La mujer que yo amo ya existe en este mundo:
Me lo ha dicho una audaz e indudable quimera.
Aún no se ha relacionado conmigo
y se halla como prescrita en mi exterior.
Posee todos los sabores de la tierra
y su boca es de menta mayoritaria.
Da su cara al tedio de los arrabales
y camina en las noches como estructura intensa.
Habla de paz, derecho y libertad
y da de comer a los gorriones en la aurora.
La mujer que yo amo es íntegra y plural
y rezuma en las sombras, más hermosa que Vénus.
Sueño encontrarla entre las infraestructuras
de cerros demolidos o de puertos capciosos.
La mujer que yo amo ya conoce que existo
y espera a que yo arrive al sonar de la cítara.