En esa oscuridad se escucha aquel ruido, un sonido tenue que acaricia mi curiosidad mezclando sensaciones, cambiando la escala que recorre mis pensamientos de un ardiente metálico de nombre “soy” hasta un perfecto monocromo llamado “más”, transmutando esa tonalidad que se dispersa por la gama de mi cabeza, “deseo”, “liberación”, “onírico”, “ilusorio”, “locura”, “explosión”. Todavía puedo pensar a través de la mancha que no se tiñe, mi yo. Y meditándolo bien no es un ruido, es una ráfaga que distorsiona la realidad de mi juicio, una ráfaga que se enciende como disparos, bang bang, tomando por sorpresa la oscuridad que la vio nacer. Mi mente se ilumina y cambia de sesión, despertando la poesía que creía falsa, la poesía de mi interior, reclamando imágenes que me hacen sonreír, nunca de perversión, nunca sin sentido, sonrío como la primera vez que pude sonreír, sin miedo, sin vergüenza, sin cavilaciones, sin bien ni mal. Pero las visiones entran como una cascada, mmm, y a la vez no, mmm, digamos una cascada galáctica, de donde las estrellas caen de formas increíbles, no descritas, bajan y suben al mismo tiempo, así de esa manera, en un flash, aparecen mirándome, reflejando mi aspecto en sus pupilas. Un parpadeo del lado oscuro, mi lado oscuro, mis ojos imaginarios. Así, fluyendo con la marea de mi percepción, comprendo lo que quiero decirme, veo el espectro completo sintáctico y semántico, comprendo las formas y ritmos de este tipo de poesía pura y a la vez temida, mirando en mi interior, a lo lejos y al mismo tiempo, que aquellas imágenes tiemblan en secuencia. Al cerrar esos ojos aparezco en la tarima, visualizo las caras sin rostro pero expectativas, solo una demasiado familiar, que tiene mis ojos, mi boca y mis gestos, me provoca capricho. Siento mi cuerpo y descubro que mi piel roza con el aire, haciendo sonrojar cada una de sus corrientes, y siendo un espectador más y a la vez el centro de atención al fondo del escenario me aventuro a probar esas imágenes que antes me recorrían y llego a fundirme en un baile que proviene de la incitación de la música hacia mi instinto, con mi cuerpo al descubierto. Transpiro deseo, olfateo el aire alrededor de la danza y siento venir el indiscutible aroma del choque de la liberación con la prohibición, ambas propias, se rompe el pudor de mi nombre. Tras la mirada de los espectadores no hay nada, realmente no importa, solo la mirada de mis ojos, los sonidos de mi boca, la impaciencia de mis dedos y el olor de mis pensamientos, que llegan de la mesa que atraviesa el lugar, la mesa con mejor vista, mi mesa, son los que realmente me dan ese placer del vals que me había negado, aún en sueños. De pronto después de aquella sensación me permito abrir los ojos, solo hasta entonces, después de sentir la plenitud del deseo hecho realidad, aún cuando fue en sueños, tener dentro de mí los recuerdos a flor de piel de la aceptación de ese deseo, despertando al día y no al revés, después de lo que para mí fue el sueño nudista, me sorprendo de vuelta en la tierra de mi ser… Te conocí de nuevo, sin importar que fueran escasos minutos,sin tomar en cuenta esas cien palabras, los alegres parpadeos,el sol que no nacía y tu mágica sonrisa. Te encontré por tercera vez, sin reclamos, sin ideas, esperando conocer aquel rostro familiar que gritaban tus recuerdos.Te miré a los ojos y encontré palabras en tus pestañas,escritas aquella vez en el regalo más preciado,y quién supiera que lo hiciste tan especial. Tu tierna mirada cautivó el último poema ya casi olvidado,perdido entre sus propias cenizas que aún viajan en el viento. Abracé entonces tu presencia como un sueño y desperté,con la certeza de haberte escuchado susurrar,de cuatro ocasiones, tres veces conocernos... Este usuario no tiene textos favoritos por el momento
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