• Agustina Sarla
agussar2013
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  • País: Argentina
 
Hoy vengo a hablarles de la calma, de la paz en nuestro interior, pero no cualquier paz, sino la paz compartida con el otro ser. ¿Y qué es la calma para mí? Todavía me cuesta definirla. La calma es ese sentimiento parecido a la felicidad, a la pasión y al amor pero más profundo y perfecto que esos tres. Es eso que inconscientemente todos buscamos de distintas formas. Es eso que nos une y nos desune en su búsqueda. Es el secreto de la propia existencia humana. Es la respuesta a la pregunta ¿Qué nos completa? ¿Quién soy y que misión tengo en esta vida? La calma se logra cuando sentimos volar nuestra alma. Cuando la pasión inunda nuestros sentidos y nos dejamos llevar exclusivamente por ellos. Es el momento justo en el que nos sentimos realizados siendo quienes somos. El momento en el que no buscamos más respuestas. Aquel momento sin tiempo, eterno y compartido. Estoy cada vez más cerca de lograr ese tiempo eterno. Quizás cada palabra es una forma de liberarme. Tal vez encontré mi forma. Tal vez con estas líneas encontré mi calma. El  ser humano busca incesantemente desde el momento de su nacimiento volver a la calma. He llegado a la conclusión de que estamos presos en nosotros mismos y por eso enloquecemos en un mundo que se nos presenta día a día como un gran enigma. No somos capaces de ver las soluciones que nos ofrece este mundo, lo hacemos más complejo y complicado a medida que avanzamos en nuestro afán de vivir mejor. Es loca la idea, vivimos en sociedad y no podríamos vivir sin el otro, pero aun así nos distanciamos unos de otros buscando calma. ¿La calma entonces nos aleja o nos une? El amor cuando es verdadero se traduce en calma para el espíritu.  Buscamos ese otro ser con quien dejar de sentir dolor, con el cual podamos dejar este mundo por un instante y conocer otro universo en el cual solo existe esa persona especial que nos hace sentir diferente. Pero la calma de la cual les hablo es más eterna y profunda que amar. De alguna manera u otra buscamos el contacto, estar unidos. Pero cuando miro a mi alrededor veo desigualdad, guerra, soledad. No me puedo diferenciar del otro porque me une la soledad.    ¿Por qué entonces si todos buscamos que nos amen y amar, porque si buscamos la felicidad, la paz, porque si buscamos la calma, el mundo está dividido, fraccionado en almas llenas de oscuridad y solitarias? Buscamos lazos, sonrisas, abrazos, buscamos pero no encontramos lo más importante, a nosotros mismos. Millones de personas en el mundo y nos sentimos solos, desprotegidos. Nuestro suelo cambia a cada instante, nos sentimos en peligro. Quizás y solo quizás cada acto nos acerque a la calma. Aun así el miedo a lo desconocido nos hace hostiles. Tan hostiles e insensibles que buscamos en lo material llenar el vacío que nos deja la falta de otro ser humano.   Creo haber encontrado la calma. Entendí que  la calma es lo que nos acerca, lo que nos hace disfrutar, aquello que nos une y nos apasiona de maneras diferentes, con lenguajes diversos, aquello que nos hace idénticos. La calma es el otro en mí, la forma en que me hace parte de su mundo, lo comparte conmigo y viceversa.
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La puerta del cielo
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