Funciona con la oxidación química del combustible que es cargado durante aproximadamente todo el día. Posee dos tanques uno donde ingresa el combustible virgen y estable, otro el cual contiene al oxidante preexistente. La mezcla entre el oxidante y con el combustible provoca una combustión. Esta combustión se ve traducida en gases los cuales realizan una presión en la tobera. La presión realizada en la tobera es completamente nula en sus paredes laterales, por las cuales ingresan el combustible y su respectivo oxidante. Pero contrariamente la presión que ejercen los gases sobre la parte superior de la tobera, no se haya equilibrada por su opuesto, pues por una necesidad estructural de propulsión los gasas precisan escapar. Procurando así un movimiento eficaz y velos del sujeto, el no podrá volver a presentarse en sociedad o mirar a sus amigos a la cara sin que estos le recuerden el tremendo pedo que dejo escapar en la reunión anual de críticos de arte contemporánea. Fin. Autor: Nicolás Vilaró-Tronfi
Siempre me intrigo que se siente tener un secreto, no un secreto liviano algo realmente pesado, oscuro, perturbador. Si una historia que de miedo y vergüenza contar. Hace un par de años decidí tener uno, buscar a toda costa ese oscuro sentido de mi vida. en mi defensa tengo que decir que no era una chica particularmente linda lo suficiente como para que yo no sintiera asco al tocarla o me encasillaran dentro de algún estereotipo. La cuestión, es que la seduje y la lleve a mi casa. Una vez allí hablamos, nos conocimos, terminamos amándonos y no estoy hablando en sentido espiritual, fue puramente físico al menos para mí. Tuvimos un, lo que podría decirse, romance. Descubrí que vivía sola que no tenía familia cercana. Bueno, no se nota pero esta casa tiene muchos recovecos seguramente se podría esconder el cuerpo de alguien y nadie sabría. No, no es una suposición ya lleva dos años oculta aquí y nadie se entero. Ella a adelgazado, esta pálida, lo peor es que tiene esa sonrisa constante y falsa. Supongo que entenderás, un secreto así no lo puede saber nadie. Si, si se que para que un secreto se tal deben saberlo al menos dos personas por eso te lo cuento. Ahora, debes saber debo matarte. Necesito ver una cara nueva y de paso le harás compañía a Victoria. No pongas resistencia, con el tiempo llegaras a sonreír como lo hace ella. Fin. Autor: Nicolás Vilaró-Tronfi
Lo primero que veo son sus ojos, amarillos refulgentes. En la oscuridad cerrada son lo único que puedo ver, luminosos, su formas parecen recordar un enorme felino apunto de atacar. Quisiera retroceder y huir de este lugar, pero no puedo miro a mi alrededor no recuerdo como llegue aquí. ¿Dónde es aquí? Los ojos amarillos avanzan hacia donde estoy, me domino e intento huir. Caigo de bruces contra el suelo. Giro e intento levantarme, la temible bestia sigue avanzando sus ojos amarillos brillan con mas fuerza. Al fin comienzo a ver mi acechante. No es una pantera, ni un leopardo, solo una mujer blanca y brillante como la luz de la luna reflejada sobre el agua. Camina hacia mí contoneándose, en realidad asechándome, quisiera huir despavorido escapar de ella, no puedo. Le temo hasta el punto de que cada célula de mi ser tiembla grita por una huida salvadora, pero también la amo sus formas, la actitud dominante, sus ojos de fiera salvaje me tienen hipnotizado. Cada vez más cerca. Tiemblo como una hoja estira su mano delgada y delicada, pasa sus dedos suaves por mi pecho. Mi cuerpo se electrifica, cada bello, cada poro, me es insuficiente para sentir su tacto. Creo, creo que por unos momentos sonríe. Sus cabellos dorados se adelantan sobre su rostro hundiéndolo en sombras. Con un movimiento velos y a la vez suave me besa caigo en un mar de dulzura. Ella continua con su embestida caemos de espaldas. No se como pero me encuentro completamente desnudo, las hojas se sienten como un colchón mullido y cómodo. Sus senos presionan mi corazón. Sus brazos y piernas me rodean, clava sus uñas en mi espalda, no siento dolor solo éxtasis. Exploto, despierto de golpe. Me siento en la orilla de mi cama, miro a los cuatros costados y descubro ante una desilusión violenta, que ya no estoy en una selva oscura con una mujer exótica. Tambaleándome me pongo de pie camino hasta el baño, lavo mi rostro con agua helada, suspiro. Como un mal sueño no puedo olvidarla. Quiero estar con ella y ella seguro me estará esperando. Tiro mas agua sobre mi cara. No me importa nada ni la vida, ni mi familia, mucho menos el trabajo. Vuelvo a la cama para caer presa de la enfermedad del sueño. No intenten despertarme, no podrán, pues estoy con la hermosa enfermedad que significa Kenina. Fin. Autor: Nicolás Vilaró-Tronfi
Todo empezó una tarde cuando recibí una llamada, de mí amigo llamado Gerardo, quien siempre creí estaba loco. Incluso él siempre se esmero en aparentarlo. Siempre vestido con un guardapolvo blanco, de esos que usan los médicos, el cual mantenía manchado con grasa y alguna sustancia química. Otra característica física distintiva es que parecía nunca haber conocido un peine, sus cabello rubio siempre revueltos. Para coronar su apariencia de instable mental, lucia dos pares de lentes uno colgando y el otro sobre su cabeza. Sin embargo cuando me llamo fui, después de todo el era mi amigo. Por otro lado si él siempre pareció un loco yo, por otro lado, era el que actuaba como tal. Siempre aislado sin poder socializar con nadie, con una capacidad para alejar a todo aquel que intentase acercarse a mí. Por eso siempre es bueno saber que alguien piensa en uno. Gerardo me sito a su laboratorio, el cual se hallaba en una zona industrial abandonada. Primero, cuando llegue al lugar, me acojone. Que digo acojonarme, casi me cago en la puerta del taxi, cuando baje de este. El lugar era realmente tenebroso, galpones gigantes completamente vacíos, y a pesar que eran las cinco de la tarde se mantenían oscuros. Pague al taxista, el cual me miro con cara de pocos amigos, debe de haber supuesto que era algún tipo de delincuente. La verdad, para bajarse en ese lugar, había que ser delincuente o loco. El taxista quemo goma para irse, yo me apreste ha adentrarme a lo desconocido. Camine por una calle ancha, en otro tiempo debe de haber servido para que los camiones de las fabricas pudiesen transitar sin mayores problemas, años mas tarde es el lugar ideal para arrojar basura. Basura que es apilada en enormes montañas, que cubren las puertas de acceso a los galpones abandonados. Estas obstrucciones, me daban cierta confianza, pues sentía que nadie podía asechar detrás de los umbrales. Pero la confianza es un ser endeble, especialmente cuando una de las montañas de mugre se desmorona, cerca de uno. El grito fue tan sonoro, que dos indigentes ubicados cientocincuenta metros delante mió huyeron en franca retirada. Detrás del montículo desmoronado surgió un ser mezcla de gato con pañales sucios, que sostenía en la boca una cola de pescado podrida y en su cola tenia enganchada, como si pidiese tregua, una bolsa de supermercado. Indiferente a mí espanto el gatuno ser me miro y emprendió la huida con su putrefacta presa. -Hey amigo, amigo. Acá-. Detrás de otro montículo de basura, surgió Gerardo, saludando con el brazo derecho bien levantado. Piso una bolsa, se resbaló, callo y rodó por la pendiente de mugre. Termino su trayectoria a mis pies. Me miro por encima de los lentes y rió. Se reía. ¿Qué tiene de gracioso untarse en mierda?. Sinceramente la gracia del chiste se me escapo. Pero a él no, pues reía y hasta podía hablar, a pesar del hedor que expedía.-Amigo, que cara. Pareces un fantasma. Nunca te vi tan blanco. Hay que mal educado, primero lo primero. Buenos días-. Se limpio la mano en el guardapolvo, el cual estaba mas sucio que la mano en si y me la extendió a modo saludo. Primero hice como que no note la mano extendida. Hasta que atisbe la muñeca limpia debajo del guarda polvo, puse rostro serio, y lo agarre por allí para saludarlo. -¿Cómo andas?-. No pude hablarle de frente, realmente el hedor era demasiado. -Vení, vení te voy a mostrar por que te hice venir-. Cuando esto me apoya la mano, mugrienta en el hombro. Intento safarme, él aprieta mas fuerte mi hombro y me advierte.-Guarda con la rata muerta que son resbalosas. Miro el cadáver putrefacto del animal, no puedo contener las arcadas que me provoca. Me domino y le planteo una pregunta que me carcome la cabeza.- ¿Por qué estas en este basurero?. Me mira y sonríe de manera condescendiente. Como si yo no entendiera el mundo.- Linda manera de hablar de la casa de tu amigo. Pero tenes razón es un basurero, lo que facilita mi actual trabajo. Sabes desde que me echaron del laboratorio de física de la universidad, no tengo ingresos suficientes, como antes. Las pocas patentes que he podido vender solo alcanzan para la comida y algunos materiales para mí estudios. ¿En qué facilita el lugar?. Censillo aquí no pago alquiler, pues son galpones cerrados hace años. Por otro lado, cerca de aquí hay una fabrica de computadoras, donde consigo mucho material útil de primera mano-. Termina de hablarme con una leve risa al final de la frase. No se bien que es lo que mas me sorprendió, si ver a mí amigo caído en des gracia o que lo tomase de una manera tan natural y simple, como si no le importara. Es mas creo que no le importaba. Mientras caminábamos entre los escombros y la basura, lo miraba andar tranquilamente. Realmente esta era su casa, no solo se notaba su conocimiento de la zona, sino por la calma y la comodidad que demostraba en el lugar. Él, definitivamente me había invitado a su casa. Así que evite realizar cualquier otro tipo de comentario respecto al lugar, apesar de las interminables colinas de basura. Luego de pisar 15 latas, resbalarme con una cantidad considerable de pañales usados, llegamos a una puerta de metal. La verdad era una chapa de zinc apoyada contar un agujero en la pared. Gerardo la quito del agujero con mucho trabajo, por momentos pensé que se iba a caer con chapa y todo. Finalmente luego de varios tambaleos consiguió dejarla apoyada contra el piso, es decir se le callo, luego de sacudirse las manos me hizo un ademán para que ingrese. El agujero no prometía mucho, intentaba simular un umbral de una puerta, en su interior no se podía ver nada la oscuridad era absoluta. Quise resistirme, pero la curiosidad pudo mas e ingresé a lo desconocido. Atravesé el agujero relativamente ileso, pues varios trozos de ladrillos cayeron sobre mí cabeza y me lastime el codo con un fierro saliente. Dentro pude ver, gracias a algunos reflejos de luz que ingresaban por las ventanas, un salón gigante. El tamaño no lo pude precisar inmediatamente pues la penumbra me confundía. Camine unos paso para dejarle espacio a Gerardo, quien peleaba inútilmente con la puerta de chapa quien se resistía a volver a su lugar. Luego de cinco minutos de lucha consiguió engancharla, hay que destacar su perseverancia. A mis espalda sentí un ruido fuerte y salón se ilumino por completo. El reflejo de las luces me obligaron a cerrar los ojos. -¿Y bien?-. Gerardo hizo la pregunta antes de yo ver algo. -¿Y bien qué?- digo mientras me refriego los ojos. -Oh, mira. ¿Qué te parece? Cuando por fin pude aclarar mi vista pude ver, que mí primera apreciación del lugar era acertada pues sus dimensiones parecían infinitas. En el centro del salón había algo que parecía el hijo, antinatura, de un iglú con una araña metálica. Gerardo al ver la sorpresa en mí rostro, me tomo del brazo derecho y procedió ha acercarme al objeto. Otra vez mis intentos de resistencia fueron inútiles. Caminamos hasta el monstruoso aparato. Era un domo grande, como para que entre una persona sentada, de él surgían varios brazos metálicos. Estos brazos parecían tener la posibilidad de movilidad, pues se hallaban divididos en dos partes, las cuales se encontraban unidas por poleas, entre si y al domo. Alrededor del aparatejo había barias maquinas de escribir, en ese momento se me escapo la utilidad de tales aparatos, algunas maquinas parecían muy viejas casi antiguas. Note que en una parte del domo los brazos estaban mas separados, en ese hipotético centro había una puerta. Me di la vuelta para mirar a Gerardo quien, note en ese momento, lucia una sonrisa de oreja a oreja. Cruzado de brazos solo tenia ojos para su creación. No sabia como preguntarle, en parte para no sacarlo del estupor en el que se encontraba y también para no ofenderlo. Pero no podía mas ya hacia mucho tiempo que no me dirigía la palabra y la curiosidad hacia estragos en mí. -¿Qué es?-. Escupí la pregunta. -Un chirimbolo-. Respondió sin cambiar su cara de feliz cumpleaños o mirarme siquiera. Nose si me estaba tomando el pelo o realmente era la respuesta. Nuevamente procedí a preguntarle, buscando una respuesta más certera. -Un chirimbolo-. Volvió a responderme. Cuando yo ya me encontraba casi fuera de mis cabales él, casi sin notarlo, continuo hablando.- Chirimbolo es el nombre que le di. En realidad es una maquina de escribir. -Yo veo varias maquinas de escribir-. Interrumpí astutamente, tratando de hacerle notar la obviedad de los objetos a nuestro alrededor. Lamentablemente para mí, él me miro, suspiro y amplio su explicación.- No las maquinas son solo reproductores. Pues la maquina central es la que realmente escribe, las maquinas pequeñas solo cumple la función de darle un efecto teatral y a la vez dejar constancia. -¿Constancia? -Así es constancia, de lo que sucede dentro, en el corazón de mí invento. Pues el cometido de esta maquinaria es escribir los pensamientos y la imaginación de las personas. -¿Anda?-. Con mí pregunta, poco conveniente, le hice cambiar la mirada condescendiente, por una de enojo. Evidentemente creyó que ponía en duda su inteligencia y capacidad. -Claro que anda. -Aha. ¿Y cómo funciona? ¿Yo qué pinto en todo esto?. No entiendo. -Uff. Bien, la maquina funciona con un operador el cual se ubica en su interior, una serie de sensores se le ubican en la cabeza y las manos. Los censores de la cabeza son para medir las ondas cerebrales emitidas por las neuronas, las cuales son estimuladas por unos electrodos ubicados en la base de la nuca. Por otra parte, los censores ubicados en las manos, son para que el operario pueda movilizar los brazos exteriores. Esos que ves ahí, saliendo del domo. Este control permite un almacenamiento de memoria, por brazo, y así evitar la sobre carga neuronal. ¿Fui claro?. -No. -Es muy sencillo cuando, al haber una memoria independiente por brazo el operario puede concentrarse en determinado pensamiento, sin necesidad de mantener presente la idea anterior. Imagínate lo que seria para un escritor, tener una maquina de escribir con la capacidad de plasmar todas las historias que rondan por su cabeza de manera instantánea. Y es por eso que te pedí venir. -Yo-. No entendía si me estaba tomando el pelo o realmente era sincero. -Así es. Vos siempre tuviste deseos de convertirte en escritor, incluso has escrito algunas cosas. Que a mí modesto entender pecan de cierta ínfulas de grandeza, apesar de ser bastante dispersas y con finales forzados. Pero no estamos aquí para que oigas mis críticas literarias. Es por eso que me sos necesario. -Mira…-. Intentaba por todos los medios encontrar una excusa, para huir de allí. Según lo entendía Gerardo se había vuelto completamente loco. Tal vez, el perder su trabajo después de tantos años, le habían hecho perder la cordura. Y yo sin una buena excusa para escapar de ese lugar.-… se hace tarde y tengo que volver antes de que anochezca. Viste, tengo gente que me espera y trabajo por hacer. -Estas asustado, pensás que soy un loco-. Su tono de vos cambio por completo, ya no era entusiasta o casi demente. Su vos se había transformado ahora pasaba a ser serena y acida. Cada palabra que energía de su boca se clavaban, en mí, como dagas incadesentes. Pues no podía negar su veracidad.- Vamos hombre, se perfectamente que hace tres meses te echaron del trabajo. Económicamente estas peor que yo. También se que no hay nadie esperándote, ni familia, amigos y mucho menos una mujer. Tu carácter uranio y apático te han labrado un presente bastante solitario. Estas asustado mas de tenderme una mano, que de ingresar a ese aparato. Seamos sinceros, siempre has tenido miedo de las relaciones interpersonales. Si estuvieses en esta habitación solo con el aparato, te meterías en él sin dudarlo. Intente retrucarle pero no me salieron las palabras. Jamás había oído ha alguien describirme de tal manera, con tanta precisión. Siempre pensé que si alguien hablaba de mí de esa manera, yo actuaría de otra manera, tal vez defendiéndome con comentarios insivos palabras audaces, hasta llegue a pensar que actuaría de manera violenta. Pero no, solo me limite ha agachar la cabeza y preguntarle donde tenia que ponerme. Con una sonrisa y sin decir mucho me guió a la puerta de la enorme tarántula metálica. Mas tranquilo, antes de ingresar noté que las maquinas de escribir eran diez. Luego ingrese al interior del aparato. Solo había espacio para una sola persona, la cual iba sentada en una butaca este objeto parecía haber sido robado de un ómnibus de larga distancia. Tome posición en el cómodo asiento, mientras Gerardo colocaba en mí cuello un especie de sopapa. Luego me hizo colocar un casco, dentro del cual no podía ver nada. Entre mis dedos puso unas nudilleras o algo que se paresia mucho, según Gerardo eran los sensores de los dedos. Cuando termino de enchufarme a todos los aparatos habidos y por haber, me palmeo el brazo derecho deseándome suerte. Sentí como la puerta se cerraba. Quede solo en silencio. Dentro del casco se encendió una especie de pantalla, primero mostraba interferencia, como la lluvia que vemos en los televisores cunado estos no tienen señal. Las pantallas volvieron a apagarse, para encenderse nuevamente pero estavez era de un azul liso y chillón. -Este es tu lienzo escritor-. Sentí la voz de Gerardo como si viniese de todas. Extendí los dedos, sentí como los brazos metálicos se extendían y colocaban sobre las maquinas. Las intrusiones se presentaron en la pantalla del casco, indicaba que cada dedo daría la orden a su correlativo metálico para que escribiese. Ha su vez tenían memoria independiente es decir que podría tener varios pensamientos al mismo tiempo, sin preocuparme por el orden o la lógica. La computadora quedo esperando mí orden verbal de arranque aspire hondo y la di. –Inicio-. Esta fue la palabra mas difícil de mí vida. Un arcó iris de colores saltaron a mí cabeza. No puedo decir que lo vi o lo oí, pues sentí que estaba dentro de mí. Casi he olvidado la mayoría de las historias pero recuerdo las secuencias en que fueron escritas. Mano izquierda. Meñique. “…Cliff segundo al mando según su rango, era el gas mas reacio a esta misión especialmente por que su esposa espera un niño. Ningún padre tiene ganas de entrar a una maternidad disparando contra todo lo que se mueva, cuando faltan seis meses para que nazca su primogénito. Así se lo hizo notar a Dan, quien respiro hondo pues comprendía la situación de Cliff, pero poco se puede hacer cuando las decisiones son tomadas por otros. Otros, que en ningún momento…”. Anular. “… las horas y la madre de Mariela se desespero llamo al colegio, donde no sabían nada. Llamo a las amigas las cuales también desconocían su paradero. La triste noticia llego a las seis de la tarde, de manos de un joven policía…” Mayor. “… desde el ángulo superior izquierdo. H-local sentado en su departamento, el cual se encuentra completamente dejado. Esta de espalda con vaso entre las manos y una botella de ginebra caída a su lado…” Índice. “… Mucho se ha especulado como seria el fin de la humanidad, jamás se pensó que la eliminarían como una plaga. Muchos han intentado resistirse pero no poseen organización o armas para vencerlos. Los ejércitos se ven diezmados ante el creciente numero de estos seres…” Pulgar. “…Quiero salir huir, desesperado y gritar al mundo lo que esta mujer hace conmigo. Pero no lo hago, solo me limito a buscar el agua para ella. Entro a la roñosa cocina con olor a viejo, pienso en calentar un poco…” Mano derecha. Todos los dedos escribían lo mismo, pero no supe lo que era. Solo llegaban ideas sueltas todas me incluían, yo era el protagonista de mis historias de todas ellas. Pero se parecían demasiado a mí ideal de vida, a lo que creía real. La confusión me obligo a gritar con alma y vida. Asustado, desesperado, estalle golpeé la puerta hasta que se abrió. Caí fuera rodé hasta los pies de Gerardo, esté me miraba con los ojos extraviados respiraba por la boca como si estuviese agitado. Me tomo por el brazo poniéndome de pie. -Vamos te tenés que ir ahora-. Su voz mostraba pánico. Al ponerme de pie, me comenzó a pechar hacia la puerta de salida. Lo hacia sin mirarme, tenia su vista fija en la maquina de escribir, la cual note que seguía funcionando, quise mirar pero él no me dejo. Desperado continuo pechándome.- Vamos te tenés que ir. Vamos fuera. Llegamos a la chapa que funcionaba como la puerta. Me arrojo hacia fuera, aproveche el envión para girar y mirar para dentro. Lamento tanto haberlo hecho, allí estaba la maquina paresia enloquecida, brillaba como una brasa incandescente, los brazos escribían a velocidades siderales. Por unos instantes me pareció ver una silueta dentro del aparato, luego desapareció. -¿Qué pasa?-. Pregunte mas asustado que con intriga. -Nada-. Respondió Gerardo y golpeo, fuertemente la chapa. Pensé en volver a entrar, pero escuche como la traba. Concluir que era fútil intentar cualquier nuevo ingreso. Nunca mas volvía a ese lugar o ha ver Gerardo, después de esa noche mí vida cambio por completo, no se si para peor o mejor. Ya no soy el huraño de antes, he conseguido novia y amigos, tengo un buen trabajo. Pero siento un vacío, desde esa noche jamás volví a escribir mis historias mediocres. Temo perder lo que tengo, pero también temo no recuperar jamás aquello que perdí. Fin. Autor: Nicolás Federico Esteban Vilaró-Tronfi.
Si has mirado con detenimiento seguramente lo viste pasar. En un mundo de seres grises y sin rostro, él destaca. No es gigante particularmente, si tiene una altura algo mayor al promedio, lo que llama la atención es su aspecto recio, párese deforme a simple vista, aunque no lo esta tan solo es un reflejo de su oscura alma. Siempre de seño fruncido, ojos claros, tristes y vacíos. Tiene la costumbre de vestir de negro y esconder sus manos en los bolsillos del abrigo. Jamás mira al rostro o presta a tención a quien se le acerca. Se siente como sus fallas e equivocaciones lo persiguen, para él son crímenes imperdonables lejanos a cualquier redención, solo merecen castigo. El castigo es su eterna soledad, una soledad elegida para proteger a los demás y así mismo. Su rostro duro y esquivo oculta el miedo que siente de las personas. Jamás conocerá la paz o conciliara el sueño de los justos, esta preso de sus pecados irredentos. Seguramente lo has visto pasar, cree ir contra la corriente, aun cuando se deja llevar por ella. Teme, sufre, ama en silencio, su destino la eterna soledad. Seguramente lo has visto pasar caminando con su negro manto de nostalgia, tratando de pasar desapercibido entre la gente gris. Intentando ser nadie en un mundo donde esconderse significa quedar expuesto. Seguramente lo viste pasar o eres él. Autor: Nicolás Vilaró-Tronfi
El acero se hunde en las brazas infernales, eleva su temperatura hasta volverse casi liquido. Brazos quemados por escupitajos de metal y carbón retiran la barra de acero alejándola de la ardiente agonía, solo para someterlo a la tortura de ser golpeado. Así sucede la masa cae sobre el acero incandescente deformándolo. En un vano intento de defensa desprende partículas, las cuales caen en la ennegrecida piel del forjador que al penetrarla producen un siseo. El victimario párese no notar las quemaduras, continua castigando impasible el trozo de metal incandescente. Poco a poco y cediendo a los golpes la barra de acero va tomando forma, moldeándose ante la mano del maestro. Repite la tarea una y otra vez hunde la barra acero en las brazas, hasta convertirse en una hoja. La tarea dura un día y una noche, detrás del forjado en las sombras los demonios ríen a placer, gritan de lujuria gozan el momento. El forjador continúa castigando al trozo de metal. Hasta que al fin consigue su objetivo lo sumerge en la piadosa agua el ardiente y sufrido acero suspira de alivio. Solo queda pasarlo por las piedras circulares. Cuando la poderosa espada esta terminada los demonios huyen espantados. Al terminar su trabajo el forjador, antes mudo, bautiza a la fabulosa arma, la saeta de dios. Fin. Autor: Nicolás Vilaró-Tronfi
Miro el terreno desértico a mí alrededor. Lo observo desde el interior de la nave llamada Vomis. Me esfuerzo por recordar cuando este lugar era hermosamente verde. No consigo dar con el pues nunca existió dentro de mi tal imagen. Solo doy con difusas fotos extraídas de antiguos y ajados libros, que son casi fabulas para niños. Pues solo la imagen del exterior de la nave persiste en mis recuerdos. Incluso dentro de la aséptica y aislada cabina llego a sentir, en mi garganta la aspereza y sequedad del polvillo levantado por el viento. Pero tengo como consuelo, que pronto abandonare este orgulloso monumento a las grandes conquistas de mí especie. Es real mente fascinante las cantidades de emociones que uno pude sentir en una situación así. Apesar de toda la educación recibida, para obviar nuestros sentimientos y ser individuos efectivos en nuestros procedimientos. En momentos como este todo eso es olvidado. Produciéndose una increíble paradoja pues unas lagrimas de tristeza escapan de mis ojos, para terminar diluyéndose en una sonrisa. Desde la cabina de mando, puedo ver en el horizonte una intermitente luz color escarlata, esta indica el lugar donde se produjo el primer destello y es testigo del ultimo estallido. increíble que una especie se sienta nostálgica ante la certeza de su fin e intenta preservar los desechos de sus patéticos logros. Las lagrimas vuelven a vencerme a pesar que tal vez debería decir unas palabras antes del despegue, no hay quien las escuche. Por ende me parecen complemente inútiles y sin sentido. Los poderosos motores del vomis se encienden, haciéndolo temblar y también la estructura donde se encuentra amarrado. Ante esta primera explosión debajo del andamiaje donde esta apoyada la nave se extienden dos brazos hidráulicos, llevándola así a la posición de despegue. Colocada en un ángulo de noventa grados, las acciones del andamiaje se detienen. Quedo extasiado con el reflejo del sol sobre la trompa del navío estelar. La computadora de abordo hace una revisión de rutina de todas sus funciones antes del despegue. En realidad mi intervención en las acciones del vehiculo no es necesaria. Pues todo se encuentra automatizado, como medida de seguridad, mas que por necesidad de efectividad. Pensando en el hipotético caso de que yo sintiese la necesidad de abandonar la misión y quisiera quedarme aquí. Razonamiento no muy compresible para mí. Quien querría quedarse en este lugar desolado. Observo como el sol se opaca al quedar la nave cubierta por el humo producido por los motores de despegue. En ese momento de penumbra fantaseo con la idea de alguna falla que me evite la dura tarea por venir. Pero la nave comienza a moverse, al cabo de unos segundos supera la endeble barrera y yo me abandono a mi destino. La presión dentro del vomis aumenta, aplastándome contra la butaca de la cabina de mando. En ese momento me viene a la cabeza, lo realmente estupidos que pueden ser los cinturones de seguridad tan complicados de abrocharse, pues en el despegue estoy mas interesado en evitar traspasar la butaca, que de salir despedido por el parabrisas. La sensación es como si un grueso cordón umbilical tirase de mi hacia atrás. El planeta párese haberse con vertido en una posesiva madre que no quiere soltar a su ultimo hijo. Pero como en todas las disputas de este tipo sucede lo inevitable es el hijo quien triunfa, desprendiéndose de la comodidad y seguridad de su progenitor. Casi de inmediato y con el infinito delante de mi, quiero volver y pedirle disculpas por todo el dolor causado. No lo ago, pues no hay vuelta al hogar, ni camino al perdón. No hay vuelta atrás para mi, tampoco la hay para la especie que represento, cuyo gran logro es el estéril pedazo de roca que intento abandonar. Muchos dirán que este final es merecido entre ellos, yo suscribo tal afirmación. Por esa razón decidir postularme para la misión. Como era de esperar nadie quiso convencerme de lo contrario, sino que cada uno fue, a modo de despedida, dándome la mano y encogiéndose de hombros. Luego fueron abandonando el planeta sin decir palabra alguna, incluso mantuvieron un riguroso silencio de radio. La tercera explosión de los motores indica nuestra puesta en orbita al rededor del planeta. Por unos instantes la calma se apodera del coloso metálico. Sonrío y acaricio el panel de comandos, como si felicitara a mi fiel corcel. Extraño tanto los animales tal vez si me mintiera lo suficiente diría que lo hago para vengar su memoria y no para borrar nuestro mayor error de la faz del universo. Con la cuarta explosión, abandonamos la orbita. Desprendiéndonos definitivamente de esta vieja, maltratada y moribunda madre. Ya no puedo esperar mas, es imposible seguir viendo su rostro antes azul, verde, rebosante de vida; hoy marrón-grisáceo, apagado y demacrado. Dentro de la cabina suena una alarma, indicando la distancia máxima para realizar la transmisión al planeta. Apago toda las funciones no vitales, redirijo toda las energía a la capsula de escape. Antes de completar la separación del vomis, tengo que tomar una ultima decisión. En el tablero de controles se enciende un botón amarillo. Bueno, debo rendirme a mi destino y olvidar cualquier duda, no retroceder. Cuando por fin presiono el botón, regreso mentalmente al planeta. Recuerdo el agónico titilar de la luz escarlata, que señala el primer lugar donde el primer ser humano descubrió su capacidad para la técnica, demostrando su inteligencia. Por eso alguien propuso llamarlo, acertadamente, como el primer destello. Al pensar en el primer ser de nuestra especie, surge la una pregunta ineludible. ¿ que hubiese echo el primer hombre inteligente al conocer este final para su especie?. Tal vez en un acto piadoso se hubiese arrojado por un precipicio y así evitar tantas catástrofes. Pero no, seguro que como fiel exponente de nuestra especie seria tozudo e intentaría cambiar el futuro. intentaría por todos los medios que aprendamos a oírnos unos a otros. Con un idealismo de niño con el infinito por delante. Sin darse cuenta nunca que el único animal sordo es el ser humano. Una enorme roca me rebasa. Seguro es una esquirla producida por la explosión del planeta. Concluyo la separación y enciendo los propulsores de la cabina de escape. Dejo atrás todo lo que me definía. Mi mundo a recibido el toque de gracia del ultimo de su especie, ya no hay hogar, solo un montón de escombros flotando en la nada. Pero queda una esperanza dirijo la nave hacia el sol donde me espera el resto de mi especie., para reunirnos en su incandescente abrazo. Donde purgaremos nuestros errores, borrándonos de la existencia y otorgándonos la eternidad. Muevo algunas palancas, corrigiendo el rumbo del modulo. Miro el resplandeciente astro hasta dormirme. Es la primera vez que puedo descansar tranquilamente. Ojala la muerte llegue pronto autor: Nicolás Federico Esteban Vilaró-Tornfi
Yace en un cajón de madera de pino pues nadie quiso gastar mas en él. A su lado cerca de la cabeza esta la viuda quien oculta sus ojos detrás de unos anteojos negros, pues quiere asegurarse de que nadie sepa que en realidad no esta llorando. No puede llorarlo fueron demasiados años de penurias, abusos y abandonos, solo puede sentir un gran alivio. Al lado de la viuda esta un hombre joven fuerte y rozagante, que otrora fuese el amante de la esposa despechada hoy disfruta su ascenso a único amor. Para confirmarlo al mundo, pasa su mano por la nalga izquierda de la viuda apretándola unos segundo, luego continua su recorrido por la cintura, la espalda, hasta llegar al hombro. Sin ningún descaro y ante la mirada indiscreta de los asistentes acerca a su cuerpo a la viuda, quien apoya su cabeza sobre el hombro de él. El antiguo amante sonríe, pues sabe que esta noche se amaran como animales en celo. Luego de unos minutos llega el sacerdote, quien trae consigo una anciana para que llore por los deudos. Deudos que jamás podrán cobrar el dinero que el farsante les estafo o que simplemente les robo. Todos están aquí para asegurarse que las alimañas pueden morir. En realidad de entre los asistentes no hay familiares de él, salvo la viuda y alguna que otra bailarina de prostíbulo enamora de su antiguo cliente. El sacerdote comienza hablar, lleva las palabras escritas en un cuaderno, nada bueno se le ocurrió que decir de este ser despreciable, pues a él también lo estafo. Luego de decir unas palabras poco sentidas, el sacerdote toma una petaca con Wishky le da un sorbo, se ahoga, tose, termina escupiendo a un costado del cajón. Tan cerca pasa el proyectil de la cabeza del occiso que varias gotas le salpican la cara. En todos los asistentes surge un gesto de asco. Después de toda una vida de estafas, mentiras y traiciones, el farsante se dio cuenta que en su lecho de muerte nadie lo lloraría o siquiera lo iría a ver. Por esta razón con varios años encima decidió regalarse una mentira para él. Regalarse una ilusión, es decir mentirse a si mismo. Pero esta mentira no se consigue sin ensayo, por eso cada miércoles convoca a quince actores para ensayar los sucesos de su lecho de muerte. Hoy es miércoles así que el farsante se incorpora dentro del cajón, saluda y felicita a los asistentes, reprocha al falso sacerdote el haberlo escupido, pero aun así le pareció un lindo detalle. Les paga con dinero que guarda en el cajón debajo de él. Después de que todos se han marchado el farsante sonríe pues sabe que tendrá un funeral como se merece. Fin Autor: Nicolás Federico Esteban Vilaró-Tronfi
Esta es la historia de Andrés Malpaso, un hombre cualquiera, en realidad no había nada que lo hiciese particularmente especial. Como todo hombre trabajaba 8 horas diarias, a veces más. Pero nada extraordinario, incluso como mucha gente buscaba un amparo o respaldo religioso. Justamente es aquí donde Andrés se diferenciaba de los demás, pues poseía una mala suerte increíble con respecto a las creencias religiosas. Le voy a explicar con mayor detenimiento. Resulta que Andrés comenzó siendo católico, pero su fe fue flaqueando ante los diversos desplantes a la hora de practicar el culto, donde cada intento de practica seria interrumpido o desvirtuado y hasta a veces ambos a la ves, por distintos hechos curiosos. Primero cuando el cura párroco entregaba la ostia, al tocarle a Andrés, siempre se quedaba sin unidades. Incluso Andrés jamás pudo tomar su primera comunión, ni que hablar de la confirmación. Con el tiempo estos extraños hechos, fueron convirtiéndose en algo habitual, símbolos religiosos que desaparecían a la hora de la misa, el vino que se evaporaba, la puerta de la iglesia que no habrían dejando a toda la congregación de feligreses fuera del edificio. Ante tales desaires, Malpaso decidió darse prisa y abandonar la religión católica. No se desanimo, no señor, decidió hacerse judío y así comenzó a leer la Torá, con empeño y pasión, la leyó memorizando cada renglón, pasaje o pagina. Llego incluso a discutir con los rabinos sobre los distintos e interesantes callejones teológicos y filosóficos, que propone esta religión. Paso el tiempo y estos mismos ancianos, al ver la devoción con la que abrazaba los preceptos de dios, le exigieron la celebración de su Bar Mitzvah. Así es como orgulloso y con un sonrisa de oreja a oreja, marcho a recitar la Torá. Por primera vez había encontrado una religión que le daba lugar, a él, con sus conocimientos al fin iba tener una guía espiritual. Altivo se paro frente a los rabinos jerárquicos apoyo su Torá sobre el atril, era un hermoso libro, forrado en cuero, grabado con letras doradas, escrito íntegramente en árabe. ¿Cómo? . Así es estaba completamente escrito en árabe. Pero Andrés no se desanimo y comenzó a citarlo de memoria. Con tal mala suerte que aquellas sitas salieron de su boca en turco y los pasajes citados no fueron los de la Torá, sino los del Corán. Estupefacto abrió los ojos y quedo mirando a los ancianos rabinos, estos le respondieron con la misma mirada. Se hizo un silencio de sepultura, en la sala, donde no volaba una mosca. Nadie sabía que hacer o decir. Solo el viejo Abrahán, dijo unas palabras. Algo violentas, por cierto. -Hay que circuncidarlo con un hacha oxidada-. Clamo el sabio anciano. Mientras Malpaso, se daba a la fuga, en una desesperada carrera. Esta vez si que se hallaba desairado y contrariado. ¿Cómo podía ser por que dios lo rechazaba? ¿Cuál era su falta para provocar tal rechazo?. No lo entendía y aun así creyó ver una señal en todo esto. Pues que otra cosa podía significar la metamorfosis del Torá en el Corán. Debía seguir los pasos del profeta y seguir las enseñanzas de dios a través del Islam. Así lo hizo. Busco una Mezquita y comenzó su formación islámica. Contento encontró grandes similitudes entre él y Mahoma pues ambos no encontraban cobijo en el cristianismo y el judaísmo. Incluso fantaseo con que talvez, Mahoma había pasado con las mismas vicisitudes, antes de recibir la palabra del señor. Pero no iba ir bien, por mucho tiempo. El primer problema tuvo su origen en la desorientación. Puesto que a la hora del salat, hora del día en que se realizan cinco rezos mirando hacia la Meca, Malpaso jamás pudo ubicarse en que dirección se encontraba está. Pero se lo perdonaron, pues es sabido que la tierra es redonda, por consiguiente siempre se reza en dirección a la meca. El error imperdonable sucedió, cuando en su primera peregrinación hacia la Meca en la época del Ramadán. Frente al imán Malpaso en lugar de rezar, como los demás fieles, gritó horriblemente. Luego del grito, brotaría de él un hedor insoportable espantando a todos los peregrinos. El imán decidiría desterrarlo de la religión y el mundo islámico. Desahuciado y como le quedaba cerca, viajaría a la india donde intentaría adoctrinarse en el hinduismo. Pero en un intento de rezo a Krishna notaria que la estatuilla de cerámica, con sus múltiples brazos, realizaba una seña bastante desacorde para un dios. Quien a pesar de su estado divino, conocía muy bien las utilidades de sus múltiples dedos medios. Espantado abandono la india hacia Asía. Pero no intento con el Budismo, como cabria esperar. Pues cuando pensó en seguir el camino de Buda, un hombre calvo de unos 200 kilos apareció de la nada quiso envestirlo. Con la cabeza gacha y completamente desesperanzado volvió a su casa. Ante la terrible necesidad de guía espiritual, Malpaso comenzó a estudiar teología. Intentando averiguar que era aquello en lo que cometía errores a la hora del culto. Errores tan grandes que provocaba la furia de dios y/o dioses. Entre todos sus estudios de teología encontró la existencia de lo que, él, considero como la religión perfecta. Encabezada por un dios realmente innovador. Debido a que este ser celestial, no exigía fidelidad alguna, mas bien se rebajaba por obtener fieles. Romax, nombre de la deidad en cuestión, fue conocido en la antigüedad como un dios completamente prostituido en post de conseguir seguidores. Este ser divino jamás se lo pudo encasillar si era una deidad buena o un ferviente representante del mal. En realidad militaba en ambas filas, indistintamente, puesto que en algunas culturas exigía sacrificios humanos, guerras, etc.. En otras predicaba la clemencia con el prójimo, también ayuno y oración. Esta dualidad de culto implico una total perdida de fieles para Romax. El cual comenzó a ofrecer milagros de cualquier tipo con tal de que alguien dijiece su nombre. Todas estas rezones fueron un atractivo casi irresistible para Malpaso. Así Malpaso comenzó a armar su culto, uno completamente libre donde todo estaba permitido mono y politeísmo. Gracias a que Romax reconoce todas las religiones las existentes y las por existir. Culto donde la originalidad era premiada y hasta alentada. La libertad religiosa tolerada por Malpaso llego a tal punto que en lugar de rezos en el templo se podía entrar gritando, no era particularmente necesario decir alguna palabra alusiva, solo alcanzaba con un grito desesperado. A los fieles se les repartía, ostias, vino, agua vendita, tekila, vodka, incluso consiguió traer agua del Ganjes para bañarse. Con el tiempo Malpaso termino por darse cuenta que él era único fiel, sacerdote, acolito, monaguillo y señora que colabora con la limpieza del templo. Pero no se desanimo, por que a diferencia de las otras religiones donde el rechazo se hacia presente en los primeros días de pertenecer a dicha religión. Todo fue viento en popa hasta aquel fatídico día, en el que recibió la letal carta inesperada. Esta misiva decía: Para el Señor Andrés Malpaso: Del escritorio de Romax: Querido señor Malpaso me dirijo a usted, debido a la noticia de que usted profesa con devoción mí religión. Notificándole mí existencia y propagando por el mundo mí palabra. Pero si bien yo me siento completamente alagado, que después de tanto tiempo alguien me recuerde. Obligado debo de notificarle mí completa inexistencia. Así es nobleza exige, yo no existo. Por esta razón tan importante, debo solicitarle que por favor deje de creer en mí, pues esta acción es en vano. Disculpe las molestias ocasionadas y las involuntarias esperanzas. Gracias. Dios Romax, aquel que no existe. Malpaso jamás se pudo recuperar de esta carta, aun así hoy día sigue buscando un respaldo espiritual. Fin.
El científico, antropólogo y teólogo Gustav Duck, dictamino hacia el año 1866, que dios en su magnificencia y búsqueda de la perfección tendría que haber ensayos previos a la creación definitiva del universo. Con el tiempo su teoría se amplio y concluyo que para crear seres vivos en la tierra el lienzo perfecto era el desierto del Gobi en África. Por esta razón, con fondos extraídos del club de caballeros modernos, viajo al interior de África para así encontrar pruebas que fundamentasen sus estudios. Luego de casi dos años de estudios serios y perseguir quimeras. descubrió en un páramo alejado de todo ser vivo diversas piedras grabadas, con lo que serian dibujos de posibles animales que jamás existieron. Sus investigaciones duraron tres años mas hasta que una fatídica tarde, descubrió una roca con su nombre y apellido. Impresionado, horrorizado por tal descubrimiento, abandono sus investigaciones, la vida publica y hasta su familia. Pues él se consideraba un ensayo descartado por dios. Fin. Autor: Nicolás Vilaró-Tronfi
Me siento en un banco de una plaza a disfrutar un maravilloso libro, el cual cuenta las andanzas de una mujer de leyenda. La protagonista es un negra jetona venida del África, al Brasil colonial. Me sumerjo en su historia su increíble lucha por la libertad. Convierte su cuerpo en un arma infalible contra una sociedad reprimida e hipócrita, acaso demasiado cercana a la nuestra. La lectura es atrapante, atravez de cada pagina camino junto a ella por las selvas impenetrables de América y África. Por momentos la plaza desaparece, convirtiéndose en selva, la hermosa e indómita negra se acerca a mí. Esta completamente desnuda me cuesta prestarle atención cuando habla. Unas pocas palabras en portugués pudo distinguir.-No esta aquí conmigo debes buscarlo en otro lugar. Una estampida de gente me saca de la extraña fantasía, en la que estaba sumergido. Corro con ellos como un pollo decapitado, no se por que lo hago. Oigo un hombre al lado mió que con asentó mexicano, creo, promete un futuro mejor del otra lado del río grande. -¿Qué río…-. No termino de hacer la pregunta que me encuentro rodando cuesta abajo. Mí carrera de barril termina un charco lodoso, donde apenas se puedo nadar. Aun así lo hago nado, hasta la otra orilla. Me apresto a correr. Cuando veo una pequeña chincana, de altura no de edad, que se hacer a mí con los brazos extendidos. Primero grito como un idiota, después la escucho.-Tampoco esta aquí, debes irte antes de que lleguen los fronterizos-. No puedo preguntarle nada ella sigue hablando.-Ella te puede llevar, si tienes con que pagarle. No miro quien me espera solo corro en la dirección, que me señalo la chincana. Subo a un auto negro, allí sentada en el asiento trasero me espera una hermosa mujer. Hermosa, aunque párese una prostituta. Noto el rimel corrido de sus ojos, ha estado llorando. Estupidamente le ofrezco mí pañuelo, mojado por el agua del río. Transitamos por una ruta infinita. Hablamos intermitentemente durante el viaje, descubro que definitivamente es una mujer de la noche, aunque me deja bien en claro, hoy no esta de humor. Le pregunto donde me lleva pero solo responde con evasivas. Para mi sorpresa descubro que estamos entrando ha Buenos Aires. La noche es clara, la luna me juega una mala pasada, pues veo una mujer de capa y sobrero agazapada en una cornisa. Oigo ha mí lado a la prostituta hacer un comentario, también la ha visto.-Ella también es de él, pero no se acercara. Ya ha sufrido esta perdida, no creo que resista esta nueva perdida-. Quiero seguir escuchándola pero, con una pata de sus torneadas piernas, me arroja del automóvil en movimiento. Hago sapito en varios charcos de barro, antes de detenerme. Cuando consigo ponerme en pie, descubro que estoy en una villa miseria. Parada en el umbral de una casilla, veo una mujer gorda tomándose unos mates. Habla con un acento raro, Bha, supongo que es de Bolivia. –Seguramente busca a mí niña ella no esta aquí fue a despedirse de su padre. Esta por allí-. Luego de señalarme el lugar rezonga para si misma.-Esta niña siempre metiéndose en problemas. Corro desesperado rogando que no sea tarde. Comienza a llover las gotas tiene gusto a sal. No, no son gotas, son lágrimas de pena. Al fin llego. La veo sola parada frente a una lapida, llorando desconsolada. Es la mas pequeña de todas, demasiado pronto para ella. Para todos. Al ver la lapida no puedo evitar pensar, en que ya se ha perdido solo nos queda el pasado. Abrazo a la jovencita y lloro con ella. Entre la profusa lluvia veo aparecer un mujer casi desnuda apenas cubierta con un sobretodo marrón y un sombrero de los años treinta. -El futuro esta escrito y él nos espera allí-. Nos dice ella mientras sonríe. Yo sonrió con ella y ya no veo el futuro como un lugar oscuro. Incluso en la línea final, al borde de la nada escucho un sonido, o tal vez un nombre, Crash. Apesar de todo me llena de esperanza. Fin. Gracias Trillo. Autor: Nicolás Federico Esteban Vilaró-Tronfi
Caminan en línea perfecta por calles y avenidas. Sus rostros permanecen ocultos bajo unas aparatosas mascaras. Dos caños flexibles nacen de ellas se conectan a tubos de oxigeno ubicados a sus espaldas. Sus ojos permanecen ocultos por gafas oscuras. Las cabezas de estos seres están descubiertas, como provocando a posibles atacantes. Pero nadie se anima a combatirlos. Se supone que son humanos, pues sus cuerpos se encuentran cubiertos por enormes gabardinas que llegan hasta el piso. Entre sus manos enguantadas sostienen armas similares a fuciles. Parecen mantis religiosas, mostrando sus letales aguijones. Siguen avanzando nadie, los detiene. Mucho se ha especulado como seria el fin de la humanidad, jamás se pensó que la eliminarían como una plaga. Muchos han intentado resistirse pero no poseen organización o armas para vencerlos. Los ejércitos se ven diezmados ante el creciente numero de estos seres. Pocos combates pudieron afectar a esta marabunta, donde se elimina uno dos ocupan el lugar. Algunos intentaron humillarse ante ellos demostrando sumisión, ofreciendo regalos, información, sus cuerpos. Pero parecen no tener lideres y estas ofrendas son hechas ante la línea de avance, jamás los consideran, se limitan a golpearlos y pisotearlos, matándolos bajo sus numerosos pies. Talvez este final humillante es lo que tenemos merecido. Nada de invasiones estruendosas invasiones o grandes y piadosos meteoritos. Solo una purga silenciosa, una limpieza del planeta, para la siguiente especie dominante. Quien diría que el siclo vital estaba dado por fumigadores estelares. Supongo que esto sucede cuando las cucarachas y demás alimañas se hacen plaga se fumiga eliminándolos. Aun así nosotros los insectos reclamamos nuestra dignidad e intentamos convertirnos en letales escorpiones. Por eso a pesar de estar perdida reclamamos nuestro derecho a la lucha. Resistimos, perdemos amigos, familias y aliados. En nuestra segura derrota, estamos aquí de pie esperándolos. Los pocos, solo pedimos caer con la frente alta. Fin. Autor: Nicolás Federico Esteban Vilaró-Tronfi.
La veo sentada en esa silla de alambres, con una solera floreada casi transparente. Su cuerpo sobra atravez de las rejillas. Siempre exigiendo atención, cada vez que me muevo ella salta e intenta hacerme sentir culpable. Pero no puedo recordar cuando fue de otra manera, vive para manipularme. Ni siquiera ahora de vieja me deja en paz. La veo ahí echada durmiéndose en esa silla, ni siquiera entabla una charla. Solamente me pide que me quede acá con ella, para verla dormirse, no entiendo esto. No es necesario, jamás lo ha sido. Mejor me voy, antes de cometer un acto del cual después me voy a arrepentir. Pero no me deja, una vez que intento ponerme de pie ella se despierte y me sujeta por el brazo. -Nene. ¿Dónde vas? -Solo iba a tomar un poco de agua y al baño-. Miento, realmente quiero salir huyendo de ese lugar. -Me traes un poco de agua para mí, querido. -Si, voy Si, si. Quiero salir huir, desesperado y gritar al mundo lo que esta mujer hace conmigo. Pero no lo hago, solo me limito a buscar el agua para ella. Entro a la roñosa cocina con olor a viejo, pienso en calentar un poco de agua par un té. Cocina de mierda, solo andan la mitad de las ornayas y la otra la mitad se apagan. Cocina de mierda, vieja de mierda, sino fuera porque me paga para venir. No hago nada, mejor sirvo el agua. Busco los vasos. ¿En qué cajón los meterá?. Siempre cambia todo de lugar. ¡Oh, dios!. Acá están y todos sucios. Los lavo pacientemente, bueno no tanto. Se me rompió uno. Lo tiro total no lo va a notar. Mientras lleno el vaso ruego por que el agua de la canilla este envenenada, es imposible pero la esperanza no se pierde. Veo una buena cantidad de cuchillos, secándose al costado de la pileta. ¿Para qué querrá tantos cuchillos, una vieja ridícula y sola?. ¿Y si…. No, mejor no. Aunque si la matara quien notaria la diferencia. Después de todo está sola. Me dijo que tiene un hijo, pero no la quiere ver. Dichoso él, no tiene que aguantarla. Mejor le llevo el agua. Aunque lo del cuchillo… -Tome doña. El agua.- La vieja se despierta de golpe. Escupe un gargajo, preparado durante diez minutos, agradezco no estar en frente de ella. -Gracias, nene-. Toma el agua como intentando tragársela con vaso y todo. Se ahoga y comienza a toser. Ahí va otro escupitajo. Le doy pequeñas palmaditas en la espalda, no vaya a ser que me haga llamar al medico. Tose por un largo rato. Luego que se le pasa, me siento nuevamente en la silla a su lado. Intento generar una charla, cuando me doy cuenta. Otra vez esta durmiendo, será posible. No es normal nadie pude dormirse tan rápido. Bueno alguien puede, y justo tenia que ser esta vieja. Me enojo y hago ruido con la silla haber si se despierta. No lo hace solo rebuzna y sigue durmiendo. Uff, que fastidio. Me enojo e insulto en vos alta pateo las sillas y todo se vuelve borroso. Despierto en un auto. Me doy cuenta que es un taxi. El conductor sugiere que en lugar de ir a mí casa, debería, dirigirme a un hospital para hacerme ver las manos. Yo desconcertado, me las miro y las descubro completamente ensangrentadas. Le digo, que no se haga problema solo es un lastimadura pequeña. Llegamos a destino y me cobra lo que el contador dice. Todavía mariado, busco la plata. Lo siento mirándome por el espejo retrovisor, seguro que piensa, que no tengo para pagarle. Idiota, si tengo le pago e intento bajar del auto. Pero, y si se dio cuenta de donde vengo o que hecho. Claro seguro que un tipo como este siempre busca unos mangos extra. Seguramente cuando me baje va y le avisa a la policía. No se que hacer. Cuando me estoy bajando siento una punzada en la pierna. Un cuchillo serrucho. Me enfurezco y todo se vuelve borroso. Fin. Autor: Nicolás Federico Esteban Vilaró-Tronfi.
Escribo esta carta sabiendo, que nadie más la leerá. Pues permítame decirle a usted, encargado de la requisa del correo. Luego de muchos años de servir al pueblo alemán, no así al poco estimado y temido líder, jamás procure ningún atentado contra esta persona hoy llamado Füher. Puesto que mi lealtad al pueblo era increbrantable y ha sabiendas de que si bien un atentado a este ser que hoy dirige nuestra nación, seria beneficioso en corto plazo. También he entendido que una nación acéfala por completo, es vulnerable especialmente en plena guerra. Comprendo la necesidad de interponer, un líder, sobre el cual recaigan las manos de nuestros. Así poder evitar una excesiva opresión ha nuestro pueblo, por parte de las tropas invasoras. Puesto que esta situación, si llegase a darse, implicaría una opresión mayor a la ya existente en todo el territorio nazi. Por otra parte los muros de discordias levantados por las demás naciones del mundo, jamás caerán y al menos le debemos a los conciudadanos de esta hermosa patria un justificativo de los hechos aquí ocurrido. Pues recordemos, que apartir de este momento serán juzgados como culpables, de los males de toda la civilización. Entonces habiendo dejado en claro, mi postura ante el patético atentado. En mí opinión considero a la operación Valquiria, no llego a ser más que un atentado hecho con un petardo de fantasía. Considero que el mayor fallo del coronel Claus von Stauffenberg, fue la excesiva expectativa de poder salir con vida. Un atentado debe ser perpetuado, solo si se carece por completo de apreciación por la vida propia y de aquellos a nuestro alrededor. Con esto ultimo pretendo dejar en claro que mí participación en los mencionados hechos, son solo grandes falacias. Puesto que si yo hubiese intervenido, hoy el bunker seria un humeante cráter, tan grande como los de la luna. Con estas palabras me despido de usted anónimo remitente y procedo al sucedió, sugerido por el tribunal de justicia. Gracias. Atentamente. Erwin Johannes Eugen Rommel antiguo mariscal Fin Autor: Nicolás Federico Esteban Vilaró-Tronfi
Arriba: Ctrl. W. Salto por los aires, atravieso uno de los techos. La sierra del brazo derecho se me engancha con el borde del agujero que dejo mí cuerpo, por eso no continuo subiendo. Caigo golpeando el piso con mí cara. Forcejeo para desengancharme. Tiro con el brazo derecho mientras me ayudo con la mano izquierda, es un alivio no haber tomado esa escopeta en el nivel 3, sino hubiese tenido que cambiar la única mano disponible por él arma. Al fin puedo safarme, al hacerlo me llevo un trozo de piso y un cacho de pierna cibernética. Logro ponerme de pie, el daño de la pierna es superficial solo un raspón. Me quedo quieto un rato para corroborar los sistemas de los implantes cibernéticos. Adelante: ctrl. D. Debo moverme, el comisario Rastron me sigue desde el nivel 8, esta vez quiero llegar al final. La promesa de una nueva mano siempre es estimulante, especialmente cuando uno tiene ocupado el lugar por una moto sierra. El pasillo es oscuro e intenta ser tenebroso. Evidentemente quien lo diseño no conoce lo que es una prisión. Allí el miedo no te lo da la oscuridad, las manchas de humedad o la incertidumbre de lo que puede llegar a suceder. No, en la prisión los pasillos están iluminados, las paredes completamente limpias y el miedo se te mete en el cuerpo por la seguridad de lo que va ha suceder. Avanzo por el pasillo infinito sin encontrar puerta o escalera alguna, tal vez caí en una trampa lógica. Lo cual no me esperanza pues todo pasa a depender del operador y como viene jugando, no creo que sea muy inteligente. Veo un resplandor al final del pasillo. Es machete Joe, un negro gigante, calvo y tatuado. Abajo: Ctrl. S. El machetazo me pasa cerca de la cabeza, logro agacharme a tiempo. En simultáneo ataco con un mandoble de la sierra. Consigo arrancarle la pierna izquierda, aun así no cae. Joe a conseguido energía extra los bots de mantenimiento lo reparan de inmediato. Mierda. Lo dejan como nuevo. Continuo de rodillas, cruzo los brazos en forma de cruz y soporto los múltiples golpes de su machete. Apenas los aguanto, creo que Joe a hecho pesas desde la ultima vez. Los niveles de energía bajan, no debo seguir quieto tengo que avanzar. Sedo terreno agachándome un poco más, para tomar aire. Asiendo uso de los pocos niveles de energía, envisto a mi oponente con un golpe de mi mano cibernética. Joe cae hacia atrás sobre uno de sus machetes, el cual le atraviesa uno de los hombros. Al fin consigo ponerme de pie. Lo veo temblando en el piso, la herida lo puede dejar fuera de este juego, pero sobrevivirá para volver a intentarlo. Ctrl. Q.¿Qué?. No. No quiero rematarlo. ¿Por qué?. Si ya esta acabado, no quiero. Ctrl. Q. No, no quiero. Pero estoy obligado, cerceno cada parte de su cuerpo. Dejo la cabeza para el ultimo, me mira con ojos vítreos casi llorosos. Odio al operador, no tenía necesidad. Pero para el es solo un juego. Estoy bañado de sangre, me he quietado la remera para evadirme un poco del olor. Noto que los brazos implantados se están soltando. Quisiera poder pagar un cirujano de verdad para sujetarlos, en lugar de depender de un mecánico. El pasillo párese realmente eterno no puedo creer que le hallan pagado a un diseñador por este lugar. De golpe me doy contra una pared, quiere decir que no es un nivel solo una trampa para distraer y extender innecesariamente el juego. Atrás: ctrl. A. La orden suena en mí cabeza casi de manera inmediata, por suerte el inoperante que me dirige se da cuanta de algo. Vuelvo corriendo siento como las celdas de energía se recargan permitiéndome moverme con mas ligereza. Doy un salto sobre los restos del descuartizado Joe, lo hago con los ojos cerrados para no verlos. Termino la carrera frente al hueco que hice al ingresar a este lugar. Siento como los apéndices cibernéticos se apagan, deteniendo mis funciones casi por completo. Solo puedo mover la cabeza, la cual levanto y veo parado delante de mí, al comisario Rastron. El sicario de la cruel ley me sonríe, mostrándome sus dientes de lata brillando con la chispeante electricidad. Cierro mis ojos y espero el balazo. Con el impacto de los perdigones de la escopeta me arroja hacia atrás, vuelo como una hoja azotada por el viento. Caigo sobre el charco de sangre dejado por Joe. Muero. Vida: ctrl. XC. Mierda, mí energía es la suficiente como para que los bots de mantenimiento me reparen. Los oigo venir, mientras el comisario Rastron desaparece, seguro para continuar eliminando jugadores. Mis humillaciones no terminan, los bots toman partes del fallecido Joe para remplazar las mías. Cada momento no hago más que odiar al operador. Mientras el juego me habilita para continuar el juego exclamo venganza contra el idiota que me maneja. Vida activada. Mas vale que, esta vez, lo haga bien pues me quedan dos vidas. Dos vidas que pienso aprovechar para salir y eliminar al operador. Fin. Autor: Nicolás Federico Esteban Vilaró-Tronfi
El padre de todos llego apesadumbrado a la entrada de la enorme gruta. La decisión estaba tomada. El mundo se había envuelto en el caos, la oscuridad del caído cubría todo y dirigía las vidas de los hombres. No existía otra manera de salvar la creación. Aun así, el padre de todos por primera vez, en su incalculable existencia, conoció la duda. Sus hijos no merecían ser devueltos al barro del que fueron creados, pero su petulancia y odio habrían de ser borrados de la creación. Camino al interior de la gruta, cuya boca recuerda a las negras fauces de la loba, llamada Penumbra, que sigue a la luna. Entro en ella, arrastrando los pies, sus sandalias apenas levantaban arena. Vestido con el más humilde de los ropajes pues la de un pastor era su apariencia y su función. Ingreso sosteniendo en su mano una daga y un lienzo blanco. A medio camino sintió un calor similar al respirar de un gigante. El aire fue viciándose cada vez mas, antes de llegar el fétido olor lo hizo desfallecer por unos momentos. En el centro de la gruta, un negro dios lo esperaba. Allí el padre de todos se arrodillo, tomo la daga con la mano derecha y corto hasta los huesos su muñeca izquierda. Dejo caer su sangre sobre el piso de arena, está serpenteó hasta el negro dios, que descansaba sobre su trono. La sangre corrió por entre sus piernas, subió por el estomago y el pecho, hasta terminar en la boca del dios. Casi desmallado, el padre de todos, pudo ver como el representante de la noche eterna comenzaba a despertar. Se puso de pie y dijo: <<Mi nombre es Régulus. ¿Qué buscas tú, que haces llamarte padre de todos?>> Arrodillado y cubriéndose la herida con el lienzo blanco, respondió: <<Busco tú justicia. Busco el equilibrio de la creación. Quiero que mates a mis, engreídos y petulantes, hijos. >> Luego de estas palabras el padre de todos, murió y Régulus rió sonoramente. Fin. Autor: Nicolás Federico Esteban Vilaró-Tronfi
El golpe estaba bien planeado Gustavo apretaba a los de seguridad, Gerardo iba por la recaudación y Mauricio se encargaba de amedrentar a los clientes. Todo se hizo bien planeado incluso los días en los que, el supermercado se ahorra el adicional de policía. Fueron dos meses de planear todo, primero ver comiera la manera de más fácil de abrir las cajas, identificar bien a los supervisores. Cosa de apretarlos primero a ellos, que después de todo son los más rápidos a la hora de abrir una caja. El único problema era poder ubicar el auto cerca de la puerta el tiempo suficiente para poder hacerse con el botín sin, llamar la atención a los de fuera, para evitar que la policía sea llamada demasiado pronto. Se termino decidiendo poner un conductor que lo acerque recién al final del robo. Otro de los inconvenientes fue el como trasladar el botín al auto. Llevo un de tiempo el preparar cinco bolsas de arpillera, para que cerrasen con un cordón sus bocas. Este tiempo, sumado a la preparación de los elementos, se le pudo agrega a la observación del objetivo. Gustavo, quien estaba a cargo de esto, le pareció lo más conveniente utilizar armas largas. Cosa que todas las personas dentro del local puedan verlas y así nadie se haga el héroe. Así fue como se termino asiendo. El plan fue sobre ruedas desde el principio, se pudo cumplir con todo lo diagramado si hasta parecía una coreografía. Los guardias, los clientes y los empleados, todos respondieron según lo previsto. El único error fue que Gerardo se ensaño demasiado con uno de los empleados. Nadie sabe por que, pero cuando Gerardo intento acercarse para pegarle con la culata en la cara, el empleado le ensarto un cuchillo serrucho en los testículos. Gerardo intento gritar, casi ni pudo emitir queja, pues en pocos segundos tenia al empleado agarrándolo por la espalda, con el cuchillo en el cuello del delincuente. Gustavo y Mauricio intentaron a toda costa acercase, pero cuando hubieron avanzado tan solo dos pasos, el empleado tomo la mano con la que sostenía el arma y los apunto. Estos actuaron instintivamente y también apuntaron. La situación se había ido completamente de los parámetros razonables. De manera increíble lo que era un robo medianamente tranquilo, se convirtió en una situación completamente tensa donde los tres delincuentes y amigos, ahora se apuntaban mutuamente. El empleado que tenia agarrado a Gerardo empezó ha decirle cosas al oído, cosas que nadie oía. Gerardo cada vez más nervioso, termino apretando el gatillo contra sus dos cómplices. Los cuales respondieron de inmediato, matando a Gerardo. Rápido y de manera irracional ambos soltaron las armas y se dirigieron hasta donde yacía su amigo. Desesperados intentaron reparar el error, gritaron por un medico o una ambulancia. Nadie se movió como si todavía los estuvieran apuntando. Fue en ese momento cuando notaron, que quien había arruinado todo el asalto faltaba. Luego oyeron dos clics a sus espaldas, seguidos de sendos estruendos, ambos murieron de inmediato. El empleado desapareció para siempre, nadie supo nunca quien era, la empresa jamás pudo encontrarlo en su nomina. Aun así y todo tres vidas se cobro. Fin Autor: Nicolás Federico Esteban Vilaró-Tronfi
Al fin ha encontrado el pueblo, donde se esconde. Puede descansar unos minutos, sabe que no va ha poder esconderse. Deja que su caballo de logaritmos informáticos, pastoree bits de la verde estepa. Mucho tiempo ha tenido que cabalgar por el ciberespacio, ser ciego pesa poco donde los caminos están marcados por información sensorial. Azuza las riendas de su montura y avanza por el camino que da a la ventana de ingreso del pueblo. Un acceso directo siempre es bien venido. Va derecho hacia la taberna en busca de reposo e información. El cantinero es un viejo de bigotes, obeso por la economía de movimientos, formado por píxeles de baja resolución. -¿En qué puedo servirlo caballero, un trago, reposo, un lugar donde ingresar el disco duro? -Solo me quisiera un trago y un celda de datos donde pueda, sacudirme las cifras del camino y recargar algunos megas. Por cierto, ¿no sabría informarme, si se ha visto un hombre reconstruido con bites de media resolución? -Mire caballero he llegado a esta etapa de mi vida sin la necesidad de meterme en los datos personales de nadie. Por favor sea amable, tome las claves de su celda y no genere tildados de datos, mi humilde refugio. El ciego estando inconforme absorbe las claves de su celda de datos y sube a desganos las escaleras. Una prostituta perteneciente a un sitio censurado, le ofrece placeres de las descargas sin límites ni costos extras. Las promete y las cumple, con creses. Las conversaciones de alcoba son esclarecedoras. -Dime ¿A quién buscas, amor?. No pareces, caza recompensas o antivirus-. Dice ella mientras retoza desnuda a su lado. -Soy un detector-. El rostro de sorpresa en la prostituta, es más que esclarecedor. Los detectores son implacables, no tienen leyes como los navegantes comunes ellos eliminan lo que se les interponga.- Y busco a este evadido-. Mientras le dice estas palabras le entrega una imagen digital. -Pero eres tú, el que esta en esta imagen. -No te confundas mujer. Ese que ves una copia, de mi bases de datos. Un ser defectuoso e ineficiente. Pero me robo la familia y hoy vengo a borrarlo definitivamente del software. Y la eterna persecución continúa por el ciberespacio infinito. Fin Autor: Nicolás Federico Esteban Vilaró-Tronfi
Sentado en un banco de mármol, el hombre de traje fino fumo un cigarrillo. El gusto a tabaco quemado le trajo el recuerdo a labios carmesí que jamás volverá a besar. La nube de humo se convirtió en un suave rostro de mujer. Cerca de él, dos inertes ojos lo observaban, sin prestarles atención el hombre dio un pitido al cigarrillo. La mujer tardo tres minutos en morir degollada. La sangre empapo las suelas de sus zapatos en dos minutos. El cigarrillo tan solo duro un minuto. La ultima gota de sangre tardo en recorrer el filo del cuchillo una eternidad. Fin. Autor: Nicolás Vilaró-Tronfi
Camina por el desierto infinito, pisando con sus botas metálicas huesos. Huesos que otrora pertenecieran a dos legiones interminables. La presencia de este soldado indica que una de ellas a triunfado. Patético triunfo el que deja a un solo sobreviviente, abandonado en un mundo estéril y agónico. Pero este ser se encuentra esultante, pues es mas que un simple soldado, su rango de general esta pintado en el pecho y los hombros de la armadura. Solo alguien que manda a otros a morir por él, puede sentirse triunfante en este lugar. Apenas es conciente de su situación, todavía no toma en cuenta que son pocas la posibilidades de volver al satélite táctico. Tampoco le importa mucho, los sistema vitales de la armadora lo mantienen con vida y lo aíslan. Después de caminar por varios kilómetros, decide detenerse y comunicarse con el equipo de extracción del satélite táctico. -Aquí el general Cox-. Del casco se oye un zumbido como una radio mal sintonizada. –¿Base me recibe? Por unos segundos más se oye la estática. –Aquí base táctica. -Solicito extracción inmediata Base. Enciendo las balizas para que puedan detectarme. -Señor tenemos un inconveniente, no podemos precisar su posición para extracción. -¿Cómo?. Deben sacarme, soy un general cuatro estrellas. No pueden, ni deben dejar en este lugar. -Señor, cálmese. Vamos a triangular su posición, para enviar a otra unidad que se encuentra a unos kilómetros y así poder recogerlos a los dos. Por uno instantes piensa en protestar, pero no lo hace es demasiado desgaste de energía. Se limita a dejar la radio abierta y espera. Alcabo de dos horas, las pantallas del casco se apagan y el calor comienza a ser agobiante dentro de la armadura. La resistencia de Cox llega al limite, desesperado se quita el aparatoso casco. Los motores de los brazos mecánicos, ubicados en la espalda, chirrían. Al retirar el casco las gigantescas manos casi le arrancan la cabeza, no están preparadas para trabajos de presición, sirven únicamente para el combate. Espantado descubre dos verdades, la primera que una vida de comodidades no lo han preparado para las inclemencias climatologicas y la segunda que ya no tiene mas radio ni sustento vital. Mueve las palancas internas para echar hacia atrás la enorme maquinaria, con un suspiro hidráulico termina al fin la vida del ciclópeo aparato. Al gran general de cuatro estrellas, le queda solo esperar. Esta desesperado por irse a su casa con sus padres y novia. Hace tres hora envió el pedido de recogida a la base. Estos no tuvieron mejor idea que ordenarle ir a recoger a un general. A visto morir demasiado amigos y ha matado muchos enemigos, por las patéticas directivas de los generales. No le hace gracia esta ultima misión, si por él fuese dejaría a todos los generales en el planeta. Especialmente los que dijeron, que debían reducir la vida útil de los sistemas vitales para aumentar la cantidad de armas. Abandona su cavilaciones subversivas cuando en la pantalla del casco surge la imagen borrosa de la armadura de Cox. Antes de hacer contacto comienza a trasmitir a la base y enciende las balizas de detección. Detiene su carrera unos pocos metros antes de llegar a la armadura del general. Los estallidos de huesos, pisados por él, callan abruptamente. Sorprendido descubre que la armadura del general esta desactivada y bacía. Con sus sensores escanea y confirma que nunca hubo nadie dentro del aparato. Informa de la situación y desde la base confirman la ausencia del alto mando. Unos minutos después el soldado es extraído con un modulo de recogida. Es una pena que los técnicos consideraran oportuno, que las armaduras no pudieran identificar seres orgánicos vivos, de aquellos muertos. Si así hubiese sido el soldado podría haber visto al general fuera de su armadura. También podría haber evitado aplastar al general, debajo de su enormes botas metálicas. Fin. Autor: Nicolás Federico Esteban Vilaró-Tronfi.
El objetivo era sencillo pegarle un susto a Mariela, cosa que aprendiera a no meterse en con ellas. Después de todo siempre conviene dejar en claro quienes son ellas. O se cree que por ser linda iba andar pavoneándose por ahí levantándose a cualquier tipo, como una puta alzada. Marcela es y siempre a sido la líder, no quiere ha esta minita. Pero no es tonta, si la atacase sola tal vez llegaría a pegarle, en cambio encarándola entre varias podría humillarla como se merece. Abril es hija de un carnicero, no significa mucho solo esta acostumbrada a ver la sangre, por eso llevaba el cuchillo. Ana no estaba muy convencida de hacerlo pero si todas iban, ella también. Las hermanas Ramos, completaban la pequeña patota. Mariela, tenia la costumbre de irse a su casa por el camino mas largo. Para pasar por una plaza, cercana al colegio. Eran las dos de la tarde y la tarde se perfilaba, como para relajarse debajo de alguno de los olmos de la plaza. Así es como Mariela sonriendo de lado, se dirigió a la plaza. Una vez que llego allí busco un lugar donde sentarse. El elegido fue un árbol detrás de unos arbustos, no estaba necesariamente a la vista, pero si se encontraba apartado de los caminitos de adoquines. En este idílico sitio se sentó a leer, incluso a ver como la gente pasaba sin notarla. Se escuchaba charlas de novios, hombres serios de traje hablando por celular. Incluso pudo ver y escuchar algunos de sus compañeros, los cuales comentaban sobre fútbol. Alguno llego a hablar de ella y el comentario la hizo sonrojar. Aun así disfrutaba la tranquilidad de la siesta. Calculaba llegar a la hora en que su papa se sienta a tomar la merienda. Con la cabeza apoyada contra el tronco del árbol, pudo ver a Marcela y las chicas, paradas en la esquina. Luego se fueron. Se acercaron por la espalda de Mariela, la hermana mayor de las Ramos fue la que la agarro primero, como era la mas fuerte. Fuerza que nacía mas bien de su edad pues se había quedado tantos años, que termino cursando con su hermana dos años menor. La sostuvo con fuerza, enredándole los brazos al tronco del árbol. Completamente sacada de su cabales Marcela se paro frente a la victima y le tapo con fuerza la boca. Ana y la menor de las Ramos la agarraron de las piernas. Abril se puso frente a Mariela al lado de Marcela, para hacerle unos cortes en la cara. Pero la mano de Marcela en la boca de la otra adolescente molestaba y Mariela no quería las timarla. Dio dos chuzazos uno corto sobre la ceja izquierda y el otro la mejilla. No Salía sangré de inmediato, por eso Abril siguió tirando cuchilladas. Cuando se dieron cuenta de la cantidad de sangre que comenzaba a cubrir el cuerpo de Mariela, las cinco adolescente huyeron espantadas, dejándola tirada debajo del árbol. Pasaron las horas y la madre de Mariela se desespero llamo al colegio, donde no sabían nada. Llamo a las amigas las cuales también desconocían su paradero. La triste noticia llego a las seis de la tarde, de manos de un joven policía. Mariela había sido encontrada muerta debajo de un árbol en una plaza cercana al colegio. Las cinco chicas jamás fueron identificadas o localizadas. El crimen fue catalogado como pasional. Ana termino internada en un neurosiquiatrico. Abril se suicido con uno de los cuchillos de su padre. La juventud y la inocencia murieron en una tenebrosa tarde, debajo de un olmo. Fin. Autor: Nicolás Federico Esteban Vilaró-Tronfi
Soy una buena persona, pregunten a cualquiera y verán la respuesta que les dan. Si, para muchos puede ser una sorpresa, pero es así yo soy una excelente persona. Pero hay veces que quisiera matar a todo el mundo. Especialmente a los que piensan que soy un buen tipo. Pues culpa de ellos yo tengo que transitar mi vida entre comentarios realmente desalentadores. Imagínense yendo por la vida y escuchar como todo el mundo dice a tú alrededor, “Hey, es un buen tipo”, “Le podes pedir lo que quieras”,” Es una persona muy buena”. Por detrás de estas frases amables siempre vas a escuchar, “Si es bueno pero demasiado serio”, “Mejor no lo invites, es algo aburrido”. Inevitablemente detrás de los buenos conceptos hacía uno siempre viene el aislamiento. Nadie puede considerar divertido a una buena persona menos si está se esmera por seguir las normas sociales, entiendan el suplicio que he de sufrir sumándole mí timidez extrema. Bueno, a todos esos que se han esmerado en aislarme y apartarme de cualquier actividad fuera del ámbito del trabajo o, en su tiempo, el escolar, ha esos quisiera matar. Mejor ser sincero, todo lo enumerado en el párrafo anterior es una mera excusa traída de los pelos, pues mí necesidad de matar surge de algo mas profundo y oscuro. Siento placer a la hora de plantearme los modos del asesinato. Así es solo quiero matar por el solo gusto de hacerlo. Dejando claras mis intenciones, quisiera aclarar a que publico me dirijo. No pretendo hacerme famoso con esta actividad, por eso debo de apuntar a un publico desconocido sin mayores aspiraciones. Tampoco pretendo ser una especie de fumigador social por esa razón descarto a los indigentes y a los ancianos. Apunto, je je que expresión irónica, apunto a la clase media. Gente con su vida realizada, con pasar tranquilo pero a la vez algo inconforme. ¿Por qué estas gente? Fácil, tiene que ver con la superación personal. Generalmente la clase media se caracteriza con la resistencia y la capacidad de adaptación, pero bajo ciertos parámetros. Nunca sufren cambios traumáticos, que signifiquen un quiebre en su modo de ver al mundo. Estos cambios diferencian a los adaptables, de los supervivientes. Pues debido a situaciones limite un individuo o grupo familiar, pude avanzar a un nivel mas elevado, léase monetario, espiritual, o bien hundirse en el presipisio de la desesperación humana. Para conseguir que el golpe sea realmente contundente, he de buscar en esta condición social de relativo equilibrio. Si bien encuentro placer al pensar en cometer un asesinato. No pretendo hacerlo de cualquier manera, pues uno debe pensar como ha de ser mas efectivo. Con los años mis ideas han ido mutando, de realizar un evento publico a algo mas personal, mas intimo. Claro al principio tenia la necesidad de demostrarle a todo el mundo mí capacidad para realizar actos de extrema violencia, por eso elegía como blancos a conocidos, personas cercanas. Como hago notar al principio de esta confesión. La manera de hacerlo requería demasiado esfuerzos y una acumulación de casualidades bastantes remotas. Cuántas posibilidades hay de qué todas las personas conocidas por uno estén al mismo tiempo, en un mismo lugar. Ninguna. Como consigo un arma de asalto uzí, FAL, ametralladora, etc. Si no es por el mercado negro, y los costos de este articulo serian inalcanzable para mí. No digamos lo que seria conseguir las balas suficientes. ¿Y, la publicidad?. Terminaría preso antes de abatir la mitad de los concurrentes. No, no esa idea la tuve que abandonar. Ahora mi proyecto es mas personal, conseguir pequeños cambios es mas fructífero. Por eso mis objetivos variaron desde conocidos a perfectos extraños. Que residan cerca de mi casa por supuesto, quiero seguir las consecuencias. Otro cambio necesario es la elección del arma, en vez de un arma de fuego, opte por un cuchillo. Si un cuchillo, común uno de cocina, de esos que tienen pequeños dientes y nunca se desafilan. Esos que publicitan en la tele, cortando pescado, latas, etc. Un pequeño corte de estos utencillos, es prácticamente imposible de cerrar. Es aquí donde uno puede ser creativo, con un pequeño corte cerca de cualquier arteria provocaría la agonía de la victima en cuestión. Pero no quisiera ahondar en detalles, cuando todavía no sea cometido el hecho. Esta, decidido voy a matar a alguien. Viendo la situación general, si me permiten una ultima reflexión, me preocupa que mi materia prima desaparezca. Demasiadas medidas económicas equivocas están destrozando a la clase media. He de apurarme sino me quedare sin presas y la sociedad se hundirá en la miseria. Fin. Autor: Nicolás Federico Esteban Vilaró-Tronfi.
Todos conocen la pericia como inventor de Leonardo Da Vinci, quien luego de varios años dedicándose a la ciencias y las bellas artes, se refugio en Inglaterra. Donde emplearía sus habilidades en la organización de fiestas para la nobleza. Uno de los mayores atractivos de estas fiestas era la presencias de diversos autómatas, de los cuales los testimonios de su perfección nos llega hasta la actualidad. La primera es la del conde de Sussex quien en su memorias acusa el haber tenido una acalorada discusión sobre política y comercio exterior con un mayordomo manufacturado. Una curiosidad es la que relata la esposa del conde la cual cuenta en su diario personal, el fogoso encuentro amoroso que tubo con un autómata, replica exacta de Leonardo. Luego Leonardo, relataría en su bitácora del Códice Atlántico, como había sido literalmente violado por una adorable y anónima cortesana. Fin. Autor: Nicolás Vilaró-Tronfi
Todo estaba en orden él y jorge apuraban al del camión, mientras lo otros dos ingresaban al banco e interceptaban a los guardias recaudadores. ¿Qué salio mal?. Nadie sabe con certeza, la cuestión es que sus tres compañeros ahora esta muertos. Y él, el esta herido, camina apoyado contra la pared manchándola de sangre. Párese que sus pies estuvieran hechos de plomo, apenas si puede moverlos. Con la mano derecha presiona el agujero que hay en su pecho, tratando de evitar que se le salgan las tripas. No duele tanto como generalmente se creé, solo se siente un agobiante frió, la vista se disipa y cae sobre el herido un cansancio de tumba. Tal vez descansar sea lo mejor, piensa el delincuente. Se sienta en el umbral de una puerta, echa su cabeza hacia atrás y sonríe, por siempre. Fin. Autor: Nicolás Vilaró-Tronfi
Tendría que contarlo. Después de todo, para algo estoy haciendo esto, digo, lo de escribir. Aunque tal vez sea mejor dejar las cosas como están, total ya tienen un culpable ¿por qué darles otro?. La situación es difícil de explicar, ni les cuento lo que seria entender lo que hice o porque lo hice. Prefiero que estas líneas queden como los desvaríos de un loco. Pero también esta la posibilidad de que me crean, incluso también lleguen a entenderme. El ultimo punto seria peor para ustedes, imagínencen, entender y apoyar e una persona como yo. Por favor, les voy a contar todo, solo les pido un favor no vayan directo al final. Oigan todo los que voy a decirles… mejor dicho lean toda la historia. Después hagan lo que deban hacer. Tengan en cuenta, solo intento explicarles el por que, no pretendo justificarme, mucho menos arrepentirme. Se que esta mal hacerlo. Sin embargo fue la única solución que encontré en ese momento. Bueno, empiezo a contarles. Todo empezó una mañana, no tenía que ir ha trabajar me encontraba de franco. La noche anterior había decidido despertarme temprano, para poder dedicarme a escribir algo para subir al blog. Como todas las mañanas el despertador sonó y yo lo ignore, como todas las mañanas. Molesto, cansado por una mala noche de sueño. A pesar del frió matinal, mí cuerpo había tomado la mala costumbre de producir un desmedido calor, supongo que algún día de estos debería ir al medico. La cuestión es que me encontraba con la computadora encendida, aspirando aire helado y ardiendo por dentro. La cuestión es que estaba sentado con mi mejor cara de idiota, mirando el monitor de la PC. Lo cierto es que no me pasaba, una puta idea por la cabeza. En una intensiva búsqueda de inspiración, mire por la ventana que da a la calle, allí vi en la vereda a una de mis vecinas barrer. En defensa de ella puedo decir que a simple vista parece una persona simpática. Cuando la llegabas a conocer descubres, a una persona resentida que barre la calle en contra del viento para ahogar en tierra a toda persona desprevenida con la suficiente osadía de pasar frente a su casa. Es curioso pero al verla barrer las hojas, una chispa de inspiración surgió en mi cabeza. Describí minuciosamente lo que ella hacia, resulto en un párrafo de seiscientas palabras bastantes prometedoras, pero me hacia falta algo de pimienta. Cuando la divise intentando entrar a su casa, la vivienda intentaba a toda costa evitarle el ingreso. Era evidente que ni su propia casa aguantaba la terrible cara de culo, de este hediondo vejestorio. Tome un destornillador y salí a ofrecer mi desinteresada ayuda, de mala gana acepto. Mientras forzaba la cerradura, sentía la mirada del viejo cardo. Cuando conseguí abrir la puerta hice un ademán exagerado, como si hubiese ganado el premio mayor. La vieja me empujo de un codazo, ni gracias me dijo. Abrió la puerta de par en par e ingreso a su casa. Yo mire, para atrás, nadie me prestaba atención. A los gritos agradeciendo una invitación que nunca existió, me mande adentro de la casa. Peche a la vieja adentro, la hice caer al piso. Es curioso como afecta el organismo a los ancianos, por efecto del golpe la mujer no pudo esgrimir grito alguno solo abría y cerraba la boca, asiendo un ruido ronco. Aprovechando el momento de impotencia de mi victima, le pise la mano izquierda. Hace un tiempo alguien me comento que los huesos de los ancianos de cierta edad, tienen la misma densidad de las cáscaras de huevos, y la verdad quería probar si era cierto. Era cierto, las falanges de la mano del vejestorio se deshicieron debajo de mi pie, la sensación fue increíble. Perdón, debo obviar cualquier sentimiento. Curiosamente la mujer ya no intento gritar, solo lloraba. Debe ser por eso de que los viejos esperan la muerte, pero cuando le hundí el destornillador en la garganta, podría jurar que me lo agradeció. Estuve un rato viendo haber que mas podía hacer. Me adelante, le clave demasiado pronto el destornillador en una zona letal. Les aseguro que para las siguientes corregí ese detalle. Bueno, me estoy yendo por las ramas. La historia es la de la vieja cara de culo. Después que se desangro descubrí, que no sabia como salir de ese lugar. No tarde en encontrar la solución al problema. Metódicamente busque una silla senté a la señora en ella, por cierto estaba bastante bien comida pues su peso era considerable, la senté en un rincón para que no se caiga la apoye contra una de las paredes. Luego eche agua con lavandina y detergente, el vapor provocado por la mezcla me produjo nauseas casi me descompongo. No estoy seguro de que mi limpieza borrase alguna huella, solo lo hice para poder pechar el charco de sangre así el patio interno de la propiedad. Luego corrí a la vieja con silla y todo hasta dejarla frente a la puerta de salida, coloque una lámpara con pantalla detrás de ella y apague cualquier otra luz. Así pude cubrirme si cuando yo habría la puerta alguien miraba adentro, esa persona solo vería la silueta de la mujer sentada despidiéndose de su benefactor, es decir yo. Lleve a cabo la huida. Curioso nadie intento mirar adentro o siquiera notaron que yo salía de la casa. Increíble, pero les juro que si yo no llamaba a la policía. Llamada anónima obviamente. Pero sino llamaba diciendo que de la casa de la vieja salía mal olor, nadie se enteraba de que la momia se había muerto. Patético lo de esta sociedad. Hablemos de mí, después de que volví a sentarme frente al monitor descubrí una inspiración única. Comencé a subir historias diarias al Log, llegue incluso a publicar tres libros de un éxito decente. Ahora, ustedes se preguntara por que cuento esto, fácil estoy por publicar un cuarto libro y necesitaba un final. ¿Qué les párese esté? Se que al principio parecía tener una intención de buscar una aceptación por parte de ustedes. Pero solo era eso, un principio. Un tibio principio para un gran final. ¿Y, qué les párese? Fin. Autor: Nicolás Vilaró-Tronfi
El pasado jueves sucedió lo impensable para la humanidad, el fin del mundo. Bha, en realidad colapso la pequeña y delicada bola de cristal donde vivían. Muchos planetas no se sorprendieron ante la noticia de tal holocausto. Otros, la mayoría ni les importo o ni se enteraron de la noticia. Aun así un medio tomo las declaraciones del Dios creador de estos curiosos seres autodenominados humanos. -Menos mal que a las cucarachas las cree mas resistentes, se imaginan si hubiese sobrevivido la especie dominante. Que bochorno seria tener esas referencias. Fin Autor: Nicolás Vilaró-Tronfi
Helena a vivido durante casi toda su vida en Atenas, siempre respetando las buenas costumbres, gozando una posición bastante acomodada al ser esposa de uno de los miembros mas acomodados del parlamento. Por esta razón se sorprendió cuando al nacer su primogénito, dudaron de su palabra y la acusaron de adulterio. Para apoyar sus palabras la partera le trajo al recién nacido para mostrarle que este era moreno como el carbón, cuando ella y su marido eran blancos como la seda virgen. Su esposo le grito, la repudio y exigió que fuera llevada ante un tribunal de notables, para que estos decidieran la suerte de la mujer. Se contemplo el umbral de un día para que la mujer se recuperase del parto y que esta pudiese alimentar al niño recién nacido quien después de todo no tenia la culpa de nada, también podría significar un buen resarcimiento económico para el supuesto padre cuando tuviese la edad de ser vendido como esclavo. La mujer fue llevada junto con su hijo frente al tribunal. Para que estos pudiesen constatar el delito se procedió a colocar a la singular familia uno al lado del otro, quedando el recién nacido en medio de los padres. Los jueces advirtieron que los progenitores lucían un blanco pálido en sus pieles mientras que el niño era marrón como un viejo labriego expuesto durante décadas a los rallos de Apolo. Para darle un mayor marco de legalidad se procedió a llamar un especialista en el estudio del cuerpo humano, al por entonces incipiente Hipócrates quien realizo un profundo estudio de la situación. El estudio de Hipócrates contó en no solo un análisis físico de las personas implicadas, sino que sumo la investigación del entorno de las mismas. Curiosamente el resultado dio que la mujer era inocente de adulterio, pues la pigmentación atípica del niño se debía a un retrato de un moro, el cual se encontraba en la misma habitación de la joven madre. Sorprendidos por el nuevo concepto acuñado por Hipócrates, el de impresiones maternas por el cual el no nato adquiere características de aquello que provoque un cierto impacto en la madre, el tribunal dictamino la inocencia de la mujer. Por su parte la mujer habiendo sido salvada de ser lapidada le agradeció a Hipócrates con 20 monedas de oro. El marido la agradeció por haberle devuelto la honradez a su familia, con 30 monedas de oro. Por su parte el moro del retrato dio las gracias por las 10 monedas de oro, que Hipócrates le pago y jamás fue vuelto a ver por Atenas. Fin Autor: Nicolás Vilaró-Tronfi
Como puedo comenzar esta historia, tal vez con un; había una vez… pero no en realidad eso seria demasiado tradicional, plantearía una lejanía con aquel que leyera estas líneas. Si esto ultimo llegase a suceder en algún momento. Por que no, comenzar contando de donde surge esta épica historia. Aunque al hacer esto provocaría un efecto contrario a aquel que busco, pues quien creería que esta es la narración de un hecho completamente surgido de mí mente, cuando lo que voy a contar es un suceso tan real como quien lo escribe. La indecisión no brinda consejo alguno y tampoco va ha escribir nada. Mejor lo cuento tal cual sucedió y ruego porque quien lo lea siga creyendo que soy poseedor de una imaginación digna de cualquier escritor fantástico. Bueno acá voy… Esto empieza así, era una calida siesta de invierno. Si calida, era uno de esos días pertenecientes a lo que los mayores llaman veranito de San Juan, donde durante la segunda semana de las vacaciones de invierno, sufrimos una elevación extraordinaria de la temperatura. Es en estos días donde uno, como el niño que era yo en ese entonces, podía disfrutar realmente de aquellas jornadas sin clases, puesto que el resto de las vacaciones estaban signadas por el gélido invierno. Caminaba por la calle tejedor hasta el almacén ubicado a dos cuadras de mí casa. Ese almacén era atendido por un amable anciano, el cual actualmente cumple arresto domiciliario por intento de abuso. Pero en ese tiempo todavía no había cometido ningún delito, por ende era bastante bien visto en el barrio. Bueno mi historia nada tiene que ver con este hombre, solo lo huso como ejemplo para poder demostrar que el tiempo pasa y la gente cambia, convirtiéndose en otras personas que desconocemos por completo. La cuestión que caminaba hacia el almacén de este hombre, la misión era sencilla comprar un kilo de pan y lo que sobrase del vuelto era para mí. Por este ultimo incentivo, mí resolución era de completo compromiso. Una vez dentro del almacén, cumplí con mi misión y compre un chupalupe mediano, no me alcanzaba para uno gigante. Conforme con el trofeo conseguido emprendí la travesía de regreso a mí casa. Así es que volvía a casa abrazado a la bolsa de pan y medio atragantado con el chupalupe. Estos chupetines aun en su presentación media eran realmente gigantes, consistían en un gran circulo de caramelo constituido de varias vetas multicolores. Su forma y tamaño hacia muy difícil introducirlo en la boca, sinembrago con un poco de maña y experiencia allí había terminado mí adquisición. Se podría decir que tal obstrucción en el interior de mí boca, me impedía pensar en otra cosa que no fuese el disfrutar del dulce chupetín. Tal vez por eso fue que no note en primera instancia el extraño insecto brillante delante de mí, hasta que este hizo dos veloces pasadas más frente a mis narices. Primero intente espantar al molesto insecto que continuaba revoloteando y dejando purpurina en el aire. Durante tres metros estuve peleando con el bichejo sin notar realmente de quien se trataba en realidad, hasta que porfin se detuvo delante mió. Era un hada, si unos de esos animalitos mitológicos con forma de mujer. Era realmente pequeña, apenas si tenia el tamaño de un colibrí. Apesar de mantenerse frete a mí, movía fuertemente las alas, que la obligaban a mantenerse en un movimiento pendular. En un principio me costo distinguir su rostro pues el brillo que la envolvía apenas dejaba ver su silueta. Notando mi desconcierto, no sé como, pero bajo su brillo. En ese momento pude distinguir su rostro y su cuerpo pues estaba desnuda. Era la primera vez en mí joven vida que veía una mujer desnuda. Bueno no puedo asegurar que realmente estaba desanuda, pues era muy pequeña y el brillo no había desaparecido. Supongamos que no estaba desnuda, al menos debía de estar vestida con alguna transparencia. La pequeña criaturita comenzó a hablarme y yo me atragante. Pero me atragante con ganas un mar de saliva y caramelo inundo el espacio entre la garganta y el esófago. Tosí un poco, hice una arcada como si fuese a vomitar, un gargajo surgió de mi boca, marco un arco e impacto contra el umbral de la puerta de la casa de Doña Chola. Ahora que me pongo a pensar eso explicaría el porque al día siguiente tuvieron que enyesar a la vieja. No importa ahora, lo que si importa es que el hada hizo un gesto de asco, quito la vista del pequeño charco sacudiendo su pequeña cabecita y volvió a sonreír. Continúo con lo que había comenzado a decir. -Hola niño-. Su voz era gruesa y calida la sentía venir de todas partes, como si me envolviese.-Vengo a ofrecerte la posibilidad de… ¿eso es dulce? ¿Está hecho con caramelo?... no, no importa. Vamos a lo que nos atañe, vengo a ofrecerte la posibilidad de conocer mundos increíbles donde podrás vivir… la verdad que ese caramelo se ve rico y muuuy dulce… podrás vivir aventuras. Quiero…eso…dulce…rico-. Yo no entendía que le pasaba a esa mujer, pues sus ojos se habían desorbitados e inyectado en sangre, daba miedo.-Dulce, dulce, dulce-. Es todo lo que repetía. Mí desconcierto desapareció cuando la criaturita, que digo criaturita, cuando el monstruo venido del infierno en un vuelo rapas me arrebato el chupalupe de la mano. Mano que en mí estupefacción había permanecido elevada y expuesta.-¡EH!-. Fue mi exclamación, la elocuencia recién vine con la edad. La muy… delincuente emprendió la huida, yo Salí de inmediato en su persecución. Habré corrido por lo menos una cuadra, detrás del hada, antes que esta se metiese dentro de un terreno baldío. La verdad que aquel lote nunca lo había visto o llamado la atención. Aun hoy estoy en duda si existía antes de ese día. La cuestión es que sin dudarlo ingrese a ese lugar muy emparentado con las selvas. Pues se notaba que nunca había conocido una buena limpieza. Luchando con malezas mas altas que yo, botellas rotas, ramas gigantescas, algún que otro resto de automóvil, incluso puedo jurar que vi una escalera a ninguna parte no intente pasar por ella, solo seguí caminando hasta el fondo del lote. Contra la pared que marcaba el fin de mi travesía, había una pequeña cacilla seguramente era el lugar donde algún cuidador guardaba sus herramientas. Cuidador que hacia años no estaba en ese lugar. Quede por unos momentos parado frente a la casilla, estaba algo desconcertado, hasta que note el inconfundible brillo de la ladrona. Estaba oculta dentro de la casilla, seguramente comiéndose mí chupalupe. Avance resuelto, di una patada a la puerta, la cual levanto una polvareda. Tuve que esperar que el polvo se asentara antes de entrar, pues me asfixiaba. Entre al oscuro lugar había muchas cosas interesantes herramientas, tachos de pintura vacíos y la pequeña hada parada sobre un estante. La delincuente me sonreía de manera burlona y movía la paleta provocándome. En un descuido levanto vuelo e intento un acercamiento provocador, yo rápido y sin dudas estire mi mano, con tal suerte que impacto contra la criaturita. Yo recupere mi dulce, ella voló hacia atrás hasta impactar contra la pared de ladrillo. Resbalo, raspándose la espalda contra la pared, hasta terminar en el piso. Aturdida acomodo sus rubios cabellos y como si rengueara intento volar, subía y bajaba agarrándose el hombro derecho. Detrás de ella se abrió un umbral por el cual pude ver un mundo fantástico, lleno de animales increíbles, hasta un castillo se veía al fondo. El hada volvió a acomodarse el cabello me miro enojada, hizo una seña con su dedo medio y se marcho por el umbral. Yo le di dos lamidas a la paleta, pero estaba demasiado lleno de tierra, lo tire al salir de la casilla. Supongo que esperaran algún tipo de enseñanza al final de esta historia, una moraleja tal vez, pues no la hay. Solo me queda la seguridad que cuando uno es niño no necesita creer en hadas, dragones o cualquier sujeto mágico, ya que todo nuevo e interesante. En cambio cuando uno llega a adulto y descubre que el mundo no es tan grande, necesita creer en lo que sea. Fin. Autor: Nicolás Federico Esteban Vilaró-Tronfi
Judas mueve los huesos de su madre. Hace un año que ella murió y debe trasladar sus restos de la cripta al osario, el dolor que esto le provoca es igual a enterrarla nuevamente. Coloca los huesos al lado de su padre. Recuerda, recuerda cuando el era un niño apenas conciente del mundo que lo rodeaba. Su padre había fallecido, lo enterraron en el mismo lugar donde años después volvería ha enterrar a su madre. Pero vuelve a ese momento y la sigue viendo salir de la cripta, llorando, preguntándole. ¿Quién a tú padre, quien recordara sus palabras?. Años después en voz baja Judas le responde, tú madre. Toma un cincel y un martillo. Graba el nombre de su madre en griego. Mariamne e Marah (Maria, la "Maestra"). Fin. Autor: Nicolás Vilaró-Tronfi.
Soy el monstruo que asota las pesadillas de los supersticiosos. Asecho en la oscuridad, siempre atento a mí alrededor. Esperando el momento de actuar, siendo testigo del horror y el crimen. Vivo en las sombras eternas, no necesito de la luz del día para ver. Siempre vigilante desde la cornisa de una iglesia. Veo como una mujer es golpeada, robada y abusada por tres hombres. La oigo gritar de desesperación. Siento el miedo de aquellos que la oyen pero no le prestan ayuda. Me enamoro de su soledad y ardo al querer defender su delicada debilidad. Pero aun así los tres hombre son implacables, no tienen alma solo disfrutan ultrajándola, se alimentan del terror que provocan. Mis garras aprietan el cemento de la cornisa, los músculos de estas poderosas se tensan para saltar. Los colmillos de mí boca ruegan por sangre pecadora. Siento ganas de batir las membranosas alas, nacidas para trasladarme ante los culpables. Siento tantas cosas, que no puedo hacer. La mujer es ultrajada sin mayor emoción, por cada uno de los violentos. Luego la matan. La dejan tirada como si desechasen un pañuelo descartable. Yo presencio cada acción, sin poder hacer nada por ella, mas que acompañarla en su ultimo aliento. Solo soy una gárgola de granito. Agradezco la suave lluvia que cae sobre mí, pues solo atravez de ella la piedra puede llorar. Fin Autor: Nicolás Federico Esteban Vilaró-Tronfi
Se equivocaron, no entendieron, cuando yo dije que no debían adorar a un becerro dorado, que no invocasen falsos ídolos, en ningún momento me refería a que se encerrasen en un edificio lleno de lujos y opulencias. Jamás pretendí que creyeran estar en mi casa cada vez entrasen a un templo. Mucho menos quería que se arrodillasen a rezarle a una pared, pretendiendo hablar con migo, cuando afuera los que no pudieron entrar se matan entre ellos y mueren de hambre. No, no quisieron entender. Siempre les va ha resultar mas fácil temerme, que tenderle la mano al prójimo. Autor: Nicolás Vilaró-Tronfi
Alcohol y tabaco, son la compañía de la noche. Me siento en una mesa, hago una seña al mozo este se acerca sin ofrecer sonrisas falsas, se lo agradezco en silencio, recibe mi pedido con un movimiento de cabeza. Esto es lo que me gusta de la noche, nadie se molesta en ocultar su mal día detrás de una falsa cara, casi sin quererlo son sinceros con el mundo que los rodea. Alguien pone una moneda en la vitrola y Charles Brown, como si me hablase a mí, se digna a anunciarme una negra noche. Debido a la tardanza del mozo, los recuerdos que vine a ahogar toman la delantera. Casi la veo sentada en la silla del frente, hablando de manera alborotada como siempre, contándome de su día haciendo una pausa solo para sonreír tiernamente. Para acompañar la imaginada escena, las aves del paraíso de Charlie Parker saltan de los parlantes rodeándome, tratando elevarme a un lugar que gracias a ella jamás volveré. ¿Cómo olvidarla? Cómo puedo olvidar su rostro de muñeca de porcelana. No puedo, no quiero olvidar sus ojos color inmensidad, aun así recordarla me duele y debo de buscar anular ese dolor. El mozo alfil decide traerme mí terapia. Le pregunto si puedo fumar, con su blanca mano me invita a sentarme en la mesa al lado de la ventana, tomo la botella y el vaso y lo hago. El primer vaso tarda en llenarse, pero se vacía a la velocidad de la luz. Prendo el cigarrillo el cual arde como el sol. Despacio pretendiendo que es mí alma, dejo escapar el humo de entre mis labios. Veo la gente pasar, al verlos abrigados me percato de que hace frió. Yo también debería sentirlo, creo que me estoy volviendo insensible. Entre el ruido de los autos siento a Billie Holiday contando como al día sigue a la noche, pero luego de la noche viene otro día. Algunos descubrimos que la noche se vuelve eterna fácilmente, especialmente cuando estas de luto. El manto de melancolía en el que te sumerges es eterno, seguramente alguno dirá que lo duro es el primer año. Lamentablemente no saben que la tristeza te acompaña durante toda tu vida, pues lo peor no esta en lo vivido sino en aquello que pudiste disfrutar con ella y ya no esta. Solo tu, camina entre las mesas interpretada por una mujer de voz cascada. Solo tu, así es nunca hubo otra y no lo lamento. No podría remplazarte y ellas jamás podrían competir con tu recuerdo. Hay quienes lo intentaron pero tu eres mas fuerte y te niegas a ir. Las primeras luces de la mañana aclaran el cielo, descubro sorprendido que los hielos del vaso han desaparecido, la botella se encuentra bacía y que tan solo me quedan dos cigarrillos, los suficientes para llegar a casa. La luz del sol y yo nonos llevamos. Dejo el pago debajo de la botella. Visto con el luto, el aire que me rodea es azul melancolía, abandono el bar, Ray Charles me despide con Georgia on my mind, lo entiendo se lo que es tener al ser amado en la mente. Fin Autor: Nicolás Vilaró-Tronfi
El dios oscuro río salvajemente sobre el cuerpo inerte del dios padre de todos. Refregó sus vacuos ojos negros, para aclarar su vista, pues no creía posible lo que veía. Pero era así, ante sus pies yacía aquel quien siempre había odiado. Miro al cielo y dijo: -Tú que hace eones me habías confinado a esta cripta, húmeda y demasiado silenciosa. Tú pergeñaste mi caída. Hoy estas aquí implorando ayuda. Alimentándome con tu sangre traidora. Mueres según un ideal eso merece respetarse, así como tu petición-. Su tono de vos se vuelve mas grave y serio. Lleva la mano derecha ha su barbilla en señal de duda.- Si tus hijos te han traicionado, como te avise en el pasado, llevándote hasta mí, para pedirme su muerte. Solo hay alguien que puede, llevar acabo esta sanción. Esa es mi hija, Nermani y ha ella inconvocó en este momento. Sea derramado sangre de un dios muerto y solo he de dejar caer, sobre esta, la de un dios vivo para desatar la justicia celestial-. Así lo hace, con una de sus largas uñas perfora su brazo izquierdo, dejando caer su sangre sobre la del dios muerto. El inmenso charco de sangre bulle, como si hirviera. No coagula en ningún momento, pues la temperatura le impide hacerlo. Las burbujas y el vapor, dejan lugar al las explosiones. Un grito desgarrador, se oye en el recinto. Luego de un tiempo surge una mano del imposible, barro sanguíneo. La mano tantea los bordes donde no ha llegado la sangre, intentando sujetarse hasta que lo consigue. Otro grito desgarrador se oyó en el recinto y al cabo de un tiempo una hermosa mujer surgió del interior del foso sangriento. Bañada en sangre, Nermani, miro a su padre y grito con todas sus fuerzas, este cubrió sus oídos. Pues este desgarrador sonido solo debe de ser escuchado y sentido por los culpables. Todavía envuelta en sangre, con un gesto de sus manos reclamo sus armas. Arco y flecha, le fueron entregados. La justicia seria impartida sin piedad. En el piso, desde los ojos muertos del padre de todos, surgieron dos lágrimas de pena. Así canta el libro de los silencios. Fin. Autor: Nicolás Federico Esteban Vilaró-Tronfi
Yor-Koc recuerda dos hechos puntuales de que definieron su vida. El primero el asesinato que cometió, hace millones de años en el futuro, donde sin pensarlo dos veces fue capaz de quitarle la vida a tres personas. El segundo hecho que recuerda, el cual lamentablemente para él tampoco pensó, es el como termino aquí. Sumergido en un paraje completamente selvático, demasiado distinto a las ciudad de metal y cristal donde se crió. Las bestias que lo siguen, sin tregua, le llevan mucho de ventaja pues este es su hábitat natural, no hay refugio seguro. Lleva mucho tiempo corriendo, solo se mueve por el miedo, de ser el próximo en ser devorado. Siente el corazón, golpeando violentamente su pecho, los pulmones parecen querer salirles por la garganta. Se detiene para recuperar algo de aire, agitado siente como se le desgarra el pecho, es demasiado correr. Necesita donde reposar, por eso se apoya en el primer árbol cercano. Observa como los hombres, que vinieron con él, lo rebasan. Sosteniéndose, con la mano derecha apoyada en el tronco de una araucaria, tose y se ahoga con su propia saliva. Respira hondo para recuperar su ritmo cardiaco, cuando nota un picazón terrible en su mano levanta la vista buscando que le provoca tal dolor. Sorprendido encuentra caminando sobre su mano una enorme araña de color verde tornasolado. Se paraliza por unos momentos pues el animal, es más grande que su mano y casi la ha cubierto toda. A pesar del pánico, logra quitarla ha una velocidad increíble. No tiene tiempo de mirar con mayor detenimiento, al gigantesco animal, pues oye como uno de sus perseguidores brama de entre la tupida vegetación. No lo piensa dos veces y continúa su carrera. No sabe donde ir, como hacer para llegar a un lugar seguro, solo corre. Sus neuronas lo ayudan a olvidar el dolor bloqueándoselo, con el recuerdo de una promesa incumplida. Tiempo antes. -Esta es una excelente oportunidad, para ustedes-. Les dice el viejo casi calvo, canoso en las pocas partes donde el pelo aun subsiste y con lentes demasiados gruesos como para ser culos de botellas. Todo esto sumado con su baja estatura, un guardapolvo mal puesto, lo asemeja demasiado a un preservativo mal puesto.-participando de este proyecto, podrán reducir sus respectivas condenas. Incluso si su desempeño es sobresaliente, sus antecedentes desaparecerán completamente. Al oír estas palabras los cinco presos, estallan en ovaciones, sin dejar terminar de hablar al profesor. Los guardias a cargo del cuidado de estos hombres, se ponen tensos por miedo a que escapen. Uno de ellos sucumbe a esta presión y golpea al viejo Yir, en la boca del estomago. El anciano cae de rodillas sin aire. Al ver la escena Yor-Koc, corre en auxilio del anciano. Tomándolo de los hombros lo pone de pie, evitando mirar la cara del guardia agresor, para evitar que el bruto se torne demasiado violento. Pues es sabido por todos y en especial por los presidiarios, que debido ha los distintos químicos inyectados en sus cuerpos, estos hombres no pueden controlar sus impulsos violentos. Despacio y con cuidado, sobandole los hombros para darle aliento, aleja al anciano de la maquina de matar. -Bueno señores, les explicare como funciona el trato-. El anciano de las gruesas gafas continua hablando, sin darle importancia al los acontecimientos.-Primero deberán firmar la siguiente forma-. Les dice, mientras levanta un papel escrito con múltiples preguntas.-Aquellos que no sepan escribir, alcanzara con hacer una cruz en el final de la hoja. Quiero que les quede bien claro, cuando hayan finalizado con el experimento todas y cada una de sus condenas serán conmutadas de manera inmediata. Así podrán volver a sus casas, en vez de ser devueltos a la cárcel. Cuando hayan terminado, por favor, si son tan amables síganme por este pasillo-. Al terminar de dar las indicaciones el viejo desaparece por una puerta corrediza, que permanece abierta tras él. Curiosamente, la mayoría de estos reos, fueron elegidos por no saber leer ni escribir y aquellos que saben no le dan ninguna importancia. Todos marcan una cruz en sus respectivas hojas, las cuales terminan olvidadas encima de un escritorio. Se marchan tras el profesor por el pasillo, lo hacen en silencio pues les remueve la mente el transitarlo. Cuando llegan al final del pasillo descubren una estancia, donde hay cinco capsulas en forma de tubos, en centro un panel con distintos comandos detrás de él se encuentra parado el profesor. -Por favor ingresen a las capsulas temporales-.Siguen ciegamente las ordenes del profesor. Después de todo por que desconfiar de esté hombre, no hay razón alguna.- Cuando estén en el interior las capsulas se cerraran autonómicamente. Para cuando terminen de acomodarse. No se preocupen si sienten sueño, es solo una medida de seguridad por las presiones del viaje-. Luego nadie escucha mas nada, la oscuridad los envuelve y caen en los brazos de Morfeo. Cuando despertaron, los monstruos ya los estaban esperando, el anciano fue el primero en morir. Estos lagartos lo decapitaron en segundos, eran dos y pelearon por los restos del viejo destrozándolo y comiendo sus partes. Inconformes de su primer alimento, arremetieron contra uno de los presos que no había despertado. Murió sin enterarse de lo sucedido. Los demás se miraron unos ha otros y echaron a correr como locos. Ahora. Y así es como Yor-Koc, se encuentra corriendo por su vida, mientras a su espalda se oyen los gritos de dos tiranosaurios clamando por su comida. Grita y llora, pide perdón lo que sea por que la pesadilla termine. En plena carrera tropieza con una raíz y cae de frente contra el piso, lleno de musgo. Queda desorientado por unos momentos, se limpia lo ojos e intenta sacudirse el rostro para limpiarse el barro. Cuando, siente que lo comienzan a jalar de la bocamanga de los pantalones. Desesperado y pensando que es uno de los monstruos carnívoros, grita hasta quedarse afónico. Gira sobre la pierna atrapada, para intentar zafarse. Para su sorpresa descubre, que quien lo ha atrapado nos otro que uno de sus compañeros, quien con igual desesperación intenta meterlo dentro de una cueva debajo de un árbol. Abandona cualquier resistencia, incluso intenta meterse por sus propios medios. Una vez dentro, su rescatista inspecciona, para ver si los cazadores andan cerca. Confirmado la ausencia total de los seres bestiales, realizan las presentaciones de rigor. -Mí nombre es Cyr. -Yor-Koc. Gracias amigo. Pensé que ya me tenían. -No hay problema. Aparte creo que he visto algo extraño. Me parece que nos han mentido. No estamos en el pasado, seguimos en el presente. -¿Por qué dices eso? -¿Por qué?. Mira fuera y veras que no hay cielo o no te has percatado. -No voy ha salir hasta fuera, puede haber alguno de esos bichos esperando. -¡Oh!. Por favor no te párese que si estuvieran fuera ya nos hubieran, intentado sacar de acá dentro. Salgo yo y te muestro-. Yor-Koc, asiente con la cabeza, demasiado asustado, como para sopesar la situación. Cyr le hace seña de que salga. Ambos terminan, terminan a la intemperie, expuestos, mirando hacia el cielo. Son demasiado imprudentes. La paciencia es una virtud del cazador. Con ojos inexpresivos y con cierta impaciencia, esperan que sus dos presas se salgan de la madriguera. Primero lo hacen de a poco, uno de ellos asoma la cabeza mira para todos lados, luego se introduce a la cueva nuevamente. Unos minutos mas y salen los dos. Miran hacia el cielo, sin percatarse de que los asechan. La velocidad, es otra habilidad necesaria para cualquier depredador y este lo entiende muy bien. En unos segundos, con las fauces abiertas, el tiranosaurio se abalanza sobre Cyr y lo toma por la cintura sin darle tiempo para reaccionar o siquiera gritar. Yor-Koc ve como se llevan a su compañero, intenta escapar. No lo consigue pues el segundo tiranosaurio le franquea el paso. Yor retrocede espantado. Pero ya no intenta escapar, solo se persigna y le reza a un dios en el que nunca creyó. Antes de morir despedazado, descubre lo que le había dicho el otro preso. No hay cielo son solo ventanales. Todo era mentira, el viaje en el tiempo y las segundas oportunidades. Detrás de las gigantescas ventanas, hay dos hombres que conversan animadamente, sobre sus éxitos. Uno de ellos es joven y viste un uniforme militar el otro es viejo profesor de gruesas gafas, calvo y que de lejos párese un preservativo. Debajo de ellos dos seres prehistóricos, logrados a base de investigaciones biológicas, comen carne fresca. Desde la profundidad, con ojos amarillos e inexpresivos, pero a la vez impacientes, miran los ventanales y aprenden. Fin. Autor: Nicolás Federico Esteban Vilaró-Tronfi
El polvo blanco en una villa, tiene su equivalente al oro, pues gracias a él todos pueden olvidar sus penurias. La tristeza es remplazada por una sonrisa efímera, pero firme y sincera. El hambre es olvidada por unos pequeños momentos. No nos detengamos en describir las virtudes de este polvo mágico. Este polvo si bien tiene lo que parecen ser virtudes mágicas, no lo es, sino que es un producto industrializado obtenido atravez de sencillas transformaciones físicas y químicas. Primero, pasa por un exhaustivo control de calidad, donde se revisa que el producto mantenga sus propiedades intactas. En segundo termino, es fraccionado de acuerdo a su pureza y calidad, empaquetados en bolsas de aluminios para que no se contamine. Aquellos de mejor calidad es destinado a la comercialización directa en los estratos con ingresos económicos medios y altos. Los empaques de menor calidad, son destinados a los políticos que sostienen acuerdos comerciales para obtener votos. En tercer lugar viene la distribución del material terminado, los paquetes de comercialización directa son distribuidos al aparo de las ultimas sombras de la noche, durante la madrugada. Aquellos paquetes de menos calidad los cuales yacen en poder de los políticos, son administrados y distribuidos por ellos atravez de distintos subalternos que deseosos esperan ocupar y lucrar con la posición de sus patrones. En fechas puntuales, ya sin la nescecidad del aparo de las sombras y junto a otros productos el polvo blanco llega a la villa, donde indistintamente hombres, mujeres y niños los llevan a sus casas. Siempre recordando que su proveedor se postula en las elecciones que viene. Así es como el polvo blanco llega a la villa y hace su magia permitiendo que niños hambrientos puedan merendar aunque sea una vez por mes. Inocentes de todo aquello, que le permitió estar sobre su mesa en una tasa caliente. Solo sonríe burlándose del hambre por unas horas. Fin. Nicolás Vilaró-Tronfi
Una vez oí como un hombre, que me reclamaba el ser la razón por todos sus pesares. Sin embargo repasando su vida descubrí que él como persona, había engañado a su esposa con múltiples mujeres. Maltrataba a sus hijos, dejándoles en claro que ellos no valían para nada y que jamás había tenido intención alguna por criar semejantes sanguijuelas. Atacaba y torturaba a sus empleadas, obligándolas a mantener relaciones sexuales para conservar sus trabajos. Después, decidí esperar el tiempo lo trajo ante mí. El ejemplo de hombre y de padre volvió a reclamarme, esta vez directamente, por haber creado el mal en el mundo. No volví a perder tiempo en repasar su vida. Solo me limite a explicarle que yo no había creado nada, tan solo me limite a nombrar un administrador y que este lo esperaba en el subsuelo. Autor: Nicolás Vilaró-Tronfi.
Baja uno por uno los escalones de las escaleras que dan al primer piso lo hace con miedo e incertidumbre. Por la oscuridad apenas ve, así hubiese luz no notaria por donde transita pues el miedo que lo embarga lo a dejado casi ciego. Llega al final de las escaleras. Dobla hacia la cocina. Pasa por la puerta y siente que los pies séle mojan con un liquido espeso, calido, resbaloso. No es agua. Prende la luz y allí están. Siguen ahí, muertos sobre la mesada, todavía desangrándose. El piso de la cocina se ha vuelto rojo por la sangre. Él los mira por unos momentos, con ojos vacíos y lejanos. Luego camina al refrigerador, habré la puerta de este saca una botella de vino y toma un trago. Luego se marcha a dormir mañana va a haber mucho por limpiar. Siempre le dio miedo la oscuridad. Fin. Autor: Nicolás Vilaró-Tronfi.
Así es lectores, otro titular no cabria el descubrimiento que hemos realizado sobre unos de los misterios mejor ocultos por el gobierno norteamericano. El por que el hombre pudo pisar una sola vez la superficie lunar. Cuáles fueron los motivos para que esta proeza no se volviera a repetir. Créanme cuando les digo que las razones son realmente, increíbles. A través de un excautiva investigación llevada a cabo por nuestro capaz personal sean podido encontrar pruebas irrefutables, de por que la carrera espacial no continuo. Por que existe un silencio de sepultura en organismos como, la nasa, la CIA o la casa blanca. E aquí el silencio roto por primera vez. Habla ante nuestros implacables periodistas uno de los mas importantes rangos militares del gobierno estadounidense. Este militar, del cual aremos permanecer en secreto su nombre, cumplía funciones de director administrativo y jefe de contaduría de cabo cañaveral durante los años 1969 y 1970. Lamentablemente se negó a ser filmado y/o grabado mientras tomábamos su declaración. Pero no puso impedimento alguno de que tomáramos nota. Seguidamente le trascribiremos en puño y letra de nuestro aguerrido escriba periodístico las preguntas iniciales. - ¿Disculpe Don pero por acá pasa el 601? - Así es noble civil, por aquella esquina. - ¿He, usted vende medallitas y colgantes? ¿Tiene uno de boca? - Vea noble y confundido señor yo no vendo ni medallitas, ni colgantes y aparte soy hincha de la “U”. - ¿Entonces, qué es, un perchero? ¿Acaso se viste con la gamuza de los vendedores ambulantes, viejo ridículo? - Mire, no se ponga violento. Yo soy un alto rango militar por eso llevo estas medallas. - Ah, por eso. Yo soy periodista y no me ve con la maquina de escribir al hombro. ¿Eh? - Pensé que en esta época ya utilizarían PC portátiles. - Bueno. ¿Qué también vos vas a venir a reclamarme de por qué no sé usar el aparato ese? Quién te crees, compadrito. - Cálmese muchacho cuide su presión. - Mejor me voy. Ah… ¿antes de irme usted es impórtate o solo un milico pincha rata? - Por supuesto, yo dirigí durante mucho tiempo la administración de la nasa. primero como cadete en cargado del café y luego siendo director y contador adjunto. - Aja. ¿Procuro usted algún golpe de estado? - No. Mis funciones han estado siempre aquejadas a la papelería. - OH. ¿Fucilo a alguien? - Nop. - Ufff. Uy se me paso el colectivo. Ahora tengo tiempo y estoy aburrido, a ver, cuente qué hacia en la nasa. - Bueno decía en que se podía gastar la plata, en la época de las guerra fría. Por ejemplo para lanzar el Apolo 11 me preguntaban a mí y para traerlo de vuelta. Menos mal que por ese entonces los socios pagaban la cuota. Sino se imagina, no poder traerlos. ¿Para qué queremos tres tipos dando vuelta en el cielo sin poder aterrizar? Es aquí donde por fin la verdad de la carrera espacial, es revelada ante la humanidad y nuestro antes y actual desempleado periodista. - ¿Quiere decir qué un segundo alunizaje era, económicamente posible? - No, no había un mango partido por la mitad. Alcanzaba para traerlos y pagarles el sueldo mínimo, nada más. Creo que haberle dicho esto al presidente me costo nunca ser condecorado. - ¿Y, las medallas? - 5 por 10 pesos. ¿Llevas? FIN AUTOR: Nicolás Federico Esteban Vilaró-Tronfi
La vida es un chiste mal contado, en el cual todos se ríen por compromiso. Teniendo miedo de haber sido los únicos en no en tenderlo. Autor: Nicolás vilaró-Tronfi
-Mira, te voy ha contar algo. Por favor no se lo digas a nadie. Resulta que yo tengo un amigo, piola el pibe, trabajador resulta que la madre de él, este… este, vende droga. Si, si son buena gente trabajadora, incluso está mujer, cuida chicos y aparte vende drogas. Como un ingreso extra, viste. Bueno la cuestión es que yo le guardaba la plata. No mucha, por que generalmente mí amigo, venia y me pedía. Supone, venia y decía dame quinientos y yo se los daba. Y así venia me pedía, otras veces dejaba plata. Yo se lo guardaba de gamba, de amigo. -¿Cómo controlaba la plata, que se sacaba?. Sino es muy fácil que desaparezca plata. -No, no teníamos ningún control, por eso se me ocurrió decirle, que la contáramos. Para que este tranquilo él y también yo. Así es como un día viene a mí casa y nos ponemos a contarla. Todo bien, había 6000 pesos, el me pide 500, quedaron 5500 pesos. Hasta ahí todo bien. El problema, fue cuando una semana después vuelve, ha pedir toda la plata. Yo agarro se la doy la cuenta y… solo quedaban 4500 pesos. Te juro por mí hijo muerto, que nunca había tocado nada de esa plata. Desesperado llame a toda mi familia, hasta ha mi novia. Gente que entra en mí casa, pero también gente que se que no la va ha tocar. Por las dudas pregunte, nadie sabia nada, ni mi novia ni mucho menos mi vieja. Bueno, no quedando otra voy a hablar con la madre de mi amigo. Para que te voy a decir, terminamos discutiendo fuerte. Pasamos unos meses sin hablarnos. Con el tiempo, empezamos a conversar y llegue a llevar a mi nene, para que lo cuiden. Son gente buena, por eso lo dejaron pasar. Incluso cuando mi bebe, come ese veneno ellos llamaron en seguida a la ambulancia y lo acompañaron hasta el hospital. Les sigo guardando la plata viste, por que son gente buena y por que me dijeron, que sino lo hacia ellos mataban a mí vieja. -¿Y la plata? - La plata, nosé debemos haber contado mal la primera vez. Te juro que en mi vida, la toque. Fin Autor: Nicolás Federico Esteban Vilaró-Tronfi