Tres Segundos
Publicado en Aug 07, 2010
Desde este ángulo todo se ve tan tranquilo. Tan sereno. No recuerdo haber sentido tanta paz nunca antes en mi vida. La nieve se siente húmeda en mi espalda, pero es fresca, reconfortante, no me moja o me hiela.
Así, tendido en el suelo distingo con claridad esos pinos colosales, majestuosos que apenas se mecen con la brisa invernal. Pequeños cúmulos de hielo se amontonan en sus ramas y más copos caen del cielo abultándose lentamente sobre ellos. Mis hijos, los pienso con mucha serenidad, los siento cerca de mí a pesar de la distancia. Están bien. No sé porque siento esta certeza pero los sé protegidos, seguros, contentos. Y una infinita nostalgia me los trae a la mente con una nitidez estremecedora, casi puedo tocarles las mejillas, olerlos, sentirlos. Que profunda sensación de impavidez en medio de la naturaleza. Mis sentidos se han agudizado increíblemente, siento con claridad la minúscula diferencia de temperatura entre mi hombro izquierdo y el derecho, ambos postrados sobre la misma tierra llena de hielo. Mi respiración es acompasada, rítmica, sin prisa. Estoy totalmente consciente. Inclino la mirada hacia el frente y, mirándome fijamente, está un pequeño estornino pinto con su plumaje pardo reflejando la luz del sol. Parece contagiado con toda esta atmósfera apacible. Mueve su cabeza inclinándola primero hacia un lado y después hacia el otro como inspeccionándome con más curiosidad que miedo. No está alerta ni a la defensiva, solamente se acerca con pequeños saltos hacia mí y continúa su revisión. Su sola presencia me hace descubrir del trinar de otras aves en lo alto, allá en la copa de los pinos. Solamente es hasta que se encuentra lo suficientemente cerca de mí, que detecto una mancha carmesí en la punta de su pico. Es entonces cuando lo veo seguir un rastro rojo que insistentemente pica y vuelve a picar, alternando esa tarea con su inspección hacia mi persona. Giro la cabeza hacia mi derecha y descubro a 2 metros de distancia mis piernas cercenadas desde la cadera. Cajas multicolores, moños verdes y rojos cubren mis viseras regadas en la nieve y un río rojo obscuro y espeso corre hacia el estornino quien curioso sigue picándolo y analizándome. Giro hacia la izquierda y a unos metros de distancia veo el sedán negro destrozado en un árbol, con el parabrisas roto y el motor humeando. Ese sedán en el que hace apenas tres segundos conducía lleno de regalos y de entusiasmo para disfrutar la Navidad con mis hijos.
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nydia
Me voy a poner celosa de la Hermosa Negrita....
si yo te ando correteando por toda la red!..jajaja
dime..como va Andy.. amigo ?
Arturo Palavicini
Nunca me he ido, jamás te he abandonado, siempre te tengo presente, pero rara vez coincidimos.
Sabes que te quiero mucho y que agradezco profundamente tus comentarios, siempre impulsándome a seguir en esto de las letras.
Un beso, te quiero mucho.
Arturo
Arturo Palavicini
Amiga mía, siempre cerca de mí. Aportando siempre ese lado más profundo y filosófico a mis historias.
Te mando un beso.
Gracias por seguir aquí.
Arturo Palavicini
Claudia Riquelme
Beso y estrellas de LaNegra
MAVAL
una persona que está consciente en su hora ...y en paz ...
a pesar de todo...
saludo cordial!
Arturo Palavicini
Muchas gracias por sus comentarios; creo que han encontrado mucho de la esencia del cuento y Gabriel, diste con el contraste perfecto de este escrito, efectivamente, está contado justo al revés de "Incompleto", la intención era generar una sensación opuesta.
Muchas gracias nuevamente por seguir con mis intentos.
Los quiero mucho a todos, gracias por su apoyo, como siempre.
Un abrazo.
Saludos.
Arturo Palavicini
daih
G. F. Degraaff
G. F. Degraaff
inocencio rex
como en un eco (la estela del accidente del sedán), la voz del narrador suena a resignada, a entregada beatíficamente a la fatalidad, como si el ser dejase de lamentar para poder aceptar, sin juicios, su destino.. o serán tales momentos los del famoso juicio??.. en tu relato hay paz, el narrador fue alguien bueno que tuvo una existencia plena.. el suicida tendá esa misma resignación?? o alguien atosigado por la culpa??
qué bueno volver a tu deslumbrante oscuridad, mi amigo.