Por un momento lo dudo pero al notar que lo único que realmente quería era estar ahí tomo la maleta en su mano y la lanzo al sofá sin cuidado. Estaba realmente en el lugar donde siempre había querido y recién lo notaba, estuvo a punto de dejarlo todo y de pronto se encontró con algo contra lo que esta vez no podía argumentar. No hay como discutir con la realidad pensó, pero qué más da, es solo un lugar y si aquí me quedo aquí he de morir. Tomó de nuevo su maleta, esta vez la sintió mucho más ligera, abrió la puerta y cruzo su umbral viendo ya sin nostalgia el acero empotrado y envejecido por los años, no quería terminar así, no ahí. Cerró la puerta y se marchó, sin pena, sin miedo, sin nada. Las gotas bajaban a su encuentro con el techo desnudo y corrompido, gotas mediocres, sin fuerza ni ganas de bajar. Siguió caminando y a lo lejos un letrero empolvado le anunciaba su cercanía pero no sintió ningún alivio, no era la primera vez que un día así le jugaba un mala pasada ya pasará solo conversa con ella y finge que de algún modo la encuentras interesante dale lo que todas quieren y te vas, cortesito y educadito, todo un hombrecito como te decía la tía Cristina, todo un hombrecito. Antes de entrar realizo una inspección de rutina, billetera, zapatos lustrados, pelo pegadito al cráneo huesudo, llaves, perfecto. Daría todo eso por no tener que entrar pensó, pero ya estás aquí así que se envalentono y empujo a sus piernas, las cuales se resistieron fuertemente pero al fin cedieron, el poder de la mente, la mente y su poder. La vio sentada finita ella, tan linda, tan sonriente, tan vacía, tan tonta, tan absurda y tan nada… cállate, concéntrate. Hola, como estas, soy Hugo, hola Hugo, Claudia, mucho gusto. - Disculpa por la demora, todo el estacionamiento estaba lleno-. Mis manos sudaban un poco y francamente debo decir que estaba viendo a otros lados en busca de algo que llamara mi atención. - No te preocupes, llevo menos tiempo sentada del que estamos sentados - dijo ella – Igual y aquí adentro hace más calor en cambio afuera estaba muy frió – sonrió, porque lo hacía, todas lo hacen y ciertamente lo encuentro desagradable, no podría escupirme o patearme, todos tan iguales.