• Amy
Zuzura
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  • País: Chile
 
 Las princesas nacieron para ser fornicadas.Una y otra vez son penetrados sus vestidos.Aquellos sueños de un final feliz se pierden,es que el primer coito los vence.Y lloran ante la sola idea de ser tocadas,porque no es el final que ellas esperaban.Sumidas luego en el placer, dejan de lado su corona de diamantes.Es que con tanta vestimenta en el cuerpono pueden sentir bien.Pechos danzantes, nalgas rozagantes.Se ríen, por fin entienden que son libres.El vivieron por siempre felices se desmorona...Se cayó, se está cayendo, se caerá. Porque no existe la emoción  planificada dentro de la pasión.Las tiaras no sirven, las dejan de lado. Por fin entienden que un orgasmoes mejor que un final planeado.
Princesas
Autor: Amy  317 Lecturas
Recuerdos en el paraísoHabitaron por mucho tiempo con orgullo aquel lugar. Nadie ni nada osaba en pensar quitarles ese sitio en que se vieron eternamente inmortalizados. Para ellos, era estar en el paraíso, uno que sólo pertenecía a dos personas y en que jamás serían efímeros o tristes. Sí, ambos se sentían plenos y lo demostraban descaradamente.Los que a su alrededor pasaban se corroían por la envidia de este par de sujetos. Pero… ¿Para qué pensar en los demás? Si ya tenían todo cuanto deseaban. De la mano y siempre observando sin temor al frente reían con descaro. Todo iba tan bien, por fin eran premiados con la unión y la inmortalidad. No obstante, hasta los inmortales caen de sus altos pedestales.Un horrible día en el paraíso se oyeron gritos que sonaban como truenos y rompieron la paz. No podía ser cierto… Era ella que venía con la férrea decisión de destronarlos de su sagrado lugar. Más fuerte que ningún dios se paró ante ellos furiosa. Los inmortales apretaron aún más sus manos. El miedo de ser separados los embargaba de forma terrible.— ¡Saca esa foto de ese estante ya! ¡No la soporto! — La mujer estaba encolerizada y sus rasgos endurecidos lo evidenciaban más.— ¡Te lo suplico! Es lo único que me queda de él, por favor… ¡No rompas nuestra foto! — Una muchacha joven se trataba de interponer a toda costa entre el retrato y la mujer molesta.— Él ya murió Laura, saca eso por tu bien.La que alguna vez estuvo molesta acarició a la muchacha y algo apenada se retiro de la habitación. Destrozada por las palabras de hace un rato y llena de lágrimas decidió lo impensable. Retiró el retrato de su hermoso marco, lo encerró en un libro viejo acabando así con el paraíso.Ya no estaban en la repisa, pero al menos estaban juntos para la eternidad en un libro. Ese momento seguiría inmortalizado, aunque ya no en el paraíso. Su amor perduraría, nadie lo dudaría ahora.
Recuerdos en el paraíso
Autor: Amy  288 Lecturas
Juliet   Delicada y perdida, Juliet mira a su desgracia. ¡Oh Dios Mío! ¿Por qué no dejo de amarlo? Su triste suplicio seguía en la oscuridad Del odio, nacía su único amor eterno.   Pero mi querida doncella, ¿Observaste? Romeo no es más que un tipo estúpido Dice que por ti haría todo, no obstante Te hace cargar con un amor doloroso.   Juliet, Juliet…   Mi tierna Juliet, no eres más que un despojo Un fantasma lleno de sueños multicolores Rodeados por coronas de flores marchitas. Benditos son los que pueden dormir. Mientras tú, estás condenada a decir adiós.   ¡Qué alguien la libere! ¡Merece vivir! Espada de dulce acero, espada corta carne. Allí estás tú, Juliet, mi desgraciada Juliet. Pequeña e inconsciente de lo que viene, Creyendo que un amor roto te salvará.   No hay perdón ni siquiera para ti.   ¡Qué alguien le diga que es inútil!   Ya es tarde, ella da sus últimos suspiros. La respiración desaparece con el silencio. Es la historia de quien no pudo más, De aquella que sólo lloró lágrimas preciosas. Una muchachita inocente a la que un error El corazón en mil pedazos transformó.
Juliet
Autor: Amy  391 Lecturas
Vestidos de noviaHay muy pocas prendas de vestir que sólo se utilizan una vez. Y entre esas están los vestidos de novia. Reconocidos por su tono blanquecino, los encajes y adornos a juego con la ocasión, son condenados a ser usados una vez y nada más que eso. Alguno de ellos tienen la gran suerte de ser guardados por las felices mujeres que, contemplando con nostalgia ven en ellos los sueños que pudieron o no realizarse. No obstante, otros corren con la mala suerte de ser víctimas de la rabia y la pena. Lo menor que les puede ocurrir es ser olvidados.Hay ex novias que se deshacen de su sotana sin importarles qué le ocurra. No importa que lloran perlas, ni cristales, mucho menos que el color blanco pulcro se tiña de mugre e infamia. Nadie los ve, tampoco los escuchan. Quizás sienten el olor de su olvido, pero fuera de eso, nada más.Yo, cuando iba a tiendas de ropa usada los veía destrozarse en un dolor infinito. Se preguntaban unos a los otros por qué estaban allí. Después de todo, merecían saber el motivo de semejante castigo. Unos decían que el novio tenía una amante, otros hablaban de matrimonio forzado, los menos intuían que el encantamiento del amor había acabado. Tras esa rutina, lloraban desconsolados. En los canastos de ropa sólo se percibía la pena.Un día llegó a la tienda una chica que a todos los vestidos atrajo. Mirada llena de amor, aroma de felicidad constante… Sí, no cabía duda, una futura novia. Para ellos, el siquiera imaginar una segunda oportunidad era algo inconcebible. Sin embargo, en contra de cualquier creencia la muchacha estaba allí. Atónitos, comenzaron a murmurar quién sería el afortunado de salir del cesto de ropa usada y con un simple lavado brillaría nuevamente en una bella ceremonia.Primero la joven tomó un vestido, luego otro y así hasta sacarlos a todos. Aquello era imposible y extraño. Todos tendrían una oportunidad. Ya al momento de pagarlos la dependienta de la tienda no menos impresionada que los vestidos se armó de coraje para preguntarle a la futura novia que haría con todos los vestidos.− Por cada media hora de mi fiesta de matrimonio quiero usar un vestido diferente, porque así siempre seré una novia distinta. Los vestidos representarán cómo existirá más de una oportunidad para amar y perdonar, porque en eso más que nunca tengo fe.Al escuchar eso, los vestidos lloraron perlas y cristales, pero no de tristeza, sino que de dicha. Cada uno era un nuevo comienzo. Ya no significarían el final. Por fin serían felices y si se apolillaban, lo harían dignamente dejando de lado el sufrimiento. Ya nadie podría decirles que eran un horrible recuerdo. Siempre habría una oportunidad más.
Vestidos de novia
Autor: Amy  594 Lecturas

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