Es tarde ya van a dar las dos,
surcan mi frente los recuerdos,
aquellos de acaso un ocaso,
aquellos que pronto los pierdo.
Es que de eso está hecha mi alma,
de ansiados fugaces momentos,
de corolas primaverales,
y de unas tardes de silencios.
También, repasándolo muy bien,
todo se concluye en silencio.
La exalación y la lágrima,
postumas palabras  de acero.
Ese último lecho que abriga,
esas cobijas  y el silencio.
Por eso nada he conservado,
en definitiva eso llevo.
Ahora llegas y te sientas,
mirándome así, cada gesto.
Besas, mi frente  ya marchita,
susurrándome, yo te quiero.
Cuesta la vida y más ahora,
mi reloj, lo detuvo el tiempo.
Y nada para agregar, por fin...
buscaré yo mismo el misterio...
¿Cómo entonces mi amor, mi niña,
quieres ahorrar los momentos,
agruparlos en volúmenes,
y repasarlos, tú y yo luego?.
Cumplimos el ciclo, comprende,
no hagas ese rostro sufriente,
no abras la puerta a las lágrimas,
ni llores, ya, mi pobre muerte.