• Charlie Orchard
Charlie Orchard
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¿Y si dejamos que tu aliento y el mío se vayan conociendo un poco más? Vamos, ¿Qué es lo peor que podría pasar? No te pido mucho, sólo un poco de soledad. No para ti y para mí, no ¡que va! Sólo para nuestros alientos. Yo siento que quieren estar un rato a solas, vamos dejándolos. Prometo vigilar el mío, para que no le haga nada malo al tuyo.                 Es más, vamos poniendo las reglas del juego. No dejaré que mi aliento se acerque al tuyo. Sólo quiero que los pongamos en un espacio a solas, donde tu respiración pueda escuchar la mía. No es necesario que se conecten, no te preocupes. Sólo quiero que tu boca escuche lo que la mía tiene para decir.                 Eso sí, no te prometo que mis labios digan pocas cosas. Tampoco te prometo no hacer demasiadas preguntas. Una vez que mi boca empiece a hablar ya no podré pararla, es ese tu riesgo. Pero, te lo repito una vez más, no te preocupes. Soy un hombre de palabra. Mis labios no obligarán a los tuyos a danzar. Entiende que no quiero que me respondas, sólo quiero que me escuches.                 Quizá eres de esas personas que aún no confías en mí y que sientes que algo extraño está pasando y por eso sigues leyendo. En ese caso, quiero pedirte un favor. No leas más. Quédate ahí donde estás y deja de ponerme atención. Mi corazón es débil y, desgraciadamente, también es muy sincero. Cuando escribo no tengo otra opción que decir la verdad. Por favor, deja de leer, o llegarás al fondo de mi secreto. Mejor concéntrate en otra cosa. Mírame en tus recuerdos, o piensa en la última vez que estuve junto a ti, pero por favor, para ya con la lectura.                 ¿Listo? ¿Has dejado ya de leer? ¿Pudiste vencer tu curiosidad?                 Un momento… ¿Por qué has llegado hasta aquí? Si te dije que no lo hicieras ¿Será que ya lo sentiste? ¿Has descubierto ya que mis palabras son solo una distracción? ¿Notaste al fin que me estoy robando tu corazón? ¡No puede ser! Esperaba que no lo sintieras. Es que… yo no noté cuando fue que te llevaste el mío. Yo no me di cuenta. Creí que tú tampoco verías la cadena de plata con la que tiro de tu pecho.                 Pero bueno, si has llegado a este punto ya no tengo opción. Tendré que besarte. Sé que prometí que mi aliento no se metería con el tuyo, pero ¡oye! Fuiste tú la que comenzó a jugar sucio cuando me miraste de esa manera. Ahora de castigo te daré un beso y haré que cierres los ojos y también los oídos. No podrás respirar nada más que mi perfume y no podrás sentir nada más que mis labios en los tuyos. He ahí tu condena.                 Pero no te angusties, no soy tan malo. No te tendré así para siempre. Sólo dame un poco de tiempo y te soltaré, y una vez que lo haga tus ojos podrán volver a mirar el cielo, y tus manos podrán volver a tocar la hierba. Podrás oler de nuevo las rosas y escuchar otra vez el canto de los pájaros. Podrás tocar y ser tocada por quien quieras. Sólo permite al menos, antes de que te tengas que ir de este sueño literario mío, que así como te tengo, justo donde quiero, poniéndome toda tu atención, que te diga un real y verdadero “te quiero”.
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