Qué raro, no sé si te extraño o solo eres una simple costumbre alojada en mí juicio. Sucede que, cada vez que te observo, mis pupilas se dilatan como la franca brisa que se expande entre el forraje de la incertidumbre. Sucede que, cuando te advierto, en alerta mis sentidos sufren el letargo rutinario gracia de tu naturalidad. Sucede que, te odio por ser tan hermosa, a pesar de que la belleza sea la cualidad más parcial que existe. Sucede que, todo término mal, siendo amigos, siendo niños. Sucede que, estoy cansado de oír tu nombre por rincones que mi cuerpo ha dejado de augurar; cansado de que esas dos lámparas vespertinas tengan vigencia en mis recuerdos, cansado de verte danzar libremente y ni siquiera recitarte un hola. Sucede mucho pero... hay algo que no comprendo realmente. Siendo amigos... felices éramos, así fue, porque lo fuimos... y ahora no somos nada. Que irónico, que difícil , casi doce años siendo compañeros, ocultando esa lumbre de amor que maquillada vivía gracias a la palabra "amigos" y que de repente por tratar de erigir una relación, todo se disipe y pierda sentido alguno . ¿Tanto arriesgue al final? Solo seguí a mis sentimientos, porque lo real y sincero es aquello que sentimos...los principios e ideales son muy importantes. Empezó todo bien, pero como todo esplendor que uno llega a admirar e idealizar, tiene también su decadencia y opacidad. Me enamore de ella y la verdad no me arrepiento a pesar de que mis ojos furtivos brillaron en ocasiones. Es cierto, ya no hablamos, ya no reímos, ya no existe un hola en libertad sino forzado, compungido y teatral. Ya no existe nada, que importa... sé que hablaste mal de mí, y yo de ti, sé que lloraste por mí y yo por ti, sé que te enamoraste de mí y yo de ti; y lo mejor de todo es que, sé que no me has olvidado y yo tampoco a ti.