Prólogo Todo tiene un comienzo y este es el de mi historia. Aire con sabor a pólvora, gritos con forma de dolor, Cuerpos ensangrentados y mutilados que se escuchan desde lejos. Lamentos fríos a mi tacto, el susurro de una niña que parece ciega de su alrededor. Comencemos con las cosas muy claras, tú te vas a morir. Sí, tú, el mismo que está leyendo esta historia, este tema te podrá asustar, pero una que otra vez es bueno recodártelo, especialmente para que no te asustes cuando te visite. Es una alegría saber que hay personas que todavía me estiman, recuerdo a Casona, me trata de Peregrina, pues lo soy, y porque no, esa tal Teresa de Ávila, me llama de amiga, y en verdad lo fuimos. Algunos me llaman a gritos…otros tratan de huir aunque estén postrados en una cama, lo siento soy así y debes aceptarme, nunca pude sonreír, bueno nunca hasta que la encontré a ella. Ya debes andar medio asustadillo, y yo ni me presento, ni te cuento quien es ella, pues no lo haré. Lo verás a lo largo de mi historia, si es que no te quedas dormido, o peor aun me tengo que pasar a darte una visita. No te preocupes es solo un toque, bueno, no te asusto más, no va a pasar nada. Mientras ando por tu mundo algunas veces siento pena y hasta cansancio. Viajó por algunas latitudes y esos que tú llamas hermanos no paran de darme trabajo. Injusticia, para mí, no lo creo…pero ver esos chiquillos anhelantes de vida y tener que llevármelos a montones es una lástima, una injusticia. No quiero más rodeos, pues ya estarás pensando que soy medio complicada. La historia que te voy a relatar es sobre ella, una chiquilla con cuerpo de niña, pero ojos cansados por la injusticia, por la furia de unos hombres que ella llamaba hermanos de patria, sin embargo entre sus labios siempre había un susurro, un cuento para relatar, entre sus dedos mientras su pluma creaba garabatos, la memoria de muchos permanecía viva. Con ella y su historia me he dado cuenta que tu, y la existencia humana, tenéis sentido y valéis la pena.