Jul 03, 2013 Sep 17, 2012 Jan 15, 2012 Jan 04, 2012 Jan 01, 2012 Dec 31, 2011 |
¡Hola! Mi nombre es Barbara Di Carlo, vivo en Caracas-Venezuela. Soy muy joven, tengo 13 años. Creé esta cuenta en Textale porque mi abuelo lleva varios años formando parte de esta comunidad, y ya se ha vuelto muy conocido aquí. Seguramente much@s de ustedes lo conocen, se llama Filiberto Oliveros.Desde muy pequeña lo admiro, y he venido siguiendo sus pasos de escritor hasta ahora. Claro está, mis palabras y textos no son tan buenos e inteligentes como los suyos, ya que él tiene mucha más experiencia que yo; y, por supuesto, debo admitir que soy una gran admiradora suya.Muchos de ustedes pensarán que soy muy joven, y es cierto, pero no lo suficiente como para comenzar a escribir.Soy una adolescente normal, voy a la escuela, tengo amigos... Pero tengo algo que muchos de los adolescentes hoy en día no tienen: Soy diferente... No en el sentido estricto de la palabra, pero mientras la mayoría de los adolescentes ahora están pensando en tener novi@, yo estoy pensando en perseguir mis sueños.Me gusta tocar la guitarra, así como componer canciones y cantarlas frente al espejo. Obviamente, me gusta mucho escribir. También tengo sueños e ídolos, uno de ellos: Justin Bieber. Much@s lo tildan de gay y otras palabras degradantes... Por ésto, yo quisiera que esas personas se detuvieran a pensar, al menos por un minuto, en todo lo que debió pasar para poder llegar a donde está. Él también tiene sentimientos, es humano, y en verdad las personas que se creen superiores insultando a las personas no conocen su historia.Pero en fin, este texto ya está quedando demasiado largo. Espero que les haya gustado mi primer texto, que no es más que mi presentación. Sonreía.Observaba callada; con ojos vacíos, pero llenos de luz. Era un retrato vivo. Inmóvil. Ausente.Apoyando su frágil mano en el gélido cristal, donde se veía.En su mente pasaban los hilachos de una canción de amor que nunca tuvo final, que salió de una vieja y oxidada cajita de música que ya no funcionaba, que nunca tuvo voz ni ritmo... Un fracaso que debió ser un éxito.En su segunda mano, yacía una rosa, ya seca y marchita; sin rastro de vida alguna, salvo por una cosa: uno de sus pétalos aún se conservaba blanco como la cal, y fresco como el viento que ya no acariciaba el rostro de aquella estatua; que aún conservaba el brillo del rocío, y la firmeza de una roca. El último pétalo que no caía, el que no derramaba su color sobre el duro y helado suelo, el que aún tenía un leve suspiro de vida, el único atado a su tallo. Un tallo lleno de espinas verdosas desesperadas por llevarse un soplido que aquella figura inmóvil que lo sostenía.Ella respiraba, calmadamente lo hacía. Su sonrisa seguía dibujada en su carita de muñeca, como si hubiera sido esbozada por un pincel.Su canción de cuna seguía sonando en su mente, retumbando como si la oyera, pero que no lograba estremecerla.Ella sólo pensaba en alguien, alguien a quien amó; alguien en quien confió... En alguien que la abandonó, que rompió su última promesa: Nunca regresó. Alguien que se conservaba borroso en su mente, pero nítido en su corazón. El motivo por el cual la rosa estaba allí, con ella, marchita. La razón por la que la canción de cuna existía... Pero también la razón de que la cajita estaba rota. Tantos recuerdos hicieron que su sonrisa se borrara, y cayera una fina lágrima de sus ojos.Apretó el tallo, lleno de espinas.Continuó llorando.Apretó más fuerte su mano, cerrándola en un puño, y logrando que las espinas la lastimaran.Entonces, tantas lágrimas la inundaron que, finalmente, perdió todas sus fuerzas y se dejó caer. Amortiguó su mano en lospétalos muertos y secos del suelo.Con dificultad arrancó el último pétalo con vida, separándolo del tallo, y llevándolo a su cabellera, donde lo enredó.Por último, esbozó una leve sonrisa antes de cerrar sus ojos... Y soltó el tallo, que rodó por su frágil mano lastimada, y se detuvo en el frío piso.Quizás la canción de cuna aún seguía en su mente; quizá la cajita de música no estaba completamente rota; quizá luego despertara de este sueño; quizá aún quedaban esperanzas en ella; quizá la rosa no estaba tan marchita.Éso solamente ella lo sabía.Lo único que quería era conservar... El último pétalo. Este usuario no tiene textos favoritos por el momento
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