Te había extrañado entre mis páginas, Elvia, el dulzor de tus palabras y las caricias de tus conceptos.
Cuanto concluyes es mi sentido, porque vivo un instante en donde gire yo dónde gire, la dicha está presente.
Dentro de esas dichas se encuentra tu asomo.
Cariños.

Agregar más riqueza al brillo de tus palabras sería cómo buscar más dulzor en los bombones de chocolate... o pretender encontrar en otra nación mujeres más hermosas que las argentinas.
Mis gracias y todo, todo mi cariño.

Ciertamente, Samont, en alguna forma soy un ladrón que se ha robado esta significativa frase que -- como bien dices -- Mercedes Sosa grabó y cantó con su maravillosa voz, logrando dar a tan maravillosa creación una importancia aun mayor. No obstante, querido amigo, no fue ésta melodía su invención, pues letra y composición pertenecen a la magnánima Violeta Parra, poetisa, compositora chilena, hermana del ilustre Nicanor, también digno versista y escritor.
El hecho de haber tomado estas letras y usarlas para encabezar mi humilde composición fue a causa que ellas -- las palabras --
interpretaban perfectamente mi intención, ya que, al igual que Violeta, en mi caso tengo mucho que agradecer a la vida.
Leyéndonos estaremos. Hasta pronto.

Jamás espero menos en las interpretaciones que le otorgas a mis manifestaciones, María, porque a lo largo de esta especial amistad que nos une uno logra instalarse dentro de una afinidad que en definitiva se traduce en confianza.
Gracias por ser mi amiga.

Me sucede, mi querida Lucy, que en el último tiempo me invaden hermosos sentimientos de gratitud por todo cuánto he vivido; los buenos y malos momentos, porque han sido "mis " momentos, los que han dado sentido a éste existir entretenido, placentero, sufrido y experimentado, tan lleno de sabrosos recuerdos, de invaluables conocimientos y de proximidad hacia otros entes iguales y mejores que yo.
Por eso, Lucy, decir ¡Gracias a la vida! aun es poco.
Y, también, debo agradecer infinitamente a este espacio que me permite constantemente hacer público mi sentir.
Tu amistad y tus palabras son para mi una panacea.
Besos.

El tenor de tus palabras aparenta ser sencillo, sin embargo, no puedo negar que el contexto en ellas cala profundamente en mi ser, porque, en honor a la verdad, me siento muy interpretado y he de agradecerlo.
Mentiría si dijera que ésta ha sido una filosofía que he aplicado durante toda mi vida, pues si no he sido un truhan, tampoco he sido un santo, pero lo que estoy en condiciones de aseverar contra toda equivocación es que en la etapa de años que ahora me encuentro puedo trazar la raya sumatoria confiadamente porque el resultado es positivo.
De nuevo os doy las gracias y también os entrego mis parabienes.

Me aferro a la seguridad de ya no decaer, Enrique. Ésta es mi paz.
Un buen abrazo.