Desgraciadamente vienes a mí y lo traes todo contigo. No puedes llegar libre y entregarte; no, no puedes hacerlo. El pasado hunde tus ilusiones, te tortura la mirada y las caricias de tus manos se malmeten por el temblor. Vienes con la carga de cada uno de los fracasos y el miedo que ello comporta. ¿Y quién no lo hace? Cuando tú y yo nos damos y dejamos que nuestros penes duerman juntos igualmente lo hacen familiares, amigos, enemigos, historias extrañas, traumas y pesadillas. Y también los momentos de felicidad que tuvo cada uno de nosotros dos. Es triste que la edad se amargue con los años y que los ojos ya no sepan mirar de manera tan limpia. Frustra un poco Manuel, que las historias anteriores condicionen, hagan que nuestra propia historia surja a la luz herida y cargada de dudas. 
Créeme cuando te digo: Te amo.
No sé si debes creerme cuando añado: Te amo mucho.