Oct 24, 2009 Aug 28, 2009 Aug 19, 2009 Aug 15, 2009 Aug 13, 2009 Aug 12, 2009 Aug 06, 2009 Aug 05, 2009 Aug 04, 2009 Aug 03, 2009 Jul 24, 2009 Jul 23, 2009 Jul 21, 2009 << Inicio < Ant.
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Acto I (El Encuentro) Mangos de franela deslizan desde el tórrido fortín, a lo lejos, creman las miradas entre indolencias, así migran, retornan a su guarida. El viento del oeste encauzó mi periplo, mares azafranados volcaron la refriega, mi hogar, mi templo, mi condena, yace al otro costado de la cimas... Acto II (La sorpresa) Ladrillos de estacas pululan entre el barro, fue la tapia vestigio de felonías, el corpúsculos viscosos luce jirones de molleras, un minuto, tal vez un instante, valió el colmillo de acero pregonado en la remesa, aquella horda de infieles clamara en las noches, volaran sus sustentos, cobijaran su desdicha. Acto III (La furia) Soy Diodoro como el de Agiria, zarpo en vientres de arrebato, nací un día de bruma cuando las aguas danzaron sobre el éter, y las olas surcaron sin remolinos. Me agasajó el acero, me cultivó la maleza, me domó el menesteroso, mi destino fue la comarca, y sus proclamas rugen la vendetta de sus restos . Acto IV (La previa) Al sur mi cansancio transita, el asalto espera su turno, el miedo surca en telones, aquí, frente al delirio, descansa mi tortura, tabica mi designio. Solo un jilguero modula el tenue fulgor de vida, la negrura carcome los cebos del silencio, más espero, acurruco, atesoro, la gelidez del lucero, la previa de la justa Acto V (La Cruzada) Frente a mi última contienda, se esparcen los bramidos, el oriente acuñó morrales de vehemencia, lo quise por un instante, en un suspiro me acongoja la arena, de mis dedos llueven cristales rojos, al acto escribe, la sentencia emerge, las almas ya están en regazo, y en mis pupilas se refleja un rió de masas, esperando mi desplome Acto VI (La Despedida) El letargo guió mi butaca cuando la venganza fue concebida, mas mi marcha es la dote, y de un rincón del cielo las coronas tornan grises, mi tiempo se acaba, lo veo en la cobija, lo siento en mi alas, lo sustancia la guarida. ¡Oh Diodóro! dónde te has perdido, quién acalló tu trinchera, quién dibujó tu congoja, quién levantó tu vuelo, quién fundió tu acero, quién nos legó la desdicha. Acto VII (La Leyenda) Amén recitamos los testigos de tu infierno, ya el relámpago tronó en nuestra loza, y el canto de la alborada flota en la silueta, entre llamaradas, zarpando en mitos, despidiendo los silencios, de éste partisano, que ya es eterno. Blue Moon, la humedad de tus notas copuló mi destino. Blue Moon, en un vaso de whisky te fecundo podrido. Blue Moon, el brusco adulterio rayó mi vinilo. Blue Moon, esa maldita voz aun viola mis sentidos. Blue Moon, ¿quien gozó tus latidos? Blue Moon, Lady Day lo susurró a mi oído. Blue Moon, vuelve a tocar tu último silbido. Blue Moon, que sin tu cantar, este obituario aun yace perdido... Pecado es un bien capital, mi madre nunca lo dijo, una noche de otoño algo lo quiso anunciar. ¡El pecado es no amar! Lección inconclusa... ¡Pecado como bien capital! Debí ser accionista... Para regalarte una poesía, donde te diga la verdad, solo debo catar el dulce sosiego, de tus ojos a la mar. Y si por osadía tu rostro puedo atisbar, me embriagare en la insolente arquitectura, de tu bellezasin igual. Una y mil veces, o talvez un poco mas, tus labios me deliran, en un sueño sin final. Mis versos tristes dibujan la noche. Son sonetos que lejanos van surcando la bruma,trémulos pues tu nombre palpita. Me irradian recuerdos de guirnaldas, como si todos los instantes danzaran a los pies de una golondrina. Es tan vehemente tu aroma, que me nubla los sentidos. Quisiera gritar en un púlpito de mares, más las notas se extravían, o quizá, ya centellearon fugaces como rayos. Fuiste mía, como un racimo boyante de luciérnagas, como una prosa cargada de infinitos. Instante solemne. No existe amor más intenso que en otras venas transite. ¡Ay mujer! Alejasteis de mi tu cuerpo, la candidez alucinante de tus poros, la mirada que mi voluntad domina, tus ojos que nutren mi baliza, esos candores infinitos que eran amaneceres en mi pequeña guarida y voces que en mi cielo flotaban. Mas hoy, sin tu imagen centinela, yacen como extintos... Yo se que no existe en este mundo, un páramo tan intenso, donde te pueda imaginarmas allá de un poema. Y porque se de poesía, Creo entonces soñar con tu guarida. Porque no encontrarasletras tan porfiadas, como las que fluyen, cuando tu nombre van escribiendo en cada esquina. Ávido por tu talle incinero la noche. Los trechos pululan, flotan en olas de esperma. La lava impúdica cela tu esqueleto. Te comprime, recorre tus ardores, te crápula, te jadea, te humedece. El recato huyo. Cuando tu piel calcino el recreo, con rasguños de tu pubis, con cebos que cuelgan insaciable. La condena no espera. Delira, febril de deseos, vaga, fragmenta, sublima, el momento de romper el mito... Fué al sol de la tarde esa, con sus maletas y su auxilio, escapó al torpe exilio que aun la busca como presa. Tuvo su feudo allá muy lejos, fueron tiempos de grandeza, entre tablas y entereza, tuvo su trono con espejos. Su voz era de fino linaje, su canto encantaba a todos, y con sus manos y sus codos, honraba al viento y su forraje. Esa noche logró escapar , por San Telmo alguien la vio, con sus banderitas se cobijó, balbuceando milongas en un bar. Dicen que por Retiro aun transita, va con bandoneones a pasear, hay algunos que aun le oyen cantar, con esa voz que no marchita. Mucho hace que aun la espero, por las callecitas aun veo su andar, y si por Capital Federal suelo pasear, aun sueño su milonga y su bolero... Este usuario no tiene textos favoritos por el momento
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