El viento desnudaba los àrboles mientras tu mano arqueaba mi cintura. Dos palomas se apareaban en el tejado rojo. Cuàntos siglos de silencios golpeándome el pecho, y el desgarro del himen, una vez, hace tiempo. Y ese sabor a nada.El niño de ojos grises nos miraba, curioso. Una anciana con su paso cansino golpeaba el bastòn en el empedrado sucio de hojarascas. El ocaso alargaba las paredes de la vieja iglesia. Tengo frìo.
Caminamos hacia ninguna parte, abrazados. Pero mi sombra ya no me acompañaba, se había ido, quièn sabe a dònde.
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Gustavo Adolfo Vaca Narvaja
Felicitaciones
María Ester Rinaldi
un fuerte abrazo.
Juan Pablo Pites
María Ester Rinaldi
Gracias, un abrazo.
LUZMA54
Que bonito es leerte.... gracias por compartir tus letras
Abrazo
María Ester Rinaldi
Otro abrazo para tí, cuídate mucho, querida amiga.
luna austral
María Ester Rinaldi
Marìa Vallejo D.-
Terminó un sentimiento que fue el primero en estrenar física, moral y espiritualmente un ser que ahora sigue sin tener un horizonte donde dirigir ese ha acabado sentir. (Es lo que capto en tus letras)
Me gusta como manejas el ocaso en tu texto.
Abrazoss
María Ester Rinaldi
Gracias, y què bueno es que siempre estès por acà, es un placer inmenso tenerte como lectora, otro abrazo!
Guillermo Capece
una mujer que camina acompañada pero sola, ni siquiera su sombra.
"Y ese sabor a nada", "tengo frio".
Recuerdos de un primer amor, hace ya tiempo. Parece que el personaje tiene una imposibilidad de amar (o no, quizas solamente de sentir sexualmente a su pareja, pero no de amar...)
Espero no haberme equivocado. El poema es maravilloso; mis felicitaciones.
Guillermo
María Ester Rinaldi
Gracias por entender, y por tu presencia, siempre bienvenida, un abrazo fuerte.
Elvia Gonzalez
María Ester Rinaldi