• Alejandro Monteaguo
Alejandro Monteagudo
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Una voz serena y segura hablabaDesde detrás de una sonrisa acerosaContando a una joven muchachaUna anécdota que juzgo curiosa.Una flor creció en mi jardín,Si la había plantado no lo recordabaQuizás creció sencillamente allíUna flor creció al pie de mi ventana.Sin embargo la regué,La observé mientras crecía,La protegí y la cuidéY pensé que me pertenecía.Y un día trepó,Escaló con sus nudosos brazos de madera,Con sus centenares de hojas abiertas al solSe elevó como buscando la luz de las estrellas.Pero la flor trepaba en pos de mi ventana.Y reptaban las ramas por mi alcobaY me inundaban con su olor, algo melifluoUn olor que me seguía y casi me enamora.Era la caricia silvestre de las hojas tiernas,Al despertar la luz del sol y el rocío sobre sus pétalosY al acostarme el viento susurrando palabras zalameras.Era un mundo de fragancias y tactos suaves, casi sentimentales.Mas creció y crecióHasta que sus toscas ramas entorpecieron mis pasosSu pegajoso olor casi me ahogóY sus caricias aterciopeladas se me atragantaron.Así, corté algunas de sus ramasY arranqué algunas de sus floresColocándolas mientras llorabanSobre repisas en espléndidos jarrones.Era mía y la domé.Por eso hay madera desnuda envolviendo mi ventana,Por eso me abrazan aún en sueños sus ramas muertas,Por eso llevo extinta una flor en la solapaY hay en mi jardín una planta triste, yerta y seca.Y la dama se alejó sin comprender la historiaY el caballero de la flor muerta deambulo por la mascaradaTomado por una extravagancia pueril e irrisoriaEn mitad del mar de sonrisas cinceladas.(31/05/12)
Sopla el acero dulce Sopla el acero dulce, Sabor a libertad y mujer, Notas que casi sufren En las sombras del atardecer. No necesito sombras de olivo Si siento tu mirada mía, No necesito siquiera un destino Bajo el abrazo de tu luna fría. Mas sin ti, Atenea, Madre, sombra, alma, Mujer que me velas, Mujer que llora y reza. Sin ti Atenea no hay mañana, No hay poeta, Sólo quebrada saeta, Sólo promesa rasgada. Pero tú sopla el metal, Persigue tus propias lunas Aullando a la noche ancestral Y sin embargo, escucha Al que llora desgracia trivial, Y quizás libres el alma de la póstuma laguna.(19/11/12)

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