Capítulo 0. La joven hechicera La oscuridad de la habitación tan solo se desvanece por la luz que ofrecen las lámparas ubicadas en las mesas a los lados de la cama, donde se encuentra acostado el Rey Al lado de la cama, Elisa abraza y consuela a la princesa Nohemí. Dayanna lamenta la grave enfermedad que padece el Rey. Hace un mes que sus energías le abandonaron y enfermó gravemente. Desde ese entonces no ha vuelto a despertar. Los médicos del reino no han podido encontrar explicación alguna a esto. En cambio, Dayanna presiente que se trata de algo más que una simple enfermedad. Por otro lado está Nohemí, siendo la única hija de los reyes, es la heredera al trono. Pero tan solo tiene 16 años, y los Jefes de las cinco grandes ciudades están preocupados por el futuro del Reino de Solland. Si el Rey muere, no dudarán mucho en querer arrebatarle el reino a una inexperta jovencita. Dayanna carraspea un poco para hacer notar su presencia en la habitación. Elisa se gira y la ve. La joven percibe su sorpresa de verle allí. Elisa deja a Nohemí sentada al lado de su padre y camina hacia ella, invitándola a salir de la habitación.- ¿Por qué estás aquí? –Pregunta Elisa. Dayanna siente una actitud de reprimenda hacia ella.- Solo quería saber cómo estaba el Rey –contesta defendiéndose.- Ya ves… Sigue igual… -dijo Elisa bajando la mirada.- ¡No tenías que venir! –le dice en voz baja.- Sabes que no quiero que estés dentro del Castillo.- ¡Jamás usaría mis poderes para hacerle daño al Rey o a la princesa!- ¡Eso díselo al mago que hechizó a mi tío! –le reprocha Elisa manteniendo la voz baja.- No vine aquí a hablar de eso Elisa… ¿Lo has pensado? –Pregunta Dayanna. La expresión del rostro de Elisa cambia. -La búsqueda de esos objetos solo traerá problemas.- Y la muerte del Rey también los traerá. Y serán peores. Elisa aún no parece convencida de buscar los cinco objetos mágicos. Pero son la única esperanza de salvar al Rey.- ¡Maldición! -exclama Elisa- ¿Dónde debemos comenzar a buscar?- En Selene. –responde Dayanna. La ubicación de los objetos mágicos es desconocida por todos en el reino a excepción del mismísimo Rey. Solo a él le está permitido conocer donde se encuentran los objetos. Pero habiendo tenido una madre hechicera, Dayanna tiene ciertos conocimientos sobre el paradero de los mismos. Su madre le contó que los cinco objetos fueron creados cuando los magos aún gobernaban Solland, poco antes de la guerra de los 10 años. Justamente la creación de esos objetos propició la guerra que acabó con la mayoría de los de su especie. Los hombres sabiendo de su poder y peligro, decidieron esconderlos por todo el reino. Dayanna y Elisa acuerdan encontrarse más tarde ese mismo día.3 horas después.- Aprovechando que nadie te conoce en la ciudad de Selene podrás buscar el Libro de Conjuros sin que nadie sospeche. Debes actuar con cautela. ¿De verdad crees que uno de los Jefes de ciudad está detrás del hechizo de mi tío? –pregunta Elisa.- Sí. –se limita a responder Dayanna mirándole a los ojos. Es la mirada de Dayanna la que convence a Elisa de que le habla con la verdad. No termina de fiarse de ella, pero Dayanna le parece una persona muy diferente a lo que le inculcaron desde niña. A los niños se les enseña que los magos y hechiceras son personas despreciables y viles que solo desean caos y sufrimiento para los humanos. Y Elisa no les culpa. Luego del gran exterminio, los humanos no podemos esperar menos. Sin embargo se encuentra allí, en un callejón hablando a solas con una hechicera. Apareció una semana después de que su tío enfermara, a través de una nota donde le decía que su tío no había enfermado, sino que había sido hechizado por magos. Asimismo, en la nota le pedía un encuentro a solas. Elisa accedió al encuentro y Dayanna le contó el motivo de sus sospechas. Tomando en cuenta que todo mago o hechicera conocida es encarcelado, y posteriormente quemado vivo, Elisa le dio un voto de confianza a Dayanna ante su sinceridad.- Partiré pasado mañana entonces. –Dice Elisa.- ¿Tú que harás?- Me quedaré aquí en la capital investigando la posible ubicación de los demás objetos.- Dejaré a Nohemí sola… -dice Elisa preocupada.- Cuidaré de ella.- Ella tiene quien la cuide –contesta tajante Elisa. – No quiero que te acerques al Castillo.- ¿Aún no confías en mí, cierto?- La verdad, no. ¿Por qué no eres tú quien busca los objetos mientras yo me quedo aquí al lado de Nohemí y mi tío?- No puedo ir a Selene, hay unas personas que podrían reconocerme y acusarme.- ¿Acusarte? ¿Qué hiciste?- Nacer hechicera.Elisa no supo que responder.- Debo irme, tengo hambre. –Dijo Dayanna repentinamente.- Habla con Nohemí sobre tu viaje, pero no le cuentes todo.- Está bien –se limitó a contestar Elisa, todavía sorprendida por el repentino apetito de la joven hechicera. Dicho esto, Dayanna dio la vuelta y se alejó por el camino quejándose de los gruñidos de su estómago, no sin antes decir unas últimas palabras.- Elisa, no me acercaré a Nohemí. Tienes mi palabra. Busca el Libro de Conjuros y tráelo. No las dejaré sola con esto. Elisa regresó al Castillo preguntándose por qué una hechicera quiere ayudar a los hombres, aquellos que barrieron a su estirpe de la faz de la Tierra. Elisa no estaba segura de lo que hacía, pero Dayanna le ofreció algo que más nadie en el Reino le había ofrecido.Esperanza.