Al salir de su cabaña por la madrugada, Isaac tenía una sola cosa en mente, la misma cosa que tenia cada día: encontrar el camino de regreso a su hogar del que fue arrebatado cuando sólo tenía seis años de edad. Cada día su rutina era la misma, salir en su par de botas con un morral al hombro, recogiendo frutillos de los arbustos y buscando nuevas rutas. Siempre teniendo cuidado de volver antes de la puesta del Sol pues no deseaba conocer las vidas que habitaban los parajes del bosque ni que aquellas vidas lo conocieran a él. Esa tarde había perdido la noción de cuanto había caminado pues su mente estuvo siempre pendiente de no toparse con nada ni con nadie, cuando se dio cuenta ya había perdido el rumbo por el que llegó hasta donde estaba. De prisa trató de tomar camino de regreso a su cabaña cuando de pronto creyó que su cabeza le jugaba una broma al encontrarse con una mirada hipnotizante entre las ramas. Como si ya no tuviera peso ni voluntad caminó hacia la impactante figura femenina que ahora ocupaba toda su visión. Tanto era su afán de tocar esas mejillas de porcelana que no percibió las intenciones verdaderas de la ninfa que se presentaba ante él. “Isaac…acércate…más cerca” y al oír su voz dejo caer su morral. Isaac entrelazó sus dedos con los de la ninfa, que eran tan delgados pero a la vez tan fuertes que simplemente no pudo oponer resistencia cuando desaparecieron en la oscuridad espesa del bosque. Lo primero que sintió a la mañana siguiente fue la luz del sol apuñalando sus parpados pesados aún, después comenzó a reconocer otros tipos de dolor por todo su cuerpo, todos a la vez. Lo siguiente que lastimó su vista fue la intensidad de rojo que lo rodeaba, líquido, tibio y espeso rojo brotando de quién sabe dónde. Rápido, sin hacer mucho caso de sus profundas heridas, buscó a la ninfa que lo había arrastrado hasta allí, pero no tuvo éxito. Se sentó para examinar su cuerpo destrozado y dentro de cada profunda abertura encontró flores, tallos y astillas. Cada que removía una astilla, el dolor traía a su mente borrosas imágenes, recuerdos de la noche anterior que había pasado con la ninfa. Aquella que había huido más fuerte gracias a la sangre de Isaac, el que ahora se encontraba muriendo en un recóndito lugar convencido de no estar arrepentido del único acontecimiento no planeado de su vida. Quizá hasta agradecido de morir en manos de la más grande y dolorosa belleza que había visto en su vida, una vida que seguramente su familia había olvidado pese a todos los intentos de Isaac por volver. La ninfa solo regresó en la noche para sorber los últimos alientos de Isaac…y luego merodear la aldea en busca de otro infante a quien crecer y guiar a su desgracia.
Duraznos Supongamos que a cada persona la vemos con un filtro diferente, como si fueran de colores en una forma muy especial. Y supongamos que no importa pero un día amanecí y sentí que era de otro color, uno nuevo y muy extraño que iba de los rojos más intensos en el interior de mis venas hasta una peculiar combinación de carmesí, melocotón y tornasol desde mis parpados hasta la punta de mis dedos. Que orgullosa pero que vulnerable era. Cruzando las puertas encontré la inquietud y la intriga. Ojos curiosos se percataban de estas mismas formas suaves en los movimientos de los demás; que insoportablemente bellos se veían con el cristal antepuesto y la música de fondo y yo repetía la escena una y otra vez con empatía. Quisiera preguntar al aire si alguien más percibía estas formas como duraznos en mí, si al tacto era suave, si el aroma era dulce. Temiendo siempre que una voz en algún rincón se alzara y respondiera mi tímido llamado. Temer a no encontrar un reflejo y a la falta de reciprocidad; esa gama de rojos y rosas no era un filtro común en mis ojos, quizá no pueda coincidir nunca con la visión de alguien más y que tragedia no poder compartir estas nuevas texturas. Decir y que te digan, sentir y que te sientan. Que tragedia que tal vez estoy loca y tanta fantasía me ha confundido, me hace pensar que también luzco delicada y apetecible como cualquier fruto. ¿A caso me sientes así?, le pregunté a la orilla del vaso con la que jugueteaba el tenue carmesí de mis labios; imaginé que si alguien contestaba también seria cálido y delicioso como el té de moras que vertía en mi boca y qué bonito si fuera como la hora del té. Pero qué más da si en el centro de todo su jugoso ser, cubierto de la piel más suave, siempre se hallaba un corazón oscuro y rígido como en todos los duraznos.
Para nadie, todavía. Inner. “Es muy común que uno charle consigo mismo, es muy común oscilar en dilemas y contradecirnos. Quisiera ser común” Pensamientos como estos se repetía Ìo mientras pisaba los charcos de la acera a propósito de camino a su casa. “¡Cállate!” azotó una voz profunda en su cabeza que la hizo detenerse y cubrirse los oídos…inútilmente. Ìo era una chica de 14 años que vivía en Teramo, cerca de la playa. Un lugar hermoso en el cual destacaba aun más por su belleza, pues poseía una cabellera larga y oscura que contrastaba con su tez especialmente blanca. Sus labios eran rellenitos y rosados como melocotones y sus ojos eran como dos grandes aceitunas que dedicaban siempre una mirada muy peculiar, tenía un gesto apacible e hipnotizador. He de mencionar que su encanto no era en vano, pues nadie obtiene las cosas en la vida por casualidad. A pesar de su irresistible peculiaridad, Ìo creció aislada lo más posible de las personas, ya que Cinzia y Mattia, sus padres, no tardaron en darse cuenta de lo especial que era. Los primeros años de vida de Ìo, sólo era su amigo imaginario. Después temieron que se tratara de esquizofrenia. Sin embargo hasta ahora, su vida es reclusión, cautela y sorpresas antes de encontrar una explicación sobre sí misma y qué vino a hacer en este mundo. I. Encantadora. -Aún recuerdo la emoción que sentí cuando supe de su llegada- Le decía Cinzia melancólica a Mattia mientras él miraba por la ventana a los niños regresar del colegio a sus casas. -Ambos sabemos que no es culpa de nadie, nuestra pequeña Ìo solo tuvo mala suerte. -¡Mala Suerte! ¿A eso le llamas suerte? Sabes que está condenada…y…y yo…como madre…no puedo hacer nada. La pobre rompió en llanto a la vez que caía de rodillas junto a la cama de su hija de apenas 6 años. Mattia se acercó a levantar a su mujer para llevarla a descansar mientras miraba con recelo a la niña, que dormida parecía de porcelana. Si, exacto eso era, como porcelana, bellísima y reluciente pero fría y peligrosa cada que se rompía. Y ese era el problema, el destino de la pequeña y encantadora Ìo. Dentro de la cabeza de Ìo pasaban cosas que Mattia y Cinzia no lograban comprender pues la chiquilla había sido escogida, bajo las reglas del azar de una magia que no conocía, como protectora de un poderoso espíritu, Vira, quien era la fuerza misma que hace al invierno convertirse en primavera y hace a los humanos odiarse entre sí. Vira había excedido sus propios límites al jugar con la devastación de los seres perdiendo el control de sí misma sin darse cuenta de que existía un poder que dominaba sobre ella. Dicho poder, al notar que Vira no podía contenerse, decidió destrozarla, la azotó contra el mundo creando desastres y dividiéndola en tres. Una de esas tres partes de Vira, escogió a Ìo para refugiarse, destinando así a la niña a carecer de una vida propia, de autocontrol y en ocasiones, principalmente de su propio cuerpo. Vira había hecho de Ìo un espécimen precioso con la finalidad de que todas las personas fueran susceptibles a sus encantos para buscar y atraer a sus dos partes faltantes. Aunque Ìo era por sí misma una persona bondadosa y adorable que encajaba perfectamente en la imagen que Vira había hecho de ella, Mattia y Cinzia mantenían a la niña encerrada en su casa desde los tres años de edad. -Esquizofrenia- Dijo el doctor una tarde de miércoles en el que Mattia y Cinzia habían llevado a su pequeña a consulta por su constante extraño comportamiento. -¡¡No sea usted ridículo!!- Se levantó Mattia enfurecido- ¿Cómo una niña tan pequeña puede tener esquizofrenia? Vámonos, busquemos otra opinión- Le dijo a su esposa mientras levantaba a la niña en brazos- Este hombre es un charlatán. Lo que habitaba dentro de Ìo no era una enfermedad, era la incontrolable voz de Vira poseyéndola en impredecibles oportunidades, siempre. La misión de Ìo era reclamar lo que le pertenecía legítimamente, su mente, su cuerpo, su vida; y aprender a controlar lo poderosa que la hacía tener a Vira dentro de sí. Cierto día, a sus 16 años y en el esplendor de su vida, su curiosidad natural y un pequeño impulso de Vira, hicieron a Ìo salir de su reclusión sin que sus padres se dieran cuenta. Ansiaba experimentar la vida con los demás, quería imitar las situaciones que veía por televisión, anhelaba la compañía. Tomó un abrigo, una bolsita con un poco de dinero y no dudó en salir por su ventana, dar un par de brincos en una increíble muestra de habilidad y correr en dirección a la ciudad. Recorrió toda la orilla de los miradores y la playa, estaba perdida en las cosas que llamaban su atención, que eran demasiadas en realidad. Se arrodilló a tomar un puño de arena, corrió a juguetear en las olitas que rompían levemente en unas rocas. No se percato de la mirada de las personas alrededor, posadas sobre de ella de una manera casi grosera. Pero no se les podía culpar, Ìo lucia su plenitud entrelazada en las largas y bailarinas hebras de su cabello oscuro, los destellos del mar rebotaban en su pálida tez apenas sonrosada en las mejillas por unos besos de sol. Casi exhausta de todas las emociones de su día, Ìo se sentó tranquila en una acera a beber limonada sin ganas de volver a casa. De forma sigilosa y casi imperceptible, un alguien se sentó junto a ella. -Hola.- Dijo secamente una voz profunda y difícil de ignorar. -Hola extraño.- Contestó Ìo apacible como si no estuviese perturbada por el espontáneo acercamiento. En realidad no lo estaba. -Soy Dan- dijo él entre risas amables- No soy de todo un extraño. -Mucho gusto, soy… -Ìo, ¿Dónde has estado todo este tiempo? -En casa, no me permiten salir mucho por…situaciones. -Entiendo. Bueno iré a visitarte mañana en la tarde. Hasta luego.- besó su mejilla y se perdió entre los transeúntes. Aunque sus palabras se cruzaron con la mayor naturalidad e Ìo se sintió extrañamente cómoda en esos segundos, todo el camino de regreso a casa no dejó de rebotar las palabras de Dan en su cabeza, no pudo dormir en la noche. De repente ansiaba que ya fuera la tarde del día siguiente. Una parte de Vira alimentaba este de deseo, una parte más grande aún de Ìo misma lo hacía también. Era un gran deseo ahora. Desde el comienzo del día siguiente, Ìo se levantó de su cama y fue directo a su tocador, cepilló su cabello con dedicación y tomó su desayuno, ya iban a ser veinticuatro horas seguidas sin ningún episodio lo cual llamo la atención de Mattia y Cinzia pero decidieron no hacer ningún comentario al respecto para no perturbar esta inusual estabilidad. Ìo estaba tranquila, Vira lo estaba también, amabas se volvían homogéneas al tener una meta, un anhelo. Ahora parecía que compartían más que un cuerpo. Dan se presentó antes del atardecer. Mattia se encontró a si mismo sorprendido y celoso del visitante pero siguió el comportamiento de su mujer y se limitó a observar con discreción que estaba pasando. Dan pidió hablar con Ìo a solas lo cual no los hizo muy felices pero los dejaron de mala gana. Después de todo sabían que Ìo no era cualquier persona y sabían de qué era capaz, así que no corría ningún riesgo. Quizá estaban más preocupados y curiosos por Dan. -Hola de nuevo, pequeña mía, he vuelto como te lo anuncié ayer ¿Cómo estas hoy? -Hola, bastante bien en realidad, ansiosa por saber el motivo de tu presencia. -Jajá, bueno, no te haré esperar más entonces. Te confesaré que ni yo mismo estoy seguro de por qué estoy aquí en este momento, pero ayer que te vi pasear por la playa sentí la necesidad de hablar contigo. -Ya sabias mi nombre ¿Cómo es eso? -Estaba dentro de mi cabeza por alguna razón. “Llévatela” susurró con insistencia una voz dentro de Dan y éste apretó los dientes. -Oh.- Ìo no supo que contestar. “Aférrate a él” le suplicó a su vez su voz interna. -De cualquier manera- continuo Dan tratando de dar coherencia a las ideas que se le venían atropelladas a la boca – considero que tu deberías venir conmigo, ahora mismo. -¿Qué? ¿Por qué? Disculpa pero estas diciendo cosas sin sentido. -Ìo, mira a tu alrededor, estas encerrada en una recamara. Yo también viví así un tiempo, créeme, soy alguien como tú. Ìo permaneció quieta con un gesto inmutable por un minuto completo. Por alguna razón confiaba en Dan a pesar de ser un extraño que decidió pisar su casa solo porque si. Vira, sin embargo, sabía exactamente quien era Dan y que hacia ahí, era su propia voluntad lo que hacía a Ìo confiar de manera, aparentemente ciega, en Dan. Ella se acercó con seguridad a Dan, palmo su cabeza y fijo sus pupilas en las de el, haciendo una profunda exanimación de su casi amigo. Después se dio media vuelta y se dirigió a la ventana pareciendo perdida en el paisaje. -Alguien como yo- Se dijo a sí misma y entendió todo de inmediato- Está bien, dame dos días para estar lista y partiré contigo.- Le dijo a Dan sin voltear a verlo. Dan sintió el impulso de ir a abrazarla pero su control interno lo detuvo, como siempre en su vida y su cabeza se debatía con igual intensidad que la de Ìo, tratando de encontrar donde terminaban los deseos de su inner y donde comenzaban los de él. -Perfecto, estaré de vuelta en un par de días. Desde la partida de Dan, Ìo tuvo un comportamiento extraño por el resto del día, esta vez Cinzia y Mattia no pudieron contener su comportamiento más y se mostraron abiertamente preocupados por su estado, el cual a pesar de ser de ser extraño, era igual de pasivo y lucía natural en Ìo. Ìo por su parte, notaba la ansiedad de Cinzia y la consternación de Mattia pero no estaba preocupada en lo absoluto por ellos. Estos días antes de que Dan viniera por ella, los iba a dedicar a hacer felices a estas personas que la habían cuidado y habían soportado su peculiaridad sacrificando sus vidas normales y tranquilas, sentía que se los debía. Pero solo tenía dos días para eso. Por primera vez abrazo a Mattia, por primera vez besó la frente de Cinzia, lo cual les dejo claro que la que creyeron su hija una vez en sus brazos, estaba a punto de cambiar. Ìo los sentó frente de ella y antes de explicarles con palabras, sus ojos ya habían transmitido la mitad de su sentir y Cinzia y Mattia lo comprendieron, lo mejor para todos era que Ìo partiera, lejos del cautiverio y lejos de quien pudiera dañar cuando a Vira se le diera la gana. -Sé que estarás de lo mejor pequeña, confió en ti. –le dijo Mattia con ternura y resignación. Cinzia por su parte, se levantó, la acogió entre sus brazos y después se fue a refugiar a su recamara al no poder mostrar la entereza de los otros dos. Ìo quedó entonces en paz con Mattia y con Cinzia y a tan sólo a unas horas ya de que Dan viniera por ella se disponía a empacar las cosas necesarias; terminó de alistarse con dos mochilas de tamaño considerable y se sentó en el centro de su cama a esperar por Dan. Ahora eso llenaba su mente, ni siquiera Vira se interponía a dejarle fluir su sentir y sus pensamientos. Seguía analizando lentamente la imagen que se había grabado de su rostro, de sus pupilas de un iris singular como el de ella; en su cabeza rebotaba su voz claramente como si estuviera allí mismo, y como si hubieran extraído las imágenes de su cabeza, Dan de repente se hallaba sentado frente de ella. -¿Estas lista? -Y emocionada. -Todavía hay mucho que explicarte Ìo. -No me preocupa, tenemos todo el camino, tenemos toda la vida. -ja, vida…- susurró Dan para él. – me temo que eso es lo que menos tenemos. -Pues entonces ocuparás mi vida para explicarme por qué la estoy perdiendo. -Yo no voy a ocupar nada de ti. -yo de ti si, ocupo que me guíes. -No seas ridícula, se perfectamente de quien eres y de qué eres capaz. Nadie ira por delante ni por detrás, sólo caminaremos al lado del otro. -¿Y cuando te pongas frente a mí que se supone que debo hacer? De repente Dan entendió que no había rastro de Vira en las intenciones de las palabras de Ìo, que era meramente ella quien le estaba hablando y estaba siendo completamente transparente con él. Dan hizo un esfuerzo para apagar los atisbos de sus propio inner para estar al mismo nivel de Ìo y hablarle de la manera que ella merecía en ese momento, que se estaba tornando tan extraño. Fue la primera vez que ambos se sintieron un poco incómodos desde su inesperado encuentro, pues esta vez estaban siendo ellos mismos, estaban siendo uno frente a otro. Sólo dos personas, se sentían solos aunque no estaban seguros de cómo se sentía eso ya que ambos estaban ligados a un interior ajeno, se sentían solos de una forma que les hacía sentir cierto confort por haber descubierto su identidad propia en frente del otro. Podrían acostumbrarse peligrosamente rápido a estar tan bien solos y querer sacar a sus inners del cuadro. Qué pena que no fuera posible. -Es casi hora de partir. -Ah, si… -No ocurrirá nada malo Ìo, confía en mí. -No tengo miedo, cabeza hueca. -Entonces, ¿Por qué no simplemente tomas tus cosas y te levantas? -jajaja, claro si, disculpa, estaba pensando en que no sé exactamente qué está pasando pero me gusta. No sé qué hacer, pero no te preocupes, ya sabré. -Por lo pronto no es difícil, agarra ya las malditas mochilas y vámonos. -Sí señor, ¿siempre eres así de molesto? -Pensé que nos estábamos llevando bien. -Así es, no hagas que eso cambie, por favor. -En este momento, eso sigue dependiendo de tu disposición que tanto alardeas pero no la veo. -No retes a mi disposición, no me retes en general. -No me provoques. Para este punto de la discusión Ìo casi se estampaba nariz con nariz contra Dan y le tomo tan solo una milésima de segundo reponerse y saltar de la cama con premura para ir por sus cosas. Al segundo siguiente ya estaba frente a la ventana. -Se que te gusta ser misteriosa pero no es necesario salir por la ventana. -Si es, no quiero ver a mis padres verme partir. -Tus pad…está bien. Permíteme entonces.- Dan abrió la ventana de golpe y le ofreció su mano a Ìo. -Llévame. – Los ojos de Ìo brillaron con la misma intensidad que sus palabras. Su voz sonó como campanillas embelesantes, era toda Ìo y toda Vira impactando su deseo en esa simple palabra. Sonó tan en serio, porque era tan en serio. Dan sonrió. II. Juntos hay que separarnos. Llevaban ya dos semanas de viaje y estaban próximos a llegar a Liguria, lugar que se habían puesto como destino, o quizá lugar al que Vira los estaba impulsando a llegar. Durante todo el camino que recorrieron, Dan e Ío se hacían más cercanos, solo les costaba identificar los momentos que eran genuinos de los que tenían una pretensión por parte de Vira. En el día, caminaban sin descanso hablando de sus estratagemas y el misterio de su futuro; por las noches, parecía que Vira se desvanecía y Dan e Ío experimentaban sus completos seres conviviendo y hablando por primera vez en sus vidas de sus experiencias y sentimientos humanos. Como si los alter egos fueran y vinieran con la luz. -Sabes Dan, estoy tan cansada de este viaje. ¿Ya me dirás a dónde vamos? -Vamos a Liguria. -Sí pero, ¿qué hay ahí? -Ahí nos espera alguien que contestará a todas tus preguntas. -…alguien más. –suspiro Ío con decepción. -No te preocupes pequeña, eres suficientemente fuerte como para lidiar con eso. -Sí, Vira lo es. -¿A qué te refieres? – Dan clavó su mirada con fuerza en la cara perdida de Ío. -Vira es capaz de hacer todo esto, de levantarme en las mañanas y hacerme caminar por horas y horas y de esconder mi temor, pero no estoy segura de lo que soy capaz de hacer yo. -Oh… -Me pregunto si algún día estaremos completamente separadas. -Pronto, muy pronto. -Dime algo Dan, ¿Qué prefieres tu, los días o las noches? Dan se quedó mudo por un rato analizando la verdadera intención de Ío en su pregunta que casi se pronunciaba “¿Prefieres a Vira o a mi?”. Su inexperiencia con su autonomía le impedía mostrársele a Ío de una manera enteramente trasparente, pero sabia sin rodeos la respuesta a esta pregunta. Antes de articular una palabra trató de tomar la mano de Ío que descansaba junto a la suya pero el suelo se cuarteó despidiendo una fuerza de tal magnitud que los lanzó a ambos por los aires pero supieron reaccionar y asumir sus papeles a tiempo para caer ilesos. No tuvieron tiempo para preguntarse qué estaba pasando pues Vira debía protegerse. Era obvio que el ataque nada tenía que ver con sus personas. Estaban parados y atentos para recibir el siguiente golpe cuando el autor del daño se erigía imponente ante ellos. Era un ente de increíble altura con ninguna forma en especial y refulgía en un brillante tono morado que casi enceguece a Dan y a Ío. Acto seguido, se dispuso a presentarse, haciendo las poses defensivas de los chicos lucir estúpidas y torpes. -Mi nombre es Tizzou y solo he venido a traerles un mensaje, con intención de alarmarlos y persuadirlos de detener su viaje- Anunció el ente en una voz profunda.- No pretendo por ningún motivo hacerles daño. Solo les advierto humanos, tengan cuidado con lo que pretenden lograr, Vira es un poder muy grande pero sigue estando presa en ustedes, si deciden liberarla no serán capaces de remediar sus acciones y traerán consecuencias inimaginables por su especie, así que… En ese momento Ío perdió el control y salto sobre el ente en un vano intento de hacerle daño y destruirlo de una vez por todas. Al siguiente segundo, Tizzou le contestó la ofensa con tremendo golpe que la lanzó hasta que su cabeza aterrizó contra una piedra y el impacto la dejó inconsciente. Dan estaba petrificado. -Asegúrate de que tu amiguita se controle si no quieren problemas. Estaré viniendo algunas noches a vigilarlos, pero sobretodo a protegerlos de ustedes mismos. Recuerda niño, yo estoy a su favor, pero tienen que ayudarme así que trabajen en el control de ese demonio que llevan por dentro y a todos nos irá bien. Tizzou de repente se desvaneció y la noche volvió a su quietud completa. Dan se apresuró a encontrar a Ío y a examinar que se encontrase bien. La cargo con delicadeza hasta su tienda para que se repusiera cómodamente y se quedó junto a ella admirando su inocente rostro en ese momento en que no tenia gesto alguno. Mientras el acariciaba su cabello, dejo su mente divagar en los sentimientos que lo impregnaban en ese momento. Incluso con Tizzou enfrente e imponente ante él, su única preocupación era saber si Ío estaría bien. -…créeme pequeña que yo también anhelo el día en que pueda deshacerme de esto que no puedo controlar y que me controla a mi; créeme que te anhelo a ti sin esta barrera y que algún día seré capaz de mostrarme tal cual soy como cada noche y te obtendré tal cual eres también… Un movimiento ligero de Ío interrumpió el hilo de los pensamientos de Dan exaltándolo un poco. Cuando ella abrió los ojos pudo notar su ligero rubor pero no tenia energías ni para comentarlo. -¿Estás bien Ío? -Sólo…me duele un poco la cabeza. -Creo que podemos quedarnos todo el día aquí para que descanses, sería lo más prudente. -No, en serio estoy bien. -Calla, no nos podemos arriesgar, además hay mucho que pensar después de lo de ayer. -¿Crees que debemos cambiar de curso? -No, debemos llegar a Liguria pero nuestro objetivo será diferente. Cuando nos encontremos con quien tengamos que encontrarnos, trabajaremos en deshacernos de este mal. Es evidente que sólo nos usa como jaulas pero no podemos seguir viviendo a sus expensas. -Tizzou dijo que no podemos dejarla salir… -Tizzou!...Tizzou debe proponernos otra solución. Escucha, este tiempo que he pasado contigo me ha mostrado mi parte humana, y me quiero aferrar a ella. No quiero odiar cada mañana porque tenga que esperar a la noche para poder ser yo, para poder saber cómo eres tú. Esa no puede ser una vida. -¿Y ya separados de ella qué haremos? No conozco otra vida más que la que he llevado siempre… -Claro que la conoces. ¡Es una vida con tus padres, con las personas, contigo misma y conmigo! Dan salió enfurecido de la tienda y dejo a ío sin palabras. Lo peligroso es que esta era la verdadera ira de Dan; en serio sentía que salvar la esencia de Ío junto con la suya y mantenerse juntos porque temía lo que pudiera pasar después de su misión que acaba de cambiar de rumbo. Pero fuera a donde fuera que debieran dirigirse de una cosa estaba seguro, no podía apartarse de ella y para eso era indispensable apartarse de Vira para siempre. Ío salió de la tienda y encontró a Dan sentado ante los restos de la fogata. Estaba a punto de amanecer. -Mira, entiendo tu frustración. Yo tampoco sé que va a pasar con mi vida. -No, no entiendes, es más que eso. -Supongo que no entenderé si no me explicas- Ío lo tomo de la mano y se sentó junto a él. -Sencillo. Antes del incidente de anoche tú me hiciste una pregunta. -¿Y? -Ya tengo una respuesta: La noche. Prefiero las noches porque me permiten acercarme a ti después de un largo día de verte danzar a mí alrededor sin tenerte a mi alcance. No quisiera que fuera así por siempre. ¿Ya entiendes? -Yo también prefiero las noches- …y apretó su mano en gesto de entendimiento. Dan tuvo un impulso propio y tomo a Ío por las mejillas y la colocó contra sus labios por un par de instantes. Eso duró su beso, un par de instantes; abrazados duraron hasta que terminó de amanecer y tuvieron que decidir algo. Algo que definiría muchas cosas, no sólo para ellos. Vira comprendía la amenaza que esto le suponía. III. Hola! Es necesario que mueras. Su nuevo plan movido por la convicción de reclamar su vida humana y el deseo de estar juntos, hizo que Ío y Dan apuraran el paso hacia Liguria. Vira necesitaba deshacerse de ellos al llegar, Tizzou necesitaba que jamás llegaran y que contuvieran a Vira para siempre; ambos eran sacrificios que ni Dani ni Ío consideraban como opción. En las noches de vez en cuando, Tizzou se aparecia en los sueños de Dan para advertirle de lo peligroso de su improvisado plan, que seguramente terminarían muertos de sin hacer un bien para nadie y dejando mas destrozos y un destino incierto para todo el planeta. Vira (en Dan) por su parte, se encargaba de ensordecer la mente de Dan para confundirlo y asi, Dan despertaba sudando y sobresaltado por la agitación de sus pesadillas. Sus noches ya no eran un resguardo pues ahora eran tres diferentes mentes peleando en una sola cabeza. Ío sólo miraba con profunda angustia como Tizzou y Vira deshacían a Dan por dentro y lo hacían perder la cordura por momentos. Aunque Ío luciera frágil, subestimaban su verdadero poder pues mientras tomaba cuidado de Dan, se esforzaba mucho en ocultar sus pensamientos de Vira para encontrar una forma que los liberara a ambos y también se deshiciera de Vira y de Tizzou para siempre. Cuando por fin descifro qué era lo que tenía que hacer se encontraba levantando su último campamento antes de llegar a Liguria. -No sería capaz…-susurró en automático al dejar caer su mochila como una respuesta inmediata a sus turbios pensamientos. -¿Qué?- inquirió Dan sin entenderla. -No, nada…no me hagas caso, estoy algo cansada. ¿Ya nos vamos? -Claro, partamos. Liguria está ya a un par de horas de aquí. -¿Puedes hacerme un favor?- Le pidió a Dan acercándose y susurrando como para que no los oyera nadie- …Llévame de la mano hasta allá, por favor. -Jajá, tan dulce- Dan sonrió con ganas y le dedicó un beso en la frente mientras la estrujaba contra él con ternura… …y no la soltó de la mano por las siguientes dos horas. Caminaron ese último tramo del camino muy juntos, tanto que Dan sentía, en el tacto de la mano de Ío, su miedo y entonces entendió porqué le había pedido que no la soltase. Entendió que necesitaba retenerla de una decisión que ya había tomado pero que no estaba segura de ejecutar, sabía que en cualquier momento podría tener un episodio y que no lo podría controlar; lo que no sabía es que todo este instinto provenía de la misma Ío sin que Vira tuviera ningún acceso, lo que la hacía debilitarse un poco al perder el gobierno sobre la chica. -¿En qué piensas Ío? -¿uh? -Has estado callada casi todo el camino, ¿Está todo bien? -Mmm… ¿tú sabes qué hay en Liguria? -No bromees, yo sé bien que estas preparada para lo que hay allá. -Me refería a que si sabes qué es eso, un él, una ella. ¿Quién es? -oh…bueno, se llama Luca, nació ahí mismo en Liguria. Es por eso que nosotros vamos para allá, él no sabe lo que le sucede ni puede apartarse de su casa. Imagínate, ni siquiera ha terminado de mudar su dentadura. Pobre chiquillo. -¿¿QUÉ?? ¿Es un niño? ¿Es un pequeño? ¡No!- Ío explotó de repente y cayó de rodillas al suelo llorando como si le hubiesen encajado una daga en el estómago. -¿Qué te sucede? Ío tranquila, no va pasarle nada malo, Luca va a estar bien, el posee la parte más vulnerable de Vira, no le harán daño, nadie le hará daño a nadie. -¿Más vulnerable dices?...Tu no entiendes. Mírame Dan ¿Quieres nuestra vida? - Por supuesto que es lo que más anhelo pe… - Luca no puede vivir entonces. De repente compartieron una mirada de entendimiento, complicidad y terror. Dan comprendía el plan de Ío por completo y se sentía horrorizado ante tal atrocidad, pero perdido en las aceitunas del rostro de Ío, le provocaba también el deseo de hacer lo que sea por quedarse junto a ella, lo que fuera necesario. En ese segundo no importó que Luca tuviera tan sólo seis años. Llegaron a Liguria alrededor del medio día. Era una pequeña aldea de casitas con tejados pintorescos y gente alegre que cumplía con su rutina, una aldea tan monótona y sencilla que todos voltearon a ver a los recién llegados con curiosidad pero con miedo de acercarse a averiguar sus intenciones. Dan e Ío se aproximaron a su destino con decisión sin voltear a ver a los ojos discretamente inquisitivos que los rodeaban por todas partes. Ío tropezaba a veces pues su mente estaba perdida tratando de imaginar al pequeño Luca y adivinando detrás de que puerta lo iban a encontrar. Dan por su lado, jalaba a Ío por la muñeca y caminaba a prisa pues también lo poseía el nerviosismo nacido del tentador plan de Ío; se detuvo en seco, deteniendo a Ío por los hombros. -Está bien, hagámoslo. Tizzou también quiere deshacerse de Vira, de esa manera todos salimos ganando, y todos estamos a salvo. -No lo se Dan, es sólo un pequeño… -Exacto, es sólo un pequeño sacrificio por una gran ganancia. -¿Ahí vive? – Preguntó Ío señalando la puertecita frente la que se habían detenido. - Sí, tenemos que sacarlo de ahí y alejarnos a una distancia considerable. ¿Lista? -No… Al ver que los forasteros se detuvieron frente a esa puerta en especial, los ligureños olvidaron su discreción y la infinita curiosidad los llevó a rodear el escenario esperando a que algo pasara. Dan llamó a la puerta y una mujer de aspecto amable y cansado respondió. -Buen día Alana, ¿Está Luca? Un pequeño de tiernísima apariencia, de ojos verdes y cabellos de sol se hizo lugar de entre las faldas de Alana. Al verlo, Ío sintió de nuevo la daga en su estomago y frunció el gesto pero contuvo el llanto. Dan sintió en el apretón de su mano su contrariedad. -Descuida Ío, Alana y Luca saben perfectamente a qué hemos venido. -¿Perfectamente?- dijo Ío más para sí. -Verás, Alana no es la verdadera madre de Luca, ella lo encontró por las colinas de Liguria y decidió tomar cuidado de él. A pesar de la…situación de Luca, Alana a asumido la tarea de prepararlo para nuestra llegada, que yo prudentemente he advertido con años de anterioridad. Y ahora, ¿Estás listo, verdad? –Se dirigió a Luca en esta ocasión revolviéndole los mechones de la cabeza con cariño. -Vámonos.- Luca tomó a Dan de la mano rompiendo con la ingenuidad e inocencia que aparentaba. Los espectadores les abrieron paso como para evitar tocarlos. A diferencia de Ío y de Dan, Luca tenía una naturaleza aún mas especial que a los ligureños les había costado caro en decenas de ocasiones sin tener culpa alguna. Luca jamás estuvo oculto de los demás y esto había resultado en que en el pueblo se le despreciara y se le temiera pues en cada berrinche que destrozaba la mitad de las casas, era evidente que Luca no era una persona normal, ni siquiera estaban seguros de que fuera humano. Y no, no lo era en absoluto. Luca era la esencia de Vira tal cual, el no había sido escogido, el había sido creado con un fin especifico. Si bien Ío era el magneto más grande y contenía el poder y Dan la coraza más fuerte de romper que resguardaba el carácter, Luca era la parte más vulnerable que escondía los sentimientos y las debilidades de Vira; un truco astuto pues ¿Quién le haría daño a una angelical carita como la de Luca? Ya bastante lejos de la aldea, sumidos entre las colinas donde Luca había surgido y estando los tres solos, impredeciblemente fue Dan el primero en caer. Ío se aproximó de inmediato para averiguar que le sucedía. -¡Dan! -Déjalo- grito Luca desde un extremo –No puedes tocarlo, no ahora, si no todo esto será más doloroso para ambos. Si lo tocas Vira los destrozará a los dos para salir, todavía no estamos listos. Ío corrió con lagrimas de coraje y de dolor pues Vira también se retorcía en su cuerpo intentando un exorcismo que necesitaba del contacto de Dan y de Luca, quién también se desgarraba en llanto en otro rincón. De repente, como si hiciera falta más ruido, el suelo entre ellos se abrió entre una explosión de luces moradas y rojas que anunciaban la llegada de un Tizzou enfurecido. -Les he advertido que no continuarán con este viaje pero no han querido escuchar. Espero estén sintiendo el dolor en cada nervio de su débil cuerpo como castigo a su imprudencia. Y aún así los tendré que destruir uno a uno antes de que esa bestia que llevan dentro logre su cometido. Tizzou fue en contra de Da,n asumiendo que él sería el más fuerte obstáculo decidió aniquilarlo primero. La desesperación de Ío la volvió por un segundo más fuerte que Vira y la manipulo por completo por primera vez. Miró a Luca con ojos suplicantes. -¡Hazlo! – pidió el niño contestando a su suplica con otra. Ío se aproximó a Luca con mucha cautela de no atraer la atención de Tizzou lidiaba con un Dan resistente a sus torturas, pero no por mucho tiempo. Ío tomó la carita de Luca con arrepentimiento más el pequeño no tenia señales de nostalgia en su gesto, más bien de dolor, del dolor de su cuerpo conteniendo toda esa emoción, de dolor del rechazo de su pueblo, de dolor de haber destruido los años recientes de Alana haciéndole responsable de él. -He visto tus intenciones en cada mirada que le dedicas a él, ¡sólo hazlo Ío! Hazlo, y sálvanos a todos, salva a Alana de mi, a Liguria y a la Tierra y sálvense ustedes para regresen a donde pertenecen sin intrusos internos. Ío jadeante de llanto, tomó a Luca en sus brazo y corrió lejos de la escena violenta protagonizada por Dan y Tizzou. Llegaron al final de la colina donde se dibujaba claramente un afilado límite que denotaba un acantilado. Ío dejó de llorar de repente y su mirada se volvió inhóspita, caminó con paso firme para detenerse en el final del piso y Luca cerró los ojos. -Gracias- dijo la voz de Luca, que esta vez si sonó adecuada a sus seis años, justo un segundo antes de que Ío extendiera los brazos para arrojarlo al vacío. Supo que tocó el fondo rompiéndose en pedazos cuando su cuerpo también cayó al suelo dejándola cansada y vacía, en un trance que tomó a Dan al mismo tiempo. Tizzou de repente se quedó petrificado ante la escena que presentaba la dispersión de Vira en la nada, como un montón de vapor que se deshace al subir. -No puedo creer lo que acaban de hacer- se dijo Tizzou al desaparecer avergonzado por subestimar al par que quería matar. Y así se quedaron Dan e Ío, tirados en trance, lejos el uno del otro, un lugar que desconocían. El sol de repente cegó los ojos de Ío que despertó sin reconocer el lugar en el que se encontraba. Pasados dos segundos sintió que las cobijas le incomodaban y deseó que las cortinas estuvieran cerradas. Otros dos segundos después saltó la cama gritando el nombre de Dan y volviéndose histérica al recordar todo; sintiéndose extraña pues ya no sentía la energía de antes, sentía una nueva, una nueva que no puedo contener al abrazar a Mattia y Cinzia cuando entraron a su habitación a averiguar que sucedia y a consolarla de su súbito despertar. -Todo está bien, mi niña, ya pasó- la abrazo Mattia. -No puedo creer lo que hiciste, no puedo creer que volvieras- Sollozó Cinzia al acariciarle el cabello. - ¿Dónde está Dan? Necesito verlo, ¿se ha ido? -Está en el jardín, ha estado tan al pendiente de verte despertar, ve a avisarle que estás viva, corre. Ío corrió y se arrojó sobre Dan que descansaba acostado en el césped disfrutando de la tibieza del sol en su cara. No hicieron falta más palabras cuando Dan la apretó contra sí como si quisiera absorberla y ninguno cabía de la felicidad. -Pero ¿Qué llevas por dentro mujer? –Rió Dan acerca de la efusividad de Ío. -Jajá, ya nada. Sólo yo. Igual que tú.
En el justo momento en el que encuentras reconocimiento en lo que estás oyendo, comienzas a escuchar. Dos segundos después estás a punto de jurar que en su voz comparten el mismo sentimiento. Entonces es música… y algo más que la hace tuya, no!, procuras que se apropie de ti. La satisfacción de una ilusión de pertenencia y reciprocidad te hace seguir. Sola, ahora solo la soledad. Ahora somos nosotros; se habla en plural de aquellos que se han complementado para ser uno. ¡¿Pero que no te das cuenta de que no lo complementas tu en nada?! No, ¿y por qué habría de hacerlo? Ese vacío se puede llenar en tanto siga escuchando, hablando, cantando…de él. ¿Y de que hablas, que hay de él que lo haga tuyo? Y es que acaso no es mío en medida que yo soy de él, o es que solo soy de mí. Se encuentra lo que no se quiere mirar. Busco desesperadamente aquel sonido en mis memorias y ahí está, la misma frase una y otra vez, las mismas notas, al mismo tiempo, una y otra vez. Ahora, busco recordar la vibración de su garganta al emitirlo. ¿Y dónde está la sensación de su cálido aliento cuando lo susurró a mi oído? Huyeron. No existieron. Y mira ese reflejo de luz en la pared, busca de donde viene. ¿Es esperanza? Asomo la mirada, con curiosidad y temor, al pequeño círculo brillante que emite el reflejo. Delicado, común, y encajaba en la charola del compartimiento de mi estéreo perteneciendo perfectamente a este como yo creí que pertenecía a esa voz. Me asomo y miro. Descubro. No hay voz, no hay calidez, no hay nada. Solo me encontré a mí y en los milímetros de grosor del círculo, detrás de mi, todo mi mundo en fragmentos de tres a cinco minutos.