Despedaza mi cuerpo en átomos. Déjales mi empatía. Lleva a cada uno de ellos al lado: Del hambriento, Del enfermo, Del ignorante, Del deprimido, Del opulento, Del sano, Del sabio, Del feliz. Y permíteme hablar con ellos. Después, dispón de mí como lo desees...

 De ocultarla por siempre.A pesar de la inmensidaddel oscuro espacio queel tiempo ha de alquilarnos. De disimularla con imitaciones.Que me resultaron insípidas,causadas por chisporroteos efímerosa lo largo de mi jornada. ¡Ja! Me carcajeo de tu terquedad,tu aberración hacia lo sombrío,que aun con el horror que irradia,creí en encontrarla. Inequívoca fue la forma.Porque su luz es como la demil estrellas juntas capaz deiluminar la más inmunda de las Almas. Termina  ya tu obstinación, porqueaunque solo exista una luzcomo la de ella para cada uno.¡Siempre terminará por opacarte! 

Era un lunes por la mañana...El sargento pregonó: ¡Rectos!, ¡Firmes!, ¡En posición!Y por tal reclamación deaquella llamada de atención...El ojo vio, el oído escucho,la nariz olfateó, la boca gustó,y la piel sintió.Inmóviles y hartos de lo mismo,confiando en sus aliados,conspiraron contra el malvadocausante de su desagrado.Pidieron ayuda a los exiliados,cuya madre crió vanidosos.De repente, las grises se marcharon,el amarillo se ensancho,los verdes comenzaron a danzar,el viento sopló y el agua se le aferró.El sargento bendecido por sensatezdesde la concepción,haciendo valer su honradezcomprendió su rendición.No sin antes retirarse,ordenó a los pies,uno a uno apartarse.Entonces, en conjunción, se acordó que...La música se observara,que el paisaje se escuchara,que el aroma de de la briza gustara,que la piel respirara,y que  el sabor de la vida se sintiera.Un paso más adelante,  de buena gana,y con una sonrisa dibujada,Di inicio... a mi jornada...

Quisiera tener la mejor mente para comprender todo lo que me rodea. Quisiera saber pintar para crear las más hermosas pinturas que el mundo pueda contemplar. Quisiera tener unas manos fuertes y talentosas para escupir los majestuosos monumentos. Quisiera tener una voz hermosa para poder calmar hasta al más desquiciado. Quisiera saber escribir para que hasta el menor privilegiado en inteligencia entienda lo que expreso. Lamentablemente no es así… atrapado me siento dentro de cuatro paredes cuyos límites observo nítidamente y lloro por ello. Imagino que si mi Ingeniero se hubiera compadecido de mí brindándome aquellos talentos, habría contagiado a varios de mis vastas expresiones. A pesar de lo que me obsequió, y de lo cual estoy profundamente agradecido, sé que mis paredes jamás duplicaran su actual área. Y al sentirme acorralado, la naturaleza surge llamándome a curiosear a mi exterior. Y veo horrorizado aptitudes de los Grandes hechas trizas por doquier, y mi garganta se hace nudo y parece que va a explotar, mis ojos se cristalizan y se desbordan lágrimas que me queman el rostro, y grito, y grito y el dolor, no cesa… Y a pesar de mis gritos, nadie parece escucharme, y desconozco si mi caparazón es hermético, o lo son los de los demás y me doy por vencido. Quisiera, quisiera…