Una mala terapia
Publicado en Aug 15, 2009
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Una mala terapia.
 
Con pasos largos cruzaba el patio, que separaba la planta de producción de  las oficinas, mientras pensaba, escuchaba la voz de su conciencia reprocharle su estupidez humana, había perdido los estribos, ¡otra vez! y su jefe lo esperaba, seguro  para regañarlo, pero con una buena actuación lo dejaría ir, fingiría arrepentimiento “El estrés de la vida de hoy”, “las constantes presiones de los empleados”.
Cruzó la puerta, y ahí estaba él, mirándolo, con sus pequeños ojos de roedor,
“Edgar, ya has superado los límites. Tienes una única opción, y te la ofrezco porque te aprecio, y también porque ningún hombre maneja la empresa como vos, sino la aceptas, tendré que prescindir de tus servicios, y se que pronto serás de nuevo padre.”
Y lo miró con aire malicioso y dijo: “tendrás que empezar una terapia para controlar tu ira, ahora vete,  pero antes toma esta lista de psicólogos,  además  quiero un informe de tu mejoría y no regresarás hasta que eso suceda.
Edgar se sentó en su auto y dio un vistazo mental a su vida: 45 años, adicto al trabajo, dos hijos y otro en camino. Casado desde muy joven, se sentía prisionero, y lo único que le gustaba era su trabajo, quizás porque lo podía controlar. Tomó  la lista, y colocó su dedo, dos renglones para arriba y bajó tres y leyó: “licenciado Lucio Nasat, Dirección: siempre viva 3250”, “justo en la misma manzana de mi casa, qué extraño que con lo años que hace que estoy en el barrio, no lo conozca”, pensó.
   Al día siguiente Edgar se dirigió al lugar, tocó la puerta y enseguida lo recibió un anciano   cojo y con olor a alcohol, daba pequeños y desagradables saltos de alegría “Llegó al lugar indicado, tome asiento, en un momento regresará el licenciado” dijo sonriendo.
Edgar esperó mucho, ideando tácticas para que durara lo menos posible y volver a la empresa, no se dio cuenta que había anochecido. Se abrió la puerta y apareció el licenciado, señalando la silla donde debería sentarse.
 Miró a su alrededor,  un sitio lúgubre, de paredes en tonalidades de bordo, un diván desvencijado y una lámpara de pie con una luz amarillenta, un pequeño escritorio con algunos papeles y algo que llamó poderosamente su atención, una esfera de cristal, como esas de los “yanquis” con nieve, pero esta parecía tener una pequeña ciudad dentro, y hasta creyó ver gente,  pero una voz lo sacó de su ensoñación.
“Edgar, se porque has venido, por ahora vete a tu casa y regresa mañana, pero antes firma esta forma para empezar con el papeleo para la empresa.
 Edgar Firmó. ¿Pero cómo lo sabría?; seguro su jefe estaba de por medio.
 
 Inmediatamente se acordó de su familia, pero al recordar los niños llorando, gritando, y su mujer con reproches, quería escapar. Pero al llegar a su casa, encontró  la comida hecha y una nota, “Nos fuimos a la casa de los nonos unos días”; le pareció extraño pero le ganó más su añorada soledad.
                                                       II
 
 Edgar abrió  los ojos, lo bombardearon las imágenes del día anterior, se vistió y se dirigió al consultorio. Lo atendió el mismo ser desagradable y oloroso. Pasó a la pequeña sala de espera y luego al consultorio, y se percató de una vieja placa que colgaba de la pared, pero no podía leer bien, por lo opaca y vieja, parecía de la época de Matusalén.
Al levantar la vista estaba el licenciado observando:
“comencemos” le dijo, “quiero que se recueste aquí y cierre sus ojos, deje que todo fluya”. Algo extraño pasó: un aroma indescriptible penetró en sus  fosas nasales, se sintió caliente, su cuerpo pesado, extraño, con todo tipo de visiones que lo cacheteaban: sus padres,  el colegio,  su carrera abandonada, un matrimonio precoz  por un embarazo, su vida cuadrada, y sus deseos más oscuros surgían con fuerza, con ira.
Y despertó, transpirado, excitado,  con una pesada liviandad, lo miró  buscando una explicación
“Pronto estará recuperado, lo espero mañana “concluyó el licenciado,  y señaló la puerta.
                                                                             III
 
 Vivió la semana más extraordinaria que recordaba en sus últimos veinte años, su familia no regresaba por un desperfecto técnico del auto, demoraría en arreglarse; su jefe padecía una enfermedad extraña, y él, tuvo que regresar al trabajo, antes de lo esperado. Seguía con la terapia todas las tardes, aún con sus métodos poco convencionales, parecía que todo había mejorado como una certera jugada de ajedrez.
Una tarde, Edgar  recibió una nota que decía: “El tratamiento ha concluido, lo cito a las cinco para ofrecer su pago”. -¿Ofrecer mi pago?,  pensó, “uno lo entrega, no lo ofrece, en fin ahí estaré...”-  y siguió con sus tareas.
                                                   
 
 
Se dirigió esa tarde para arreglar el pago. Encontró la puerta abierta, pero no había nadie, llamó al viejo y como estaba apurado entró al consultorio y  vio sobre el escritorio esa  extraña esfera brillar. Entonces miró dentro de ella y vio un cielo, que estaba rojo, como las paredes del consultorio; habían casas grises, y gente con rostros cadavéricos que gemían,  lo que hizo estremecerle hasta la última fibra de su hombría, y una fuerza incontrolable lo llevó a tocarla; de repente todo se oscureció y sintió una succión de todo su ser,  creyó morir de dolor.
Finalmente abrió los ojos  y distinguió el consultorio, el diván, la lámpara de pie, pero todo incomprensiblemente más grande, y ahí se dio cuenta de su esférico encierro y miró aterrado directamente  la placa y pudo leer:
 “Licenciado Lucio SATAN –  siempre vivo   “.
                                                                                                  Fin.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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Foto del autor Julieta Torres
Textos Publicados: 20
Miembro desde: Jun 10, 2009
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Descripción

Cuento fantastico

Palabras Clave: divan ira psicologo

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Fantasa


Creditos: Julieta Torres

Derechos de Autor: Julieta Torres


Comentarios (19)add comment
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Insoportablemente egocentrista.

Me gusto, he ido asta el final.
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February 13, 2012
 

Hctor Restrepo Martnez

Julieta. Me llevaste hasta el final. No me imaginé encontrar al Diablo alli. Buen suspenso, atrapante, te felicito y te invito a leer mi chateo con El Gran Putas que es el mismo. Estrellas, un amigo Héctor.
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January 25, 2011
 

Julieta Torres

Muy buena preguta amigo?? Para pensarla..
Gracias por leerme te dejo saludos...
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November 22, 2009
 

Gustavo Adolfo Vaca Narvaja

Julieta Buena narraciòn. Satan. Dice poeta Portuguès en un diàlogo con el diablo "Quédese pues tranquila, corrompo es cierto porque hago imaginar. Pero Dios es peor, creó el cuerpo corruptible que es mucho menos estético".
¿Quièn es quièn es estas cosas? ¿Quièn existiò primero?
Felicitaciones
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November 22, 2009
 

dario vital

Sabes que no se mucho (ni poco......simplemente NO SE) de letras......pero queria que supieras que ME ENCANTO!!!!!!!!!!! Muchos Besos querida amiga!
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October 29, 2009
 

Julieta Torres

Gracias amigo!!! por tus valiosas palabras,
te mando un gran abrazo
Juli
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August 25, 2009
 

Antonio JImenez Villa

Una muy buena forma de manejar el suspenso, sigues mostrndo esa capacidad innata para la narrativa, para la ficccion, el relato dividido en pequeños pasajes facilita la lectura, la comprencion en éste mundo acelerado; tiene un ingrediente poco comun en el manejo del espacio, muy similar al incluido en" Pedro Pàramo " del maestro mejicano Juan Rulfo, Solo te dejo cinco estrellitas porque el sistema no dá para más.

SALUDOS ANTONIOJ.
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August 24, 2009
 

Julieta Torres

Gracias por dedicar un tiempo a leerme,y dejar tu cometario..
Un beso grande!
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August 23, 2009
 

jorge martin fontana

Una historia atrapante, muy buena de verdad. Saludos.
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August 20, 2009
 

Julieta Torres

Gracias a Delfy, verano y Susana por sus comentarios que me alientan a seguir!
Les dejo un fuerte abrazo...
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August 18, 2009
 
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