Puedo ver a través de la oscuridad de mi habitación, las cortinas susurran, tú dices que bailan, pero solo se abrazan por sus cinturas mágicas, el gato al fin se durmió, ha tirado mis braguitas al suelo, sacas tus largas piernas para recogerlas, te pido que las huelas y no quieres hacerlo, prefieres bajar a la cocina y te vienes con una botella de ron, una noche más borrachos hasta el amanecer, házme el amor, pero tu pene no se revuelve contra si mismo, dices que no puedes, oigo tu garganta como traga el alcohol, me abrazo a mi misma, siempre me gustaron mis senos, a veces me los beso cuando estoy sola en ese pequeño rincón, que es de los dos, pero no es tuyo, abro las piernas para que busque tu mano en mi ojo ciego, pero ya es muy tarde, las nubes de tormenta se esparcen en tu cielo de cristal, no vas a beber más, no me vas a beber más y afrontas la madrugada abrazando a tus sueños de sibarita de la tercera edad, me beso los senos, los senos son lo más suave que poseo, ni la lengua es tan suave como ellos, no tengo un Lamgurghini, no poseo una 500, ni una bonita casa con piscina, pero a veces tú te amorras a mis tetas y si te vieran tus padres creerían que te hago magia negra y que te has vuelto loco, quieres mi cuerpo como deseas que el River le meta tres al Boca... y yo soy tu Boca particular, me goleas en noches de guerra, me seduces en noches de paz, nuestra intimidad es una carta cerrada que nos sabemos línea por línea, nuestras manos siempre están encaradas, no buscan otros espacios, todo se nos ha quedado pequeño, la otra porción del mundo se ha varado demasiado lejos y no tenemos ánimos para ir a buscarla, ya no la veremos más, mete tu mano en mi sonrisa de abajo que por ti se ensancha, deja que los dedos se acuesten sobre mi vagina mojada, es solo amor, solo placer, el dulce brindis por un amanecer azul, antes de dormirte no te olvides de entrar en mí y dejar todo lo tuyo hasta la última gota, esas son las noches que sé que no olvidaré, el gato duerme panzón, dejaste mis braguitas sobre tu barriga hinchada y se mueven al compás de ese sueño inestable que niega que seas feliz, acaricio esa perilla incipiente que te nace, antes de dormirte del todo no olvides darme tu regalo, ese pene que ahora duerme no puede abrazarse a Morfeo sin soltar una última vez su voluntad licuada en la ruta que lleva a mi infierno particular, cojo tus manos de tornero y las pongo sobre mis senos varados, tan quietos, noto su frialdad, porque eres de lo que no aman, tan solo cazan y una vez cumplido su trabajo como lo hace el mastín del señor, desaparecen entre el los pliegues de la insensibilidad, recuerdo amantes mejores, mares más profundos, cielos inacabables, recuerdo noches en que alguien hizo magia sobre mí, pasados los años, solo pido un poquito para ser feliz hasta que la madrugad despierte mi desazón habitual: puedo ver a través de la oscuridad de mi habitación, mientras tu leche se ha secado entre mi vello revuelto.