Tú me curaste la vida. Me arrancaste de la piel ese olor a tristeza, esa nata de costumbre y esa soledad entre dos. Tú me curaste la vida. Me enseñaste a desandar los mensajes que de vez en cuando me enviaba susurrando la muerte. Tú me curaste la vida. Metiste mi dolor entre paréntesis, hiciste posible lo imposible y cambiaste la sequía por la insolencia del amor. Tú -irresistible cómplice de la felicidad- me curaste la vida. Hay una esquina en mi tiempo donde se cruzan inermes las cosas que hice los sueños que tuve y los pasos que no supe dar. Hay una esquina en mi tiempo donde se detiene somnolienta la memoria y los anhelos escriben sin palabras la historia que no pudo ser. Hay una esquina en mi tiempo donde la puesta de sol convoca los recuerdos y una voz inapelable me pide otra jornada para tumbar los andamios que levanta la ausencia. Hay una esquina en mi tiempo -claroscuro de vida- donde ni es tarde ni es temprano y el reloj marca la media noche del amenacer. Bogotá, El Nuevo Siglo. PUERTO LIBERTAD UN ERIZO TAN PERFECTO, TAN TRISTE Y FELIZ En el trópico la lluvia llueve distinto. Mejor dicho, suena distinto.Es el "suspiro de las hojas", me dijo un amigo. Entonces hoy y aquí, mientras suspiran las hojas de estos árboles enormes que tienen sus raíces por fuera de la tierra, intento recuperar una a una, otras hojas -364 para ser exacta-; son rectangulares y ligeramente porosas, tienen un lejano perfume a bosque y memoria, y hace poco me transportaron al número 7 de la calle Grenelle de Paris.Comencé a leer "La elegancia del erizo" un domingo de octubre; ese mismo dia, con la dulce nostalgia que produce terminar un viaje maravilloso, subí uno a uno los pisos del edificio donde vivían Paloma y Renée, y llegué a la última página.Pocas veces he leído un libro tan impecable de principio a fin. Fondo y forma, imágenes, lenguaje y alma, tienen una voz tan perfecta, a la vez tan triste y feliz, como el claroscuro de una noche abierta por la luz de las estrellas.Me parece casi falto de pudor literario, atreverme a escribir sobre un libro al que no le falta ni le sobra nada. Nada, excepto las instrucciones pertinentes para que uno, como lector, sepa cómo grabar cada linea, sin opción de olvido, en el disco duro del corazón.Por "La elegancia del erizo" caminan la infancia y la genialidad, la soledad acompañada, la hipocresía de los políticos y la política de los hipócritas; caminan ministros y porteros, los paradigmas de Occidente y el ritmo -casi un dibujo- del espíritu oriental.Y sobre todo ello y todos ellos, flota la intangible presencia de la muerte, la imperiosa fuerza de la vida y la íntima necesidad de cada uno, de ser redimido, asi se muera en el intento.De la mano de Marcel Proust y de Paul Vermer, el arte ("el arte es la vida, pero con otro ritmo") y la literatura, se presentan en el libro como incondicionales aliados de la humanidad. Tan aliados como pueden ser la amistad, la ilusión y el amor, sentimientos que salvan de la soledad y del vacío a los protagonistas creados por la autora del Erizo, Muriel Barbery; ella -francesa nacida en Marruecos en la primavera del 69, y profesora de filosofía en la Universidad de Borgoña- le da a Mozart, a Tolstoi y al cine japonés, la virtud de comportarse como antídotos contra la ausencia y la desesperanza.Dicho sea de paso, tengo una buena noticia: todo parece indicar que lo único irreversible es La Muerte. Así, cón mayúscula. No esas muertes cotidianas de las que se puede regresar, siempre y cuando haya quién nos salve. Pero solos no podemos: se necesitan los amigos, la ilusión del amor, y aprender a sentir esos "paréntesis mágicos que le ponen a uno el corazón al borde del alma porque, fugitiva pero intensamente, una pizca de eternidad ha venido de pronto a fecundar el tiempo."Suspiro. Suspiran los secretos, la esperanza y El erizo. Afuera sigue lloviendo. "Suspiran las hojas", y yo también. Y sí. Sí, Paloma: la vida tiene sentido. gloria arias nietoariasgloria@hotmail.com Soy libre de amarte aun sin tocarte sin verte sin respirar siquiera tus muros ni murmullos. Soy libre de sentir tu calor y tu forma en mi cuerpo y en mi almohada y saber que casi siempre estoy sola y recordar que tantas veces estás lejos. Soy libre de convertir en infinito cada instante y deshojar cuadernos y silencios y dibujar tu voz en mi memoria. Soy libre de abrazarte con el solo indicio de tus ojos y saber que te debo la vida hasta la eternidad Soy libre de ser libre y pintar en un lienzo azul un barco de vela o uno de papel y navegar contigo o anclar en ti. Soy libre porque quiero y te quiero y le puse tu nombre a mi universo amigo amante maestro Afuera se mecen las estrellas del cielo mientras respiran olas de luna las estrellas de mar. PUERTO LIBERTAD - AZUL DE MEDIA NOCHE - 29 julio 2011de Gloria Arias, el Viernes, 5 de agosto de 2011, 18:44El Nuevo SigloBogotá, 29 de julio 2011 PUERTO LIBERTAD AZUL DE MEDIA NOCHE Luego de tres semanas de recorrer otros puertos -cargados de historia, antigüedad, teatro y filosofía- Puerto Libertad vuelve al mar donde vive: un mar alto y montañoso, por donde navegan esperanzas y violencias, progresos y miserias, encuentros y abandonos.Una noche vimos un remolino de olas en contravía: iban y venían empujándose en círculos, del mar adentro hacia los arcos, del fondo hacia la luna, del viento a las rocas; así y viceversa, como si el ritmo tuviera eco, fuerza y desafío. Y pensé que ese remolino azul-de-media-noche, se parecía mucho a la vida. Con esa sensación me subí al auto, y 240 kilómetros después, ya lejos de la costa, comprendí que ese mar no se había quedado atrás: esas imágenes que se ven con los ojos de la piel y del corazón, se meten dentro de uno y se llevan siempre con uno mismo. Mejor dicho, son uno mismo, y por eso uno nunca es el mismo.Hoy, frente a mi portátil, a ocho mil kilómetros de distancia de ese mar y 2600 metros más cerca de las estrellas, siento las olas chocar contra mi ventana, y tal vez mañana encuentre en las copas de los árboles, copos de sal.Doy gracias por esas fuerzas en contravía; por ese torbellino a veces imperceptible y a veces violento; por esas contradicciones cotidianas entre el ser y el deber ser, entre la realidad y lo que pretendemos, entre el caos y la serenidad. Si todo fuera una llanura ancha y amarilla, como esos cultivos de trigo que en algunas partes parecen infinitos, ¿qué nos mantendría vivos y alertas? ¿qué nos obligaría a pensar, a creer y –sobre todo- a dudar?Cuando uno mira a Colombia desde lejos, cuando uno la siente tan nueva frente a las artes, las creencias y las culturas milenarias que han habitado otro continente por los siglos de los siglos; cuando uno la ve tan herida por los conflictos internos, pero tan ajena a lo que fueron las grandes guerras con refugios antiaéreos, bombardeos y ciudades arrasadas por los cazas enemigos, uno comprende que buena parte de nuestros errores se explica por la cantidad de caminos que no hemos recorrido; porque nacimos tarde respecto al otro mundo; porque apenas empezamos a darnos cuenta de la historia y sus memorias; porque heredamos una cantidad de cosas que no sabíamos manejar, y entonces fueron esas cosas las que empezaron a manejarnos, y desde entonces nos ha costado hacernos a imagen y semejanza de nosotros mismos.Fuimos conquistados, colonizados, adoctrinados, y casi todos los “ados” inherentes a las relaciones de dominio. No sé cuántos siglos de atraso nos cueste el haber sido tratados como surtidores de oro, esclavos y maíz. Tal vez muchas cosas serían distintas, si nuestra conversación con el viejo mundo hubiera sido más de aprendizaje que de sumisión, pero de eso, ambos somos responsables.Ya el mundo es uno y es todos; es ancho mas no ajeno. Duele, aplaude, celebra y entierra. Naufraga y resucita. Remolino azul-de-media-noche, latido, tic-tac del cielo, la tierra y el mar. Gloria Arias Nietoariasgloria@hotmail.com Este usuario no tiene textos favoritos por el momento
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