Genoma y feromonas: Paraso
Publicado en Nov 12, 2009
Llego al paraíso.
Un campus, un verde manto sin más límite que lejanos eucaliptos borroneando la línea del horizonte. El cielo es una burbuja límpida y turquesa, sin nube alguna, ni siquiera es mancillada por el vuelo de las aves; un sol que no hiere, en su mejor amanecer, refleja el gélido sudor del pasto. Mis pasos no resuenan en el hálito de frescura constante de la brisa. Todo es perfecto, tanto que me asusto. Suena una campanada, me aturde. A mis espaldas encuentro una antigua estación de trenes, de esas construcciones de los viejos Ferrocarriles Argentinos que hay por todo el país; su típico cartel negro con letras blancas más blancas que el blanco que alguna vez yo hubiese visto en alguna nube, reza: San Pedro. La campana vuelve a sonar y el andén comienza a poblarse de paisanos, hay algunas damas de miriñaque, caballeros de bombín, pero pronto me encuentro rodeado de ancianos; dialogan entre sí, vivamente, como si hablasen sin importarles ninguna respuesta; intento oír de qué van sus locos soliloquios pero no puedo entenderles la jerga. Oigo una carcajada. Un niño de rizos lleva un globo que parece una enorme perla flotante, busco su rostro pero no puedo vérselo, la cabeza del chico es todo rulito rubio. Y aparece Mariano, el perrito caniche de Isabel y se dispone a ladrar y, moviendo la cola, invita a jugar al niño del globo; inmediatamente busco a Isabel, quien aparece llorando, con un bebé en brazos; ella intenta explicarme algo pero está tan alterada que tampoco logro entender sus balbuceos. Uno de los ancianos, en una mueca, pone una cara horripilante que asusta al chico del globo como una perla flotante que se le escapa, elevándose y llevándose su bracito de queso. No hay sangre. Ni gritos. Sólo silencio. El globo trepa y trepa hasta producir el eclipse que oscurece la escena en el andén de la estación. Vuelve a haber otra campanada. La muchedumbre ciega del andén se altera; alguno grita y se produce una estampida; todo el mundo trata de huir mientras yo busco a Isabel. No logro encontrarla. Vuelvo a quedarme solo, como al principio, pero en la plena oscuridad del andén desierto. Vislumbro a campo traviesa una luz anaranjada que vertiginosa se acerca, cada vez más, cada vez más, y, asustado empiezo a recular. Es una llamarada acercándose acompañada de un grito agudo que, cuanto más se acerca, más ensordecedor se torna. Busco refugio en la estación, pero ésta ha desaparecido; en su lugar sólo hay un arbol seco, como plantado al revés, raíces arriba. Pienso treparlo, pero la Antorcha es veloz, muy veloz, ya me pisa los talones, y su alarido de guerra me espeluzna, se me mete dentro del cráneo; gateando, sólo atino a esconderme en un hueco abierto entre las raíces del árbol. Ahí dentro es pura y caliente humedad, un silente claustro que me aprisiona, que me succiona hacia arriba. Como encantado siento, mientras viajo, cómo ese tubo parece irse angostando; en una oscuridad ambarina oigo tenues gorgoteos y asciendo, ya fascinado, hacia ese disco de luz blanca del cenit, hacia esa mínima luna incandescente al final del túnel, en la misma cúspide que implica el final. El miedo me paraliza. Dejo de respirar ya que esas paredes pegajosas y calientes, las mismas que me elevan en serpenteos y ondulaciones, no me lo permiten, me están ahogando. Temo no lograr llegar vivo a la salida. Al borde del desmayo, siento que soy escupido por aquel túnel hacia la deslumbrante intemperie; con una bocanada, asustado, rompo en llantos. Enceguecido, en tanto soy sostenido por el talón, logro vislumbrar a un sujeto de guardapolvo. Desperté con un jadeo. Isabel dormía. ¿Ella ya sabría de su embarazo? ¿O sólo eran cosas mías?... era obvio que, si estaba embarazada, ya lo sabría. Las mujeres siempre saben todo.
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inocencio rex
cuando dice jerga se refiere a un bullicio en un idioma inexistente quizás..
me alegro que el texto te haya llegado de esa forma, jadeante, sudorosa y pesadillesca.. era lo que quería, no estaba seguro de haberlo logrado..
de todas formas hay que escribirlo de nuevo porque a mi, mucho no me convence..
abrazo, maldito mío
SIR MARIAN
CON MAYOR PLACER QUE ANTES... ALGO CURIOSO...
Y COMO DICE EL TANGO...
CON LA ÑATA CONTRA EL VIDRIO... COMO ESAS COSAS QUE NUNCA SE ALCANZAN...
SOS UN POETA IMPRESIONANTE LOCO
Hoz Leudnadez
simplemente que suspendido con todo....este maldito sueño...o realidad...o el sueño en un sueño.......increible hermano....Eres un Genio....dejame seguirte leyendo vale?.....
solo una cosa....Jerga se refiere a la bulla a la alegata a la parla o a que?....que significa?
sabes...esto como te dije se parece mucho a algo que escribi hace años.....no exactamente dice lo que vos decis...mas que nada en esencia...te lo mandare seguro..ahora que has puesto tu correo hermano....se te quiere aca el Pendejo de Hoz....
inocencio rex
Roberto Langella de Reyes Pea
Es un cuento surrealista, hasta la aclaración de la "despertura" del final. Yo lo huviera dejado ahí, en la conclusión de la parte surrealista, pero es una cuestión de gustos.
inocencio rex
salute, gabriel... el genio sos vos.
Gabriel F. Degraaff
inocencio rex
MARIANO DOROLA
COMO DECIMOS CARIÑOSAMENTE EN ARGENTINA... ANIMAL DE LA POESIAAA!!!! GROSOOO !!!
BESTIA SAGRADAAAA!!!!!
SOS MUY ESTREMECEDOR... A MI ME APASIONA TU ESTILO Y POR MOMENTOS ME DA VERTIGO.
VOY DESCUBRIENDO QUE MIS LIMITACIONES NO TIENEN NADA QUE VER CON LA CALIDAD DE TU TALENTO, SINO MAS BIEN.... COMO DECIMOS EN ARGENTINA... CON UNA NIÑEZ MUY CARAJEADA...
OJALA VALLAS AL ASADO DE SERENA DEL 06/12 Y BRINDEMOS CON UN BUEN VINO
inocencio rex
me siento hagado por tu comentario..
cariños