Luego de estar largas noches vacilando con su soledad y de tener un vasto sentimiento de dolor en su corazón, se dio cuenta de las desdichas provocadas por una mujer, de cómo el simple hecho de errar en una amistad destruye toda posibilidad de amor, de cómo el rostro de una hermosa princesa puede hacerte enamorar, llorar, sufrir y vivir por ella, y todo al mismo tiempo. Al salir de su trance, y al ver un libro encima de la repisa, comenzó a ojearlo. Era un libro con las fotos de la doncella que le robo el corazón. Él al recordarla quiso llorar, cavar un gran hoyo en su corazón y enterrar el recuerdo de aquella afrodita, pero él sabia que, aunque lo enterrara, tendría que cargar con el por toda la vida. Luego de preguntarse así mismo como enamorar a su chica, se quedo dormido en un profundo sueño. Al día siguiente se levanto con un sentimiento sombrío en su corazón, era un sentimiento nunca antes experimentado, extraña combinación de soledad, tristeza y un raro deseo de esperar la muerte. Después de estar en su cama por un rato, decidió arreglarse para así salir en busca de su doncella. Se puso la mejor ropa que tenia, un camisa manga larga, unos jeans y unos zapatos cafés. Salio a la calle. Paso por varios sitios que ella frecuentaba, hasta que en una heladería la vislumbro. Lo que vio en aquel lugar terminó de destrozar sus emociones y lo sumió en tristes pensamientos. Mientras veía la escena, pensó que su vida se convertía en motivos de muerte y que su destino se transformaba en el vil juego de un conocido ser, el amor. Y es que claro, en efecto, allí se encontraba ella, tan hermosa y dulce como siempre, con sus hermosos rizos color castaño, ojos penetrantes color verde lila y un rostro propio de las divinidades griegas, sentada al lado de un chico. Pero lo que más lo deprimió fue la manera como ellos se besaban, tan apasionadamente como si no existiera mañana, y de la manera que Santiago siempre había querido probar esos labios rosas. Nadie pudo ver la combinación de tristeza y dolor que embargo a Santiago, es más, ni ella ni su amigo se percataron de su presencia. Él al ver esta escena solo pensó en correr, y así lo hizo; nadie, ni el mismo supieron hacia donde se dirigía, pasaba como un rayo al lado de los demás y como sombra por toda la ciudad, solo se le veía una lagrima en el rostro, una inquietante gota negra, que contenía todo el amor, sueños e ilusiones de este pobre desdichado. Mientras emprendía esta carrera contra la realidad, en su interior se diputaba una gran batalla entre su corazón y su razón; el primero por no querer aceptar las imágenes que le daba el segundo, y el segundo por no querer transmitir el dolor del primero a todo el dinamo del cuerpo. Nunca se supo cuanto tiempo estuvo corriendo, pero al estar jadeando de cansancio y al sentir el sudor frió de su rostro, que contrastaba con el hermoso día de verano, freno. Santiago Medina estaba inmóvil, con los ojos cerrados y las manos sobre su rostro, luego de respirar grandes bocanadas de aire puro, se calmo, y se quito las manos del rostro, paso seguido abrió los ojos muy lentamente. Mientras sus ojos se acostumbraban a la luz del sol, por un instante creyó haber muerto, creyó estar en el mismo edén, pues el espectáculo de colores y paisajes era bellísimo. En efecto, se encontraba en un gran parque, un parque singular por su estructura e inquietante apariencia; el parque contenía múltiples senderos de piedra rodeados de hermosos árboles de colores, los cuales resaltaban la época del año. Camino un tramo corto y al vislumbrar una pequeña banca, decidió descansar. En el momento que se sentó vio como un mar de hojas de distintos tintes caían, como brisa suave a su alrededor, reposando en la grama del parque, rodeando a los jazmines con sus colores y barrocas formas, pero ni este espectáculo animo al joven. Santiago permaneció largo tiempo allí, pensando y analizando lo que había sido de su vida hasta ese momento, y de sus planes para el futuro. Recordó todas las veces en que lo habían hecho sufrir, y en esos momentos se dio cuenta de una triste verdad: nunca había comenzado en el amor y ya se quería resignar. Al caer el crepúsculo de aquella mágica tarde de otoño decidió volver para su casa, para poder descansar y pensar mejor. En el camino hacia su casa pudo ver mucha gente, a la cual no conocía, y se concentro mucho en las mujeres. Luego de mirar a muchas chicas, se dio cuenta para su ciega sorpresa, que cada mujer tenia algo bello que las destacaba. Cada vez que pasaba cerca de una mujer intentaba oler su fragancia y analizar su lindura, esto le hizo reflexionar en que el mundo albergaba numerosos jazmines y, que él, no tenia ninguno gracias a estar desvelándose por una rosa negra. Al llegar a la segunda planta del edificio, entro a su casa, una humilde morada con una habitación, un baño, una cocina pequeña y una sala que daba cara al balcón. Santiago vivía con su madre, pues esta se había separado de su padre tan solo hace 4 meses, un acontecimiento que dio paso al desencadenamiento de emociones existencialistas y tristes del pobre chico. Lentamente se desplazo hacia su habitación, y vio la única cama que había, la cual compartía con su madre. La habitación estaba desastrosamente desordenada, con latas de cervezas por doquier y con ropa tirada, trágico retrato de la noche anterior. Así que se distrajo mientras organizaba su alcoba, un gran método para aparentar sus sombríos pensamientos. Luego de terminar su labor domestica, se sentó sobre el suave colchón de su cama y vio todo el espacio. Era en realidad una alcoba muy sencilla: un televisor, una mesita de noche, la cama y al cruzar un muro de madera, se encontraba con su computador. Pero hubo un sonido que lo saco de sus pensamientos; era el teléfono. Santiago lo dejo timbrar un rato, y al ver la insistencia del aparato, decidió contestar… una muy mala decisión. -Hola- dijo Santiago con vos fría, pero la dulce voz que salio del auricular le calentó el corazón. Era ella, la misma que horas antes se encontraba bazuqueándose con un desconocido, Santiago tuvo una mezcla de ira y melancolía- ¿Por qué me llamas? -Santy, pues por que eres mi mejor amigo, mi confidente y a quien mas quiero- dijo Isabel con tono alegre, así que Santiago respondió de la manera más fría que pudo, y no fue difícil hacerlo- ¿Por qué te besabas con él en la heladería?- esta pregunta sorprendió tanto a la chica como al corazón de Santiago, el cual le gritaba que la tratara como princesa. -¿Cómo sabes eso?, ¿acaso nos viste?- la chica se recupero de la sorpresa y añadió con hilos de ira- mira Santiago, yo puedo besarme con quien yo quiera, total, no soy nada tuyo. Además si no te beso a ti es por que no me atraes, y si vas a estar así, entonces será mejor que no volvamos a hablar- corto ella tajantemente y, así, dejo frió a Santiago, el cual enmudeció y con tristeza colgó el auricular. Sentado en el sofá de su sala, Santiago tenia un debate en su mente; no podía comprender porqué la vida era tan injusta en el amor con él, y de cómo el florecimiento del amor podía convertirse en un dolor y sufrimiento nunca antes experimentado por él en sus 17 años de vida. Luego de estar allí por una hora, decidió darse un descaso, así que se fue hacia su cama, se arropo y cayo en sueño. Era una noche singular en la ciudad de Medellín, se sentía una gran paz en la oscuridad, en la débil luz de la luna y en la sinfonía del viento al chocar con los árboles. Esa noche fue especial para Santiago, pues desde el momento de esa llamada, se daba paso al fin de una gran ilusión y todo gracias a un sueño. Esa noche Santiago proyecto un sueño que más que un presagio, era una señal. En efecto, el joven se vio a él mismo en el parque donde había permanecido en la tarde, aquel hermoso paraíso terrenal pero, a diferencia de esa tarde, el parque se veía triste, en el suelo se encontraban rosas grisáceas y hojas negras, los desnudos árboles tenían un color opaco, propio de las más exquisitas novelas de terror. Santiago se encontraba en la misma banca, pero no estaba solo pues, a su lado, se encontraba Isabel. En efecto, allí se encontraban los dos, mirándose fijamente a los ojos y con las manos entrelazadas, una escena de verdad muy comprometedora. Santiago sintió un vuelco en el corazón de alegría, pero nada pasaba, hasta que escucho un grito que venia de su corazón “vamos, dale un beso, es lo que queremos”, el chico en el sueño parecía no haber escuchado, pues estaba muy tranquilo. Luego de un rato, la voz volvió a hablar “Santy, vamos, tan solo mira esos labios, están hermosos como siempre, como nos gusta, rosados y carnosos”, de nuevo el Santiago del sueño parecía no escuchar la voz de su corazón. Luego de que pareciera que la imagen se quedaba congelada fue Isabel la que, con un suave movimiento, se inclino hacia delante lenta y muy sensualmente hacia los labios de Santiago. Mientras la voz interior vitoreaba por lo que seria un beso perfecto, paso lo impensable, el Santiago del sueño al ver como la chica se aproximaba hacia él, con una suave caricia en el hombro la detuvo, la alejo y le murmuro algo que no se pudo oír, como si la escena estuviera muda. Isabel parecía ser la única que escuchaba a Santiago, pues cuando este cerró los labios ella rompió en lágrimas, le miro tiernamente y se perdió por un camino de piedra. Antes de que el sueño se envolviera en tinieblas, la voz retumbo con ira por toda la imagen “¡¡eres un idiota!! Por que nos niegas el placer del amor”, en ese momento todo se torno oscuro y Santiago abrió los ojos, pudo vislumbrar como los tibios rayos del sol irrumpían es su habitación, miro a su lado y vio que su madre se encontraba profundamente dormida, así, que sin hacer ruido se levanto y se dirigió al baño. Al mirarse en un espejo pudo ver su cara pensativa, los acostumbrados ojos color miel estaban sombríos, parecían tras un velo negro muy denso. Al verse en ese deplorable estado esforzó una sonrisa; nunca se imagino verse así. Santiago era un chico de 17 años, de contextura delgada, alto, cabello color negro levantado hacia arriba; era como dirían las chicas “un chico lindo y sexy”. Lentamente se sentó en la tasa del retrete y comenzó a encender los engranes de su mente, eran muchas las preguntas que se hacia: ¿podrá ese sueño ser una señal?, ¿podré volver a enamorarme y entregar mis sentimientos sin miedo de ser rechazado? Y una que lo preocupo mucho ¿podré olvidar a esa hermosa princesa cuya belleza solo se compara con afrodita? 2 Eran tiempos grises en la ciudad, y se acercaba rápidamente la navidad, su magia ya se sentía por los alrededores. En estas épocas Santiago siempre tenía sentimientos nostálgicos y melancólicos, pues recordaba mucho a su padre. Alberto Medina se había divorciado de Esperanza ya hacia 4 meses, dejándolos a la merced de lo que les pasara. Pero a pesar de las tristezas, siempre había alguien allí a su lado, su madre, la cual siempre le recordaba el espíritu navideño. Luego de un baño burbujeante de pensamientos y de alistarse para aquel nuevo día, Santiago solo se tumbo al lado de su computador a escuchar música, y aunque siempre se sentía emocionado de la gran colección de canciones que tenia, ese día fue diferente, parecía que nada lo podría animar aquella mañana. Justo en el momento que se preparaba para acostarse en su cama y mirar el pálido color vainilla de su cuarto, sonó el teléfono, y con desgano se puso en marcha hacia el aparato. La voz que escucho le alegro un poco la moral, en efecto, se trataba de su mejor amigo Sebastián, un chico próximo a cumplir los 15 años, alto como Santiago, pelo de un color negro brillante, ojos color cafés, piel pálida y una mente, si cabe decirlo, más soñadora que la de Santiago. -Hola joven- dijo enérgicamente Sebastián- tiempos sin hablar, ¿es que ya se olvido de los amigos? -No mi buen amigo, sino que han habido muchos problemas sentimentales últimamente, entonces no había podido telefonearlo- dijo Santiago aliviado de escuchar por fin una voz de confianza. -¿Qué os ha sucedido pues socio?- dijo inquieto el buen amigo, y con mucho brío y sentimiento Santiago le comento lo que le había acontecido por esos días, a lo que el amigo le contesto- vea socio, discúlpeme por lo que le voy a decir pero me lo agradecerá: una chica de su misma edad nunca querrá tener nada con usted, tu sabes que ellas prefieren a los chicos mayores. Además en estos tiempos uno no puede darse el lujo de enamorarse, recuerde lo que me paso con Laura, y aunque ella te haya dado tantas señales, usted fue el que se ilusiono solo. Es mejor que busque otra ilusión.- término tajante Sebastián. Santiago pensó por un momento las palabras de su amigo, y en parte tenía razón, pues Laura había utilizado a Sebastián para conseguir solo placer y, luego de ilusionarlo, lo dejo por otra persona, lo cual fue doloroso y casi destroza a su amigo. Y a pesar de que ninguna otra chica había querido estar con él, éste lo había superado. -Sabes, tienes mucha razón, pero entiéndeme, llevo mucho tiempo con esta pena, y no olvidemos todas las señales que ella me dio, además “te amo” es una palabra muy fuerte para un simple amigo- se defendió Santiago -Si, pero vos eras su mejor amigo y ella expresaba sus sentimientos de amistad de esa manera, pero bueno, yo lo llamaba para invitarlo a que salgamos a caminar y platicar- y con este gesto de poyo y solidaridad para con su amigo, Santiago se alegro mucho. Ese día fue verdaderamente de desahogos, los amigos siempre se encontraban en algún centro comercial o parque, allí caminaban o se divertían, era de verdad una entrañable amistad. Ese día los dos chicos se contaron los problemas, se daban soluciones y hasta se rieron de su mala suerte. Al final de la tarde, Santiago se encontraba llegando a su casa de un gran humor, y al entrar, se encontró con su madre. Esperanza era una mujer que rozaba los 40 años, bajita, cabello color caramelo y de contextura esbelta. Luego de un afectuoso saludo Santiago decidió divertirse un poco con sus sentimientos. En una cómoda silla situada en el balcón de su casa se sentó, con bolígrafo y papel en mano comenzó a dejar fluir por su cuerpo sus dotes poéticos. Y así decía el poema: A Un Amor Platónico Cada día te veo pasar Sin nunca saludarte; ¿Cómo poderte yo expresar Que hoy comencé a amarte? No se que será ni que me vuelve loco de ti, Desconozco las causas de mi delirio; Pero el pecho se me infla al verte venir, Pero pasas sin mirar y lo dejas frío Cuantas veces he querido hablarte, Que me respondieses con cálido aliento, Te busco, no te encuentro, quiero darte La pasión de mi alma y poder amarte Me miras sin expresión en el rostro, Pero tus claros ojos hablan de ti, Pero desvías la mirada y me dejas morir Sin la calidez de tus ojos y tu matiz Es difícil estar en soledad Teniendo un amor platónico; Es duro no sentir tu respirar, Saber que para ti no he existido ¿Cómo hacerte ver que yo existo? ¿Cómo demostrarte que por ti vivo?, No soporto que para ti yo sea olvido Ni que tú me ignores y sienta frio ¿Por qué no sonríes bella princesa? ¿Acaso no tienes tu caballero?, Yo estoy aquí viendo tu belleza Esperando ser tu dueño Las estrellas en el firmamento alumbran Esperando consteladas a que las veas, Luminosas y pasionales: te amo te susurran Transmitiéndote el amor que corre por mis venas Satisfecho de su trabajo y con un plan en mente se quedo dormido en el sofá. Al día siguiente Santiago se levanto temprano y salió muy a prisa con su poema en un sobre. El sobre iba dirigido a Isabel por parte del joven. Su plan era en sí muy sencillo. Él quería olvidar todo aquello que lo ataba a ella, pero no sin antes darle una última muestra de su amor, así que pasaría la carta por debajo de la puerta y nunca jamás volvería a hablar con ella. Ese día se había forjado en su mente la meta de ser feliz, de poder ser esa persona que siempre había querido ser. Él sabia que solo él podía hacer algo con su presente y futuro; y este era el comienzo. Eran las 8 de la mañana de ese día domingo por lo cual el barrio estaría solo y no tendría que pasar ninguna vergüenza. Llego a la casa de 2 pisos color nieve y subió hasta el portal. Con mucha cautela beso el sobre con, más que la esperanza, la seguridad de cambiar su vida por completo y lo deslizó bajo la puerta. -Oye se supone que el correo no llega los domingos, ¿Qué haces entonces allí?- dijo una voz femenina mientras Santiago saltaba de la impresión por esa inesperada sorpresa. Con lentitud giro su cuerpo lentamente mientras decía- Dime chica, ¿acaso tu vives en esta casa?- al terminar la frase quedo en frente de la mujer, aunque seguía en cuclillas, así que lentamente se puso de pie. -No, no vivo aquí, pero… -Bueno, sino vives aquí, no te interesa entonces lo que estaba haciendo. Mientras menos sepas más vivirás- interrumpió bruscamente Santiago a la chica. Ella era de altura promedio, unos 173, de cabellos castaños, ojos de tinte miel, 18 años y un cuerpo voluptuoso. -Pues lamento informarte que yo soy vecina de Isa, así que si algo pasa con ella pues es asunto mío- contesto bruscamente. -Mira, lamento que tu vida no sea interesante, pero por eso no tienes que meterte donde no te han llamado- siguió peleando Santiago a medida que se iban acercando uno al otro con una mirada desafiante. -Por lo menos yo no ando dejando cartas de amor por hay y más a estas horas para que nadie me vea- respondió y Santiago se sintió en un callejón sin salida. -Pues perfecto, siéntete orgullosa, el mundo no es como tú, y ¿Qué ganas con eso? …
Porque eres lo más lindo que he visto, Porque con tus labios me das frescura, Porque con caricias me siento en hechizo Porque mis versos se inspiran en tu ternura Porque me volví poeta por ti Para recordarte en mi lectura, Porque solo escribo al verte venir Si con tu sonrisa me llenas de ternura Porque te estoy amando en silencio Y mi dolor no cambia tu hermosura; Porque tu ausencia suprime mi pecho Y tu presencia me invade de ternura Porque el destino me permite verte Aunque pocos segundos de locura; Porque Dios sabe que solo se quererte Pues me das vida con tus besos y ternura Porque con tu melodía me entristeces Por ser melancolía y ternura; Porque tu deseo me estremece Al ver tu desnuda y bella figura Porque nunca podre ser tu amor Pero mi amor por ti perdura; Porque siempre estarás en mi corazón Pintada con matices de ternura Porque mis ultimo versos te los dedico Perdiéndome en el olvido y la locura; Porque como poeta te describo Con amor real y tinta de ternura
Esa mirada me ínsita a verte oculto, Que no sientas mi presencia y actúes normal; Esos ojos me incitan a pensar en absurdo Cuando el tiempo pasa y te veo más Me siento como el silencio en la soledad, Como una lagrima en el abismo; No puedo entender tu mirada de maldad Que me atrapa y me encierra en tu cinismo ¡es que acaso no ves que me muero Solo por perderme en tu mirar!, Siento que me quemo en un infierno Y solo mi presencia inspira soledad Oh destino cruel y malvado Que me hundes en la nada, Maldito diablo reencarnado Que quemas mi cuento de hadas No se que decirte, robas mi inspiración, Vacio cual rosácea flor sin pétalos Tan difícil es que hable mi corazón Quiero asesinar el mundo y morirme por tu amor
Ahora es que la soledad resurge en mi, Cuando siento que al mundo no pertenezco; Desencantado de la vida y hasta de mi Amándote en silencio, te quiero y te pienso Mis versos son sencillos y sentimentales Pues es difícil explicar mi sentir; Confuso mis dudas salen de manantiales Que rodean mi pensar y mi vivir No entiendo porqué me miras Tan observadora y tan seria, ¿será que como yo tu me amas? ¿será que como yo tu me miras? Y es que las personas se interponen Bloqueándome la vista a tu rostro; Solo quiero ver tu sonrisa, que me rocen Tus ojos llenos de vida, bellos claros son.
Cada día te veo pasar Sin nunca saludarte; ¿Cómo poderte yo expresar Que hoy comencé a amarte? No se que será ni que me vuelve loco de ti, Desconozco las causas de mi delirio; Pero el pecho se me infla al verte venir, Pero pasas sin mirar y lo dejas frío Cuantas veces he querido hablarte, Que me respondieses con cálido aliento, Te busco, no te encuentro, quiero darte La pasión del alma y poder amarte Me miras sin expresión en el rostro, Pero tus claros ojos hablan de ti, Pero desvías la mirada y me dejas morir Sin la calidez de tus ojos y tu matiz Es difícil estar en soledad Teniendo un amor platónico; Es duro no sentir tu respirar, Saber que para ti no he existido ¿Cómo hacerte ver que yo existo? ¿Cómo demostrarte que por ti vivo?, No soporto que para ti yo sea olvido Ni que tu me ignores y sienta frio ¿Por qué no sonríes bella princesa? ¿acaso no tienes tu caballero?, Yo estoy aquí viendo tu belleza Esperando ser tu dueño Las estrella en el firmamento alumbran Esperando consteladas a que las veas, Luminosas y pasionales: te amo te susurran Transmitiéndote el amor que corre por mis venas
Alma solitaria de rosáceos dedos Que triste vagas por todo mi ser, ¿Cuándo será que iras al cielo? ¿Cuándo será que dejaras mi piel? ¡Cansado y aburrido estoy de ti! Porque solo me traes desdichas, Quisiera con ahincó arrancarte de mí Aunque contigo se vallan mis risas Y lo más triste es ver tu terquedad No queriendo matar el amor que sentimos, Que solo nos a traído soledad Y silencio de lágrimas en el abismo Maldita alma… maldita alma mía Que te odio y odio en lo que me he convertido, Soy un sin sombra, sin razón ni vida Frustrado en sueños rotos y melancolía Ahora vago sin ganas de amor, Perdí mis sentimientos en dolor; Pero aunque muera no olvidare Tardes de sol hermosas que contigo pase Y con la muerte, de ti me despido Entrañable y bella alma mía, Espero encontrarte en el olvido Y comenzar de nuevo en la vida