Me hiciste creer en el amorme diste fuerzas para seguirno me dejaste caer, me tomasteen tus brazos con amor.Me dijiste que todo iba a salirbien, aun así estuviéramos enmedio de una tormenta, me dijisteque no todo estaba perdido.Me dijiste que no tuviera miedo,que solo se llega a la meta si setiene la fuerza, convicción, elquerer y el poder.Me recordaste una y otra vez,que los problemas me hacíancrecer y que todo tiene solución, y es tan lindo Deletrear tu nombre.Perdón si en algún momento falle,Espero que nunca rompas este corazón,¿Dolor? No existe si tú existesRencor, ¿a quien? Si solo tú importas¿Odio? en mi corazón ya no hayEspacio para eso, todo en mí, eres tú.

<< Dal al tonto mil inteligencias y sólo querrá la suya >>, dice un proverbio árabe. Comenzamos a plantar el jardín de nuestra vida y, cuando miramos al lado, reparamos en que el vecino está ahí, espiando. Él es incapaz de hacer nada, pero le gusta ofrecer ocurrencias disparatadas sobre cómo sembramos nuestras acciones, plantamos nuestros pensamientos, regamos nuestras conquistas.Si prestamos atención a lo que él dice, acabamos trabajando para él y el jardín de nuestra vida será idea del vecino. Acabaremos olvidando la tierra cultivada con tanto sudor, fertilizada por tantas bendiciones. Olvidaremos que cada centímetro de tierra tiene sus misterios y sólo la paciente mano del jardinero puede descifrarlos. No vamos a prestar atención al sol, a la lluvia y a las estaciones... para centrarnos sólo en esa cabeza que nos espía por encima de la cerca.El tonto al que le encanta ofrecernos opiniones disparatadas sobre nuestro jardín nunca cuida sus plantas.