“Mi nombre carga mi pasado
se agazapa tembloroso ante el presente
y las fuerzas ha perdido, para abrazar el futuro.
Tan manso, tan tímido, tan trémulo, siempre fué,
que muchos lo creyeron tonto,
y sin piedad lo golpearon, hasta verlo en el suelo tendido
sangrando consciente, la herida tatuando.
Activa la conciencia, escarchado el tiempo,
en la burla latente, de mil veces haber sido un juego,
de decisiones erradas, comandadas por un corazón
nocivamente iluso.
Olvida la luna, el diamante de sus acuarelas
aquellas con las que pinta, esas sombras que yo amo.
Y me mira, preocupada, me mira.
Ha visto mis ojos, y en ellos, el destierro pausado
de todos mis anhelos perdidos, de oportunidades resquebrajadas.
Como juez severo, mi nombre me observa,
y avergonzado a la cara me arroja,
devastadores saldos en rojo.
Ni una tan larga lágrima,
de casi cuatro décadas de longitud ha bastado,
para mitigar su desilusión
para amansar su desconcierto.
 
 Quédate en paz, nombre mio,
que he de cambiar te prometo.
¡Ahora toma tu espada!
que yo ya estoy de rodillas
¡Y bautízame con un nuevo nombre!
Forjado desde ésta bruma
salpicado con mis sueños muertos…
Por si acaso no lo sabías…
ya no quiero llamarme
Fracaso.”
 
                                                                                     Lorena Mercedes