• Sole Grebe
Solesin
Locura, pasion, amor en cascadas, llantos y risas, demencia. Delirios de grandeza a veces a la inversa. Ardillita, ratoncito, gatito y pollito.
  • País: Chile
 
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I'm Home!!
Autor: Sole Grebe  1393 Lecturas
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Humo I
Autor: Sole Grebe  1327 Lecturas
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El ataque al campamento era inminente, los cuernos sonaban como si fuera a acabarse el mundo y las mujeres y los niños se ponían a resguardo. Era un ataque inesperado, lo único que podían hacer era defenderse con su acostumbrada ferocidad. Se pusieron encima sus pieles y cascos y cargaron sus espadas y hachas cortas. Además de eso bebieron unos cuantos tragos de alcohol para excitar el espíritu. Syl estaba nerviosa, sabía que quizás podía ser su oportunidad para vengarse pero, tenia miedo, aun le tenía miedo a la batalla, miedo a matar a alguien, miedo a no poder concretar su venganza. Gadmund le dijo que se pusiera a salvo, y a pesar de que esto le recordaba en demasía la destrucción de su aldea, fue lo que hizo. Ahora se sentía mas atemorizada, siendo conciente de lo incapaz que era de defenderse por si misma. El entrenamiento que había hecho era aún básico, aun no sabía enfriar su sangre para convertirse en una guerrera despiadada. Su cuchillo ya no le daba tanta seguridad como antes y se sentía pequeñísima cerca de esos tremendos hombres.   Los enemigos se aproximaban, se podía ver el polvo que  levantaban con el galopar de sus caballos. Con cada metro que avanzaban a Syl se le alborotaba algo en la garganta. Al parecer eran los mismos desgraciados que había visto antes, aquellos de los que no se sabía un nombre pues eran demasiado desconocidos. Gadmund le había comentado que había varias tribus de saqueadores, sin fama y que los romanos se referían a todos ellos como “bárbaros”, sin distinguir raza pues eso era ponerles mucha atención. Si, el polvo levantado del camino formaba figuras que solo ella veía, a su entender, eran los dioses intentando detenerlos, Dioses desconocidos para ella, los Dioses Vikingos.   Estos bárbaros, al llegar al campamento, entraron en feroz combate con las fuerzas de Kodran. Sangre y gritos era lo único que dejaba la batalla. Podía ver como les sacaban las tripas a unos y le enterraban el hacha en el ojo a algún otro abriéndole el cráneo. Lo más horrible que vio fue cuando Odgor con una sola mano trituro el cuello de un pobre tipo y se lo abrió a lo largo, y ese hombre al no morir de inmediato pudo ver sentir todo el dolor del infierno sobre el. Los gritos eran desgarradores, se veían hombres reptando, arrastrándose y pidiendo misericordia o muerte. Y los anfitriones de Syl estaban casi ilesos. Era cierto, los Vikingos eran grandes guerreros, tal y como fue advertida Syl, quien miraba absorta la batalla con un secreto placer palpitándole en los labios. La joven estaba tan sumida e interesada en la acometida, era casi como una clase intensiva para ella, que no se dio cuenta que uno de los bárbaros se le aproximaba, viéndola como una mujer débil y corrompible, con la lujuria que despierta en los hombres la batalla y la boca abierta como un demente. Por suerte, su mentor, Gadmund, estuvo siempre atento a ella y logró defenderla, atemorizando al tipejo. Pero con un alto costo, su brazo izquierdo. Esta quedo totalmente inutilizado, casi fue rebanado con el golpe de espada que detuvo con él, al menos, la mística joven de rojos cabellos estaba a salvo. Los bárbaros que quedaban vivos admitieron su desventaja y emprendieron la retirada.   Syl comenzó a llorar al ver lo sucedido.   -          Syl, no llores, a mi fue al que le cortaron el brazo, ¿no? Tú estás a salvo. Además todo fue por mi culpa, siempre me dijeron q usara escudo. -          Pero es que... Gadmund.... ¿como puedes ser tan fuerte? -          Niña, soy un vikingo, recuérdalo, los mejores guerreros que esta tierra verá -          Eres de admirar. Quisiera ser como tú algún día. Sé que me enseñaras a ser como tu. -          Mentira, ya no podré seguir entrenándote, mi misión no fue cumplida -          Ya no importa Gadmund...   Lo dijo para calmarlo, pero moría de pena por dentro. Y ese fuego maldito aun la quemaba, cada vez con más intensidad.   Gadmund, desmayado debido a la magnitud de su herida y la sangre perdida, fue llevado a curación junto con los demás heridos en batalla. Mientras tanto, Syl con ayuda de los hombres sanos y algunos esclavos amontonaban los cadáveres de los bárbaros invasores para hacer una pira funeraria. Se los ofrecerían a los dioses como agradecimiento por el favor que les tenían. A la joven le tocó recoger varios trozos de cuerpo que se encontraban diseminados. Dedos, intestinos y hasta piernas. Vio como uno de los niños debía llevar una cabeza colgando de los cabellos al montón putrefacto de muertos. Pero aún así no estaba tan horrorizada. Al encender la pira, los olores de humanos calcinados le traian recuerdos, a ellos los odiaba, pero olian igual que su familia, al final todos eran carne huesos y cabellos sin vida.   Syl se quedo observando el fuego y el humo hasta que anocheció, luego de eso fue a casa de Kodran, donde dormía, a hablar con Ingunn, quien se había convertido en una buena amiga para ella pues se sentía muy sola.   -          Ingunn, soy una extraña aquí, y sin embargo siento de verdad dentro de mi que pertenesco aquí. -          Y cual es el problema Syl – le decia cariñosamente mientras le peinaba los cabellos – Eres una hermosa joven, fuerte, puedes casarte y formar una familia aquí. Creo que Kodran se alegraria mucho de eso. Te estima muchisimo. -          Lo sé, pero, no entiendo bien por qué. Me tratan como si fuera parte de su familia. Incluso Gadmund., ya lo quiero y el me cuida como si fuera su hija. -          Ya te lo dije, mi pequeña, eres especial. Eres fuerte y tienes alma de guerra. Eso para ser una mujer es bastante bueno. Tu vas a hacer lo que ninguna de nosotros ha logrado, vas a lograr que nos miren hacia arriba, con la admiración que realmente nos merecemos. Ingunn besó la mejilla de Syl y se fue a dormir. Esa noche no fue agradable para nadie. Syl, dando un paseo nocturno debido al insomnio, notó por primera vez que el más pequeño de los vikingos, ese que se mantenía apartado de los demás, perdía su tranquilidad. Sin duda no era la batalla, era algo más. El chico estaba nervioso y se notaba angustiado. Ella incluso percibía ciertos colores alrededor de el que manifestaban un estado de dolor espiritual. Con una mirada lo invitó a ver a Gadmund.   -          Pequeña mia, que es lo que me traes ahí. -          Un amigo para que se distraigan juntos. Estoy tan apenada por esto. No puedo dormir, además… -          Syl, tu entrenamiento va a continuar. No pienses lo contrario. -          No pensaba en eso. Pensaba en que, me he aferrado a ti tan rapidamente, me recuerdas a mi hermano y te he empezado a querer casi como a un padre. Gracias por cuidarme, me hacía tanta falta…   A Gadmund y a la chica se les llenaron los ojos de lágrimas. Pero el hombre rápidamente adopto una actitud dura y firme, le dijo que fuera a ver a Kodran con las primeras luces, y que se retirara a dormir. No era un lugar indicado para una chica tan linda. Y menos si se iba a poner sentimental.   Con el frío del alba, Syl se levantó para seguir con su vida. Habló con Kodran y le comentó lo comoda que se empezaba a sentir, además del comentario de su esposa Ingunn de que hasta podria formar una familia ahí con ellos. También le habló para solicitarle un nuevo entrenador, el jefe le dijo que solo Gadmund podía elegir a su sucesor.   -          Gadmund, Kodran me mando acá para conocer mi futuro entrenador. -          Niña, no puedes tener a un mejor entrenador que yo, y lo sabes. Aún seré tu mentor, no podré enseñarte los movimientos mostrándotelos, ya que mi salud no esta bien, Pero para eso tengo otros discípulos – Gadmund intentó reir pero eso le producía dolor en el hombro.  -          No te esfuerces Gadmund, tampoco necesito a un entrenador experto, solo escógelo -          Compréndelo, no es algo al azar tu entrenador, ni siquiera te imaginas quien eres niña, además a ti te motiva la venganza, al igual que a mi. Solo podría dejar que una sola persona me reempezara en esta tarea... mi hermano Rök. -          ¿Tienes un hermano? ¿Y esta aquí? ¿Cuál es? -          ¿Ves a ese antisocial, apartado, retraído y flacucho de por allá? Pues ese es Rök, mi hermano menor. Ese que me trajiste para animarme la otra noche. Syl, nosotros vivimos algo semejante a lo tuyo, el tenia tu edad cuando mataron a nuestro padre. -          Oh.... entiendo, no pudiste elegir mejor entrenador para mi entones Gadmund.     Syl sonriendo acarició la frente de ese hombre que tanto bien le hacía. Lo quería, si. Se empezaba a sentir en casa con cada nuevo dia. Lo sabía desde que vió a los dioses luchando en el polvo de la batalla.    
Humo III
Autor: Sole Grebe  1047 Lecturas
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Humo II
Autor: Sole Grebe  764 Lecturas
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Nos vamos a Arles.Al amarillo vibrante, a los girasoles desordenados a sacarlos de su lindo jarron.Nos vamos a la magia de luz japonesa de Arles.Nos vamos, sonriendo corriendo imaginando cosas, psicotrópicas o no, eso ya no importa.Nos vamos a Arles, si, a amarnos entre alamedas llenas de poder imaginario.A revolcarnos entre los espirales de la noche estrellada, cerca de la luna brillante, escondidos de las magnificas estrellas, a un lado del enredado ciprés.A pasear por los Alyscamps.A preguntarle cosas a Rachel, a ver conversar a Vincent y a Theo.A ver discutir a Gaugin.A hacer el amor entre la brisa de Arles.
De sterrennacht
Autor: Sole Grebe  841 Lecturas
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Being A Human Being
Autor: Sole Grebe  879 Lecturas
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 Dirigía la vista al aposento, donde se desvestía su sueño, nebuloso y escondido, sueño hermoso, sueño abrasivo. Miraba sobre su hombro, Sueño, pues sabia que era observado, mas también sabía, de sobra, que inalcanzable se encontraba para el blanco ser.Y el se lamentaba diciendo: "Por qué demonios no puedo tener este sueño entre mis dedos, entre mis manos, entre mis besos"En secreto, Sueño sonreía. Imaginaba cómo seria estar cerca de el, oírlo respirar y susurrar en su oído "aquí estoy", pensaba en su olor curvilíneo y en sus labios de rosal espinoso. Pero no se atrevía a tenerlo, y solo le coqueteaba mirándolo con sus pestañas de colores, meneandolas para decirle algo en clave morse.Solo una noche se tuvieron, la noche que pronto seria olvidada.El entró a la habitación atreviéndose de golpe a besarla. Sueño se dio la vuelta al escucharlo entrar, lo miró y el, sin querer, aplastó una cucaracha. Se avergonzó, blanco ser, y esto lo hiso actuar de manera deliberada. Tomó a Sueño de los hombros y la aprisionó con sus uñas, besó  sus clavículas mientras Sueño gritaba aterrada. Le mordió los labios, pues quería llevarse aquel instante, arañó la piel de su cara, la aprisionó entre sus brazos e intentó dejarla delicadamente sobre la cama para luego decir "Déjame hacerte dormir". Sueño se quedó quieta, tenia miedo. Blanco ser acarició sus cabellos un poco manchados de sangre, hasta que ella de lágrimas se durmió. Con un trozo de tela humedecido la limpió, besó su ombligo pidiendo perdón mil veces para que la palabra quedara grabada en su vientre y se fue.El resto de sus vidas cada ves que se miraban era como si algo hubiese nacido y muerto entre los dos, Sueño criaba a su niño y Blanco ser la miraba embobado, encontrándola aun mas perfecta y deseando tenerla entre sus dedos...
Sueño De Un Blanco Ser
Autor: Sole Grebe  895 Lecturas
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Guerra
Autor: Sole Grebe  862 Lecturas
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Algo viscoso en el suelo, algo se me pegaba en los calcetines. Patinaba, soñando con volar.Y la ventana estaba tan lejos , desenfocada.Seriedad en la pared como un cuadro, pero era un espejo.Reflejaba mi piel envejecida, como con betun de judea.Habian huesos y lagrimas y maquillaje derretido hasta mi pecho.Que perra.Que perra vida, que perra sombra.Que sucia, que dificil mirar.El pasillo se angostaba y debia apoyar las manos en la pared.Se me pegaban telarañas, cual cadenas protectoras, como brazos de madre.las rodillas cedian a la fuerza de gravedad.A gatas sigo avamzando y no me encuentro mas.El espejo no me vigila.Y no hay masacre al frenteNo hay masacre ya no mas.Solo este liquido viscoso en el suelo.Este liquido rojo que sale de mi vientreQue sale de mi vientreY de mis codos.
Visceral
Autor: Sole Grebe  730 Lecturas
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Se sentó en el escenario, sobre una silla de papel. Los observaba calladamente, metía una mano imaginaria en sus cerebros. En el fondo, el telón carmin y una chica que parecía ser su ayudante. Movia la cabeza de manera sobrenatural y su mirada estaba vacía.El hombre de la silla, cruzó una pierna sobre la otra y levantó una mano.-Este espectaculo- mientras movía la mano en extrañas rotaciones yla observaba- es único, y es por eso que ustedes han pagado por verme... - en el publico algunos esbozaban sonrisas, nadie sabia que podria suseder- Me imagino que, esperan un espectáculo fascinante lleno de piruetas y locuras. Pues bien, lamento deciros que no sera asi lo que os traigo, jajaja. ¡¡Miserbales!!.Las personas en sus cómodos asientos de piel de oso, miraban al hombre, hermoso y horrible hombre. Algunos tenian la boca abierta, otros intentaban con los ojos buscar un indicio que los pusiera sobre la pista de lo que realmente pasaba, un tipo viejo lleno de amuletos religiosos pensaba: valla esta juventud, uno ahora debe pagar para ser insultado, así nada mas, como quien dice tortillas el nos dice miserables. Vallase a ver.El del escenario sonrió y se puso un bigote falso mientras miraba a todos con suspicacia- Queridisimos puercos, espero que el dia de hoy para vostros se presente terrible, seria estupendo que usted, señora, hmm... ¿Me diria su nombre si fuese tan amable? - desde el público se oye "camelia"- Camelia!! pues bien señora Camelia, es usted repugnante, mirese,ahi sentada como si nada... Una mujer frivola y notoriamente muerta, deberia usted quedarse en casa y pensar en atender a sus hijos o hacer de ves en cuando algun acto en beneficio de su espiritu, en vez de dejarlos solos todo el tiempo para hacer visitas "sociales". Y usted caballero, si usted, si el de bigotillo, deje de mirar a las jovencitas como si las desnudara, no es correcto y menos revolcarse con una para sentirse joven... Y todos ustedes, gentes, sentados sobre un animal muerto, resfregando sus podridos traseros sobre el para sentirse inteligentes. La verdad queridas alimañases que no son mas que nadie, son basura, vienen a ver a un tipo que los insulta y les dice la verdad porque no se soportan a ustedes mismos...porque no soportan estar solos sintiendo su mente vacía...5 minutos después el teatro ardía en llamas....Y el bigote flotaba por el aire
Eterno el recuerdo, el de la luz acribillando a mis pupilas, acostada en el pasto me atreví a mirar el sol. Y fué como nacer, como ser otro ser, como devorar con llantos los primeros segundos de vida. Mariposa revoloteante, Mariposa curiosa cayendo en agujeros dolorosos, llenos de púas. La infancia enseña que el corazon desnudo se puede dar por perdido, escondrijo roto.Dejar de ser niña? jamás!. Podré crecer y madurar, y caer, y caer, y otra ves caer, pero niña por siempre, con juegos, abrazos. Con querer tocar el techo por que me siento grande, con querer colgarme de los brazos de Papá, gigante inconmesurable, caricia inexistente, porque me siento pequeña.Sonrisa lagrimosa, carita embarrada, manos con rasguños de gato, moño despeinado. Pies descalsos, y un perrito que te sigue, intrigado y protector, cuando caminas por los reconditos edenes que descubres una y otra vez.
Cuncuna Amarilla
Autor: Sole Grebe  738 Lecturas
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El dia que mori no fue nada especial. Era algo asi como Domingo, con las cortinas cerradas y muchos platos amontonados en la cocina. Y esperaba ese dia desde el 12 de diciembre que fué cuando te perdí.Sabía donde estabas pues hicimos un trato desde el primer día que nos vimos. "Jamás voy a dejarte, Bebé"Puse en una bolsa de esas de asalto de banco, un par de zapatos de taco alto, negros, y un vestidito que no sabía si serviría. Un collar apretado al cuello, y los brazos repletos de bandas de poder y ankhs .Entre mis libros busque el mapa que me llevaría de vuelta a mi infierno, el lugar donde solía reinar antes de volverme humana, donde era una diosa llamada vikinga por mi ferocidad y fuerza y por los cabellos rojos que a veces se recogían en desordenadas trenzas. Y ahí estaba, en ese libro que me regalaron de pequeña para aprender a cuidar a los bebés de tu raza pequeño Dachshund. La entrada estaba debajo de mi cama en un agujero rodeado de ramas de espino que antes no se había abierto. Y con la misma ropa que habia usado para salir de fiesta me adentré en el extraño bosque que me llevaría de vuelta al calor del hogar. A un lugar que inconcientemente llamaba Kemet.Al llegar al fondo del agujero encontré aquellos instrumentos que me llevarían mas allá. Las navajas con las que debía tatuar los signos mágicos en mi piel, el agua para limpiar la sangre. El fuego para purificar las cenizas que me cubrían. Y ademas una copa con el licor que me llevaría atraves de la puerta. Que me encaminaría a mi lugar, a mi reino. Bebí el liquido azul ultramar claro, y con los brazos ensangrentados me recoste al lado de la fogata como un gatito cerca de su madre. Y descansé esperando. Y por fin morí.
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Silente Silueta
Autor: Sole Grebe  723 Lecturas
Andaba por ahì, sin su parche en el ojo. Con su cuenca vacia sentia el viento y acariciaba el polvo, las semillas voladoras y pedazos de sueños que quedaban sueltos porque sus dueños no tenian imaginacion. No habian pronosticado tanto calor, su cuello sudaba en perlas multifaceticas de olores diferentes. Solo su compañero podia distinguir esos olores. Compañero de cuatro patas, cola y ladridos que paseaba con el para conocer el mundo cementoso y lleno de cosas exitantes que se movian de aquì para allá.Conocia, el buen amigo, cada olor de cada gota de sudor juguetona, resbaladiza y por cierto muy mal pensadas. Algunas decian "odio esta vida", otras "que bello pajarillo el de ese arbol", otras en cambio estaban hastiadas del habla, y habian otras que cantaban canciones de esas que a uno se le pegan y no puede dejar de tararear.Hombre y perro, una relacion llena de amor incondicional e intraicionable, ese amor que no se puede tener ni con otro hombre y menos con los hamsters.-Vamos a sentarnos, Judas, tengo el ojo cansado y al parecer esta pierna falla de nuevo.-Vamos, Boris, te acompaño pero dejame esperar en el pasto, sabes que odio las bancas, demasiado olor a trasero.Boris se sentó, se hechò hacia atras para relajarse y se cansò de vivir de un momento a otro. Su sudor dejò de expresarse.Judas lo miró, y lo supo.-Jamás voy a dejarte Boris. Te amo.Judas aprovecho esa tarde de quitar con su legua todas las gotas de sudor que se habian congelado sobre su compañero. Se echó a sus pies, hasta la madrugada, cuando encontraron el cadaver de el hombre sin un ojo. Se lo llevaron, Judas quiso gruñir pero prefiriò que los hombres siguieran su curso, asi que se fue corriendo y jadeando, a casa.En casa aún vivian los olores de Boris. En casa estaban los discos de rock que no volveria a escuchar, el violonchelo que no sentiria vibrar, el vestido de lamujer que se fué y la cama que compartia con Boris. En esa cama esperó a que se le fuera el aliento. 
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I D I O T E Z
Autor: Sole Grebe  685 Lecturas

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