Una sensación un tanto extraña. Algo que a veces te da un subidón de adrenalina, y otras, es como si estuvieras con una resaca perpetua. Es… Es extraño. Subes, bajas, te aceleras, te chocas, te recuperas, pero, de nuevo, te vuelves a chocar.Y de fondo se escucha una melodía. Esa melodía puede ser lo más melancólica del mundo, pero, a ti no te lo parece tanto, de hecho, a veces es incluso bonita. Pero sigue siendo una sensación extraña. Me calmo, reflexiono y todo mi alrededor es un eterno desastre. Tengo que limpiar, me digo, sólo por no ver los restos de ceniza de tabaco que están por toda mi habitación. Pero no tengo fuerzas, no sé, son tantos restos… Y tengo tan poca fuerza… Quiero, pretendo, tengo intenciones de hacerlo, lo que no sé es cuando. Cuándo será el momento, la circunstancia, el instante en el que tendré ganas. Y sonrío, y me busco metas, y hago planes, y los cuelgo en un corcho. Les pongo un título, como por ejemplo, propósitos, pero es, no sé, es extraño. Por que de repente esa melodía vuelve a sonar, y no es por que me haya dejado encendida la radio. Está en mi cabeza, en mi triste corazón. Y mientras, volteo la cabeza y miro de nuevo mi gran habitación. Está decidido, mañana lo ordenaré, tal vez, con un poco de suerte, también pueda ordenar mi sensación extraña, mi melodía, mi triste corazón.