Me masturbo porque estoy sola,
ésta es la verdad desnuda amiga con novio hermoso.
Porque me fui o me dejaron,
no sé muy bien que pasó. Un sábado por la noche.
Y desde entonces son mis dedos los que entran
y no una una polla. Y mis labios quienes lamen
los pezones de mis tetas y no los labios masculinos
que anhelo. Por eso soy como una concha,
me encierro en mi senso, me toco toda,
porque nadie más deja sobre mí ni una leve caricia.
Practico el onanismo y me va bien,
disfruto de mi piel suave y me mojo
echada sobre la cama cuando mis manos
agarran con fuerza mi culito pequeño y luego lo sueltan,
y dejan en su piel que se ha enardecido
una lluvia de caricias dulces.
Es delicioso soltar a mis dedos de la contención
y que con arma tan poderosa que son sus yemas
me toquen por todas partes, que cualquier rincón
de mi cuerpo tierno sea poseído por ese dominio
del placer bajo una frágil sábana, en una noche
de fiesta: mientras los demás buscan su caza
por calles y por bares, yo tengo toda la comida
sobre la mesa: me lo hago todo
y cada vez aprendo un poco más
a disfrutar de mí, de todo lo que tengo.
Luego cierro los ojos y sueño en un bello varón
que llega del sur, sudoroso y macho.
Claro! Estoy sola, muy, muy sola.