A ti, mi viejo amor: Una vez fue cuando te encontré, tú allí quizás esperando un amor. Yo sin afán como un soñador. Tu mirada atrajo la mía, y la mía hasta ti cadenciosa divagó. Te juro, no fue nada más que miedo. Era inútil batallar contra aquella mirada soñadora, esa caricia encantadora. Seductora la terneza de tu mano y yo, yo no quería enamorarme, cual liberto pajarillo joven deseaba volar, y te confieso de ti escapar. Mas extenuado y sutil como lince me quedé, a ti, sin fuerzas me entregué, hasta ti a tu lenta llegada suave y con prisa a la vez, como el sutil rocío fresco de la lluvia matutina que se alza en altamar, y así entonces, comenzó el sueño más hermoso. Parece que fue ayer cuando te tuve y yo aquí sigo soñando, tú a mi lado y yo al tuyo, yo aspirando tibio aliento entre el aroma de tu piel, tú cobijada bajo el manto de tu primer ilusión. Mientras mis labios intentan decirte te amo a tus húmedas mejillas desfachatadas. Pero hoy me despierto tu ya no estás aquí, al despertar miro y eres madre, tu amada pasión dio al fruto amado una bebe, la más sublime caricia de una mujer. Me despierto y me doy cuenta que hace lunas tu ya no estás, y hoy te confieso, te amo a ti, mi viejo amor. Jeshua