Han pasado ya casi tres días desde que desperté y hasta el momento no veo indicios de saber hacía dónde me dirigo. Sólo nos detenemos una o dos veces al día para comprar alimentos y aventármelos mientras estoy tirado en el suelo.Mi herida del pecho sigue mal, pero nada que un par de vendas no puedan curar. Extraño a mi familia, mi madre, mi padre, mi hermana Sarah... Pero no puedo detenerme a pensar en ellos cuando puedo morir aquí.¿Qué querrán de mi?Aquél día en la escuela, una balacera interrumpió mi clase de Filosofía. Por un momento pensé que era algo bueno, hasta que vi a dos compañeros muertos y a los demás horrorizados, temiendo por sus vidas.Y me encaré a ayudar a algunos de ellos a salir de la escuela.En cambio, recibí un balazo y ahora estoy secuestrado. O eso pienso yo.Los hombres que me llevan van vestidos de negro, con chalecos antibalas y armas perforadoras. Dan miedo, la verdad.No quiero preguntarles nada, sólo sigo esperando...