle y cereza, panacea que de tus ojos resbala. Celo, cielo y recelo. Raudo clamor olímpico, ninfas alborotadas en tu cabellera. Duendes y hadas danzando, sílfides enamoradas; un instante, una pulsión; lo efímero, lo eterno…¿Cuántas cosas me sugiere tu recuerdo? -------------------------------------------------------------------------------------------- Patricia: Ángel, engañifa, axioma; absoluta, impertérrita, inasequible; ignota mujer, solípeda jovencita y por siempre imperecedera niña. Anverso y reverso de la creación; cronología y dicotomía de mi vida…sueño, Buenos Aires y Río Grande; lugares momentos y anhelos. Misterios de tu piel, verdades de tus labios…Patricia…Patricia…Patricia…Espíritu indómito, indubitable y férreo. Voluntad de niña: alma sensible, tiernos cachetes…Espontánea, única e inmortal tu esencia no se me podrá olvidar jamás, mi adorada… Este usuario no tiene textos favoritos por el momento
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Matias
Leticia Salazar Alba