"Ser poeta es vivir con el corazón medio quebrado y medio alebrestado todo el tiempo. Llorar con las maravillas del mar y soñar con los recuerdos del mañana que aun viene llegando, deprisa y al paso de la esperanza. Ser poeta es nacer con quebranto, es vivir con alegría y morir en paz finalmente, pues hasta los huesos conocieron cada sentimiento en forma de sollozo y carcajadas. Ser poeta es pintar con el corazón más que con tinta y con versos, manchar los párpados con lágrimas y crear un profundo cuadro de colores o sin ellos. Amar tus sentimientos y detestarlos como cuando se llora de alegría y se ríe de vergüenza cuando uno se mira en el espejo y ve la grandeza mezclada tan finamente con torpeza, como perfectamente dibujada la imperfección que se nos da a los que vivimos una historia en cada palabra de un poema. No se busca la inspiración, ni se invoca como cuando se invoca una maldición o se pide bendición, se vomita inspiración como una intoxicación del corazón, deseando con intensidad desaparecerla a la mayor prontitud desde lo dentro de cada rincón, pero dejándola en un cualquier sitio para después admirar, reír o empapar de nuevo el camino marcado de las mejillas y sus viejas carreteras de humedad. Ser lo que escribes y vivir toda una vida en cada línea, soñar con ser mil distintas profesiones ajenas a las letras dolorosas y pizpiretas, atrevidas, apasionantes, pero mayor que lo anterior, sobretodo, profundas, agudas y penetrantes. Como un defecto con el que se nace teniendo un pequeño alfiler al lado de tal cosa que llaman corazón, queriéndose librar de tal esclavitud pero sobreviviendo por ser ésta fiel y pronta, como siendo nuestro dueño y nuestro mayordomo, tal servidumbre solo se haya en el arte y pasión de soñar, llorar y vivir con la poesía." -Jair García-